El 18 de Abril fue nuestro último día de excursión en nuestro querido Oporto, el vuelo lo teníamos a mediodía así que poco más podíamos hacer por la ciudad y era un horario estupendo de salida ya que nos íbamos directamente desde la pensión Cristal en taxi para el aeropuerto de la ciudad que se llama Francisco Sa Carneiro. Aprovechamos ya que habíamos descansado bien la noche anterior a levantarnos un poco más temprano y poder desayunar ya que el desayuno venía incluido en la reserva pero nunca habíamos ido a tomarlo porque nos levantábamos muy tarde. Hay que agradecer a Fosi el acierto en el sitio que reservó una vez más porque siendo un lugar nada lujoso se portaban estupendamente y el desayuno estuvo muy bien. Así luego con el desfase de una hora más en España llegaríamos un poco tarde a la hora de comer en Madrid y ya íbamos con más fuerza para la despedida del viaje.
Tomamos nuestro taxi en la Rua Galeria de Paris y enseguida llegamos al aeropuerto, no tuvimos ningún problema con la facturación y nos fuimos de compras que básicamente como ya íbamos repletos de vino de Oporto pues compramos muchas botellas de Beirao tanto de regalo como para nosotros. Recuerdo que en un cumpleaños como Fosi había tenido tan breve instancia en Oporto le compré un vino de Oporto en la calle Luchana de Madrid para que al menos tuviese más buenos recuerdos del lugar. Después de nuestras compras nos fuimos a la sala de embarque y ahí empezaron los problemas, el avión de Ryanair no venía y salimos como una hora y pico más tarde de lo previsto en un vuelo que apenas dura una hora, así que tardamos el doble de lo previsto en volver a España, cosa que quiero denunciar porque son intolerables los retrasos que se sufren en los aeropuertos y no quiere decir que porque estemos volando en una compañia de bajo coste se estén constantemente cachondeando de los usuarios.
Llegamos a Madrid muy tarde pero muy contentos con el viaje, otras personas nos esperaban en España a las que echas de menos y había sido un puente estupendo. Quiero cerrar el viaje como siempre, una vez más agradeciendo a mis acompañantes su agradable compañia y las experiencias vividas mi segunda vez de estancia en Portugal. Es un país que siendo vecino nuestro es un gran desconocido, donde la gente es muy amable y el único sitio que no siendo España les hablas en castellano y te entienden, son gente nostálgica pero muy simpática a la vez, es la misma sensación que tuve en Lisboa. La diferencia respecto a la capital es que en Oporto notaba más calidez, mucha más preocupación por la cultura, recuerdo que a David le hice el siguiente símil, Lisboa es a Portugal como Madrid es a España y Oporto es a Portugal como Barcelona es a España. Una ciudad con una arquitectura muy bella, cuidada, con múltiples eventos culturales y con un descubrimiento posterior al viaje y al cual quería hacerle un homenaje, es el director de cine más famoso portugués, Manoel de Oliveira, natural de la ciudad de Oporto con 103 años de edad y todavía en activo, toda una leyenda del cine europeo. Para ver otro Oporto diferente recomiendo la visión de 'Porto da minha infância' ('Oporto de mi infancia'). También he visto alguna que otra película interesante como 'A caixa' ('La caja') o 'El principio de la incertidumbre'. Algún día volveré a Cais de Ribeira y me comeré una francesinha para posteriormente ir a los bodegas y degustar los vinos tal y como hice esta primera vez. Estas tres fotos resumen el viaje y la alegría de haber estado allí.
De la bella arquitectura de los puentes de la ciudad.
A la hermosa quietud de la orilla del Douro.
Terminando borrachos en las lúgubres bodegas con tus amigos.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
sábado, 28 de noviembre de 2009
sábado, 21 de noviembre de 2009
Muito Obrigado Porto. Tercer Día.
Tras la animada noche del 16 de Abril amanecimos la mañana del sábado bastante cansados, tarde y sin plan alguno, yo recuerdo que me dolía un poco la cabeza pero estaba contento por haber pasarlo tan bien tanto en Ribeira y en el Plano B cerca de nuestra casa. Como no había plan pensé tomarnos el día tranquilamente y hacer algunas visitas culturales a espacios contemporáneos y pasear por las playas de Oporto. A David le pareció buena idea y pensamos primero ir lo más lejos para luego ir acercándonos progresivamente al centro, para ello tomamos un taxi y nos dirigimos hacía la Fundación Serralves, un museo de arte contemporáneo con unos bellísimos jardines que se encuentra en Rua D. João de Castro, 210, Link Fundación Serralves. Está a unos 7 km del centro de la ciudad pero es un sitio muy recomendable tanto para ver cosas interesantes como para pasear. Los taxis en Portugal son bastante económicos pero van a todo trapo, este se portó bastante bien y no iba muy rápido pero enseguida nos dejó en la puerta del museo.
Esta fundación se divide en dos partes, la parte cubierta donde hay que pagar una entrada que creo que fueron 5 euros donde ves las exposiciones temporales que hay puestas, yo recuerdo una de vinilos de música electrónica (nos perseguía Krafwert por toda la ciudad, jejejeje...). También había otra exposición de coches viejos con unos televisores también antiguos y otra exposición de instrumentos musicales variados con especial hincapié en la electrónica. Después salimos del edificio de la fundación y a mano izquierda se encuentran los jardines Serralves, una vasta extensión de bosques con gran variedad de árboles, lagos y hasta praderas donde había gentes montadas a caballo, desde luego lo mejor del sitio porque imita las formas de los jardines de Versalles y se hace un paseo muy agradable para ir abriendo el apetito antes de ir a comer al buffet libre del museo porque la zona donde está esta fundación es una zona residencial llena de villas antiguas y sin servicios en la zona. Aún así nos pareció perfecto comer dentro del museo porque se estaba muy tranquilo y tampoco te atracan como en otros museos (véase por ejemplo el museo del Louvre de París). El buffet no era muy variado tampoco, lo de siempre, pasta, algo de carne, patatas, hojaldres y una poca variedad de tartas. Lo mejor del restaurante era la terraza y como hacía un buen día nos tomamos un té (un chá en portugués) fuera viendo de nuevo los jardines que habíamos visitado y recuerdo que mirábamos a los aviones que iban pasando por el cielo ya que pasaban bastante abajo por allí.
Tras la frugal comida abandonamos el museo y nos fuimos por la Av. do Mal Gomes da Costa para bajar a la Foz del Douro que es donde el río Duero desemboca en el océano Atlántico y constituye las playas de pesca y de baño para los habitantes de Oporto, fue un gran paseo porque es una extensión bastante larga pero también muy agradable ya que es muy fácil pasear cuando te da la brisa del mar, vas más tranquilo y disfrutando del paisaje. Primero pasamos por la Av do Brasil, para luego pasar por la Rua do Cel Raul Peres. El tiempo era bueno pero no era para bañarse y lo más interesante estaba en los diferentes malecones donde los pescadores tenían sus grandes cañas de pescar con un gran viento. En la Av do Dom Carlos I está el jardín do Passeio Alegre que es una zona que me sorprendió bastante porque ya había más edificaciones de casas, restaurantes y servicios pero es una zona que está bastante mal comunicada en transporte, había algún tranvía que otro que mayoritariamente eran utilizados por excursiones de jubilados y se veía una zona antigua y con solera. Era una mezcla muy rara porque al lado de esas excursiones de jubilados había jóvenes moviéndose en patines y unos bares de diseño en casas muy antiguas. A destacar el 31 Trintaeum que se ubica en la Rua de Passeio Alegre 564, una casa antigua con una puerta pequeña donde han tocado o pinchado algunos de los mejores artistas como Carl Craig o Toshio Matsura. Era un sitio que tenía apuntado para ir por la noche pero nos pareció bastante alejado para luego poder volver a la misma ciudad. Cuando vuelva en otra ocasión volveré por allí.
Nuestro paseo continuó hasta la Rua do Ouro, en total llevaríamos en nuestras piernas unos 6-7 kilómetros andando bordeando el río Duero y sólo avistábamos el Ponte da Arrábida que es el puente que está más alejado del centro de la ciudad, así que optamos por sentarnos en una de las paradas de bus/tranvía y cogeríamos lo que primero pasase, o taxi o transporte público. Lo primero fue un taxi y pensamos tomarnos algo en Cais de Ribeira que siendo sábado por la tarde habría mucha animación y de hecho acertamos porque la plaza estaba hasta arriba y había una boda donde todo era bastante gañanazo la verdad porque hacían bailes populares vestidos de folclóricos y parecía que nos transportábamos a mediados del siglo XX en España, fue divertido y gracioso ver a los portugueses bailando y celebrando la boda mientras nosotros tomábamos el enésimo beirao a la orilla del Douro.
Como era todavía muy temprano nos daba tiempo a visitar otro de los espacios que es imprescindible ver de Oporto, la Casa da Musica, un edificio moderno construido hace poco tiempo que se encuentra en Avenida da Boavista, 604-610, Link Casa da Musica. Desde Ribeira está muy alejado para ir andando así que íbamos a montar en el metro de Oporto para ir a la estación de Trindade en la línea amarilla para luego coger la verde hasta la parada Casa da Musica, que es el barrio de Lapa. Este edificio está compuesto por varias partes temáticas dedicadas a la música obviamente, tiene un gran auditorio donde un mes antes de nuestro viaje habían tocado Einsturzende Neubauten, un buen grupo alemán. También hay salas donde puedes jugar con los sonidos y admirar desde el restaurante de su terraza el skyline de Oporto. A destacar una sala llena de azulejos azules portugueses que es preciosa. En el museo nadie te dice nada y vas por libre andando por sitios donde no hay nadie y el sitio es fascinante tanto en su arquitectura como en la temática que tiene. En la parte de fuera hay una explanada donde muchos skaters como hacen en Nuevos Ministerios en Madrid se reúnen.
Al salir de la Casa da Musica dimos nuestro último paseo del día por la Praça de Mouzinho de Alburqueque donde hay una glorieta ajardinada con una columna que a David le pareció bastante simpática y que retrato con su camara bastante que es la de león que somete a un águila que por lo visto conmemora la victoria en una batalla de los portugueses sobre los franceses, aunque no estoy seguro del hecho. Se notaba que ya estábamos más alejados del centro de Oporto porque era una zona más proletaria con sus cafeterías y tiendas de comestibles pequeñitas. Volvimos a coger el metro para ir hasta la parada de Aliados y volver a la pensión a descansar un poco antes de nuestra última noche en la ciudad. Antes de pasar a nuestra Pensao Cristal nos tomamos otro beirao en una cafetería de la Rua Galeria de Paris que estaba muy chula, dentro al fondo tenia una libreria con unos teclados y sonaba música de África que me recordaba a Mozambique o Cabo Verde (antiguas colonias portuguesas), la camarera era de raza negra y la cafetería estaba casi vacía, me encantó el sitio aunque no recuerdo como se llama.
Esta vez no se nos iba a escapar por fin cenar en la Churrasqueria y nos preparamos para ir temprano para lo que son nuestras costumbres y un poco más y la liamos porque llegamos casi cuando ya no quedaba nadie pero está vez si pudimos entrar y ponernos de carne a base de bien, el sitio era antiguo y conservaba un encanto especial de los viejos lugares donde va gente mayor que tanto me gustan a mi, además era como un ambiente español pero melancólico, donde habría 5 ó 6 personas cenando, de fondo el televisor con el último partido de la jornada de la Liga portuguesa y conforme la cena iba avanzando ya estaban limpiando el sitio para echar el cierre, en ningún momento nos molestaron y fueron muy amables, en Oporto no hay la misma prisa por ejemplo que en Madrid, eso si, también es verdad que a las 22:30 estaban cerrando el restaurante un sábado, cosa impensable en Madrid.
Nuestros cuerpos se encontraban cansados de tantas visitas y del viaje pero teníamos que salir a tomar algo una noche de sábado por Oporto y dar nuestras últimas vueltas por Ribeira, yo no tenía el cuerpo muy católico para ir de copas pero luego ya me animé un poco y nos fuimos a una taberna irlandesa muy chula cerca del Palacio de la Bolsa, es el Ryans Irish Pub, en la Rua Infante D. Henrique 20, un sitio con dos plantas y buena música. Recuerdo que como buen pub irlandés tenía puesto fútbol a todas horas y estaban repitiendo la final entre Francia e Italia de la Eurocopa 2000, la pasión por el fútbol en Portugal es incluso mayor que la española. Después fuimos de nuevo O Meu Mercedes é Maior Que o Teu donde tan bien lo habíamos pasado la noche anterior, pero no había mucho ambiente, a lo mejor es que era muy temprano y no había llegado aún la gente. Yo ya no podía más y fuimos a tomar la última en nuestro querido Plano B y de hecho nos quedamos en la parte de arriba, realmente no fue una noche para tirar cohetes de que vaya juerga nos estábamos pasando pero recordábamos todo lo que habíamos hecho y brindamos por tan buen viaje. Nos fuimos para nuestra pensión y ni siquiera miré al cielo para ver la luna porque me daba pena abandonar al día siguiente tan estupendo lugar. Me puse a hacer mi maleta en la habitación y recuerdo que rápidamente me dormí, al día siguiente nos esperaba el vuelo para Madrid y algunas compras en el aeropuerto que en el siguiente post de despedida comentaré. Un gran día este sábado cuando el sol estaba en lo alto que por la noche ya no pudo estirarse más.
Fundación Serralves.
Jardines Serralves.
Arquitectura Serralves.
Foz del Douro. Rua Passeio de Alegre.
Praça de Ribeira.
Casa da Musica. Pasillos.
Casa da Musica. Azulejo portugués.
Terraza de la Casa da Musica.
Arquitectura Casa da Musica.
Columna de la Praça Mouzinho de Alburqueque.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Esta fundación se divide en dos partes, la parte cubierta donde hay que pagar una entrada que creo que fueron 5 euros donde ves las exposiciones temporales que hay puestas, yo recuerdo una de vinilos de música electrónica (nos perseguía Krafwert por toda la ciudad, jejejeje...). También había otra exposición de coches viejos con unos televisores también antiguos y otra exposición de instrumentos musicales variados con especial hincapié en la electrónica. Después salimos del edificio de la fundación y a mano izquierda se encuentran los jardines Serralves, una vasta extensión de bosques con gran variedad de árboles, lagos y hasta praderas donde había gentes montadas a caballo, desde luego lo mejor del sitio porque imita las formas de los jardines de Versalles y se hace un paseo muy agradable para ir abriendo el apetito antes de ir a comer al buffet libre del museo porque la zona donde está esta fundación es una zona residencial llena de villas antiguas y sin servicios en la zona. Aún así nos pareció perfecto comer dentro del museo porque se estaba muy tranquilo y tampoco te atracan como en otros museos (véase por ejemplo el museo del Louvre de París). El buffet no era muy variado tampoco, lo de siempre, pasta, algo de carne, patatas, hojaldres y una poca variedad de tartas. Lo mejor del restaurante era la terraza y como hacía un buen día nos tomamos un té (un chá en portugués) fuera viendo de nuevo los jardines que habíamos visitado y recuerdo que mirábamos a los aviones que iban pasando por el cielo ya que pasaban bastante abajo por allí.
Tras la frugal comida abandonamos el museo y nos fuimos por la Av. do Mal Gomes da Costa para bajar a la Foz del Douro que es donde el río Duero desemboca en el océano Atlántico y constituye las playas de pesca y de baño para los habitantes de Oporto, fue un gran paseo porque es una extensión bastante larga pero también muy agradable ya que es muy fácil pasear cuando te da la brisa del mar, vas más tranquilo y disfrutando del paisaje. Primero pasamos por la Av do Brasil, para luego pasar por la Rua do Cel Raul Peres. El tiempo era bueno pero no era para bañarse y lo más interesante estaba en los diferentes malecones donde los pescadores tenían sus grandes cañas de pescar con un gran viento. En la Av do Dom Carlos I está el jardín do Passeio Alegre que es una zona que me sorprendió bastante porque ya había más edificaciones de casas, restaurantes y servicios pero es una zona que está bastante mal comunicada en transporte, había algún tranvía que otro que mayoritariamente eran utilizados por excursiones de jubilados y se veía una zona antigua y con solera. Era una mezcla muy rara porque al lado de esas excursiones de jubilados había jóvenes moviéndose en patines y unos bares de diseño en casas muy antiguas. A destacar el 31 Trintaeum que se ubica en la Rua de Passeio Alegre 564, una casa antigua con una puerta pequeña donde han tocado o pinchado algunos de los mejores artistas como Carl Craig o Toshio Matsura. Era un sitio que tenía apuntado para ir por la noche pero nos pareció bastante alejado para luego poder volver a la misma ciudad. Cuando vuelva en otra ocasión volveré por allí.
Nuestro paseo continuó hasta la Rua do Ouro, en total llevaríamos en nuestras piernas unos 6-7 kilómetros andando bordeando el río Duero y sólo avistábamos el Ponte da Arrábida que es el puente que está más alejado del centro de la ciudad, así que optamos por sentarnos en una de las paradas de bus/tranvía y cogeríamos lo que primero pasase, o taxi o transporte público. Lo primero fue un taxi y pensamos tomarnos algo en Cais de Ribeira que siendo sábado por la tarde habría mucha animación y de hecho acertamos porque la plaza estaba hasta arriba y había una boda donde todo era bastante gañanazo la verdad porque hacían bailes populares vestidos de folclóricos y parecía que nos transportábamos a mediados del siglo XX en España, fue divertido y gracioso ver a los portugueses bailando y celebrando la boda mientras nosotros tomábamos el enésimo beirao a la orilla del Douro.
Como era todavía muy temprano nos daba tiempo a visitar otro de los espacios que es imprescindible ver de Oporto, la Casa da Musica, un edificio moderno construido hace poco tiempo que se encuentra en Avenida da Boavista, 604-610, Link Casa da Musica. Desde Ribeira está muy alejado para ir andando así que íbamos a montar en el metro de Oporto para ir a la estación de Trindade en la línea amarilla para luego coger la verde hasta la parada Casa da Musica, que es el barrio de Lapa. Este edificio está compuesto por varias partes temáticas dedicadas a la música obviamente, tiene un gran auditorio donde un mes antes de nuestro viaje habían tocado Einsturzende Neubauten, un buen grupo alemán. También hay salas donde puedes jugar con los sonidos y admirar desde el restaurante de su terraza el skyline de Oporto. A destacar una sala llena de azulejos azules portugueses que es preciosa. En el museo nadie te dice nada y vas por libre andando por sitios donde no hay nadie y el sitio es fascinante tanto en su arquitectura como en la temática que tiene. En la parte de fuera hay una explanada donde muchos skaters como hacen en Nuevos Ministerios en Madrid se reúnen.
Al salir de la Casa da Musica dimos nuestro último paseo del día por la Praça de Mouzinho de Alburqueque donde hay una glorieta ajardinada con una columna que a David le pareció bastante simpática y que retrato con su camara bastante que es la de león que somete a un águila que por lo visto conmemora la victoria en una batalla de los portugueses sobre los franceses, aunque no estoy seguro del hecho. Se notaba que ya estábamos más alejados del centro de Oporto porque era una zona más proletaria con sus cafeterías y tiendas de comestibles pequeñitas. Volvimos a coger el metro para ir hasta la parada de Aliados y volver a la pensión a descansar un poco antes de nuestra última noche en la ciudad. Antes de pasar a nuestra Pensao Cristal nos tomamos otro beirao en una cafetería de la Rua Galeria de Paris que estaba muy chula, dentro al fondo tenia una libreria con unos teclados y sonaba música de África que me recordaba a Mozambique o Cabo Verde (antiguas colonias portuguesas), la camarera era de raza negra y la cafetería estaba casi vacía, me encantó el sitio aunque no recuerdo como se llama.
Esta vez no se nos iba a escapar por fin cenar en la Churrasqueria y nos preparamos para ir temprano para lo que son nuestras costumbres y un poco más y la liamos porque llegamos casi cuando ya no quedaba nadie pero está vez si pudimos entrar y ponernos de carne a base de bien, el sitio era antiguo y conservaba un encanto especial de los viejos lugares donde va gente mayor que tanto me gustan a mi, además era como un ambiente español pero melancólico, donde habría 5 ó 6 personas cenando, de fondo el televisor con el último partido de la jornada de la Liga portuguesa y conforme la cena iba avanzando ya estaban limpiando el sitio para echar el cierre, en ningún momento nos molestaron y fueron muy amables, en Oporto no hay la misma prisa por ejemplo que en Madrid, eso si, también es verdad que a las 22:30 estaban cerrando el restaurante un sábado, cosa impensable en Madrid.
Nuestros cuerpos se encontraban cansados de tantas visitas y del viaje pero teníamos que salir a tomar algo una noche de sábado por Oporto y dar nuestras últimas vueltas por Ribeira, yo no tenía el cuerpo muy católico para ir de copas pero luego ya me animé un poco y nos fuimos a una taberna irlandesa muy chula cerca del Palacio de la Bolsa, es el Ryans Irish Pub, en la Rua Infante D. Henrique 20, un sitio con dos plantas y buena música. Recuerdo que como buen pub irlandés tenía puesto fútbol a todas horas y estaban repitiendo la final entre Francia e Italia de la Eurocopa 2000, la pasión por el fútbol en Portugal es incluso mayor que la española. Después fuimos de nuevo O Meu Mercedes é Maior Que o Teu donde tan bien lo habíamos pasado la noche anterior, pero no había mucho ambiente, a lo mejor es que era muy temprano y no había llegado aún la gente. Yo ya no podía más y fuimos a tomar la última en nuestro querido Plano B y de hecho nos quedamos en la parte de arriba, realmente no fue una noche para tirar cohetes de que vaya juerga nos estábamos pasando pero recordábamos todo lo que habíamos hecho y brindamos por tan buen viaje. Nos fuimos para nuestra pensión y ni siquiera miré al cielo para ver la luna porque me daba pena abandonar al día siguiente tan estupendo lugar. Me puse a hacer mi maleta en la habitación y recuerdo que rápidamente me dormí, al día siguiente nos esperaba el vuelo para Madrid y algunas compras en el aeropuerto que en el siguiente post de despedida comentaré. Un gran día este sábado cuando el sol estaba en lo alto que por la noche ya no pudo estirarse más.
Fundación Serralves.
Jardines Serralves.
Arquitectura Serralves.
Foz del Douro. Rua Passeio de Alegre.
Praça de Ribeira.
Casa da Musica. Pasillos.
Casa da Musica. Azulejo portugués.
Terraza de la Casa da Musica.
Arquitectura Casa da Musica.
Columna de la Praça Mouzinho de Alburqueque.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Muito Obrigado Porto. Segundo Día.
Amanecimos bastante tarde nuestro segundo día en Oporto, de hecho nos despertamos David y yo porque Fosi nos llamó desde el aeropuerto que había conseguido vuelo para volver a España, nos alegramos por él porque era lo que deseaba pero a partir de ese momento la excursión fue a dos bandas y el que llevaba algo preparado era yo y enseguida monté un plan, no se va a estresar uno en vacaciones y la improvisación también es recomendable para que salgan planes estupendos. Fosi había pensado ese día ir a una marisquería en Matosinhos y como me había pasado su documentación pues miré como poder ir pero Matosinhos es un barrio muy al norte de la ciudad que está muy lejos y no me parecía el plan muy atractivo para lo tarde que era.
Empecé a buscar en mis apuntes y con los mapas durante un ratillo, recordé lo que nos explicó la mujer de recepción de la pensión y lo mejor era ir a comer y luego hacer varias degustaciones de vino en la otra orilla del Douro en Vilanova de Gaia. A David le pareció muy buena idea. Antes de dirigirnos a comer miré en el mapa donde está la famosa librería Lello e Irmao (Lello y hermano) que es la tercera librería más antigua de Europa y no es privada, está abierta al público. Resulta que la librería estaba también al lado de nuestra pensión, doy su dirección porque es un sitio único e inigualable, la dirección es Rua das Carmelitas 144. La fachada de la librería es preciosa y por dentro tiene una gran escalera de madera que te evoca a épocas del Renacimiento. Allí me compré una guía de Oporto en español y el libro del 'Principito' en portugués que era un encargo que me habían hecho. Coincidimos dentro de la librería con varios españoles, de hecho coincidimos con unas chicas que el día antes habían estado comiendo en la Praça de Ribeira muy cerca de nosotros y que iban en nuestro vuelo también, esto puede dar una idea de lo grande que es Oporto que coincides fácilmente con la gente aunque esto ya era mucha casualidad.
