jueves, 7 de agosto de 2025

Grecia, la semana clásica. Las islas. Mikonos.

Y ya llegando al final del periplo, como no, había que visitar una de las islas de moda. Mikonos es un lugar donde la gente normal, va y viene en el día, ya sea de fiesta ya sea porque se aloja en islas más económicas. Yo encontré una opción que parecía ideal: no muy lejos del centro y las playas, en una especie de bungalow de piedra en un área montañosa cerca del aeropuerto. En un lugar medio avanzado, el plan era genial. El problema es que Mikonos es una villa cutre, dónde todo el mundo quiere hacer negocio a costa de la fama y el turismo. Al llegar al puerto, la primera sorpresa fue ver que andando no podíamos llegar fácilmente, a pesar de estar a unos 20 minutos. El centro genial, ahora a 10 minutos, ya no hay más que carreteras secundarias. Ni calles, ni nada. Fuimos por un arcén minúsculo pasando coches por todos lados. Llegamos de milagro y el sitio chulo, pero super aislado. Lo único de civilización era la zona del aeropuerto, de nuevo a 10 minutos juzgándose la vida. Total, que la isla esta pensada para moverse en moto o coche de alquiler; punto. Encontrar taxis es una quimera (puedes esperar 1 hora, no hay taxis oficiales) y la solución es fiarse de empresas que dicen dedicarse al transporte y con suerte se pasan a por ti. No son caros, pero cruzad los dedos para que se acerquen. En fin, si vais para varios días, coche o moto de alquiler opción asequible. Eso o alojamiento en el centro, cosa que en verano te puede costar 300 euros la noche. En fin cuando dejamos las maletas y logramos llegar a la villa, todo muy cuqui: calles pequeñas, casas azules y blancas, molinos de viento griegos, buenos restaurantes y tiendas de lujo por todos sitios. Para mi prescindible, pero bueno no es un sitio feo. Tomamos un cocktel en un callejón que daba al mar, precioso sitio (y muy caro), comimos en un italiano, nos bañamos en la playa y obviamos las macro fiestas de música electrónica que se celebraban a diario. Quizás lo menos exótico del viaje, pero una experiencia interesante. Lo bueno es que el aeropuerto era muy pequeñín y nos llevaba de vuelta directa a Madrid. En general, Grecia es muy curiosa, con gente amable pero muy negociadora (un poco rollo árabe), con monumentos impresionantes y rodeada de historia por todas partes. Os la recomiendo.













Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Grecia, la semana clásica. Las islas. Syros (playa de Galissas)

Una gran atracción turística de Grecia, sobre todo en verano, son sus islas. Algunas frecuentadas por millonarios como es el caso de Mikonos y Santorini. Muchas personas “mundanas” acuden allí en busca del lujo de otros y las fiestas multitudinarias. Pero no nos engañemos: esas islas en periodo estival tienen un precio prohibitivo, más para lo que te puedes encontrar, muy similar al de otros sitios más locales como Ibiza. Ya que estábamos por Atenas decidimos ver alguna de estas ínsulas. En nuestro caso fue una isla más humilde, Syros, y Mikonos la hermana rica. Esta última tiene la ventaja de tener vuelos regulares a Madrid y es un destino genial para volver desde allí y cerrar el viaje. Lo primero que hay que saber es que desde Atenas hay mucha distancia en barco (varias horas). Lo segundo es que de nuevo, como pasa con los trenes, los ferrys son bastante cutres. Todo muy sucio, turistas mochileros que dormían encima de las mesas y super masificado. Apenas había sitio para sentarse de la gente que había. Todo muy incómodo para un trayecto tan largo. La verdad es que las islas del Mediterráneo están masificadas; con un poco más de tiempo os recomendaría visitar las del Jónico (pe. Kefalonia) más salvajes y super bonitas por lo que he visto en reportajes. En fin, reventado por el viaje, llegamos al puerto de la “capital” Ermoupoli. Una villa muy coqueta que os merece la pena visitar y probar sus restaurantes. Pero el primer día bastante teníamos con llevar al hotel, al otro lado de la isla en Galissas. Esa zona se denomina “familiar”; pero la verdad es que había de todo. Eso si, desde el puerto había que coger un taxi (son baratos) para llegar. Una vez allí, teníamos una habitación preciosa (a 4 minutos de la playa) con unos dueños encantadores y con todo limpio y ordenado. Fue increíble descansar y luego enseguida llegar a la playa, tranquila, con aguas transparentes y con un chiringuito de la vieja escuela: cerveza fría y barata y música rock. Todo perfecto para relajarse y tener un ambiente playero del bueno (aunque no me guste la playa, allí se estaba de maravilla). Además sin moverse mucho, había 3 restaurantes de comida tradicional, pollo, marisco, kebabs (griegos). Fueron momentos místicos donde solo estar vagando por la arena. Pero como no podía ser de otra manera, también hubo tiempo para la aventura. Pateamos aquella diminuta villa, donde los lugareños eran gente rural y humilde. En el pueblo, había una preciosa iglesia cristiana dedicada al Sagrado Corazón (no hay muchas en el mundo). También se pude hacer una pequeña excursión a la mística capilla de Santa Pakú, con unas bonitas vistas a la playa. Y por último cometimos la gran “cagada” de ir a la capilla de Agios Stefanos. En algún sitio se puso de moda con fotos de influencers y la realidad es que no hay indicaciones para llegar, el camino es horrible, incluso peligroso. Con 2 horas ni logramos alcanzar la dichosa capilla y se nos hizo de noche; totalmente prescindible. Tras 3 días de relax del bueno, tocaba otra dosis de ferry del malo para ir a Ibiza 2: Mikonos.

