viernes, 4 de enero de 2013

Suite Habana. Final.

A las 14:00 llegó nuestro vuelo de Iberia al aeropuerto de Barajas, fue puntual y la vuelta la realizamos mucho más tranquila que la ida, el avión era mucho más cómodo. Madrid nos aguardaba el viernes 29 de Julio con mucho calor también y un gran atasco porque llegamos a la hora de la salida del trabajo para la gente y con la operación salida de las vacaciones, en el autobús hasta Atocha tardamos más de una hora en llegar, cuando ese trayecto son unos 20 minutos, de nuevo estábamos en la realidad española. Luego ya tuve el reencuentro con Olga y esa noche cenamos en el chiringuito del Madrid Río, hasta me tomé una copa y todo, llevaba un día sin dormir pero no me importaba, estaba feliz de haber regresado y me gustaba mucho contarle lo que habíamos hecho durante el viaje a Olga, además las vacaciones no habían terminado.

Como siempre hago al finalizar un viaje y esta vez no va a ser excepción quiero agradecer a David su compañía durante el viaje, el último día fue un poco raro pero lo pasé muy bien y me gustaría que hiciésemos más viajes. También agradecerle a Michel García el periplo que nos dio por La Habana y a nuestros amigos de Valladolid Alma y Sergio cuando nos tomamos esos daiquiris en el Floridita. Fue un viaje inolvidable y en parte también gracias a todas estas personas.

Sobre mis impresiones de Cuba podría hablar largo y tendido sobre el asunto, pero no voy a hacerlo, mi resumen es que dentro de una dictadura, el pueblo medio no vive bien, el comunismo o socialismo o como quieran decirlo iguala a las personas pero a un punto de miseria que no se merece el pueblo cubano, no voy a hacer la demagogia tipo Esperanza Aguirre con sus proclamas a favor de la libertad del pueblo porque ella es liberal, pero desde luego el impacto como visitante que le gusta observar la realidad del sitio me horrorizó bastante, estoy de acuerdo en la frase de que el régimen comunista es igual a miseria y menos mal que ahora Raúl Castro está poniendo en marcha algunas reformas que espero que funcionen pero que serán insuficientes. Cierto también es que hay puntos a favor dentro de este panorama que son muy importantes y que a la vuelta en España me hicieron pensar de la locura que estamos haciendo dentro de esta crisis económica. En Cuba la educación es muy importante y se nota que es un pueblo formado, hablan un castellano que ya quisiera escuchar por estas latitudes y tienen una profunda cultura, en Sanidad se preocupan bastante y tienen una de las mejores facultades de Medicina del mundo, los médicos cubanos tienen bastante difícil salir del país. Por último otro punto importante es la seguridad, dentro de lo que es América es de los sitios más seguros donde puedes caminar, de día y de noche, el turista no se toca y es sagrado, podrán ofrecerte todo tipo de chanchullos de ocio, pero nunca te van a tocar o robar. Hablé con personas que están a favor y en contra del sistema que tienen y los argumentos de unos como de otros son bastante lógicos, pero desde luego lo que nadie podrá discutir es que en Cuba no hay libertad, no es que nosotros estemos para dar lecciones sobre libertad pero lo de allí se pasa bastante.

Por último terminar con lo que más me gusta destacar sobre los lugares que visito y escribo, allí en Cuba me quedé maravillado por su música, los músicos callejeros tienen una voz extraordinaria y con sus canciones de Compay Segundo me hacían recordar mucho la película de Buenavista Social Club donde he dejado un vídeo más abajo en esta entrada. También luego a la vuelta he descubierto un grupo de rap, Los Aldeanos, que plasma bastante bien la realidad cubana, no soy un fan del rap pero escuchando las letras de las canciones de este grupo te quedas enganchado, hay también un documental sobre ellos bastante interesante, dicen que la disidencia cubana no se hace desde Miami, sino en la misma Habana, cosa que me parece de una valentía fuera de toda duda. Como valentía también tiene la bloguera Yoani Sánchez, autora del blog Generación Y, una periodista que se la juega una y mil veces desde La Habana para informar sobre todo lo que acontece y que incluso el gobierno castrista le bloqueó su blog, seguro que Che Guevara estaría orgulloso de ella, así son los verdaderos periodistas. Como todo viaje se complementa una vez regresas y descubres más cosas de allí, ahora he descubierto perlas del cine cubano que me han gustado bastante y que quiero destacar, directores como Tomás Gutiérrez Alea, Ián Padrón, Gerardo Chijona, Fernando Pérez, Juan Carlos Tabío o Humberto Solás dan muestra de una buena cantera en el séptimo arte.

