martes, 5 de enero de 2010

Danke Wien. Regreso y despedida.

El Miércoles 13 de Agosto teníamos nuestro vuelo de regreso a Madrid por el mediodía, así que prontito hicimos el check out en nuestro querido Arcotel para volver a Madrid. Yo estaba contento y no me daba ninguna pena dejar Viena porque habíamos tenido bastantes dias para visitar la ciudad y no quería hacer nada más por allí, a Olga le dió un poquillo pena irse porque se lo estaba pasando muy bien. En el Arcotel pagamos las facturas del día del desayuno de Bratislava y lo que habíamos cogido del minibar, no puedo tener ninguna queja de ese hotel, lo recomiendo y además el distrito 9 está muy chulo para descubrirlo.

Arrastrando nuestras maletas nos fuimos al tranvía de Alserbachstrasse para llegar hasta la archiconocida estación de Friedensbrucke para ir por la línea verde hasta Wien Mitte que es donde se coge el tren para ir al aeropuerto. Nos perdimos un poco por Wien Mitte porque la zona estaba en obras y para llegar al tren había que salir a la calle y fue un poco engorroso ir por ahí a ciegas arrastrando las maletas. Por fin cogimos nuestro tren gatico, el CAT (City Airport Transport) que a nuestro lado iba una pareja joven española como nosotros que nos miraban con una expresión en la cara de que estábamos un poco locos, sobre todo a mi que decía lo del tren gatico y que le pusieran a la máquina unos bigotitos para ambientarnos más jajajajajaja...

Llegamos al aeropuerto muy temprano con tiempo más que de sobra para hacer la facturación porque en eso sí que es verdad que soy muy nervioso y quiero ir con tiempo de sobra por si surgen imprevistos. Todo fue como la seda porque estaba muy bien organizado el Wien Schwechat y pasamos a la terminal enseguida y así nos librábamos de las maletas. Una vez dentro nos fuimos a tomar un buen desayuno vienés con tarta sacher, applestrudel con salsa de vainilla y buenos cafés. A nuestro lado siempre nos estaban tocando españoles y estos eran unos que venían de un campeonato de no se qué en Salzburgo que todos eran hombres y estaban por ahí comprando alguna chorrada para la mujer o novia como decian ellos. Tras salir de nuestro desayuno nos topamos con un vuelo procedente de España que llegaba a Viena de nuestra compañía Spanair y resulta que entre los pasajeros venía el equipo de TVE que hace las retransmisiones de motociclismo en la cadena pública, con Miguel Ángel Serrano con un pie escayolado. Luego recordando ya sé porque fueron para Viena y era porque el fin de semana era la carrera en la República Checa, en concreto en Brno, mítico circuito de velocidad que siempre se le ha dado muy bien a los españoles y que se encuentra bastante cerca de Viena.

Ese avión procedente de España era el que nos iba a llevar de vuelta a Madrid e incluso salimos antes de tiempo, el vuelo fue muy placentero con piscolabis incluido y en 3 horas nos pusimos en Madrid. De nuevo llegábamos al calor, la tierra seca pero también a tener otros planes y eran quedar con Alfonso y David para ir a la Verbena de la Paloma en La Latina. Brindamos esa noche los cuatro y lo pasamos muy bien, aunque tampoco es que estuviesemos mucho rato porque estábamos cansados. Me alegré de volver a Madrid porque está muy bien viajar pero también llegar a casa es bonito, recordábamos anécdotas del viaje y encima las vacaciones continuaban.

