sábado, 28 de junio de 2008

Zaragoza 2007

El tiempo no es infinito...
En el disparate del caos,
Entre los difusos dibujos de la espiral
Que dio de comer a Adán
Entre el desconcierto
Y la coherencia
Y la soledad inerte
Y la mansedumbre de las drogas...
Una puerta de color gris
Rosa
Azul
Fuego.
Con el sabor indeterminado que deja la conciencia
Cuando deja de ser joven.
Lejos del antagonismo que existe
Entre el placer y el deber
Entre la pureza y la lujuria
Entre la decadencia y la inocencia
Entre la fuerza y la hostilidad
Entre el cariño y la traición.
La inexperiencia emana emoción,
La experiencia engendra temor.
Lo sagrado lleva implícito el fin.
Un día descubrí,
Mejor,
Un día me descubrió a mi,
A un héroe
Recóndito
Silencioso
Con temor a lo conocido
Y con atracción a lo desconocido.
Un héroe de incógnito;
Con las alas rotas por las pócimas de la sinrazón
Sincero y perdedor
Con espinas clavadas por rosas virtuales,
Con el placer que alberga el que no tiene nada.
Tan solitario que la propia soledad le abandonó
Tan triste que la risa duerme en su espalda
Tan valiente que juega al ajedrez con la muerte
Tan pertinaz que tiene la intención de ganar la partida...
Desnudo bañista
Que nada en la tempestad de la ficción
Disfrazado de dios
Sin aura y sin altar
Sin báculo y sin hablar.
Pero tan honorable
Que las arpías no le tientan;
Que sucumbe ante la hipocresía amiga.
Y las únicas lágrimas que derrama
No salen de sus ojos,
Si no de su corazón.
Volando alcanzó la ciudad del gozo
Taciturna y nocturna.
En una carrera contra el destino
Contra la ira
Y la decadencia.
Tan prohibida como atrayente;
Cual tela de araña
Te atrapa y te asfixia.
Dulce muerte con sabor a vicio.
Pero hoy no seré una victima
Esta noche será mi puta,
Mi concubina.
Disfrutare hasta la extenuación;
Por un alto precio material
Mi alma descansará,
Mi cuerpo desaparecerá
Y mi sueño reinará.
Reinará por un lustro
Hasta que vuelva sentir,
El húmedo frío del estanque
Que ha emanado en la ciudad del gozo;
Hasta que olvide al monstruo que han plantado dentro de mi,
Hasta que olvide esa negra mirada
Pidiendo perdón por desangrarme;
Hasta que renazca la perdición
Y la herida que brota de una armónica
Sea curada por el amigo perdido
Que ignora el oro que tenía en el pecho
Antes de que la gélida niebla
Nublara sus oscuros ojos...


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