Hasta aquí todo el viaje a Cuba, la próxima parada volveremos por Europa para visitar una ciudad a orillas del Danubio, Budapest, una ciudad con muchas sorpresas, incluido un festival de música que Olga y yo no olvidaremos, pero eso será comentado en las siguientes vacaciones.



Típica muñeca de trapo cubana.



Pinturas habaneras.



Pinturas habaneras.



Pinturas habaneras.



Pinturas habaneras.

Concierto de Buenavista Social Club en el Carnegie Hall de NY, Compay Segundo, Eliades Ochoa, Paquito D'Rivera y muchos más.



Tema 'Cuba Libre' del grupo de rap Los Aldeanos, unos músicos revolucionarios y en contra del régimen, para ellos el socialismo es muerte, revolución sí.



Película cubana Suite Habana completa, en homenaje a Michel Garcia y que ha dado el nombre a todas las entradas de este viaje en el blog.



Vestíbulo del hotel Parque Central con los músicos tocando el tema principal de la película 'El Padrino' antes de volver a España.



Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Suite Habana. (Día 7)

El jueves 28 de Julio era nuestro último día de este viaje inolvidable, bajamos a desayunar y luego subimos un rato a la habitación para repasar bien que lo habíamos cogido todo en nuestras maletas y hacer el check out en Parque Central. Nuestro vuelo salía a las 10:50 p.m. así que teníamos casi todo el día por delante para ver alguna cosilla que nos habíamos dejado pendiente, sobre las 7:15 p.m. vendría el autobús para recogernos para ir al aeropuerto, menos mal que estábamos en La Habana porque la gente que estaba en Varadero tendría un viaje de vuelta más duradero. Dejamos las maletas en la consigna del hotel, para así no tener que cargar con ellas durante todo el día. David seguía bastante silencioso e incluso demasiado preocupado por llevar consigo el pasaporte todo el día.

Nuestra primera visita fue a la Fábrica de habanos Partagás que está justo detrás del Capitolio y al lado del barrio chino, queríamos echar un vistazo en la tienda por el precio de los Cohíbas y Montecristos, el paseo fue una turra por parte de los cubanos que como veían que íbamos hacia la fábrica ellos nos ofrecían puros más baratos, recuerdo que uno fue especialmente cansino, nos siguió por toda la calle Industria y no nos dejaba en paz, encima con David callado la situación fue un poco surrealista, no paró hasta que llegamos a la puerta, también nuestro objetivo al ir allí era ver un poco la fábrica, cosa que no fue posible porque estaban en obras, solamente estaba abierta la tienda. No nos convencieron los precios de los habanos en Partagás, así que fuimos a la tienda de puros del hotel a comprarlos, simplemente queríamos algunos para regalar, les pillé tanta manía a los habanos por culpa de la pesadez de los cubanos que todavía no me he fumado ni lo que compré para mí.

Volvimos por la zona del hotel porque queríamos ver un edificio que estaba al lado y que lo dejamos precisamente para este último día, la central de Bacardí en Avenida de Bélgica, un edificio colonial muy bonito donde antes se ubicaba la sede de la marca Bacardí. Pensamos en entrar a tomar algo, pero en el bar no había nadie y el portero del edificio nos dijo que por 2 CUC podríamos subir a la azotea para observar las vistas. No lo pensamos y subimos para contemplar La Habana desde un punto más alto que la azotea de nuestro hotel. Eso sí, el ascensor estaba desastroso y luego había que subir una escaleras que no daban mucha confianza, no estaba nada cuidado el edificio, ese es uno de los problemas de Cuba, no cuidan apenas su patrimonio que pueden acabar perdiendo. Desde el azotea del edificio nos daba mucho el viento, cosa que se agradecía porque era un día de mucho calor, hicimos bastantes fotos e incluso David se animó a grabar un vídeo.

Al salir de nuevo a la calle me topé con el cubano que la noche anterior me recomendaba ir a un paladar a cenar porque si yo iba le daban una botella de aceite, el tío se acordaba de mí perfectamente y David preguntaba quien era. Al lado de la central de Bacardí está un centro comercial, porque en La Habana también hay de estos edificios, el centro comercial Harris Brothers, con escaleras mecánicas y todo. No imaginen un centro comercial al uso como los que hay en España, este era un edificio también colonial, su fachada es muy bonita de color azul y la mayoría de los cubanos hacen sus compras en la planta baja que es de alimentación. Una vez que subías a las tiendas de ropas y electrodomésticos el panorama cambiaba radicalmente, no había nadie en sus tiendas. La ropa, por cierto, muy hortera y los electrodomésticos muy anticuados para los que estamos acostumbrados a tecnología mucho más avanzada en Europa Occidental. Además que los precios eran totalmente prohibitivos, para un cubano de clase media que de media puede tener un sueldo de 15 euros al mes, te cobran por una lavadora unos 150 euros.

Seguimos nuestra vuelta por La Habana Vieja para darnos un último garbeo por esa zona que es la más bonita de la capital, una mujer muy mayor que estaba pidiendo le dí algún peso y unos bolígrafos, al rato como hacía tanto calor hicimos una parada en el Café París de la calle Obispo, un sitio bastante famoso donde había un grupo de cubanos tocando música típica y me tomé una limonada que me sentó estupendamente, ya que no habíamos podido tomarnos nada en el edificio Bacardí pues lo hacíamos en este café. Ya estaba llegando la hora del almuerzo y teníamos más que decidido donde ir a comer, lo habíamos dejado de homenaje final y era hacer nuestra última comida cubana en el Floridita, en la zona del restaurante que es un salón muy bonito, es el sitio más caro para comer, pero como teníamos pesos de sobra para este día, nos los íbamos a fundir todos, luego ese dinero no se puede cambiar. Pedimos unos entrantes y luego cada uno un plato principal, para David marisco, que estaba muy contento de comer langosta y yo esta vez cambié y pedí un plato de langostinos flambeados al ron, que me prepararon allí mismo al lado de la mesa. Merece la pena comer en el restaurante aunque sea caro, tiene una calidad y con el aire acondicionado se está muy a gusto, después de la comida pasamos a la zona del bar y tomamos nuestra última caipirinha.

Terminamos nuestro paseo dando por la calle a la gente mayor medicinas, que llevaba David, y bolígrafos y rotuladores, que ambos teníamos, a los niños. Ya en el hotel pasamos por la tienda de puros para hacer la compra final y sentados en el bar del hall del hotel nos tomamos algo mientras esperábamos el autobús para recogernos, en ese momento aparecieron unos músicos que tocaban lo que les pidiésemos, David una canción de Luz Casal y para mí y para terminar la estancia en La Habana quería la canción principal de la BSO de la película El Padrino, era una bonita manera de cerrar la estancia allí, les dimos algunos de los pocos pesos que nos quedaban. Luego nos pusimos un poco nerviosos esperando al autobús porque se estaba demorando, algunos viajeros ya estaban contando que esto era normal y que alguna vez habían tenido que coger un taxi porque nunca llegaba el bus. Pero al final llegó y nos dio el último paseo por la isla para llegar al aeropuerto José Martí. El guía decía que ahorrásemos muchos euros para volver el próximo verano por allí, está claro que el turismo es una de las mayores fuentes de ingresos para el régimen y cuidan lo que pueden esta fuente, aunque a su manera, porque no te dan mucha confianza en temas como la puntualidad y la improvisación es mucha.

Sinceramente tenía ya ganas de llegar al aeropuerto, este último día en La Habana me sobró porque ya no quedaba por ver apenas nada y con el silencio de David no estaba muy cómodo, no recomiendo ir a La Habana tantos días porque fuera de los circuitos turísticos hay poco o nada que hacer, la diferencia entre un ciudadano de allí y un turista es abismal sino vas acompañado por algún cubano. Una vez que habíamos llegado a José Martí tuvimos el reencuentro con nuestros amigos de Valladolid Alma y Sergio, me alegré mucho verlos. Un cigarro antes de facturar en la zona acondicionada para ello y luego pasar a pagar el impuesto de 25 CUC por salir de la isla, el dinero sobrante lo gastaríamos en el duty free del aeropuerto.

Allí vimos que el ron estaba más caro que donde lo compramos, yo pillé café Cubita que es bastante famoso y dicen que es de buena calidad y David para terminar con sus pesos se pilló hasta una bandera. El aeropuerto José Martí es un lugar prácticamente fantasmal para ser un aeropuerto internacional porque no había casi vuelos y de hecho el nuestro era el último de la noche y luego cerraban. Algo impensable por ejemplo en Barajas. Fumé junto a Sergio y Alma el último cigarro antes de embarcar que fue antes de tiempo y una vez en el avión me tocó junto a una chica de Sevilla que habíamos conocido a la ida, así que fui bastante entretenido. Nos esperaba de nuevo la península. Habrá otra entrada más con la llegada a Madrid y alguna sorpresita más.



Fábrica de habanos Partagás. Al lado del barrio chino.



Edificio Bacardi.



Centro Comercial Harris Brothers.



Centro Comercial Harris Brothers.



Entrada al edificio Bacardi.



Vistas aéreas de La Habana. Museo de la Revolución y Fuerte del Morro.



Vistas aéreas de La Habana. Hotel Parque Central y Hotel Inglaterra.



Vistas aéreas de La Habana. Capitolio y Teatro García Lorca.



Vistas aéreas de La Habana.



Café París. Calle Obispo.



Café París. Calle Obispo.



Floridita con la estatua de Hemingway.



Floridita.



Floridita, preparando los langostinos flambeados al ron.



Floridita. Fumando en los bares.



Tienda de habanos.



Control aduanero en el Aeropuerto Internacional José Martí.

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

miércoles, 2 de enero de 2013

Suite Habana. (Día 6)

El miércoles 27 de Julio amanecimos para la hora de cierre del desayuno y bajamos de nuevo al buffet donde David siempre se pedía una tortilla, a mi a esas horas me daba un poco de asquete cualquier cosa salada, pero sorprendentemente todos los días bajaba a desayunar, aunque yo comía cosas dulces. Era ya nuestro penúltimo día en la isla y hoy lo íbamos a dedicar a llamar a Míchel García, un habanero traductor que es amigo Andrés del cual soy amigo suyo en España. Además le llevábamos una botella de Jack Daniels que habíamos pillado en el duty free del aeropuerto de Barajas cortesía de Andrés. Así que subimos a la habitación para poder llamarle por teléfono, porque como ya dije en otra entrada anterior el uso de los móviles en la isla es prohibitivo por lo caro que es. Nos dijo que tardaría un rato y que lo esperásemos, Míchel tiene una niña y quiere pasar mucho tiempo con ella, un buen padre, allí la escala de valores es diferente.

En el hall del hotel lo esperamos y apareció con su coche, podríamos hacer una excursión por algunos lugares de La Habana que aún no habíamos visitado y además con una persona de esa ciudad, David y yo estamos muy agradecidos por el paseo que nos dio, vimos cosas que ningún turista va a ver en Cuba y David y Míchel congeniaron enseguida. Nuestra primera parada fue el Fuerte de los Tres Reyes Magos del Morro, un sitio bastante turístico donde a esas horas no hay casi nadie porque el lugar es conocido por la Ceremonia del Cañonazo que se realiza todos los días puntualmente a las 9:00 p.m. Una tradición para avisar que se cerraban las compuertas del puerto y que ahora se ha quedado para hacer una turistada más con cubanos vestidos con trajes del siglo XVI. Antes para llegar a esta fortaleza pasamos con el coche por una de las obras de ingeniería que los cubanos están más orgullosos de ella, que es el túnel para ir al otro lado y poder llegar al fuerte.

Tras darnos una vuelta por allí, le pedimos a Míchel si tenía en su trabajo conexión a Internet e impresora, nos quedaba un día para la vuelta y así nos podíamos sacar las tarjetas de embarque para la vuelta y escoger los asientos, yo lo había intentando hacer en el hotel pero la conexión estaba caída, resulta que el cable viene desde Venezuela por ser amiguetes de Chávez, pero hay bastante lejanía y a veces va fatal, de hecho siempre va bastante lento. Míchel nos dijo que no había problema, que íbamos hasta el hotel donde está su trabajo y lo podíamos intentar. Antes de llegar a su lugar de trabajo pasamos por la famosa Quinta Avenida de La Habana, una de las zonas más lujosas de la capital que es el barrio de Miramar, incluso más que Vedado porque en este paseo se ubican la mayoría de las embajadas y algunos complejos hoteleros de lujo. Muy recomendable ver la extraña arquitectura de la embajada rusa y algunas casas coloniales realmente bonitas, es la zona que más se sale del comunismo por la influencia de otros países, en la Quinta Avenida por ejemplo es fácil encontrar un cajero, una cosa que es tan básica para nosotros, allí era más extraordinario.

Míchel tenía su oficina en el hotel muy bonito, apartado y tranquilo. Hubo suerte y pudimos sacar las tarjetas de embarque e imprimirlas en una impresora que era gigantesca, así podíamos continuar la excursión. Nuestro anfitrión quería que viésemos algo más diferente que no sale en los tours y nos llevó hasta el barrio de Marianao, un barrio obrero, que no tiene atractivo pero que es interesante por conocer como vive un cubano de clase media en La Habana, creo recordar que Míchel nos comentó que era la zona donde vivía, pero no estoy seguro de ello. Otra sorpresa más es que nos descubrió que en La Habana hay un río, es el río Almendares, una zona de bastante vegetación donde nos encontramos a algunos críos jugando y donde había un chiringuito con bebidas, Míchel nos decía que eso antes era impensable, un cuentapropista como dicen allí ellos, buscándose la vida a orillas del río Almendares. Fueron dos sitios que no olvidaré, los vimos tranquilamente, con Míchel contándonos anécdotas y no teníamos detrás a cubano alguno ofreciéndonos sus alternativas de ocio para turistas.

Después de estar por Almendares echando alguna foto le pedimos un último favor a Míchel y es que nos llevará a algún sitio para poder comprar ron y habanos, en Cuba el ron es muy barato y de muy buena calidad, los habanos también pero no salen tan rentables como el ron, lo único es que tienes la restricción de que no puedes llevar más de 3 botellas para facturar y en habanos no puedes llevar más de 50 unidades. Primero nos dirigimos a la zona de Vedado para poder comprar, pero allí no tenían la marca de ron Santiago de Cuba que es la que nos habían recomendado, en España está marca es el equivalente al Matusalem pero este de Santiago de Cuba estaba mucho mejor. A Míchel se le ocurrió la idea de acercarnos al hotel Meliá Cohiba que está más alejado y donde suelen tener más variedad, así de paso veíamos uno de los hoteles que estuvimos pensando donde alojarnos al reservar el viaje, y menos mal que no lo hicimos porque está bastante alejado. Eso sí, variedad en su tienda en cuanto a rones había mucha más que en cualquier lugar que habíamos visitado, así que allí compramos el ron. David compró una de ron blanco incluso y recuerdo que David quiso regalarle a Míchel una botella de vino para que le regalase a su suegra porque era su cumpleaños. Los habanos decidimos que al día siguiente los compraríamos o en la fábrica de Partagás o en la tienda que nuestro hotel tenía para vender puros.

Ya era la hora de marcharse para Míchel, su mujer le estaba llamando y nos acercó al hotel, fue muy majo con nosotros y una vez más le doy las gracias por el paseo que nos dio con su coche. Antes de despedirnos nos recomendó un sitio de música rock en La Habana, enfrente del Parque John Lennon en la zona de Vedado se encuentra el Club Yellow Submarine, un homenaje a los chicos de Liverpool, fue una pena que no fuimos pero siempre en un viaje algo se te escapa. Míchel nos dejó a la hora del almuerzo en Parque Central pero teníamos un calor que estábamos asfixiados y David quería ir a la piscina, así que nos cambiamos y nos echamos un baño. Con el baño se nos hizo muy tarde y David quería ir a comer al barrio chino, yo no estaba muy convencido con la idea, ya casi que prefería esperarme a la hora de la cena y pasar la tarde tranquilamente. Pero bueno, al final salimos del hotel para dar una vuelta por el barrio chino y si se terciaba, nos sentábamos a comer algo.

A partir de esa decisión, el viaje cambió mucho y bastante para mal. Mientras íbamos andando para el barrio chino cayó una buena tormenta que nos tuvimos que resguardar para no empaparnos y como estaba cansado le dije a David que me iba para el hotel, sinceramente no me apetecía comer a las 5 de la tarde y encima con el aguacero se me habían quitado las pocas ganas que tenía de ir. David se quedó y luego se fue a dar una vuelta por el malecón porque el tiempo ya se aclaró más y yo estuve en la habitación descansando un poco tras el palizón de la mañana y luego otro rato más en la piscina a modo de despedida. Recuerdo el canal de la ESPN con la publicidad del partido que se iba a celebrar en México de Messi y sus amigos, lo anunciaron como 200 veces.

