lunes, 9 de noviembre de 2009

Muito Obrigado Porto. Segundo Día.

Amanecimos bastante tarde nuestro segundo día en Oporto, de hecho nos despertamos David y yo porque Fosi nos llamó desde el aeropuerto que había conseguido vuelo para volver a España, nos alegramos por él porque era lo que deseaba pero a partir de ese momento la excursión fue a dos bandas y el que llevaba algo preparado era yo y enseguida monté un plan, no se va a estresar uno en vacaciones y la improvisación también es recomendable para que salgan planes estupendos. Fosi había pensado ese día ir a una marisquería en Matosinhos y como me había pasado su documentación pues miré como poder ir pero Matosinhos es un barrio muy al norte de la ciudad que está muy lejos y no me parecía el plan muy atractivo para lo tarde que era.

Empecé a buscar en mis apuntes y con los mapas durante un ratillo, recordé lo que nos explicó la mujer de recepción de la pensión y lo mejor era ir a comer y luego hacer varias degustaciones de vino en la otra orilla del Douro en Vilanova de Gaia. A David le pareció muy buena idea. Antes de dirigirnos a comer miré en el mapa donde está la famosa librería Lello e Irmao (Lello y hermano) que es la tercera librería más antigua de Europa y no es privada, está abierta al público. Resulta que la librería estaba también al lado de nuestra pensión, doy su dirección porque es un sitio único e inigualable, la dirección es Rua das Carmelitas 144. La fachada de la librería es preciosa y por dentro tiene una gran escalera de madera que te evoca a épocas del Renacimiento. Allí me compré una guía de Oporto en español y el libro del 'Principito' en portugués que era un encargo que me habían hecho. Coincidimos dentro de la librería con varios españoles, de hecho coincidimos con unas chicas que el día antes habían estado comiendo en la Praça de Ribeira muy cerca de nosotros y que iban en nuestro vuelo también, esto puede dar una idea de lo grande que es Oporto que coincides fácilmente con la gente aunque esto ya era mucha casualidad.

Hicimos el mismo camino que el primer día pero mucho más despacio bajando hasta la estación de Sao Bento, la Rua das Flores y nos paramos a observar con más detenimiento el Palacio de la Bolsa y el mercado das Flores. En cuanto al Palacio lo pudimos ver un poco la entrada y luego cuando lo vi por televisión en los programas estos que están de moda de viajeros me fastidió no haber entrado porque es magnífico y en el mercado das Flores se notaba bastante actividad pero se veía un mercado un poco más pijo que el de Bolhao porque vendían más especialidades, de hecho había no se que de una charla sobre el cannabis que no entendía muy bien porque no tengo ni idea de portugués. Dimos una vuelta por la casa del Infante y por la Rua Fonte Taurina, Rua Canasteiros y la Rua Lada echando un ojo a los restaurantes que había para ver donde comíamos ya que nos íbamos a quedar por allí para luego subir hasta el puente de D. Luís I y pasar a la otra orilla donde están las bodegas.

Había un montón de restaurantes y con mucha variedad, al final optamos por uno muy cerquita del puente e íbamos a probar un plato típicamente portuense, la francesinha. Este plato consiste en una tostada de pan blanco rellena con diversos tipos de embutidos y carne: jamón cocido, chorizo, mortadela, un filete de ternera o cerdo, luego se recubre de lonchas de queso, se gratina y se sirve regado por una salsa picante (hecha a partir de cerveza y tomate). Todavía me acuerdo de ese sandwich interminable porque si alguien ha podido con él que me lo cuente ya que eso estaba pesaete que no veas. Eso sí, hicimos muy bien porque así llevábamos el estómago bien asentado para las futuras degustaciones que nos esperaban. Por supuesto de postre como ya era tradición entre nosotros nos tomamos unos Beiraos, que nos estaban gustando mucho. Fuimos un poco tontos porque la ensaladita para el medio típica entre los españoles nos sobraba pero ya se sabe, a ver si te vas a quedar con hambre jejejejeje...

