sábado, 31 de julio de 2010

Oktoberfest München. Día 1.

Nuestro primer día en Munich amaneció bastante tarde, cerca del mediodía que aún estábamos medio despertándonos sonó el teléfono de la habitación, era Alfonso que nos llamaba desde Ginebra para decirnos que todo iba según lo previsto y cogería el vuelo a Munich ese mismo día. Era viernes 26 de Septiembre y estábamos todos un poco cansados, nuestros tres compañeros debido a la juerga del día anterior y yo porque me dolía la cabeza de la congestión que llevaba, me tome mis medicamentos y nos fuimos a la calle a tomar nuestra primera comida alemana.

Para ello nos encaminamos por Orleanstrasse hacia Ostbahnhof y Carlos, Óscar y Rabanero conocían un restaurante de los días anteriores donde se comía muy bien, el Brünnstein Maierbräu, típica taberna alemana donde la gente del barrio, principalmente gente mayor iba a comer allí a mediodía, un auténtico bar bávaro con mogollón de cervezas y donde esa vez me decanté por el codillo de cerdo asado Schweinshaxe en alemán, era un gusto ir con Carlos porque tiene nociones del idioma alemán ya que él admira mucho la cultura germánica y así nos podíamos entender con la gente del lugar ya que no eran muy dados a hablar en inglés. Brindamos con nuestras cervezas por un buen día en el Oktoberfest y alegremente decíamos Prost que es como brindan los teutones.

Una vez terminada nuestro copiosa comida cogimos el metro en Ostbahnhof y nos encaminamos hacia la explanada donde se celebra el Oktoberfest, para ello primero fuimos a Hauptbahnhof Central Station e hicimos transbordo para encaminarnos a Theresienwiese, allí es donde esta la pradera de la princesa Teresa y la estación de metro estaba petada de gente, para el Oktoberfest incluso van dirigiendo el tráfico de gente para que no haya avalanchas y montoneras que luego ocurren desgracias que hay que lamentar como la última del Love Parade de Duisburgo. El espectáculo que montan allí es digno de admirar y uno no se puede imaginar lo que hay allí hasta que no lo ve, es como la mayor feria gigantesca que he visto en mi vida, multitud de atracciones, casetas de cada marca de cerveza de proporciones abismales, caballos enormes que tiran de carros llenos de toneles de cerveza y mucha, mucha gente. Estos se pillaron un currywurst para el paseo que es un especie de perrito caliente alemán e íbamos viendo todas las atracciones del lugar, al fondo de la explanada hay una estatua gigante de la princesa Teresa e íbamos echando un ojo en cada caseta (Hofbrau, Paulaner, etc...) para ver si había algún sitio libre y así poder sentarnos a tomar una de las cervezas muniquesas.

Al final después de dar muchas vueltas y buscar sitio, en una de las casetas del final de la pradera encontramos sitio para sentarnos un ratito al aire libre ya que en el interior de cualquier caseta estaba a rebosar de público. Así pudimos pedir esas jarras que te ponen de un litro, porque hay dos reglas para el Oktoberfest, la primera es que si no estás sentado las camareras no te sirven bebida alguna y la segunda es que allí sólo se bebe cerveza y la jarra es de un litro, no hay más. Dentro de esos macroedificios montados para la ocasión había actuaciones musicales de música tradicional bávara y gente vestida con los trajes típicos de la región, los hombres con peto de pantalón corto que quedan bastante ridículos y las mujeres con esos trajes muy apretados en la cintura, escote generoso y el busto realzado. Todo era fiesta y algarabía, nunca he visto a tanta gente junta riendo, cantando, pegando voces y emborrachándose a la vez.

Como no tenía el cuerpo para muchos trotes tardé un montón en beber mi jarra de litro de cerveza, a Carlos, Óscar, Rabanero y David se les veía más entrenados en el oficio de beber el licor pero no me importaba porque allí a lo que se va es a pasárselo bien y lo complicado era mantener tu culo sentado entero en los bancos que había allí. Al abandonar la pradera en uno de los puestos comimos el postre típico alemán que es el applestrudel pero en versión albaricoque. Después decidimos ir al centro de la ciudad para verla un poquito y para ello nos encaminamos a Marienplatz donde allí está el Ayuntamiento de la ciudad (Rathaus), un bonito edificio que no me impresionó mucho porque comparado con el que vi un mes antes en Viena era pequeñito. Dimos una pequeña vuelta por el mercado de Viktualienmarkt, recuerdo que por la zona había muchas banderas con los colores blanco y azul que son los colores de la región de Baviera y del club de fútbol más viejo de la ciudad que es el München 1860.