Esperé a David un buen rato en la habitación porque tardaba demasiado y al final vino a las 3 horas y pico. Extrañamente estaba muy callado y apenas decía nada pero no quise perder el ánimo y había pensado que podíamos salir a cenar y luego a pasar la última noche por La Habana, lo de cenar estaba complicado porque había comido muy tarde y yo sobre las 9:30 p.m. ya empezaba a tener hambre, pero bueno, podría yo salir a cenar cerca de Parque Central y luego ya salir por la noche los dos. Era un buen plan, mientras David descansaba pues yo busqué algún sitio para mi última cena en La Habana, me encaminé a la zona del Floridita que por ahí recordaba que había muchos restaurantes. Al salir sólo, la pesadez de los cubanos aumentó, un turista que no va acompañado es una buena pieza para ellos jejeje... Ya no sabía como quitármelos de encima y de hecho uno de ellos me vio tal agobio que me comentó porque me recomendaba ir a cenar al paladar que me decía. Resulta, por su versión, que si yo iba a cenar de su parte a ese paladar le daban una botella de aceite. Me dio un poco de pena el chaval pero no fui donde él me decía, me disculpé amablemente y le dije que estaba tan agobiado que quería yo elegir el sitio donde iba a ir a cenar. Tras esas palabras el chico me dejó en paz.

Mi elección fue el Restaurante Castillo de Farnés en calle Monserrate 401, muy céntrico y al lado del Floridita. Un sitio con bastante historia porque fue un catalán en el siglo XIX quien lo fundó pero como una fonda, ahora es un restaurante especializado en comida española, yo creo que mi inconsciente me estaba pidiendo que ya era hora de volver de nuevo a casa. El sitio no es nada espectacular y en el comedor apenas había gente, un poco más sí había en la barra del bar. Me acuerdo que luego llegó una pareja donde él era un viejo turista y ella una cubana jovencita y esa visión no me gustó nada. La comida bastante aceptable y de precio muy bien. Una vez había terminado me fui al hotel a por David y me encuentro la sorpresa de que estaba dormido, desde que había vuelto de su paseo por el malecón estaba rarísimo y desde aquí pongo que si ese día en algo le ofendí, le ofrezco mis disculpas.

No quería terminar mi última noche en Cuba viendo la TV en el hotel, así que cogí de nuevo la tarjeta para abrir la puerta de la habitación y me fui a tomar algo, tampoco me iba a ir muy lejos yo sólo pero como estábamos en Parque Central tenía múltiples alternativas, así que me fui un rato al café que está en el hotel Inglaterra enfrente de nuestro hotel, allí sentado me tomé un par de mojitos acompañado por los músicos que estaban tocando y mis cigarrillos cubanos, un rato de mucha tranquilidad, reflexión y nostalgia, el camarero al verme sólo aprovechó para ofrecerme habanos, no paran ni de noche y aunque estén de servicio. Pensé en tomarme el cóctel Tom Collins que es como el mojito pero con ginebra, pero no me convenció la idea. Un poco triste me encaminé al hotel al terminar el día y vi la Luna iluminada por la calle Neptuno, me hubiese gustado haber tenido una última noche en La Habana un poco más divertida pero hice lo que pude. Ya sólo quedaba esperar al regreso a España dando una último vuelta por La Habana.



Malecón de La Habana.



Fuerte del Morro.



Fuerte del Morro.



David y Michel Garcia en el Fuerte del Morro.



Túnel en La Habana.



Quinta Avenida.



Embajada en la Quinta Avenida.



Embajada de Rusia en la Quinta Avenida.



Barrio de Marianao.



Barrio de Marianao.



Río Almendares en La Habana.



Río Almendares en La Habana.



Río Almendares en La Habana.



Meliá Cohiba.



Entrada Barrio Chino.



Barrio Chino. Calle Zanja.



Entrada Calle Restaurantes asiáticos en Calle Zanja.



Restaurante Castillo de Farnés.



Panorámica del Castillo de Farnés.

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.