 La "capital" de Syros



                                                La playa de Galissas





 

La capilla de Santa Paku (no debería estar abierta pero empujamos la puerta y listo)

 

El sagrado corazón


Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Grecia, la semana clásica. Dia 4.

Meteora es un zona “inhóspita” de templos ortodoxos que tiene la peculiaridad de que fueron construidos a mano por monjes ¡en cimas de montaña!. Parece ciencia ficción como se ha podido hacer algo así y uno no deja de impresionarse en cada monasterio que visita. No en todos te permiten la visita y cobra por la entrada. Hay que acceder andando, por lo que no son recomendables para personas con movilidad reducida. Yo me planteé como llegar desde Atenas; tuve la suerte de encontrar una excursión genial con Civitatis. De otra forma, no se puede hacer todo en un día; además, con guía es mucho más interesante la experiencia. La manera de llegar fue en tren hasta Kalambaka (toda una aventura coger el tren en Grecia, todo en Griego, sin información, estaciones y trenes super viejos; muy romántico para los que nos encanta el ferrocarril) y allí un autobús local nos iba llevando por ciertos templos para verlos por dentro. Yo no recomiendo alquilar coche y moverse por allí, ya que hay muchas limitaciones legales y es un poco lío. Desde Atenas la empresa proporcionaba un viaje de día (son casi 6 horas en tren!!) y, aunque un poco paliza, se puede disfrutar bastante. Ahora, también os digo que el entorno es muy espiritual y si uno quiere hacer un retiro, no es mala idea cogerse un hotel en la Kalambaka. La zona de Meteora parece ser que fue un lago prehistórico y sus “montañas” sería como arrecifes hace millones de años. Sea como fuere, el valle es una locura, precioso, como salido de una película. De hecho muchísimas películas tienen tomas de Meteora, aunque por regulaciones Ortodoxas solo se permite filmar por tiempo limitado (es un lugar de culto). Sobre los templos, pues todos son espectaculares. El de San Nicolás, el de la Santísima Trinidad, el de Ypapanti… Visitad todos los que os dé tiempo, es un gozada. Pagad la entrada merece la pena (son unos pocos euros). Hay 24 templos con monjes (un monje que accede a vivir en el templo no puede dejarlo hasta su muerte) y otros tantos abandonados. Estos últimos tienen especial encanto, aunque solo se puede acceder de manera autónoma (con restricciones) andando y/o escalando. Muy sorprendido vuelta a casa (Atenas) en el último tren que casi pierdo. Luego se rompió y llegué a la ciudad a las 3am. No os recomiendo andar a esa hora por ciertas zonas (la de la estación por ejemplo). A dormir y prepararnos para lo siguiente: playa y domingueo en las Islas Griegas. Os pongo fotos de la zona y un vídeo real de como era la vida de los monjes en el siglo pasado:






















 



 



Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Grecia, la semana clásica. Dia 3.

Llegó el momento de volver atrás en el tiempo. Hoy tocaba visitar el Acrópolis, la ciudad griega que ha permanecido en pie durante milenios. Yo nunca he sido fan de la cultura griega. Me atrae más por ejemplo la Edad Media, sus construcciones y sus artistas. Pero he de reconocer que el Acrópolis me impresionó sobremanera. Yo lo asemejaría a Angkor Wat en Camboya (aunque peor conservado). Si vais en verano como fue mi caso, ir cómodos, con gorra, protección solar y agua. Serán varias horas de pateo implacable sobre la colina de 40 hectáreas de extensión. Allí, bastante ruinosos la verdad, podremos empaparnos del monte sagrado de la antigua Grecia visitando diferentes monumentos (o lo que queda de ellos) Por esto es muy importante visitar el museo para entender la majestuosidad de la antigua ciudad. Os recomiendo huir de las multitudes de turistas y divagar por las explanadas repletas de historia. El Partenón es un “must” aunque sorprende a mal ver el mal estado en el que se encuentra; también nos hizo especial ilusión ver el Erectón con las famosas Cariátides que tantas veces vi en los libros de la escuela. A partir de ahí, patear es la solución. Tras 4 horas sin parar nos tomamos un refrigerio por la zona y nos movimos a uno de esos sitios que no salen en las guías de Atenas: Exarcheia el barrio anarquista. Parece ser que el gobierno USA desaconseja a sus ciudadanos visitar esta zona, razón de más para ir. Un entorno bastante “punk”, con casas medio abandonadas, impresionantes graffitis y muchos cafés y restaurantes alternativos, con referencias comunistas. Entiendo que en el pasado esta zona era más reaccionaria, y ahora se ha convertido en un lugar de obligada visita para quienes quieran conocer un Atenas más alternativo. No lo encontré nada peligroso (peor era la zona del hotel). Me encantó comprobar que aún había tiendas de rock old school en Europa; no pude evitar la tentación de comprarme varias camisetas. Tras tomar un té en la plaza principal (famosa por las manifestaciones anti-fascistas), nos movimos a ver atardecer al mirador de Licabeto, un lugar bucólico desde el que ver al sol ocultarse en el Partenón. Por el camino, hay multitud de restaurantes para cenar en un verdadero griego. También es posible comer en el propio mirador aunque suele estar muy lleno. Sin más dilación fuimos a descansar porque el día siguiente tocaba una experiencia mística: Meteora

 

                                            Atardecer desde Licabeto


                                                    El barrio anarquista



x    

                                                El eterno Acrópolis




 
Souvenirs fálicos




Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.