Una vez instalados comenzamos a explorar la ciudad. No teníamos mucho tiempo así que lo mejor era hacer un plan con los básicos y lo menos turístico (pero interesante). Como podéis imaginar, Atenas esta monopolizada por su pasado clásico y por el impresionante Acrópolis. Sobre todo la Atenas de extranjeros; en cuanto se sales un poco del centro y quieres ver la vida local, la realidad dista mucho de la magia que esconden algunos rincones de la capital. Solo con pasear por las arterias principales (Agiou Konstantinou, Panepistimiou) te quedarás impresionado por los edificios que comparten ciudad con las casas abandonadas. Destaca la Biblioteca Nacional, un compendio de construcciones al estilo Griego con estatuas de eruditos de diferentes épocas. Como os digo, con poco tiempo no se puede uno “perder” mucho y recomiendo moverse a la zona del Acrópolis, que si bien es cierto es súper turística, esta llena de sitios buenísimos para comer y parece que uno se ha retrocedido mil años en el tiempo. Me recordaba a barrios antiguos con mucha historia como el Albaicín de Granada, aunque con un enfoque totalmente distinto. Solo con andar por los al rededores te das cuenta del por qué de la importancia histórica del lugar. Pero antes, se puede uno dar el lujo de ir al mercado central y mezclarse un poco con los lugareños más adinerados eso sí. Si bien nos quedamos con las ganas de entrar ya a la joya de los monumentos ateneos lo dejamos para el día siguiente, ya que son varias horas de recorrido para medio verlo bien. Lo que si que hicimos fue aprovechar que compramos la entrada para varios monumentos e ir a visitarlos. Este fue el caso del Ágora Romana, mucho menos espectacular que el Partenón, pero con cierto encanto (sobre todos para fanáticos de la historia antigua, para el resto, prescindible). Desde allí nos movimos al museo del Acrópolis, un fantástico sitio donde poder ver los más importantes hallazgos arqueológicos del legendario monte. Varias plantas donde entender la importancia de lo que alberga Atenas entre sus edificios. Como colofón recomiendo encarecidamente cenar y/o tomar una refrigerio en el restaurante del museo. Si vais en verano, la terraza es impresionarte con vistas al Acrópolis. Un poco caro, pero la comida esta genial. Y con esto, reventados, a dormir a nuestro hotel en el límite del bien y del mal (gente durmiendo en la calle, trapicheando y algunos peleando)
Pasear por la plaza de Monastiraki es un must
La sútil iglesia de la Virgen María en la concurrida plaza de Monastiraki
El café de Little Kook, obligada foto de turistas. Muy magic :-)

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