Cuando terminamos de pagar en el restaurante pensamos lo duro que iba a ser subir por las escaleras para llegar al puente de D. Luis I con el atracón que nos habíamos metido con la francesinha y andando descubrimos que había un funicular que te subía en apenas dos minutos hasta el puente, este funicular que me alegró la vida por apenas 2 euros es el funicular de Guindais. No tengo palabras para explicar lo contento que me puse cuando David lo vió y es que encima no tuvimos ni que esperar para montarnos y a los 5 minutos estábamos en la parte alta de la ciudad dispuestos a hacer unas fotos estupendas, ver pasar el metro a Vilanova de Gaia y ver la iglesia de Santa Clara antes de pasar al otro lado. Aún con la facilidad del funicular dimos una vuelta bastante grande para llegar a las bodegas pero íbamos con mucha calma pero también con ganas de llegar porque ya lo dije en el primer post, Oporto es la ciudad de los puentes y los vinos.

Al llegar a Cais de Gaia eso es como un Toys r Us para un niño, tienes toda la oferta de hacer degustaciones de vino de Oporto, nuestra primera parada fue en las Bodegas Calem donde podías hacer un tour para ver la bodega o ir directamente a la degustación, obviamente nosotros optamos por lo segundo y una chica muy amable nos dio 3 vinos a probar, uno joven, otro de mas añada y otro intermedio, lo interesante era observar al agitar la copa la lágrima que dejaba el vino y su sabor estaba de muerte. Nos fuimos de alli ya cargados de botellas y eso que era a la primera bodega que pasamos. La siguiente parada fue en las bodegas Ramos Pinto donde también nos dejaron hacer la degustación sin más preámbulos, no nos convencieron tanto y de allí no compramos nada y ya que íbamos contentillos nos fuimos a las más famosas de toda la ciudad que son las Bodegas Sandeman, pero he ahí el fallo que para hacer la degustación te tienes que tragar el tour por la bodega y aquí es donde vino la nota surrealista del viaje porque de donde sale una china vestida con el uniforme del zorro explicándote en inglés una cosa de vinos portugueses durante media hora. A mi que me lo expliquen porque David y yo decíamos, venga hombre, que se nos pasa la tonteria y aquí a lo que hemos venido es a beber vino. La verdad es que el vino Sandeman estaba perfecto y también compramos botellas de allí, eran un poquito más caras que en las demás bodegas. Para no perder ritmo creo que visitamos un par de bodegas más porque tampoco nos daba tiempo a más ya que a las 6 de la tarde cerraban y no podíamos llevar más peso porque luego no se podría facturar tanto vino. No soy nada aficionado al vino pero fue una experiencia muy interesante y me gustó un montón hacer esas degustaciones, cambió mucho mi visión sobre el vino de Oporto y aún en mi casa de vez en cuando me gusta ver sobre todo las botellas de las bodegas Calem y tomarme alguna copa de vez en cuando.

Con el peso y la tonteria en todo lo alto nos dispusimos a volver al hotel para dejar las botellas que habíamos comprado y el viaje de vuelta cuesta arriba nos costó un poquito porque entre el peso, los sudores por los vinos y la francesinha hizo que darse una ducha en el hotel se hacía indispensable para descansar un poco y disponer de nuestra segunda noche de juerga por la ciudad, recuerdo que después de ducharme puse la tele un rato y estaba la versión de ¿Quién quiere ser millonario? en portugués, los premios eran mucho menores que en la versión española. De nuevo por los horarios portugueses de cenar tan pronto nos encontramos la churrasqueira cerrada y esto empezaba a ser una cuestión de honor porque queríamos probarla, menos mal que teníamos un tercer intento que ya contaré. El plan para por la noche era salir por la zona de Ribeira porque es la zona más antigua y donde más bares de copas te puedes encontrar, además era la noche del viernes y la gente ya sí sale y la ciudad tiene un ambiente que en la noche anterior no había.

