Decían los Héroes del Silencio que
las aguas de la certeza se hallaban en los lagos de Pokhara. En aquel
momento no entendí que quería decir esa frase y ni siquiera sabía
donde estaba Pokhara. Afortunadamente, con el tiempo descubrí que
esta pequeña ciudad esta situada en uno de los lugares más
enigmáticos que he visitado. Es el turno de hablar de Nepal. Este
pequeño país situado a la falda del Himalaya, se mantiene
independiente a pesar de la presión de sus dos gigantes vecinos,
nada más y nada menos que India y China. Como podéis imaginar vivir
allí no es tarea fácil, no tan solo por el gobierno corrupto que
regenta el país, sino por otros factores como los recortes
energéticos que producen cortes eléctricos durante varias horas al
día. Pero de nuevo la calidad de las personas junto con el reclamo
de poder explorar el Himalaya, hacen de Nepal un popular destino
turístico. Y por supuesto, si se tiene un mes disponible, cierta
preparación (dependiendo de la ruta será imprescindible o no una
forma física muy buena) y se es aficionado a las rutas montañeras,
recomiendo una expedición guiada al Himalaya. Nunca exenta de
riesgos, pero con un resultado final que merece mucho la pena. Este
no fue nuestro caso, pues con poco más de una semana, no podíamos
visitar la cordillera más famosa del mundo. En su lugar, exploramos
el Nepal menos conocido, con un resultado impresionante que genero en
nuestra memoria unos recuerdos imborrables. De nuevo el primer
destino fue la capital, Katmandu. De nuevo un caos y una ciudad para
estar de paso. Tras coger un taxi desde el aeropuerto (totalmente
recomendable) y pagar los 30 dolares del visado, llegamos al barrio
de Thammel, el lugar turístico por excelencia. Una especie de barrio
histórico donde los precios se multiplican por 5 pero al menos el
turista se siente menos intimidado por el extremismo de la ciudad.
Fuera de Thammel, todo es un verdadero desastre, con lugares que
parecen sacados de una batalla bélica, locales donde no se habla
nada de inglés, animales sueltos, millones de coches y mucho polvo.
Si uno quiere adentrarse en la ciudad debe estar preparado para todo
y olvidarse del exotismo que venden las agencias de viajes. Katmandu
y Nepal en general son sitios muy pobres en los que se sobrevive a
duras penas. De todas formas en este salvaje lugar se puede encontrar
lo mejor y lo peor; pero para encontrar hay que buscar... Y eso fue
lo que hicimos. Tras ir al hotel contratado por internet (craso error
pues por la zona había muchos y mejores por el mismo precio) y
comprobar que tenia cortes eléctricos continuamente (un hotel de
gama media tiene su propio generador) Descansamos y nos preparamos el
primer destino urbano: El Templo Pashupatinath. Este templo es un
inmenso complejo hinduista que sirve como templo para orar y para
celebrar ritos funerarios. Una gran idea que tuvimos fue la de
contratar a un guía que nos facilitó la entrada al lugar y nos dio
interesantísimas explicaciones sobre los ritos hidues. Especialmente
sobrecogedoras las 3 ceremonias de cremación que presenciamos,
enfrente de un sucio rio, rodeados de vacas y monos. La visita al
templo se alarga en el camino hacia la colina donde se pueden ver
monos en libertad y maravillosos monumentos religiosos sin apenas
restauración. Gran experiencia tanto visual como cultural.
Emocionados por la aventura, nos fuimos al restaurante derechitos a
comer una delicia del lugar: los Momos. Se trata de una especie de
Gayoza (empanadillas) rellenas de carne o verdura, al vapor o fritas.
Los de cordero fritos están de muerte. De vuelta al hotel, ya con
Rebeca bajo mínimos decidimos reservar un vuelo interno a Pokhara,
pues la idea inicial de viajar en autobús hasta allí y parar en la
ciudad natal de Buda (Lumbini) la desechamos pues mi chica no podría
soportar los 2 días de viaje por carreteras montañosas de dudosa
calidad. Pero ¿de que vuelos estoy hablando? Bien,
como casi todo en el sudeste asiático,
los vuelos internos se mueven de manera local. Claro yo sabía que
había un aeropuerto en Pokhara y otro en Katmandu, pero en ninguna
web de vuelos convencional (Lastminute, Skyscanner, Edreams, etc.)
era posible encontrar vuelos con ese trayecto. Incluso en las páginas
web de a propias compañías la opción estaba deshabilitada.
Increíble pero cierto. Pues bien aprovechando que en nuestro hotel
había una 'agencia de viajes' consultamos esta posibilidad. En
efecto, posible era pero la única manera de conseguir un billete era
por teléfono y en nepalí. O sea, negocio local totalmente. Tuvimos
la brillante idea de ir a la agencia de turismo y consultar el precio
estándar. En nuestro hotel, como clientes y amigos (según el
caradura del gerente) nos daban un vuelo por el doble de un precio
normal. Por increíble que parezca los rangos de regateo en este tema
son muy amplios y tras rechazar su oferta, soportar el enfado del
tipo e ir a la agencia de la puerta de al lado, logramos dos billetes
por unos 60 euros ida y vuelta (el otro individuo nos los vendía por
¡100!) Mucho cuidado con estas cosas, no dudéis en regatear y decir
que no si os parece un timo. Visitar varios sitios por cutres que
parezcan. A nosotros nos salió genial. Pues bien, con nuestro viaje
organizado con Yeti Airlines, proseguimos con la visita a la ciudad.
Como comenté Rebeca dijo basta y no vino al siguiente lugar apartado
del horrible entorno urbano: un monasterio budista perdido en una
montaña. Se trata de Nagi Gumba un templo regentado por mujeres
budistas donde se puede ir a meditar y a pasar la noche. Esta perdido
en el Parque Nacional de Shivapuri Nagarju, un complejo boscoso que
recorre la cordillera montañosa del norte de la ciudad. Este parque
nacional (realmente es un bosque con una puerta de entrada) esta
controlado por el ejercito por lo que te harán pagar una especie de
entrada al llegar. Una vez pasas el trámite, el lugar está
totalmente deshabitado. Pues allí me fui completamente solo, por las
aldeas aledañas a la capital. Gente corriente, amable, humilde y
encantadora que se te quedaba mirando y te sonreía. Entre cabras,
vacas y caminos de piedras, conseguí llegar al parque. GPS en mano
logré con cierta suerte alcanzar el templo con en la cima de la
colina (no había señales por ningún parte). Un lugar mágico,
donde se respiraba aire puro y se podían oír los pensamientos. Si
bien no era lo que yo esperaba, el resultado valió la pena. Y digo
que no era lo que yo esperaba, porque imaginaba que aquello sería un
lugar de culto ancestral apenas modificado por el paso del tiempo.
Sin embargo, lo que me encontré fue un humilde templo y unas casas
modernas a medio construir. Es como si las monjas intentaran reflotar
el lugar y sacar de paso algo de dinero. Se podía descansar allí en
unas habitaciones muy básicas. De hecho había ropa tendida de corte
Europeo. Me parece que solo se paga la voluntad y puedes disfrutar de
algo tan simple y difícil de conseguir como es el silencio. Tras una
caminata de unos 25km, con subidas y bajadas continuas, regresé al
hotel feliz de haber superado mis miedos y de comprobar que aquellas
personas son eso, personas.
El siguiente destino antes de partir
para Pokhara, fue la visita a la emblemática estupa de
Swayambhunath. Los nepalies, a pesar de estar tremendamente
influenciados por la cultura india, también presumen de ser a cuna
del budismo. Si bien esto sería muy discutible, si que parece cierto
que Buda nació en Lumbini un pueblo a varios kilómetros de
Katmandu. Además, parece ser que la estupa de Swayambhunath es el
monumento más antiguo de la religión budista, que, curiosamente,
también es venerado por los hidues. En definitiva este lugar
desprende misticismo y exotismo por todas partes y es de obligada
visita. Por si esto fuera poco, el popular símbolo conocido como
'los ojos de buda' proviene de esta estupa que es uno de los símbolos
de Nepal y que aparece en todas las guías turísticas. La estupa
pricipal se alza en una caótica plaza circular que debe ser
recorrida varias veces mientras se reza o se giran los cilindros que
hay en sus paredes. También se debe subir a la parte superior para
contemplar la magnitud del lugar y mirar de cerca los enigmáticos
ojos de buda. Tras cumplir con todos los rituales, mezclarnos con los
locales y visitar varios templos aledaños, nos colamos en un
restaurante tibetano a probar la cocina local. Nepal es un destino
muy común para exiliados del Tíbet que no quieren estar bajo la
opresión de la salvaje China. Desgraciadamente la vida en Nepal no
les ofrece muchas mejoras porque allí son tratados como ciudadanos
de tercera y no tienen muchas posibilidades de tener una vida mejor.
Sin embargo alguno lo consigue y monta su propio restaurante por
ejemplo. Un acierto probar este tipo de comida, muy contundente y
pesada. El colofón el té con sal, solo apto para los más
aventureros. Así acabó el día. Bueno no, pues nos ocurrió una
anécdota entrañable. Resulta que la bolsa de comida que nos sobró
(pedimos raciones demasiado grandes), la llevábamos encima con
intención de tirarla. En ese momento un niño nos pidió dinero y
miro la bolsa. Era un pobre y sucio niño de unos 6 años que estaba
simplemente hambriento. En un principio pensamos que nos quería
engañar como habían hecho otros, pero este no era el caso. Estaba
solo y le dimos la comida, que devoró al instante. Nos sentimos muy
mal con nosotros mismos y bueno, algo contentos por haber solucionado
el día de esa criatura que quizás el día siguiente no tuvo tanta
suerte. Esto amigos, es la realidad de tantos y tantos países en el
mundo...
En fin, continuando con cosas más
banales, el día siguiente nos pusimos rumbo a Pokhara en nuestro
simpático avión de hélices fletado por Yeti Airlines en un
aeropuerto repleto de monos salvajes. En poco menos de media hora
aterrizamos en el aeropuerto local de Pokhara, un complejo diminuto
que se asemejaba más a un apeadero ferroviario que a un aeropuerto.
De nuevo la batalla por el taxi y de nuevo un precio injusto (unos 2
euros por un trayecto de 5 minutos) Pokhara es una ciudad tranquila,
mucho menos caótica que la capital y más agradable para los
turistas. La zona de los lagos, es preciosa y la recomiendo a todo
viajero que tenga la suerte de estar por allí. Básicamente se trata
de un gran lago a la falda del Himalaya que moja la ciudad y el
bosque. Todo en Pokhara es muy espiritual y si uno busca relajación
en un entorno más occidental este es su lugar. Sin embargo, en
Pokhara también se puede disfrutar del Nepal más autentico, ayudado
por la gente local y las numerosas agencias de viajes que rodean la
zona. Previo pago de una cantidad importante (unos 80 euros, una
fortuna allí), conseguí que me planificarán un viaje a medida de 2
días. Un taxi me llevo hasta el parque nacional de Chitwan al sur
del país. Allí vive en libertad numerosos animales en el que
destaca el Rinoceronte nepalí. El amanecer en la cordillera es una
de las cosas más impresionantes que he visto. Una inmensa bola de
fuego se levanta majestuosa entre las ancestrales montañas. El
viaje, por supuesto, duro. Los poco más de 100 kilómetros, se
completan en 5 largas horas hasta llegar al poblado de Chitwan,
pensado únicamente para acoger turistas. A día de hoy, el entorno
no está masificado y la experiencia es del todo recomendable. Se
pueden hacer rutas a pie o en coche descubierto e incluso se puede
hacer noche allí. Por falta de tiempo no pude completar esta
experiencia, pero desde luego el paseo por la jungla mereció la
pena, sobre todo cuando presencié con mis propios ojos como un
rinoceronte completamente en libertad, campaba a sus anchas entre los
arbustos. Elefantes, jabalíes e incluso tigres se pueden ver con
suerte en aquel lugar. Exhausto y feliz, pasé la noche en un hotel
muy cómodo y me volví a la ciudad en un incómodo autobús. Los
siguientes días nos sirvieron para explorar Pokhara y, por supuesto,
para navegar por su precioso lago. El atardecer en sus aguas es más
que bello. Alquilamos una barquita y antes de anochecer, nos
dirigimos al desierto templo de Tal Barahi, en el medio del lago. El
bullicioso lugar es un remanso de paz cuando la noche cae. Rebeca y
yo nos miramos atónitos por la belleza y la paz que allí se
respiraba. Nos hicimos una promesa silenciosa y juramos nunca
romperla. Tras un maravilloso descanso en nuestro acogedor hotel
(pegado a la agencia de viajes con la que contraté el tour,
Himalayan Discovery Nepal) Probablemente el mejor hotel del viaje en
relación, precio-confort-servicio. En los dos días sucesivos, nos
aventuramos en los rincones más recónditos de la zona. El primero
de ellos fue el bosque de la pagoda de la Paz. Este impresionante
monumento, es una pagoda que se encuentra en lo alto de una colina
frente al lago principal. Tras atravesar un par de aldeas locales,
luchar contra las sanguijuelas y descifrar los datos del GPS,
alcanzamos el monumento en cuestión. Ruta muy recomendable de
intensidad media que se puede empezar desde el sur de la ciudad. Y el
segundo destino fue el bosque de Methlang al norte de Pokhara.
Popular por sus vistas, sus casi 2 horas de subida lo convierten en
un lugar privilegiado y salvaje, donde poder admirar el lago y la
cordillera reina del montañismo mundial. Con ganas de más pero sin
tiempo, volvimos a la capital para coger el vuelo de vuelta hacia el
último destino: Estambúl. Un avión repleto de Nepalies primerizos
en esto de volar nos esperaba; por alguna extraña razón, estaban
ansiosos por visitar el baño, y era imposible hacer un pipi sin
esperar una cola de 5 personas. Volaban hacia tierras árabes,
probablemente para trabajar en situaciones precarias. Esto es algo
contra lo que tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas: no es
justo que estas buenas gentes sean explotadas por los vecinos ricos.
Mi llegada triunfal al templo Nagi Gumba
El huerto del templo
Una plaza en Katmandu
Vestidos para la ceremonia
Ancianos esperando su hora
Impresionantes ceremonias funerarias en el templo
Monos dandose un baño
Los ojos de buda
Panoramica del lago de Pokhara
Auténticos héroes en el lago
El templo de Tal Barahi en medio del lago
Vacas caminando por Pokhara
Locales paseando
Dentro de Chitwan
Vacas en el templo de Pashupatinath
Estos tipos basicamente esperan turistas para cobrarles por la foto
El hombre y el toro
La plaza de Swayambhunath
Nuestra amiga tibetana
Fotos de animales
Vista de la cordillera
Una simpatica amiga en el restaurante
Trabajadoras en el valle
La estupa de la paz
El lago. Impresionante.
El recepcionista, camarero, cocinero, un tipo maravilloso
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