Hicimos el mismo camino que el primer día pero mucho más despacio bajando hasta la estación de Sao Bento, la Rua das Flores y nos paramos a observar con más detenimiento el Palacio de la Bolsa y el mercado das Flores. En cuanto al Palacio lo pudimos ver un poco la entrada y luego cuando lo vi por televisión en los programas estos que están de moda de viajeros me fastidió no haber entrado porque es magnífico y en el mercado das Flores se notaba bastante actividad pero se veía un mercado un poco más pijo que el de Bolhao porque vendían más especialidades, de hecho había no se que de una charla sobre el cannabis que no entendía muy bien porque no tengo ni idea de portugués. Dimos una vuelta por la casa del Infante y por la Rua Fonte Taurina, Rua Canasteiros y la Rua Lada echando un ojo a los restaurantes que había para ver donde comíamos ya que nos íbamos a quedar por allí para luego subir hasta el puente de D. Luís I y pasar a la otra orilla donde están las bodegas.
Había un montón de restaurantes y con mucha variedad, al final optamos por uno muy cerquita del puente e íbamos a probar un plato típicamente portuense, la francesinha. Este plato consiste en una tostada de pan blanco rellena con diversos tipos de embutidos y carne: jamón cocido, chorizo, mortadela, un filete de ternera o cerdo, luego se recubre de lonchas de queso, se gratina y se sirve regado por una salsa picante (hecha a partir de cerveza y tomate). Todavía me acuerdo de ese sandwich interminable porque si alguien ha podido con él que me lo cuente ya que eso estaba pesaete que no veas. Eso sí, hicimos muy bien porque así llevábamos el estómago bien asentado para las futuras degustaciones que nos esperaban. Por supuesto de postre como ya era tradición entre nosotros nos tomamos unos Beiraos, que nos estaban gustando mucho. Fuimos un poco tontos porque la ensaladita para el medio típica entre los españoles nos sobraba pero ya se sabe, a ver si te vas a quedar con hambre jejejejeje...
Cuando terminamos de pagar en el restaurante pensamos lo duro que iba a ser subir por las escaleras para llegar al puente de D. Luis I con el atracón que nos habíamos metido con la francesinha y andando descubrimos que había un funicular que te subía en apenas dos minutos hasta el puente, este funicular que me alegró la vida por apenas 2 euros es el funicular de Guindais. No tengo palabras para explicar lo contento que me puse cuando David lo vió y es que encima no tuvimos ni que esperar para montarnos y a los 5 minutos estábamos en la parte alta de la ciudad dispuestos a hacer unas fotos estupendas, ver pasar el metro a Vilanova de Gaia y ver la iglesia de Santa Clara antes de pasar al otro lado. Aún con la facilidad del funicular dimos una vuelta bastante grande para llegar a las bodegas pero íbamos con mucha calma pero también con ganas de llegar porque ya lo dije en el primer post, Oporto es la ciudad de los puentes y los vinos.
Al llegar a Cais de Gaia eso es como un Toys r Us para un niño, tienes toda la oferta de hacer degustaciones de vino de Oporto, nuestra primera parada fue en las Bodegas Calem donde podías hacer un tour para ver la bodega o ir directamente a la degustación, obviamente nosotros optamos por lo segundo y una chica muy amable nos dio 3 vinos a probar, uno joven, otro de mas añada y otro intermedio, lo interesante era observar al agitar la copa la lágrima que dejaba el vino y su sabor estaba de muerte. Nos fuimos de alli ya cargados de botellas y eso que era a la primera bodega que pasamos. La siguiente parada fue en las bodegas Ramos Pinto donde también nos dejaron hacer la degustación sin más preámbulos, no nos convencieron tanto y de allí no compramos nada y ya que íbamos contentillos nos fuimos a las más famosas de toda la ciudad que son las Bodegas Sandeman, pero he ahí el fallo que para hacer la degustación te tienes que tragar el tour por la bodega y aquí es donde vino la nota surrealista del viaje porque de donde sale una china vestida con el uniforme del zorro explicándote en inglés una cosa de vinos portugueses durante media hora. A mi que me lo expliquen porque David y yo decíamos, venga hombre, que se nos pasa la tonteria y aquí a lo que hemos venido es a beber vino. La verdad es que el vino Sandeman estaba perfecto y también compramos botellas de allí, eran un poquito más caras que en las demás bodegas. Para no perder ritmo creo que visitamos un par de bodegas más porque tampoco nos daba tiempo a más ya que a las 6 de la tarde cerraban y no podíamos llevar más peso porque luego no se podría facturar tanto vino. No soy nada aficionado al vino pero fue una experiencia muy interesante y me gustó un montón hacer esas degustaciones, cambió mucho mi visión sobre el vino de Oporto y aún en mi casa de vez en cuando me gusta ver sobre todo las botellas de las bodegas Calem y tomarme alguna copa de vez en cuando.
Con el peso y la tonteria en todo lo alto nos dispusimos a volver al hotel para dejar las botellas que habíamos comprado y el viaje de vuelta cuesta arriba nos costó un poquito porque entre el peso, los sudores por los vinos y la francesinha hizo que darse una ducha en el hotel se hacía indispensable para descansar un poco y disponer de nuestra segunda noche de juerga por la ciudad, recuerdo que después de ducharme puse la tele un rato y estaba la versión de ¿Quién quiere ser millonario? en portugués, los premios eran mucho menores que en la versión española. De nuevo por los horarios portugueses de cenar tan pronto nos encontramos la churrasqueira cerrada y esto empezaba a ser una cuestión de honor porque queríamos probarla, menos mal que teníamos un tercer intento que ya contaré. El plan para por la noche era salir por la zona de Ribeira porque es la zona más antigua y donde más bares de copas te puedes encontrar, además era la noche del viernes y la gente ya sí sale y la ciudad tiene un ambiente que en la noche anterior no había.
Para cenar paramos en un restaurante que parecía muy moderniki en la Rua de Mouzinho da Silveira que es una calle paralela a la Rua das Flores y es una de las calles principales de Oporto que están antes de llegar a Ribeira. Comimos algo de carne y también el famoso bacalao portugués que yo no soy nada de pescado y allí me lo como con gusto incluso. El sitio era un poco más caro de lo normal que es en Oporto pero es que es de risa porque creo que fueron unos 20 euros cada uno. En la Rua Fonte Taurina donde habíamos estado a mediodía tomamos nuestra primera copa muy cerca del famoso Aniki Bobó que curiosamente nos lo encontramos cerrado. El bar, que creo que se llamaba Porto Feio, era muy pequeñito pero con buena música de Green Day, Lenny Kravitz y The White Stripes estaba hasta los topes y empezamos a pasarlo bien y a vernos muy integrados entre aquella gente tan amable, a pesar de lo lleno que estaba el bar en ningún momento había problema de empujones, toques, la gente se organizaba muy bien. Nuestra segunda parada fue al lado en un bar de la Praça de Ribeira que era más de veintiañeros que para nosotros, ponían grupos como Limp Bizkit o Rammstein, de estética más heavy pero muy chulo el sitio y la gente la mar de tranquila y se estaba mucho más espaciado.
La visión de Ribeira por la noche es espectacular porque al otro lado se ven las bodegas iluminadas y pasar una noche de música y alcohol en un barrio marinero es una muy grata experiencia y seguimos por Cais de Ribeira entre músicos callejeros y mucha muchachada hasta la Rua Lada que es una calle típica donde están los muelles del puerto, allí dimos una vuelta por Duque da Ribeira y había un montón de gente que animaba la calle en todo momento. Yo llevaba apuntado un sitio que estaba en esa misma calle que es imposible de recordar pero que aún lo tengo apuntado, es el O Meu Mercedes é Maior Que o Teu, que está en el número 30. La sorpresa llegó cuando llegamos a la puerta del sitio que estaba completamente cerrada y no parecía que estuviese abierto. El caso es que David y yo oíamos música desde fuera y venía de esa puerta y había un timbre. Yo me dije, ¿Porqué no? y ni corto ni perezoso llamé al timbre para ver si nos abrían, que luego lo piensas fríamente y hay que echarle narices para ir llamando a timbres de puertas en otro país a saber lo que te puede pasar. Un guarda nos abrió y nos invitó a pasar, en la entrada nos dieron una tarjeta. Allí en Oporto en este tipo de discotecas a la entrada te dan una tarjeta donde te van apuntando las consumiciones que vas haciendo y luego a la salida pagas todo, si pierdes esa tarjeta te llevas una buena multa. Un sitio que fue un acierto porque nos quedamos allí como 3 horas bailando al son de un dj que estaba al lado nuestro con una mesa minúscula y descubierto, que podías hablar con él mientras pinchaba música de The Strokes, Franz Ferdinand, The Clash o las Pipettes. La tarjeta la llenamos de consumiciones de copas y Beiraos, además la decoración estaba muy cuidada, el sitio representaba como una cueva y su iluminación era la justa. Recordaré siempre ese sitio como un lugar especial porque me olvidé que estaba en otro país, me sentía como en casa. Nunca una noche fuera de España fue tan buena como me lo pasé en ese garito y después terminando de nuevo en nuestro querido Plano B donde tomamos la última. Esta vez si que estaban a reventar ambas plantas y había dos sesiones diferentes, la gente entregada en ambas salas y la verdad ya no se si era por el alcohol o por lo bien que me lo estaba pasando que me encantaba ya no sólo la música, sino la gente y sobre todo ese ambiente que nunca podría haber esperado de Portugal, ese falso mito de que son gente deprimida y que vive de sus recuerdos. Con un gran sonrisa salí del Plano B y no me importaba que la pensión estuviese cuesta arriba, miré hacía la torre de los Dos Clérigos y vi la luna llena sobre Oporto, pronto se iba a hacer de día y al llegar a la habitación caí rendido, dormí como muy pocas veces lo he hecho, sin ninguna preocupación.
Libreria Lello e Irmao.
Detalle de la escalera de la librería.
Fachada de la librería.
Cais de Ribeira. Puente de D. Luis I.
Funicular Guindais.
Vistas de la ciudad.
Desde Vilanova de Gaia viendo la zona de Ribeira.
Bodegas Calem.
Toneles de Sandeman. Interior de la bodega.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Empecé a buscar en mis apuntes y con los mapas durante un ratillo, recordé lo que nos explicó la mujer de recepción de la pensión y lo mejor era ir a comer y luego hacer varias degustaciones de vino en la otra orilla del Douro en Vilanova de Gaia. A David le pareció muy buena idea. Antes de dirigirnos a comer miré en el mapa donde está la famosa librería Lello e Irmao (Lello y hermano) que es la tercera librería más antigua de Europa y no es privada, está abierta al público. Resulta que la librería estaba también al lado de nuestra pensión, doy su dirección porque es un sitio único e inigualable, la dirección es Rua das Carmelitas 144. La fachada de la librería es preciosa y por dentro tiene una gran escalera de madera que te evoca a épocas del Renacimiento. Allí me compré una guía de Oporto en español y el libro del 'Principito' en portugués que era un encargo que me habían hecho. Coincidimos dentro de la librería con varios españoles, de hecho coincidimos con unas chicas que el día antes habían estado comiendo en la Praça de Ribeira muy cerca de nosotros y que iban en nuestro vuelo también, esto puede dar una idea de lo grande que es Oporto que coincides fácilmente con la gente aunque esto ya era mucha casualidad.
Hicimos el mismo camino que el primer día pero mucho más despacio bajando hasta la estación de Sao Bento, la Rua das Flores y nos paramos a observar con más detenimiento el Palacio de la Bolsa y el mercado das Flores. En cuanto al Palacio lo pudimos ver un poco la entrada y luego cuando lo vi por televisión en los programas estos que están de moda de viajeros me fastidió no haber entrado porque es magnífico y en el mercado das Flores se notaba bastante actividad pero se veía un mercado un poco más pijo que el de Bolhao porque vendían más especialidades, de hecho había no se que de una charla sobre el cannabis que no entendía muy bien porque no tengo ni idea de portugués. Dimos una vuelta por la casa del Infante y por la Rua Fonte Taurina, Rua Canasteiros y la Rua Lada echando un ojo a los restaurantes que había para ver donde comíamos ya que nos íbamos a quedar por allí para luego subir hasta el puente de D. Luís I y pasar a la otra orilla donde están las bodegas.
Había un montón de restaurantes y con mucha variedad, al final optamos por uno muy cerquita del puente e íbamos a probar un plato típicamente portuense, la francesinha. Este plato consiste en una tostada de pan blanco rellena con diversos tipos de embutidos y carne: jamón cocido, chorizo, mortadela, un filete de ternera o cerdo, luego se recubre de lonchas de queso, se gratina y se sirve regado por una salsa picante (hecha a partir de cerveza y tomate). Todavía me acuerdo de ese sandwich interminable porque si alguien ha podido con él que me lo cuente ya que eso estaba pesaete que no veas. Eso sí, hicimos muy bien porque así llevábamos el estómago bien asentado para las futuras degustaciones que nos esperaban. Por supuesto de postre como ya era tradición entre nosotros nos tomamos unos Beiraos, que nos estaban gustando mucho. Fuimos un poco tontos porque la ensaladita para el medio típica entre los españoles nos sobraba pero ya se sabe, a ver si te vas a quedar con hambre jejejejeje...
Cuando terminamos de pagar en el restaurante pensamos lo duro que iba a ser subir por las escaleras para llegar al puente de D. Luis I con el atracón que nos habíamos metido con la francesinha y andando descubrimos que había un funicular que te subía en apenas dos minutos hasta el puente, este funicular que me alegró la vida por apenas 2 euros es el funicular de Guindais. No tengo palabras para explicar lo contento que me puse cuando David lo vió y es que encima no tuvimos ni que esperar para montarnos y a los 5 minutos estábamos en la parte alta de la ciudad dispuestos a hacer unas fotos estupendas, ver pasar el metro a Vilanova de Gaia y ver la iglesia de Santa Clara antes de pasar al otro lado. Aún con la facilidad del funicular dimos una vuelta bastante grande para llegar a las bodegas pero íbamos con mucha calma pero también con ganas de llegar porque ya lo dije en el primer post, Oporto es la ciudad de los puentes y los vinos.
Al llegar a Cais de Gaia eso es como un Toys r Us para un niño, tienes toda la oferta de hacer degustaciones de vino de Oporto, nuestra primera parada fue en las Bodegas Calem donde podías hacer un tour para ver la bodega o ir directamente a la degustación, obviamente nosotros optamos por lo segundo y una chica muy amable nos dio 3 vinos a probar, uno joven, otro de mas añada y otro intermedio, lo interesante era observar al agitar la copa la lágrima que dejaba el vino y su sabor estaba de muerte. Nos fuimos de alli ya cargados de botellas y eso que era a la primera bodega que pasamos. La siguiente parada fue en las bodegas Ramos Pinto donde también nos dejaron hacer la degustación sin más preámbulos, no nos convencieron tanto y de allí no compramos nada y ya que íbamos contentillos nos fuimos a las más famosas de toda la ciudad que son las Bodegas Sandeman, pero he ahí el fallo que para hacer la degustación te tienes que tragar el tour por la bodega y aquí es donde vino la nota surrealista del viaje porque de donde sale una china vestida con el uniforme del zorro explicándote en inglés una cosa de vinos portugueses durante media hora. A mi que me lo expliquen porque David y yo decíamos, venga hombre, que se nos pasa la tonteria y aquí a lo que hemos venido es a beber vino. La verdad es que el vino Sandeman estaba perfecto y también compramos botellas de allí, eran un poquito más caras que en las demás bodegas. Para no perder ritmo creo que visitamos un par de bodegas más porque tampoco nos daba tiempo a más ya que a las 6 de la tarde cerraban y no podíamos llevar más peso porque luego no se podría facturar tanto vino. No soy nada aficionado al vino pero fue una experiencia muy interesante y me gustó un montón hacer esas degustaciones, cambió mucho mi visión sobre el vino de Oporto y aún en mi casa de vez en cuando me gusta ver sobre todo las botellas de las bodegas Calem y tomarme alguna copa de vez en cuando.
Con el peso y la tonteria en todo lo alto nos dispusimos a volver al hotel para dejar las botellas que habíamos comprado y el viaje de vuelta cuesta arriba nos costó un poquito porque entre el peso, los sudores por los vinos y la francesinha hizo que darse una ducha en el hotel se hacía indispensable para descansar un poco y disponer de nuestra segunda noche de juerga por la ciudad, recuerdo que después de ducharme puse la tele un rato y estaba la versión de ¿Quién quiere ser millonario? en portugués, los premios eran mucho menores que en la versión española. De nuevo por los horarios portugueses de cenar tan pronto nos encontramos la churrasqueira cerrada y esto empezaba a ser una cuestión de honor porque queríamos probarla, menos mal que teníamos un tercer intento que ya contaré. El plan para por la noche era salir por la zona de Ribeira porque es la zona más antigua y donde más bares de copas te puedes encontrar, además era la noche del viernes y la gente ya sí sale y la ciudad tiene un ambiente que en la noche anterior no había.
Para cenar paramos en un restaurante que parecía muy moderniki en la Rua de Mouzinho da Silveira que es una calle paralela a la Rua das Flores y es una de las calles principales de Oporto que están antes de llegar a Ribeira. Comimos algo de carne y también el famoso bacalao portugués que yo no soy nada de pescado y allí me lo como con gusto incluso. El sitio era un poco más caro de lo normal que es en Oporto pero es que es de risa porque creo que fueron unos 20 euros cada uno. En la Rua Fonte Taurina donde habíamos estado a mediodía tomamos nuestra primera copa muy cerca del famoso Aniki Bobó que curiosamente nos lo encontramos cerrado. El bar, que creo que se llamaba Porto Feio, era muy pequeñito pero con buena música de Green Day, Lenny Kravitz y The White Stripes estaba hasta los topes y empezamos a pasarlo bien y a vernos muy integrados entre aquella gente tan amable, a pesar de lo lleno que estaba el bar en ningún momento había problema de empujones, toques, la gente se organizaba muy bien. Nuestra segunda parada fue al lado en un bar de la Praça de Ribeira que era más de veintiañeros que para nosotros, ponían grupos como Limp Bizkit o Rammstein, de estética más heavy pero muy chulo el sitio y la gente la mar de tranquila y se estaba mucho más espaciado.
La visión de Ribeira por la noche es espectacular porque al otro lado se ven las bodegas iluminadas y pasar una noche de música y alcohol en un barrio marinero es una muy grata experiencia y seguimos por Cais de Ribeira entre músicos callejeros y mucha muchachada hasta la Rua Lada que es una calle típica donde están los muelles del puerto, allí dimos una vuelta por Duque da Ribeira y había un montón de gente que animaba la calle en todo momento. Yo llevaba apuntado un sitio que estaba en esa misma calle que es imposible de recordar pero que aún lo tengo apuntado, es el O Meu Mercedes é Maior Que o Teu, que está en el número 30. La sorpresa llegó cuando llegamos a la puerta del sitio que estaba completamente cerrada y no parecía que estuviese abierto. El caso es que David y yo oíamos música desde fuera y venía de esa puerta y había un timbre. Yo me dije, ¿Porqué no? y ni corto ni perezoso llamé al timbre para ver si nos abrían, que luego lo piensas fríamente y hay que echarle narices para ir llamando a timbres de puertas en otro país a saber lo que te puede pasar. Un guarda nos abrió y nos invitó a pasar, en la entrada nos dieron una tarjeta. Allí en Oporto en este tipo de discotecas a la entrada te dan una tarjeta donde te van apuntando las consumiciones que vas haciendo y luego a la salida pagas todo, si pierdes esa tarjeta te llevas una buena multa. Un sitio que fue un acierto porque nos quedamos allí como 3 horas bailando al son de un dj que estaba al lado nuestro con una mesa minúscula y descubierto, que podías hablar con él mientras pinchaba música de The Strokes, Franz Ferdinand, The Clash o las Pipettes. La tarjeta la llenamos de consumiciones de copas y Beiraos, además la decoración estaba muy cuidada, el sitio representaba como una cueva y su iluminación era la justa. Recordaré siempre ese sitio como un lugar especial porque me olvidé que estaba en otro país, me sentía como en casa. Nunca una noche fuera de España fue tan buena como me lo pasé en ese garito y después terminando de nuevo en nuestro querido Plano B donde tomamos la última. Esta vez si que estaban a reventar ambas plantas y había dos sesiones diferentes, la gente entregada en ambas salas y la verdad ya no se si era por el alcohol o por lo bien que me lo estaba pasando que me encantaba ya no sólo la música, sino la gente y sobre todo ese ambiente que nunca podría haber esperado de Portugal, ese falso mito de que son gente deprimida y que vive de sus recuerdos. Con un gran sonrisa salí del Plano B y no me importaba que la pensión estuviese cuesta arriba, miré hacía la torre de los Dos Clérigos y vi la luna llena sobre Oporto, pronto se iba a hacer de día y al llegar a la habitación caí rendido, dormí como muy pocas veces lo he hecho, sin ninguna preocupación.
Libreria Lello e Irmao.
Detalle de la escalera de la librería.
Fachada de la librería.
Cais de Ribeira. Puente de D. Luis I.
Funicular Guindais.
Vistas de la ciudad.
Desde Vilanova de Gaia viendo la zona de Ribeira.
Bodegas Calem.
Toneles de Sandeman. Interior de la bodega.
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sábado, 7 de noviembre de 2009
Muito Obrigado Porto. Primer Día.
Hola de nuevo, vamos a compartir un nuevo viaje en el blog y esta vez le toca a mi querida Portugal otra vez, si antes comentamos el viaje a Lisboa que hice con Dani en esta ocasión nos toca la segunda ciudad de Portugal, Oporto, cuyo nombre en portugués es Porto, de ahí viene el nombre del país entero (Portugal). En esta ocasión fuimos Fosi, David y yo en el puente de San Isidro del año 2008, íbamos a pasar 3 días en una ciudad mediana pero encantadora.
Lo primero de todo es como siempre dar las gracias a mis acompañantes porque fue un viaje muy bueno y hubo una gran sintonía, la pena fue que Fosi nos tuviera que abandonar el segundo día a causa del fallecimiento de su abuelo, desde aquí pues le dedicamos estas líneas a su abuelo. Fue una muy buena excursión donde hicimos de todo y yo lo pasé estupendamente. La noche antes estuvimos tomando unas copas en el Club Geografic de Madrid y ahí ya estaba empezando nuestro viaje porque serían unos días de magníficos lugares, licores variados y buena gastronomía.
El jueves 15 de Mayo por la mañana en la T1 de Barajas teníamos nuestro vuelo a Oporto en la compañia de bajo coste Ryanair. Poco que contar del garito que tiene esa compañia en el aeropuerto, pero bueno, para un vuelo de una hora tampoco hay que complicarse la vida y se pasó rápido, además una vez que pisábamos el aeropuerto Sa Carneiro de la ciudad había que retrasar los relojes una hora, así que de nuevo estábamos en la misma hora de la que habíamos partido de Madrid, recuerdo que mi maleta salió de las últimas, estaba ya un poco acojonado por si se había extraviado, pero al final salió. Nos dirigimos a la parada de taxis porque hay metro hasta la ciudad pero siendo 3 personas con maletas la opción del taxi era la mejor, nuestro alojamiento era la Pensao Cristal, que está en la Rua Galeria de Paris, 48. Una pensioncita limpia y cómoda, sin grandes lujos pero con una inmejorable situación, al lado de la torre de Dos Clérigos y muy cerca de la estación de Sao Bento.
Una vez instalados en nuestra pensión bajamos a recepción para que nos dieran un plano de la ciudad y obtener alguna información porque algo llevábamos preparado pero tampoco con mucho detalle, que caras nos vería la mujer de la recepción que no hacía más que explicarnos el camino para llegar a las bodegas en la otra orilla del Douro (Duero) para degustar los famosos vinos de Oporto, eso sí que se llama turismo por el alcohol jejejejeje... Una vez en la calle, nuestra primera excursión para ir reconociendo el lugar fue ver la Torre de Dos Clérigos, torre que es muy alta y que nos sirvió alguna vez como guía para orientarnos, empezamos a pensar en el acierto que habíamos tenido alojándonos en la Pensao Cristal, un tanto que se puede apuntar Fosi. Bajando por la Rua de las Carmelitas enseguida nos plantábamos en el centro de la ciudad, donde está la Avenida de Dos Aliados y la más importante estación de tren de Oporto, la estación de Sao Bento, es un lugar patrimonio artístico de la Unesco que se caracteriza por los bonitos azulejos portugueses que decoran la entrada de la estación, me recordó un poco a la famosa estación de França de Barcelona pero en versión portuguesa.