Como la fiesta debía continuar fuimos a la cervecería más antigua de Munich, la cervecería Hofbrau que se encuentra en la bonita plaza de Hofbräuallee 1. Allí también había una cola importante de gente para pasar pero nos fuimos haciendo hueco y uno de los porteros de la puerta nos encaminó a la parte de arriba de la cervecería. El sitio puede sonar a bar o a típica tasca española antes de explicarlo pero es que eso era un gran palacio dedicado únicamente a beber cerveza de la marca, cada salón era un habitáculo gigante que parecía que allí se estaban celebrando más de 10 bodas a la vez, en la planta baja te puedes perder como de orientación seas un poco pez y en la parte central hay un patio al aire libre también de enormes dimensiones. La cervecería tiene mucha historia porque es el sitio donde Adolf Hitler dio sus primeros discursos nacional socialista antes de ser el canciller alemán.

En la parte de arriba donde nos sentaron pedimos nuestras primeras jarras y al lado nos tocaron unos noruegos ya mayorcitos que iban bastante chuzos, daba un poco vergüenza ajena como se estaban comportando porque daban unas voces que incluso asustaban a la excursión de asiáticos que habían en la mesa de enfrente a la nuestra. En cuanto pudimos nos bajamos a la planta baja que es donde hay más ambiente y pillamos una mesa cerca del patio central, comimos algo para mantener en el cuerpo nuestras cervezas y los chavales se hacían fotos con las guapas camareras del lugar. Por supuesto había una orquesta bávara animando el lugar. Estando allí nos llamó Alfonso y nos dijo que ya había llegado, así que terminamos nuestras cervezas y nos fuimos para Ostbahnhof de nuevo a recogerlo.

Por fin se produjo el encuentro entre todos porque allí estaba Alfonso en el Hotel One, había ido desde el aeropuerto en taxi y le pegaron una clavada bastante importante, nunca pilléis un taxi desde el aeropuerto de Munich porque está muy lejos. Una vez todos juntos, Alfonso tenía muchas ganas de salir y de juerga pero primero fuimos a cenar a nuestros amigos de Brünnstein Maierbräu para que nuestro último invitado probase el sitio, además así nosotros descansábamos de tanta cerveza y de estar todo el día por ahí.

Al salir de la cena hicimos lo que la noche anterior no quisimos hacer, que es ir al otro lado de las vías de Ostbahnhof y salir por la zona de marcha que hay en el barrio, hay que andar un rato y pasar por un túnel subterráneo, no era nada peligroso porque había mucha gente yendo para ese sitio, de hecho recuerdo que en la estación de tren de Ostbahnhof había una pelea porque la gente iba muy pasada y rápidamente llegó la policía. Pasando Friedenstrasse se llega al parque de ocio nocturno donde para mi sorpresa (desagradable) resulta que eran un montón de garitos donde la peña iba pasadísima, ponían música de pachanga y dentro de los sitios hacía un calor infernal, era como estar en cualquier garito de España en verano con chicas super arregladas y maromos de discoteca, que decepción fue aquello porque lo comparaba con los sitios que había estado en Berlín y eso es como comparar el día y la noche. Pero bueno, allí estábamos los seis y la cuestión era pasarlo bien, nos tomamos unas copas y en un sitio hasta pusieron Seven Nation Army de los White Stripes. Hasta creo que me vino bien el calor que hacía dentro porque me curo un poco el resfriado.

Yo ya no podía más de haber estado todo el día por ahí y enfilé por el subterráneo para volver al hotel a descansar, los demás se quedaron y vieron más de lo mismo, sitios con go-gos, mucho maromo y cola para entrar a los sitios, como se puede leer no fue un sitio que me entusiasmase en absoluto. Llegando al hotel si pude distinguir la luna porque hacía mejor tiempo que el día anterior, en ella se reflejaban todos los borrachos que había habido ese día, me imagino que el rollo de los sanfermines tiene que ser del mismo estilo. Nos quedaba otro día para ir al prado de la princesa Teresa.



Nuestro Restaurante durante la excursión.





Explanada de Theresienwiese.



La cerveza está en camino.



Viktualienmarkt. Mercado central al aire libre.



Marienplatz, ayuntamiento de Munich (Rathaus)



Marienplatz, el antiguo ayuntamiento.



Cervecería Hofbrau.

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Oktoberfest München. Llegada.

Nuestro siguiente destino dentro de nuestro blog de viajes nos lleva a Baviera, a los fiestas que se celebran a finales de Septiembre en honor a las bodas de plata del rey Luis I de Baviera y la princesa Teresa, el Oktoberfest muniqués, que se celebró por primera vez en 1835 y que ahora acuden a Theresienwiese (Prado de Santa Teresa) unas 6 millones de personas de diferentes nacionalidades haciendo que sea la fiesta más importante de toda Germania. Para acudir al Oktoberfest tuvimos que planearlo con bastante tiempo de antelación y a principios de Febrero ya teníamos hechas las reservas de hotel y los vuelos cerrados para un evento que se celebra a finales de Septiembre.

En primer lugar como siempre hago cuando empiezo a comentar un nuevo viaje dar las gracias a mis compañeros por ser una buena compañía, risas, buenos ratos y beber cerveza puede resumir el viaje en pocas palabras, agradecerle a Carlos en primer lugar que organizó todo y fue un excelente anfitrión a nuestra llegada a Munich, tengo que decir que los dos viajes que he hecho con él han sido estupendos, tanto en Nueva York como en Munich te sientes muy a gusto viajando con él. También agradecer el viaje a Rabanero, Óscar, Alfonso y David. El último día hubo un poco de lío pero no todo va a salir perfecto, espero que para el futuro esos errores que se cometen se aprendan de ellos y que cada viaje se mejoren las condiciones de bienestar de todo el grupo.

Nuestra aventura se remonta al jueves 25 de Septiembre del 2008, ese día teníamos el vuelo con Iberia de Madrid a Munich, en principio nos íbamos David, Alfonso y yo en dicho vuelo pero Alfonso se encontraba en Ginebra trabajando y fue al día siguiente desde Suiza. Los otros 3 compañeros de viaje ya nos aguardaban en Munich porque habían cogido más días de vacaciones. El Oktoberfest dura 15 días pero nosotros fuimos cuando más concurrencia de gente hay que es el último fin de semana de Septiembre. Este jueves me lo pillé ya de vacaciones y quedé a mediodía con Olga y comimos en el Fast Good de la calle Orense en Nuevos Ministerios, me encontraba fatal porque tenía un buen constipado y una congestión muy maja, era la primera vez que me iba de viaje sin fuerzas algunas y preocupado por la mala salud que estaba pasando esos días, desde luego no pensaba en beber cerveza en grandes cantidades que es lo que se hace ahí, además el Fast Good me estaba mareando, odio ese tipo de sitios donde todo está super limpio, tiene sillas blancas de diseño y luego te comes una hamburguesa medio cruda porque solo has dicho que te la hagan al punto.

Me despedí de Olga que se le veía un poco preocupada porque mi cara reflejaba que muy bien no estaba pero para allá me encaminé, hice mi maleta y me fui para Barajas con tiempo suficiente para sacar la tarjeta de embarque. Cual fue mi sorpresa que ahora se pueden sacar las tarjetas de embarque por la web y solo quedaban 3 sitios libres en el avión porque había overbooking, saqué mi tarjeta de embarque y llamé rápidamente a David que había salido tarde de su trabajo para que me diese los datos de su tarjeta de embarque y pillase uno de los dos sitios libres que quedaban en el vuelo, iba con el tiempo justo y después de tantas prisas resulta que el vuelo se retrasó una hora y media su hora de salida. Así que nos quedamos como dos pasmarotes en la T4 de Barajas ya cenando porque íbamos a llegar muy tarde a Munich, fue un putadón que agradecí posteriormente porque así al llegar tarde a nuestro destino ya no nos dio tiempo a salir esa noche y con mi constipado me vino bien un poco más de descanso.

El pasaje del vuelo de Iberia hacia Munich era gente de nuestra edad que iban claramente a lo mismo que nosotros, a pasar unos días de fiestas y beber mucha cerveza, fue un vuelo animado y así se me pasó un poco el malestar que había tenido durante todo el día. Sobre las 12 de la noche aterrizamos en el Flughafen München y fuimos hacia las máquinas expendedoras de billetes de tren para ir al centro de la ciudad ya que las taquillas estaban cerradas a esas horas y no íbamos a ir en taxi. Cogimos nuestros billetes y con mi mapa de metro sabíamos que teníamos que parar con el tren en Ostbahnhof que es donde más cerca estaba nuestro hotel que fue el Hotel Motel One City Ost que se encuentra en Orleansstraße 87. Carlos, Rabanero y Óscar estaban llegando también al hotel y por teléfono nos orientaron para que llegásemos ya que desde la estación de tren hasta el hotel hay un pequeño paseo que dar.

Una vez que todos coincidimos en el hotel (faltaba Alfonso) nos saludamos y nos instalamos en las habitaciones, a estos se les notaba el castigo físico del día que llevaban bebiendo cerveza pero se les veía animados, incluso decían que si queríamos salíamos a dar una vuelta ya que por ese barrio hay una zona de marcha al otro lado del puente. Pero pensamos que siendo jueves, ya era muy tarde y que hacia mucho que no veíamos a Carlos nos quedaríamos tomando nuestra primera cerveza del Oktoberfest tranquilamente hablando en la recepción del hotel, recuerdo que no hacia muy buen tiempo e incluso había una ligera neblina, así que no me encontré la luna en Munich mi primera noche, la tónica no iba a ser encontrarse la luna sino a bastantes borrachos con la cara colorada y no precisamente del frío sino por la bebida de trigo o de cebada que se rendía culto esos días.



Máquina de billetes, nada fácil de usar, aquí Óscar intentándolo.



Ostbahnhof.



Nuestro hotel.



Una constante en este viaje. Cerveza. Esto es el Oktoberfest.

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