Para cenar paramos en un restaurante que parecía muy moderniki en la Rua de Mouzinho da Silveira que es una calle paralela a la Rua das Flores y es una de las calles principales de Oporto que están antes de llegar a Ribeira. Comimos algo de carne y también el famoso bacalao portugués que yo no soy nada de pescado y allí me lo como con gusto incluso. El sitio era un poco más caro de lo normal que es en Oporto pero es que es de risa porque creo que fueron unos 20 euros cada uno. En la Rua Fonte Taurina donde habíamos estado a mediodía tomamos nuestra primera copa muy cerca del famoso Aniki Bobó que curiosamente nos lo encontramos cerrado. El bar, que creo que se llamaba Porto Feio, era muy pequeñito pero con buena música de Green Day, Lenny Kravitz y The White Stripes estaba hasta los topes y empezamos a pasarlo bien y a vernos muy integrados entre aquella gente tan amable, a pesar de lo lleno que estaba el bar en ningún momento había problema de empujones, toques, la gente se organizaba muy bien. Nuestra segunda parada fue al lado en un bar de la Praça de Ribeira que era más de veintiañeros que para nosotros, ponían grupos como Limp Bizkit o Rammstein, de estética más heavy pero muy chulo el sitio y la gente la mar de tranquila y se estaba mucho más espaciado.

La visión de Ribeira por la noche es espectacular porque al otro lado se ven las bodegas iluminadas y pasar una noche de música y alcohol en un barrio marinero es una muy grata experiencia y seguimos por Cais de Ribeira entre músicos callejeros y mucha muchachada hasta la Rua Lada que es una calle típica donde están los muelles del puerto, allí dimos una vuelta por Duque da Ribeira y había un montón de gente que animaba la calle en todo momento. Yo llevaba apuntado un sitio que estaba en esa misma calle que es imposible de recordar pero que aún lo tengo apuntado, es el O Meu Mercedes é Maior Que o Teu, que está en el número 30. La sorpresa llegó cuando llegamos a la puerta del sitio que estaba completamente cerrada y no parecía que estuviese abierto. El caso es que David y yo oíamos música desde fuera y venía de esa puerta y había un timbre. Yo me dije, ¿Porqué no? y ni corto ni perezoso llamé al timbre para ver si nos abrían, que luego lo piensas fríamente y hay que echarle narices para ir llamando a timbres de puertas en otro país a saber lo que te puede pasar. Un guarda nos abrió y nos invitó a pasar, en la entrada nos dieron una tarjeta. Allí en Oporto en este tipo de discotecas a la entrada te dan una tarjeta donde te van apuntando las consumiciones que vas haciendo y luego a la salida pagas todo, si pierdes esa tarjeta te llevas una buena multa. Un sitio que fue un acierto porque nos quedamos allí como 3 horas bailando al son de un dj que estaba al lado nuestro con una mesa minúscula y descubierto, que podías hablar con él mientras pinchaba música de The Strokes, Franz Ferdinand, The Clash o las Pipettes. La tarjeta la llenamos de consumiciones de copas y Beiraos, además la decoración estaba muy cuidada, el sitio representaba como una cueva y su iluminación era la justa. Recordaré siempre ese sitio como un lugar especial porque me olvidé que estaba en otro país, me sentía como en casa. Nunca una noche fuera de España fue tan buena como me lo pasé en ese garito y después terminando de nuevo en nuestro querido Plano B donde tomamos la última. Esta vez si que estaban a reventar ambas plantas y había dos sesiones diferentes, la gente entregada en ambas salas y la verdad ya no se si era por el alcohol o por lo bien que me lo estaba pasando que me encantaba ya no sólo la música, sino la gente y sobre todo ese ambiente que nunca podría haber esperado de Portugal, ese falso mito de que son gente deprimida y que vive de sus recuerdos. Con un gran sonrisa salí del Plano B y no me importaba que la pensión estuviese cuesta arriba, miré hacía la torre de los Dos Clérigos y vi la luna llena sobre Oporto, pronto se iba a hacer de día y al llegar a la habitación caí rendido, dormí como muy pocas veces lo he hecho, sin ninguna preocupación.



Libreria Lello e Irmao.



Detalle de la escalera de la librería.



Fachada de la librería.



Cais de Ribeira. Puente de D. Luis I.



Funicular Guindais.



Vistas de la ciudad.



Desde Vilanova de Gaia viendo la zona de Ribeira.



Bodegas Calem.



Toneles de Sandeman. Interior de la bodega.


Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

No hay comentarios: