miércoles, 1 de agosto de 2012

Suite Habana (Día 2)

El Sábado 23 de Julio fue un día en que amanecimos muy temprano porque nos íbamos a nuestra primera excursión, sobre las 7:15 de la mañana el bus nos recogía en la recepción del Hotel Parque Central, iba a ser un día largo en que veríamos un montón de cosas por la zona de Pinar del Río y Viñales y que disfrutaríamos como turistas, es lo que tienen los viajes organizados. También iba a ser nuestro primer paseo motorizados por algunas calles de La Habana y la periferia de esta ciudad. De hecho pasamos por primera vez por la Plaza de la Revolución que ya la visitaríamos otro día más tranquilamente. El guía de la excursión, muy parecido a Enrique Morente cuando era joven, nos indicaba los sitios que íbamos viendo desde el autocar, nos lo decía tanto en castellano como en inglés, tenía un buen manejo de la lengua anglosajona, el turismo es una de las grandes fuentes de ingresos en Cuba.

Saliendo de La Habana y muy orgulloso el guía nos enseñó la ciudad deportiva de La Habana donde entrenan los mejores deportistas del país, Cuba a nivel deportivo es una potencia media, su deporte nacional es el beisbol y su equipo de Industriales de La Habana es el referente en el país, también destacan en atletismo y voleibol. Yendo hacia Pinar del Río por una autopista construida en los años 60's que ayudaron a realizar los alemanes del Este también vimos las presas que se construyeron con motivo de la organización de Cuba de los Juegos Panamericanos. Antes de llegar a Pinar del Río hicimos una breve parada para descansar al lado de uno de los campamentos de verano que tiene el partido comunista para los jóvenes cubanos.

El primer punto para visitar era la ciudad anteriormente comentada de Pinar del Río, una ciudad al este de la isla y muy importante en el país, allí es donde se realizan las mayores exportaciones de tabaco y es muy famosa esa región por sus puros, este era uno de los argumentos por el que hacíamos este viaje a la región occidental de Cuba, en oriente la ciudad más importante es Santiago de Cuba, pero ir hasta allí pilla muy lejano. Sinceramente me esperaba más de Pinar del Río, pero es que era salir de La Habana que ya es bastante caótica, para llegar a la anarquía total fuera de ella. Calles sin asfaltar, un tráfico sin leyes algunas y no había comercios. Recuerdo un barrio de casitas coloniales de colores que no estaba mal, tipo Nueva Orleans, pero las casas estaban en muy mal estado de conservación.

La parada la íbamos a hacer en una fábrica de ron para que nos la enseñaran, allí en Pinar se fabrica el ron La Guayabita, un ron muy dulce y de precio muy asequible. Lo de la fábrica fue también otro espectáculo latino a la improvisación y los negocios, nos pasaron a un patio donde nadie estaba haciendo tarea alguna, siendo Sábado no me extrañó nada, y tras una vuelta de unos 5 minutos por unas instalaciones del siglo XIX nos pasaron a lo que les interesaba, a la tienda donde vendían sus productos de ron y también podías comprar puros y camisetas del Che, al menos hubo una pequeña degustación donde podías probar los distintos rones de la marca según lo añejos que fueran. Como curiosidad allí nos moríamos de la risa David y yo porque un par de chicas que iban con nosotros en la excursión nos preguntaron quien era ese tipo con barbas que estaba impreso en las camisetas que vendían, nada menos que Ernesto Che Guevara, esas chicas estaban muy perdidas en Cuba.

Después de un cigarro tras la degustación en La Guayabita esperamos (mientras algún lugañero de Pinar nos ofrecía vendernos puros) a que volviese el bus, ya que la calle donde estaba la fábrica era tan estrecha que interrumpía el tráfico, así que el guía nos organizó para que estuviésemos atentos que cuando pasará el vehículo no podíamos entretenernos mucho en subir. Continuamos nuestro viaje hacia uno de los sitios más bonitos de todo el país, el Mirador de Terrazas, un bonito balcón desde donde puedes observar los Mogotes del Valle de Viñales, los mogotes son unas piedras gigantescas de origen calizo que hace millones de años estaban bajo el agua, después ha quedado una bonita vegetación con estas formaciones rocosas y desde este lugar privilegiado se tiene una vista preciosa del lugar, en el mirador como no, también había varios vendedores de puros, un buey que estaba dando vueltas por ahí tranquilamente y había un hotel que sería un lujo de tranquilidad alojarse allí. Al final de la entrada colgaré varias fotos de este mirador tan chulo.

Nos adentramos en la zona de vegetación del Valle, estábamos rodeados de plantaciones de tabaco y de caña de azúcar, después de haber visto tanto vendedor de puros, nuestro siguiente punto era hacer la turistada de ir a un secadero de tabaco tradicional, con la humedad del lugar y a oscuras se secaban las hojas del tabaco en esas construcciones de caña. Al lado de este secadero nos hicieron una demostración de liar puros y bebimos un aperitivo verde mientras una mujer cantaba canciones tradicionales cubanas acompañada de unos músicos, estaba todo muy preparado, quizás demasiado turístico, pero una vez que los guías ya estaban a su bola nos pusimos a hablar con ellos sobre fútbol y la actualidad, recuerdo a un argentino que trabajaba en el secadero que le caía fatal Messi, hizo una Copa América horrorosa y decía que a Messi no había que hacerlo ni argentino ni español, sino catalán, fue una charla muy amena y me lo pasé bastante bien hablando con esa gente de fútbol.

Estaba claro que nuestro siguiente punto en el trayecto era dar una vuelta por este Valle de Viñales y ver los mogotes, hay uno que destaca por encima de todos que es el mogote Pita, este mogote tiene de peculiar que sobre él está pintado el Mural de la Prehistoria, obra del profesor Leovigildo González Morillo, en él se representan distintos pasajes en la prehistoria en la región de Pinar del Río, representando a unos indios, especies de mamíferos y moluscos. Este mural fue pintado a pincel por varios ayudantes del autor de la obra y utiliza una técnica pictórica que era pintarlo todo a rayas sobre la piedra. En verdad el sitio es precioso, ya no sólo por el mural sino también por la naturaleza del lugar. Me alegró mucho que estuviera programado comer allí, bajo una carpa protegida por cañas y al aire libre degustamos platos cubanos como moros y cristianos, que es un arroz con frijoles y bebimos piña colada. Durante la comida también teníamos una orquesta de músicos cubanos que nos amenizaban el almuerzo, quedé un poco harto de tanto escuchar Guantanamera, me gusta la idea de que promocionen su música pero llega un punto cuando llevas varios días por allí que resulta ser un poco pesado.

Tras las fotos de rigor y hablar con un madrileño que era muy fan del equipo de beisbol de Industriales nos fuimos de nuevo para el bus, por el camino nos encontramos a una mujer mayor que resultaba ser de Asturias, una mujer con voz muy dulce y amable, ella iba por libre y a su ritmo viajando sola, iba descubriendo la región, toda una aventurera la verdad, con el calor que estaba cayendo yo no podría haber hecho lo que esa mujer con mucha edad más que yo estaba realizando. Ya sólo nos quedaban un par de paradas más en nuestro trayecto para volver a La Habana. El siguiente punto era otro de los platos fuertes del día porque en esta región de Pinar del Río hay muchas cuevas y fuimos a la más importante de ellas, la Cueva del Indio, una bonita gruta que descubrió por casualidad un lugañero de la zona hace un siglo.

Para entrar allí, primero hay que hacer un pequeño camino a pie agachándose por las formaciones rocosas dentro de la cueva, al final del camino hay un pequeño embarcadero donde nos iban montando por grupos en pequeñas barcas y nos daban una vuelta por el lugar, estuvo muy bien porque allí te refrescabas un poco por el agua que te caía y además era un sitio fresco. Una vez que habíamos bajado de las barcas te encontrabas varios artesanos de la zona que vendían un montón de cosas, yo compré un par de anillos de caracol para regalar, era una zona muy tranquila y donde se respiraba paz. En esos momentos me llegó un mensaje de Olga que me decía que había fallecido Amy Winehouse, recuerdo perfectamente esos minutos por la Cueva del Indio. Para finalizar la excursión, hicimos una breve parada por el pueblo de Viñales, que nada tiene para destacar, por la zona de la Iglesia había un chiringuito con un escenario donde supusimos que harían conciertos de salsa, ya que la música estaba puesta a todo volumen pero no había nadie. Nosotros aprovechamos en el pequeño rato que pasamos allí para tomar una cerveza Bucanero y hacer unas fotos.

Nuestra vuelta a La Habana por la autopista de los años 60's fue descansando y nos cayó una pequeña tormenta de verano. Una vez en la ciudad, el bus iba dejando a nuestros acompañantes en sus hoteles, pasamos primero por el famoso malecón habanero que todavía no lo habíamos visto y en cuanto llegamos al hotel como todavía no habían cerrado la piscina nos dimos un chapuzón antes de que la cerraran. Era Sábado noche y a pesar de que estábamos un poco cansados por el día, tendríamos que salir a ver la juerga en un fin de semana. Nos arreglamos y fuimos a unos paladares que están enfrente del Capitolio, que es idéntico al que está en Washington pero un pelín más alto. Estos paladares son muy famosos en toda la ciudad y es complejo de varios restaurantes, está el Triunfo, el Asturianito, Los Nardos, etc..., pero había una cola para entrar de morirse, normal siendo Sábado por la noche.

Hablamos con el hombre que estaba en la puerta organizando las diferentes colas y nos dijo que si no queríamos esperar nos fuéramos a un paladar muy próximo y que nos iba a gustar, hablaba del paladar El Guajirito, le preguntamos que cual era el truco de porque allí no iba a haber cola y con sinceridad nos respondió que El Guajirito era más caro, se encuentra situado en la calle Zulueta y para allá que nos fuimos, otra vez la iluminación era paupérrima y no íbamos más que mirando el suelo, por esa zona las casas estaban fatal y parecía que habían bombardeado el día anterior. El paladar estaba bastante bien, por fuera muy mal conservado pero por dentro era un restaurante con ambiente colonial y unas camareras con la falda muy corta, los cubanos dicen que las chicas más guapas son las camareras del Guajirito pero en mi opinión tampoco eran para tanto la fama que tenían, hablan mucho del turismo sexual en Cuba y he de aclarar aquí que ese tipo de turismo es asqueroso porque lo que en verdad te encuentras son a viejos junto a mujeres cubanas jóvenes y la escena daba un poco de grima cuando nos la topábamos. Cenamos pulpo y David creo que comenzó por su obsesión por la langosta, la comida fue buena y tampoco era tan caro, para un bolsillo europeo es incluso barato, ya probaríamos en un futuro los paladares de enfrente del Capitolio.

Y la noche de juerga empezó en la calle Monserrate en un café que tiene el mismo nombre que la calle, estaba bastante animado, una orquesta tocaba música alegre y las guiris disfrutaban cuando los cubanos las sacaban a bailar, tomamos ron cola, que es la bebida del país, el cubalibre. Era muy curioso porque los únicos cubanos que había por ahí eran los músicos y los bailarines, los clientes éramos todos de fuera del país, por las ventanas sí que veías a los demás cubanos mirando hacia dentro, estaban esperando a que alguien les invitase a una copa o ver si podían hacer uno de sus múltiples negocios. En Monserrate no aguantamos mucho tiempo, sólo estaban los ventiladores y las ventanas abiertas, ya empezaba a hacer calor con tanta gente y la humedad nocturna.

Pensamos en ir por la Habana Vieja a tomar la siguiente, a ver si la Bodeguita del Medio estaba abierta, cual fue nuestra sorpresa que a medianoche cierran casi todos los negocios y se queda todo bastante desierto. Subimos por la calle Cuba a investigar que había abierto y de lo poco que quedaba no daba mucha confianza pasar. Así que al final dimos un buen paseo y vimos otros sitios bastante interesantes como la Embajada española en Cuba, el comienzo del malecón que es donde se estaba más fresco por la brisa del mar y el Paseo del Prado hacia el hotel. Por el Paseo del Prado sí que ya fue la técnica de acoso y derribo, todas las cubanas nos saludaban y un chaval negro bastante grande se me acercó a mí, me dijo, que pasa, se te ve que tienes mucho calor, yo le dije, sí tío, esta humedad que tenéis en Cuba me está matando. El colega me respondió, sabes lo que te puede quitar el calor, una mulata, tengo una para ti y otra para tu amigo que os lo vais a pasar estupendamente. Acojonante el tío, no se cortaba un pelo, decliné su invitación de las mulatas, obviamente no me interesaba, educadamente le dije que nos íbamos para el hotel, cosa que era cierta porque el Paseo del Prado está al lado de Parque Central, a pesar de la turra y de los árboles del Paseo pude ver la Luna llena que ese día estaba sobre La Habana. Una vez dentro del hotel le convencí a David que nos tomásemos la última en recepción, tenían buenos cócteles a buen precio. Estábamos bastante cansados pero habíamos pasado un día estupendo, David se retiró primero, se estaba durmiendo y yo luego me acosté. Al día siguiente nos lo tomaríamos con más calma, nos esperaba el barrio de Vedado y el hotel Nacional de Cuba.



Saliendo de La Habana, pintadas del cómite por la defensa de la Revolución, la única publicidad que te encontrabas por la calle.



Pinar del Río.



Pinar del Río.



Fábrica de ron La Guayabita.



Mirador Las Terrazas. Vistas de los Mogotes.



Valle de Viñales.



Liando puros en el Valle de Viñales.



Secadero de hojas de tabaco.



Mogote Pita. Mural de la Prehistoria.



Comiendo al lado del Mural de la Prehistoria.



Valle de Viñales.



David al lado de los dinosaurios.



La cueva del Indio.



La cueva del Indio.



La cueva del Indio.



Tomando una cerveza Bucanero en el pueblo de Viñales.



Malecón de La Habana.



Paladar el Guajirito.



Calle Monserrate.



Calle Cuba.



Embajada española en La Habana.

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