viernes, 4 de enero de 2013

Suite Habana. (Día 7)

El jueves 28 de Julio era nuestro último día de este viaje inolvidable, bajamos a desayunar y luego subimos un rato a la habitación para repasar bien que lo habíamos cogido todo en nuestras maletas y hacer el check out en Parque Central. Nuestro vuelo salía a las 10:50 p.m. así que teníamos casi todo el día por delante para ver alguna cosilla que nos habíamos dejado pendiente, sobre las 7:15 p.m. vendría el autobús para recogernos para ir al aeropuerto, menos mal que estábamos en La Habana porque la gente que estaba en Varadero tendría un viaje de vuelta más duradero. Dejamos las maletas en la consigna del hotel, para así no tener que cargar con ellas durante todo el día. David seguía bastante silencioso e incluso demasiado preocupado por llevar consigo el pasaporte todo el día.

Nuestra primera visita fue a la Fábrica de habanos Partagás que está justo detrás del Capitolio y al lado del barrio chino, queríamos echar un vistazo en la tienda por el precio de los Cohíbas y Montecristos, el paseo fue una turra por parte de los cubanos que como veían que íbamos hacia la fábrica ellos nos ofrecían puros más baratos, recuerdo que uno fue especialmente cansino, nos siguió por toda la calle Industria y no nos dejaba en paz, encima con David callado la situación fue un poco surrealista, no paró hasta que llegamos a la puerta, también nuestro objetivo al ir allí era ver un poco la fábrica, cosa que no fue posible porque estaban en obras, solamente estaba abierta la tienda. No nos convencieron los precios de los habanos en Partagás, así que fuimos a la tienda de puros del hotel a comprarlos, simplemente queríamos algunos para regalar, les pillé tanta manía a los habanos por culpa de la pesadez de los cubanos que todavía no me he fumado ni lo que compré para mí.

Volvimos por la zona del hotel porque queríamos ver un edificio que estaba al lado y que lo dejamos precisamente para este último día, la central de Bacardí en Avenida de Bélgica, un edificio colonial muy bonito donde antes se ubicaba la sede de la marca Bacardí. Pensamos en entrar a tomar algo, pero en el bar no había nadie y el portero del edificio nos dijo que por 2 CUC podríamos subir a la azotea para observar las vistas. No lo pensamos y subimos para contemplar La Habana desde un punto más alto que la azotea de nuestro hotel. Eso sí, el ascensor estaba desastroso y luego había que subir una escaleras que no daban mucha confianza, no estaba nada cuidado el edificio, ese es uno de los problemas de Cuba, no cuidan apenas su patrimonio que pueden acabar perdiendo. Desde el azotea del edificio nos daba mucho el viento, cosa que se agradecía porque era un día de mucho calor, hicimos bastantes fotos e incluso David se animó a grabar un vídeo.

Al salir de nuevo a la calle me topé con el cubano que la noche anterior me recomendaba ir a un paladar a cenar porque si yo iba le daban una botella de aceite, el tío se acordaba de mí perfectamente y David preguntaba quien era. Al lado de la central de Bacardí está un centro comercial, porque en La Habana también hay de estos edificios, el centro comercial Harris Brothers, con escaleras mecánicas y todo. No imaginen un centro comercial al uso como los que hay en España, este era un edificio también colonial, su fachada es muy bonita de color azul y la mayoría de los cubanos hacen sus compras en la planta baja que es de alimentación. Una vez que subías a las tiendas de ropas y electrodomésticos el panorama cambiaba radicalmente, no había nadie en sus tiendas. La ropa, por cierto, muy hortera y los electrodomésticos muy anticuados para los que estamos acostumbrados a tecnología mucho más avanzada en Europa Occidental. Además que los precios eran totalmente prohibitivos, para un cubano de clase media que de media puede tener un sueldo de 15 euros al mes, te cobran por una lavadora unos 150 euros.

Seguimos nuestra vuelta por La Habana Vieja para darnos un último garbeo por esa zona que es la más bonita de la capital, una mujer muy mayor que estaba pidiendo le dí algún peso y unos bolígrafos, al rato como hacía tanto calor hicimos una parada en el Café París de la calle Obispo, un sitio bastante famoso donde había un grupo de cubanos tocando música típica y me tomé una limonada que me sentó estupendamente, ya que no habíamos podido tomarnos nada en el edificio Bacardí pues lo hacíamos en este café. Ya estaba llegando la hora del almuerzo y teníamos más que decidido donde ir a comer, lo habíamos dejado de homenaje final y era hacer nuestra última comida cubana en el Floridita, en la zona del restaurante que es un salón muy bonito, es el sitio más caro para comer, pero como teníamos pesos de sobra para este día, nos los íbamos a fundir todos, luego ese dinero no se puede cambiar. Pedimos unos entrantes y luego cada uno un plato principal, para David marisco, que estaba muy contento de comer langosta y yo esta vez cambié y pedí un plato de langostinos flambeados al ron, que me prepararon allí mismo al lado de la mesa. Merece la pena comer en el restaurante aunque sea caro, tiene una calidad y con el aire acondicionado se está muy a gusto, después de la comida pasamos a la zona del bar y tomamos nuestra última caipirinha.

Terminamos nuestro paseo dando por la calle a la gente mayor medicinas, que llevaba David, y bolígrafos y rotuladores, que ambos teníamos, a los niños. Ya en el hotel pasamos por la tienda de puros para hacer la compra final y sentados en el bar del hall del hotel nos tomamos algo mientras esperábamos el autobús para recogernos, en ese momento aparecieron unos músicos que tocaban lo que les pidiésemos, David una canción de Luz Casal y para mí y para terminar la estancia en La Habana quería la canción principal de la BSO de la película El Padrino, era una bonita manera de cerrar la estancia allí, les dimos algunos de los pocos pesos que nos quedaban. Luego nos pusimos un poco nerviosos esperando al autobús porque se estaba demorando, algunos viajeros ya estaban contando que esto era normal y que alguna vez habían tenido que coger un taxi porque nunca llegaba el bus. Pero al final llegó y nos dio el último paseo por la isla para llegar al aeropuerto José Martí. El guía decía que ahorrásemos muchos euros para volver el próximo verano por allí, está claro que el turismo es una de las mayores fuentes de ingresos para el régimen y cuidan lo que pueden esta fuente, aunque a su manera, porque no te dan mucha confianza en temas como la puntualidad y la improvisación es mucha.

Sinceramente tenía ya ganas de llegar al aeropuerto, este último día en La Habana me sobró porque ya no quedaba por ver apenas nada y con el silencio de David no estaba muy cómodo, no recomiendo ir a La Habana tantos días porque fuera de los circuitos turísticos hay poco o nada que hacer, la diferencia entre un ciudadano de allí y un turista es abismal sino vas acompañado por algún cubano. Una vez que habíamos llegado a José Martí tuvimos el reencuentro con nuestros amigos de Valladolid Alma y Sergio, me alegré mucho verlos. Un cigarro antes de facturar en la zona acondicionada para ello y luego pasar a pagar el impuesto de 25 CUC por salir de la isla, el dinero sobrante lo gastaríamos en el duty free del aeropuerto.

Allí vimos que el ron estaba más caro que donde lo compramos, yo pillé café Cubita que es bastante famoso y dicen que es de buena calidad y David para terminar con sus pesos se pilló hasta una bandera. El aeropuerto José Martí es un lugar prácticamente fantasmal para ser un aeropuerto internacional porque no había casi vuelos y de hecho el nuestro era el último de la noche y luego cerraban. Algo impensable por ejemplo en Barajas. Fumé junto a Sergio y Alma el último cigarro antes de embarcar que fue antes de tiempo y una vez en el avión me tocó junto a una chica de Sevilla que habíamos conocido a la ida, así que fui bastante entretenido. Nos esperaba de nuevo la península. Habrá otra entrada más con la llegada a Madrid y alguna sorpresita más.



Fábrica de habanos Partagás. Al lado del barrio chino.



Edificio Bacardi.



Centro Comercial Harris Brothers.



Centro Comercial Harris Brothers.



Entrada al edificio Bacardi.



Vistas aéreas de La Habana. Museo de la Revolución y Fuerte del Morro.



Vistas aéreas de La Habana. Hotel Parque Central y Hotel Inglaterra.



Vistas aéreas de La Habana. Capitolio y Teatro García Lorca.



Vistas aéreas de La Habana.



Café París. Calle Obispo.



Café París. Calle Obispo.



Floridita con la estatua de Hemingway.



Floridita.



Floridita, preparando los langostinos flambeados al ron.



Floridita. Fumando en los bares.



Tienda de habanos.



Control aduanero en el Aeropuerto Internacional José Martí.

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