La estación de Sao Bento se encuentra en la Praça Almeida Garrett, una de las plazas más famosas de la ciudad donde se dan encuentro gran cantidad de comercios y restaurantes para tener una buena velada al aire libre con el gran tiempo primaveral que estaba haciendo ese día, recuerdo que en esa plaza vendían gran cantidad de camisetas de Cristiano Ronaldo pero no del Manchester United sino de la selección. Ya en 5 minutos nos estábamos acercando a lo que era nuestro objetivo propuesto por Fosi que era llegar a la desembocadura del Douro y comer en la famosa Praça de Ribeira. Para ello enfilamos la Rua Das Flores y me quedé con mi primera sensación sobre lo que era Oporto, una ciudad que parecía un pueblo, con gente muy amable y algo más contenta que los lisboetas, había un punto de melancolía pero no era la misma sensación que en Lisboa donde la gente parece más triste y más metidos en su mundo.
Antes de llegar a Cais da Ribeira en la Praça D. Henrique vimos un bonito palacio que luego al día siguiente descubrí que era el Palacio de la Bolsa del que hablaremos en otra ocasión. El paseo estaba resultando muy placentero porque todo el rato era cuesta abajo para llegar a la ribera donde el río Douro desemboca en el Atlántico. Por fin llegamos en apenas 15 minutos a la zona de Ribeira, el barrio más antiguo de Oporto, es un barrio típicamente marinero con casas de diferentes colores, la ropa tendida por todos sitios y al otro lado Vilanova de Gaia donde se alojan las mejores bodegas de vino de Oporto, la comunicación entre Ribeira y Vilanova de Gaia es por los famosos puentes de Oporto, siendo el más importante el de Luis I que pasa hasta el metro de la ciudad. En Cais de Ribeira a la orilla del Douro tienes muchos de los mejores restaurantes de la ciudad y podías comer al aire libre con la brisa del Atlántico dándote en la cara, así que allí nos quedamos y me acuerdo que pedí algo de carne acompañada con otro plato que eran unas legumbres que estaban estupendas. En Portugal el menú consiste en un solo plato más el aperitivo que te imponen nada más sentarte, pero vamos, que con un plato comes de sobra porque es un plato grande y con muy buena comida. De postre nos tomamos un Beirao que es un licor de caramelo muy típico de la ciudad y que lo llaman el licor de Portugal, la verdad es que es un licor muy bueno que recomiendo.
Como estábamos en la orilla de Douro fuímos a informarnos sobre los barcos que hacían tours sobre el río y enseguida encontramos uno que en apenas 45 minutos te daba una vuelta por la desembocadura y para que lo íbamos a posponer otro día si ya estábamos ahí, así que nos montamos en uno de los barcos y vimos los 6 grandes puentes que tiene la ciudad, ya que Oporto se conoce como la ciudad de los vinos y los puentes. Primero fuimos por los puentes que están más cercanos, el de Luis I, Infante, María Pía, S.Joao y Freixo que son los que comunican con las bodegas. Luego dimos la vuelta y fuímos al puente más lejano, el puente de Arrábida que es donde está la desembocadura y muy cercano a las playas de la ciudad. Mis compañeros se bebían mientras tanto otro Beirao y yo notaba en ese barco una paz muy grande mecido en ese barco al abrigo de los puentes de la ciudad.
La excursión a las bodegas la dejamos para otro día y decidimos ir por la ciudad en su zona más comercial antes de que cerraran los comercios, nos encaminamos de nuevo para Sao Bento y esta vez el paseo era más jorobado cuesta arriba, una vez en Sao Bento subiendo por la Rua Sa Bandeira llegaríamos a la zona del paseo de la Rua de Santa Catarina, primero en Sa Bandeira paramos por el Café A Brasileira que en Oporto no es tan conocido como su homónimo en Lisboa, café donde solía estar Fernando Pessoa. En esta zona también tenemos el famoso teatro Sa Bandeira, un edificio digno de admirar antes de adentrarse en la Rua Santa Catarina que es la calle equivalente a la Gran Vía madrileña pero mucho más humilde y nada cosmopolita. Uno de los motivos para ir a esta calle es que está el mejor café de la ciudad, el Café Majestic, un edificio antiguo muy cuidado y que dentro ofrece todo tipo de licores y repostería con un gran piano que toca ritmos portugueses y brasileños. Por supuesto entramos en el café a tomar algo y yo me tomé una ginja (licor de cerezas) y mis compañeros de viaje iban a por su tercer beirao del día. Al ser peatonal pues andamos por allí un buen rato, vimos la Capilla de las Almas y el edificio del mercado más importante de la ciudad, el mercado de Bolhao. Para ser un jueves que era un día entre semana y que en Oporto no era fiesta había bastante animación en esas calles por la tarde y otra vez recordé el contrapunto de la nostalgia lisboeta.
Marchamos para el hotel no sin antes ver en la Fnac de Oporto un póster gigante anunciando el primer disco de Scarlett Johansson, un disco bastante pobre por cierto. En nuestra pensión descánsamos y luego vino la triste noticia que Fosi nos contó, de hecho se nos hizo tarde ese día y terminamos cenando en el Mac Donalds de la Avenida Dos Aliados porque en la churrasqueira que íbamos a ir nos la encontramos cerrada. A pesar del contratiempo y de que Fosi lo más seguro iba a marchar al día quisimos hacer algo por la noche para que si al menos si se iba pues que se despidiese muy bien de la ciudad en el único día que iba a estar y yo tenía apuntado un concierto en el Plano B, que es una galería que tiene en la parte de arriba un café y en la parte de abajo varias salas para conciertos, dj's, etc... Ese noche tocaba el grupo garajero portugués Mad Dogs y resulta que la dirección del Plano B (Rua Cândido dos Reis nº 30) es la calle paralela adonde estaba nuestra pensión Cristal, así que lo teníamos al lado de casa. La verdad es que el sitio es muy curioso verlo porque tan pronto estás tomándote un rico café portugués como bajas la gran escalera y te encuentras a un dj pinchando el 'Trans Europe Express' de Krafwert. El concierto fue lo de menos porque lo pasamos muy bien en los sofás del sitio tomando copas y beiraos. Al ser jueves se notaba que había poca animación y después de quedarnos prácticamente solos en el garito decidimos irnos a dormir que el día había sido lo suficientemente largo y habían pasado muchos acontecimientos. Al día siguiente nos esperaban librerías antiguas, bodegas y la marcha en Ribeira, pero eso será en el siguiente capítulo, la luna de Oporto aún tenía que esperar, el viernes 16 de Mayo la vi en toda su extensión.
Rua Galeria de Paris. Pensao Cristal.
Torre de Dos Clérigos.
Estación de Sao Bento por dentro.
Praça Almeida Garrett, estación de Sao Bento.
Avenida dos Aliados.
Praça de Ribeira.
Foz del Douro.
Café Majestic.
Capilla de Almas. Rua Santa Catarina.
Mercado de Bolhao.
Interior del Plano B.
Web del Plano B. Muy interesante.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Lo primero de todo es como siempre dar las gracias a mis acompañantes porque fue un viaje muy bueno y hubo una gran sintonía, la pena fue que Fosi nos tuviera que abandonar el segundo día a causa del fallecimiento de su abuelo, desde aquí pues le dedicamos estas líneas a su abuelo. Fue una muy buena excursión donde hicimos de todo y yo lo pasé estupendamente. La noche antes estuvimos tomando unas copas en el Club Geografic de Madrid y ahí ya estaba empezando nuestro viaje porque serían unos días de magníficos lugares, licores variados y buena gastronomía.
El jueves 15 de Mayo por la mañana en la T1 de Barajas teníamos nuestro vuelo a Oporto en la compañia de bajo coste Ryanair. Poco que contar del garito que tiene esa compañia en el aeropuerto, pero bueno, para un vuelo de una hora tampoco hay que complicarse la vida y se pasó rápido, además una vez que pisábamos el aeropuerto Sa Carneiro de la ciudad había que retrasar los relojes una hora, así que de nuevo estábamos en la misma hora de la que habíamos partido de Madrid, recuerdo que mi maleta salió de las últimas, estaba ya un poco acojonado por si se había extraviado, pero al final salió. Nos dirigimos a la parada de taxis porque hay metro hasta la ciudad pero siendo 3 personas con maletas la opción del taxi era la mejor, nuestro alojamiento era la Pensao Cristal, que está en la Rua Galeria de Paris, 48. Una pensioncita limpia y cómoda, sin grandes lujos pero con una inmejorable situación, al lado de la torre de Dos Clérigos y muy cerca de la estación de Sao Bento.
Una vez instalados en nuestra pensión bajamos a recepción para que nos dieran un plano de la ciudad y obtener alguna información porque algo llevábamos preparado pero tampoco con mucho detalle, que caras nos vería la mujer de la recepción que no hacía más que explicarnos el camino para llegar a las bodegas en la otra orilla del Douro (Duero) para degustar los famosos vinos de Oporto, eso sí que se llama turismo por el alcohol jejejejeje... Una vez en la calle, nuestra primera excursión para ir reconociendo el lugar fue ver la Torre de Dos Clérigos, torre que es muy alta y que nos sirvió alguna vez como guía para orientarnos, empezamos a pensar en el acierto que habíamos tenido alojándonos en la Pensao Cristal, un tanto que se puede apuntar Fosi. Bajando por la Rua de las Carmelitas enseguida nos plantábamos en el centro de la ciudad, donde está la Avenida de Dos Aliados y la más importante estación de tren de Oporto, la estación de Sao Bento, es un lugar patrimonio artístico de la Unesco que se caracteriza por los bonitos azulejos portugueses que decoran la entrada de la estación, me recordó un poco a la famosa estación de França de Barcelona pero en versión portuguesa.
La estación de Sao Bento se encuentra en la Praça Almeida Garrett, una de las plazas más famosas de la ciudad donde se dan encuentro gran cantidad de comercios y restaurantes para tener una buena velada al aire libre con el gran tiempo primaveral que estaba haciendo ese día, recuerdo que en esa plaza vendían gran cantidad de camisetas de Cristiano Ronaldo pero no del Manchester United sino de la selección. Ya en 5 minutos nos estábamos acercando a lo que era nuestro objetivo propuesto por Fosi que era llegar a la desembocadura del Douro y comer en la famosa Praça de Ribeira. Para ello enfilamos la Rua Das Flores y me quedé con mi primera sensación sobre lo que era Oporto, una ciudad que parecía un pueblo, con gente muy amable y algo más contenta que los lisboetas, había un punto de melancolía pero no era la misma sensación que en Lisboa donde la gente parece más triste y más metidos en su mundo.
Antes de llegar a Cais da Ribeira en la Praça D. Henrique vimos un bonito palacio que luego al día siguiente descubrí que era el Palacio de la Bolsa del que hablaremos en otra ocasión. El paseo estaba resultando muy placentero porque todo el rato era cuesta abajo para llegar a la ribera donde el río Douro desemboca en el Atlántico. Por fin llegamos en apenas 15 minutos a la zona de Ribeira, el barrio más antiguo de Oporto, es un barrio típicamente marinero con casas de diferentes colores, la ropa tendida por todos sitios y al otro lado Vilanova de Gaia donde se alojan las mejores bodegas de vino de Oporto, la comunicación entre Ribeira y Vilanova de Gaia es por los famosos puentes de Oporto, siendo el más importante el de Luis I que pasa hasta el metro de la ciudad. En Cais de Ribeira a la orilla del Douro tienes muchos de los mejores restaurantes de la ciudad y podías comer al aire libre con la brisa del Atlántico dándote en la cara, así que allí nos quedamos y me acuerdo que pedí algo de carne acompañada con otro plato que eran unas legumbres que estaban estupendas. En Portugal el menú consiste en un solo plato más el aperitivo que te imponen nada más sentarte, pero vamos, que con un plato comes de sobra porque es un plato grande y con muy buena comida. De postre nos tomamos un Beirao que es un licor de caramelo muy típico de la ciudad y que lo llaman el licor de Portugal, la verdad es que es un licor muy bueno que recomiendo.
Como estábamos en la orilla de Douro fuímos a informarnos sobre los barcos que hacían tours sobre el río y enseguida encontramos uno que en apenas 45 minutos te daba una vuelta por la desembocadura y para que lo íbamos a posponer otro día si ya estábamos ahí, así que nos montamos en uno de los barcos y vimos los 6 grandes puentes que tiene la ciudad, ya que Oporto se conoce como la ciudad de los vinos y los puentes. Primero fuimos por los puentes que están más cercanos, el de Luis I, Infante, María Pía, S.Joao y Freixo que son los que comunican con las bodegas. Luego dimos la vuelta y fuímos al puente más lejano, el puente de Arrábida que es donde está la desembocadura y muy cercano a las playas de la ciudad. Mis compañeros se bebían mientras tanto otro Beirao y yo notaba en ese barco una paz muy grande mecido en ese barco al abrigo de los puentes de la ciudad.
La excursión a las bodegas la dejamos para otro día y decidimos ir por la ciudad en su zona más comercial antes de que cerraran los comercios, nos encaminamos de nuevo para Sao Bento y esta vez el paseo era más jorobado cuesta arriba, una vez en Sao Bento subiendo por la Rua Sa Bandeira llegaríamos a la zona del paseo de la Rua de Santa Catarina, primero en Sa Bandeira paramos por el Café A Brasileira que en Oporto no es tan conocido como su homónimo en Lisboa, café donde solía estar Fernando Pessoa. En esta zona también tenemos el famoso teatro Sa Bandeira, un edificio digno de admirar antes de adentrarse en la Rua Santa Catarina que es la calle equivalente a la Gran Vía madrileña pero mucho más humilde y nada cosmopolita. Uno de los motivos para ir a esta calle es que está el mejor café de la ciudad, el Café Majestic, un edificio antiguo muy cuidado y que dentro ofrece todo tipo de licores y repostería con un gran piano que toca ritmos portugueses y brasileños. Por supuesto entramos en el café a tomar algo y yo me tomé una ginja (licor de cerezas) y mis compañeros de viaje iban a por su tercer beirao del día. Al ser peatonal pues andamos por allí un buen rato, vimos la Capilla de las Almas y el edificio del mercado más importante de la ciudad, el mercado de Bolhao. Para ser un jueves que era un día entre semana y que en Oporto no era fiesta había bastante animación en esas calles por la tarde y otra vez recordé el contrapunto de la nostalgia lisboeta.
Marchamos para el hotel no sin antes ver en la Fnac de Oporto un póster gigante anunciando el primer disco de Scarlett Johansson, un disco bastante pobre por cierto. En nuestra pensión descánsamos y luego vino la triste noticia que Fosi nos contó, de hecho se nos hizo tarde ese día y terminamos cenando en el Mac Donalds de la Avenida Dos Aliados porque en la churrasqueira que íbamos a ir nos la encontramos cerrada. A pesar del contratiempo y de que Fosi lo más seguro iba a marchar al día quisimos hacer algo por la noche para que si al menos si se iba pues que se despidiese muy bien de la ciudad en el único día que iba a estar y yo tenía apuntado un concierto en el Plano B, que es una galería que tiene en la parte de arriba un café y en la parte de abajo varias salas para conciertos, dj's, etc... Ese noche tocaba el grupo garajero portugués Mad Dogs y resulta que la dirección del Plano B (Rua Cândido dos Reis nº 30) es la calle paralela adonde estaba nuestra pensión Cristal, así que lo teníamos al lado de casa. La verdad es que el sitio es muy curioso verlo porque tan pronto estás tomándote un rico café portugués como bajas la gran escalera y te encuentras a un dj pinchando el 'Trans Europe Express' de Krafwert. El concierto fue lo de menos porque lo pasamos muy bien en los sofás del sitio tomando copas y beiraos. Al ser jueves se notaba que había poca animación y después de quedarnos prácticamente solos en el garito decidimos irnos a dormir que el día había sido lo suficientemente largo y habían pasado muchos acontecimientos. Al día siguiente nos esperaban librerías antiguas, bodegas y la marcha en Ribeira, pero eso será en el siguiente capítulo, la luna de Oporto aún tenía que esperar, el viernes 16 de Mayo la vi en toda su extensión.
Rua Galeria de Paris. Pensao Cristal.
Torre de Dos Clérigos.
Estación de Sao Bento por dentro.
Praça Almeida Garrett, estación de Sao Bento.
Avenida dos Aliados.
Praça de Ribeira.
Foz del Douro.
Café Majestic.
Capilla de Almas. Rua Santa Catarina.
Mercado de Bolhao.
Interior del Plano B.
Web del Plano B. Muy interesante.
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