Quiero despedir este viaje agradeciendo una vez más a Olga su cooperación y compañía, fue una excelente compañera de viaje y también quiero dejar unas cuantas reflexiones que a lo largo de los post que he escrito ya he ido desgranando. Viena es una ciudad asociada a la música, sobre todo a la clásica que desconozco bastante pero que creo que ha imprimido un sello en el carácter de los vieneses, son gente amable, simpática y educada, pero también son serios, cuadriculados y tienen ese toque oscuro que son las dos caras de lo poco que he escuchado de este tipo de música. No es una ciudad que me haya apasionado pero si sorprendido porque sinceramente la esperaba aún más aburrida de lo que luego no ha sido porque siempre hay planes para hacer en esta ciudad aunque no sean espectaculares. Desde luego, eso sí, es un sitio donde tus hijos pueden crecer felizmente y es una ciudad muy adulta en el sentido estricto de la palabra, tienen una calidad de vida mucho mayor que en España y las reglas las cumplen no como una obligación sino que no admite discusión el no cumplirlas. Aún así no los veía tan felices como puedes ver a una persona en cualquier ciudad de España y es debido a ese carácter responsable que les hace tener una vida muy tranquila, relajada pero de apenas sensaciones y sentimientos, para eso ya tienen la música, admirar su fascinante arquitectura y ver sus museos pero también hay otra vida de sensaciones que no comprenden. No creo que vuelva a Viena de vacaciones pero si seria un sitio muy a tener en cuenta para vivir allí si sabes alemán. Supongo que los austriacos de puertas para dentro si mostraran esas sensaciones y sentimientos. Hay dos personajes que quería hacerles un homenaje desde aquí ya que hablamos de este país que apenas parece que existe y son Sigmund Freud y el cineasta Michael Haneke ganador de la Palma de Oro de Cannes. Ambos tienen en común el estudio de la mente y el comportamiento humano, supongo que toda esa curiosidad acerca del ser humano viene dada por la poca apertura de esta gente centroeuropea a mostrarse abiertamente y entonces surgen las dudas de como somos y porque nos comportamos así. En más de una ocasión esta duda me surgió en Viena.



De la música clásica de Mozart.



A vivir con los Habsburgo entre palmeras.



Navegando por el Danubio.



Disfrutando de la vida.



Y preguntándonos sobre el futuro.


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lunes, 4 de enero de 2010

Danke Wien. Séptimo Día.

Y al séptimo día de la creación del mundo Dios descansó y nosotros que nos encontrábamos en ese día hicimos también lo mismo y seguimos con la idea de que los dos últimos días en Viena íbamos a ser como los propios vieneses disfrutando de un día libre por la capital. Así que el martes 12 de Agosto nos fuimos a la piscina, pero no a una piscina cualquiera de verano que para eso nos encontrábamos en Agosto, no, mejor a una piscina cubierta muy antigua de la que en las próximas líneas comentaremos los detalles. Antes nos levantamos de nuevo muy tarde para no perder las costumbres y nos dirigimos a tomarnos un buen desayuno por el centro muy cerca del Stephansdom ya que hay por esa zona hay unas pastelerías donde te venden cada cosa de chocolate más rica que ese día como sabíamos que íbamos a comer muy tarde pues nos dábamos ya el homenaje por la mañana.

Por la línea roja de metro U1 desde Stephansplatz llegas hasta el final de la línea que es la estación de Reumannplatz y ahí es donde se encuentra nuestro complejo de baño que se llama Amalienbad, una construcción del año 1926 que tiene todos los toques de las grandes construcciones soviéticas del siglo XX. Un edificio blanco y sobrio por fuera y por dentro una preciosidad antigua con cuidado en los detalles de la construcción, la entrada se parece a las fotos que he visto del metro de Moscú y por dentro una calma increible donde habian unas pocas personas y en su mayoría yo creo que eran rusos ya que eran tipos de grandes barrigas que leían su periódico con caracteres cirílicos. Por una hora y media creo que fueron 4 euros lo que nos cobraron por sólo utilizar la zoña de baño que es una gran piscina donde hay un montón de trampolines que permanecian cerrados al público. Si quieres otros suplementos como jacuzzi pues te sacabas otra entrada y tenias ese servicio también. Lo que me parecio simpático del lugar es que tuviera un futbolín, un invento español en una piscina austriaca con tintes soviéticos, era una escena un poco rara. Luego la zona de Reumannplatz se notaba que ya estábamos bastante a las afueras de la ciudad, una arquitectura descuidada y poco comercio, de hecho no veíamos nada para comer después de nuestro relajado baño.

Así que pensamos en nuestro comodín para cuando se nos hacía tarde a la hora de comer, nos fuimos a Rathaus haciendo transbordo en Karlsplatz, hacía un día muy soleado y había mucha luz en la ciudad ese día así que lo mejor era comer al aire libre y que mejor que en nuestro conocido Rathaus Park degustar nuestra última comida en la ciudad y seguir probando las especialidades asiáticas que te hacian allí mismo. Se nos hicieron más de la 5 de la tarde sentados tranquilamente escuchando la música que tenían puesta en los altavoces del parque, como era Martes no había tanta gente y el sitio estaba animado pero sin aglomeraciones, no como el Sábado cuando nos cayó la tromba de agua, y además con el calorcito incluso al terminar de comer ya nos movimos hacia el Burgtheater porque ya nos estaba picando el sol. Como ya nos conociamos de sobra la ciudad en la parada de tranvía del Burgtheater vimos uno que nos llevaba en muy poco tiempo hacia la iglesia de Votivkirche, muy cerca de Schottenring y desde allí andando por Warhinger Strasse llegaríamos a casa dando un paseo aprovechando el buen día que hacía. A Olga le hizo mucha ilusión encontrarse en Warhinger Strasse un Starbucks porque llevaba una semana sin tomar leche alguna por su intolerancia a la lactosa y en estas franquicias tienen café con leche de soja, así que se pilló un campano de café con leche de soja para llevar. Iba por la calle muy contenta tomándose su café e incluso antes de llegar al hotel ya se lo había terminado.

Nos quedamos en el hotel descansando y Olga comenzó a encontrarse un poco mal de la tripa. Creo que fue debido al calor que tuvimos en el Rathaus Park mientras comíamos y lo rápido que se bebió ese café del Starbucks. Yo tenía un plan pensado para si saliamos de noche que era ir a ver un concierto pero mientras Olga no se encontrase bien pues nos quedábamos tranquilamente en el hotel, así vi un poco como iba el tema de los JJOO de Pekín, bajé un ratito al bar a consultar cosillas en Internet y preparamos las maletas para el viaje del día siguiente. Conforme iba pasando la tarde Olga se iba encontrando mejor y le dije que no se preocupase porque lo primero era que se encontrará bien ella y que no pasaba nada si no nos íbamos ya a ningún sitio, la excursión había dado mucho de si. Luego ya se animó un poco y como se encontraba mejor nos fuimos para el concierto que yo tenía apuntado dentro de las pocas ideas que llevaba sobre Viena. Nos encaminamos de nuevo por Warhinger Strasse para llegar hasta la estación de Schottering no sin antes darle un toque a Olga de que se diese vidilla en los semáforos ya que íbamos un poco tarde al concierto y que ya que nos movíamos pues que viesemos algo.

Para ir al concierto había que ir de nuevo a Rathaus y era en el Tunnel Viena Live que se encuentra en Florianigasse 39. Dejo aquí apuntada la web del sitio Web de Tunnel Viena. Esa noche tocaban los Blue Rats que son un grupo de blues que tocan diferentes versiones de clásicos. La zona de Florianigasse era como estar en cualquier ciudad, por fin veíamos edificios normales con sus porteros automáticos y no grandes edificaciones con puertas gigantescas que hacen parecer Viena una ciudad llena de palacios. Nos parecio hasta raro volver a la civilización normal y nos fijamos mucho en ese detalle Olga y yo, ya que, para llegar al sitio tuvimos que dar unas cuantas vueltas porque no está cerca del metro. Una vez que llegamos pudimos disfrutar a los Blue Rats una media hora, 2-3 canciones mas los bises que hicieron. El sitio estaba muy bien porque tiene dos plantas, la primera que es un restaurante y la cueva de la planta baja que es donde se celebró el concierto. Ya ni cerveza nos apetecía y nos tomamos una coca cola y Olga una tónica para cuidar su tripa.

Sobre las 23:30 terminó el concierto y fuimos de nuevo a Rathaus para picar algo de cena antes de volver al hotel a rematar las maletas pero ya estaba cerrando todo. Vimos por última vez e iluminado el Neues Rathaus que es muy bonito y nos despedimos de él. Olga y yo sonreimos delante de esa gran fachada, nos lo habíamos pasado muy bien y volvimos andando a casa. Tuvimos un leve incidente a la vuelta porque buscábamos algún puesto callejeros de salchichas y así poder picar algo, Olga ya empezaba a tener hambre y por Alserbach Strasse sabíamos que había un puesto de perritos calientes abierto hasta muy tarde pero por el Votivkirche Olga se confió de lo bien que conocíamos la ciudad y decidió tomar un atajo para llegar antes a nuestro destino.

Las consecuencias fueron que nos perdimos y no teníamos ni idea de donde estábamos porque incluso nos cruzamos con una franquicia de allí de Austria que se llama Centimeter que tu pides la comida según los cms que quieras, por ejemplo, quiero un plato de espaguetis que midan 10 cm y en los seis días antes vimos ninguno. Al final pasó un taxi libre y nos llevó hasta el puesto de perritos calientes que por suerte seguía abierto y Olga paró al taxista antes de que nos llevará al hotel y así cenábamos algo. He de confesar que yo tenía hambre también pero vamos, me daba igual cenar que no, al día siguiente en el aeropuerto seguro que me hubiese puesto morado. Tras pasar el susto de habernos perdido tan tarde el último día nos fuimos por Boltzmanngasse sonriendo y reflexionando todas las cosas que habíamos hecho en Viena y la luna se veía clara por la zona de la embajada de EEUU, mañana era día de regreso a Madrid para volver al caliente verano la villa en sus fiestas de Agosto. Pero eso lo contaré en el último post de este viaje.



Desayuno con diamantes por el Stephansdom.



Reumannplatz. Edificio Amalienbad.



Entrada del Amalienbad.



Taquillas de la piscina.



Piscina Amalienbad.



Rathaus Park. Preparando comida italiana.



Concierto en el Tunnel Viena Live.


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domingo, 3 de enero de 2010

Danke Wien. Sexto Día.

El Lunes 11 de Agosto nos levantamos tan tarde después de nuestro viaje a Bratislava que el servicio de habitaciones no nos hizo la habitación porque ya no pasaban a esas horas, estábamos un poco destrozados debido a la paliza del día anterior de estar todo el día por ahí en otro país y del viaje en barco. Como ya habíamos visto un montón de Viena pensamos en tomarnos el día con mucha tranquilidad y haciendo pocos planes, íbamos a ser como los vieneses en un día de vacaciones por la ciudad, nada de dar vueltas con el mapa y estar constantemente moviéndonos en el metro, saldríamos a comer y a pasar una tarde agradable por la ciudad.

Cuando volvimos del Belvedere el cuarto día de nuestra excursión fuimos por el Karntner Ring y vimos los cafés tan chulos, la animación que había y todos los comercios de la zona que pensamos en ir a comer por allí y relajadamente tomar otra comida vienesa. Así que en el mismo Karntner Ring en una de las cafeterias en la terraza nos metimos nuestro segundo Wiener Schineltz que estaba más bueno y era aún más abudante que el que comimos en el Karlkirche. Además me pedí una cervezoide gigante que no recuerdo el nombre pero que estaba buenísima, me sentó muy bien. Muy cerca del restaurante vimos de nuevo el Floridita y en el escaparate Lego había un centro comercial que era una torre muy alta y que como era temprano estaba abierto. Siempre en toda excursión me ha gustado subir a algún sitio muy alto para ver el Skyline de la ciudad y ahora en ese centro comercial en el ático teníamos la oportunidad de tomar un café con todas las vistas de Viena y sobre todo ver con todo detalle los tejados del Stephandom, colgaré al final alguna foto porque son espectaculares. Así que para allá que nos subimos y nos tomamos un rico café vienés con todas las vistas de la ciudad, además el café por dentro era muy bonito y todo muy cuidado, con música relajante y camareros muy serviciales. El día iba tomando forma poco a poco y muy tranquilamente. Bajamos hasta la planta de juguetes del centro comercial y allí pude resolver el regalo de cumpleaños de mi primo pequeño ya que había las típicas cajas de música que las haces sonar tú con una manivela y que de pequeño tanto me gustaban a mí, de hecho a mi primo le compré una y para mi me compré dos, ya lo he dicho en más de una ocasión, Viena es una ciudad asociada a la música y como no, tenía que hacer regalos relacionados con la música, tengo 'My Way' de Frank Sinatra y 'Blowing in the wind' de Bob Dylan en las estanterias de mi casa. También le compré a mi primo una flor que al ritmo de la música baila.

Dimos un paseo por la calle Graben viendo algunas tiendas y comprando algún chocolate más y café. Todavía era temprano, así que pensamos que cogiendo el metro U4 en nuestra conocida línea verde nos daba tiempo a dar un paseo por uno de los lugares más importantes de Viena que nos faltaba por visitar, los jardines y palacio Schönbrunn que se encuentran en la parada de metro con el mismo nombre, Schönbrunn. Es el sitio más alejado del centro de la ciudad que visitamos y fue una idea estupenda porque son los jardines más bonitos que he visitado en mi vida y el palacio es impresionante, una arquitectura clásica preciosa. Antes de pasar a los jardines había varios puestos de bayas y compramos una caja para irnosla comiendo mientras dábamos el paseo por los jardines. El barrio por fuera me recordaba un poco al barrio de Salamanca en Madrid y eran unas calles muy tranquilas pero con unos edificios que me moría de la envidia por mi afición a la arquitectura. Una vez dentro de los jardines comenzó el espectáculo de lo que antes era un imperio, el Imperio Astrohúngaro en versión versallesca. Nada más pasar te encuentras el Palmen House que es un edificio de hierros verdes que por dentro está lleno de palmeras, de ahí su nombre de casa de las palmeras, en verano por la noche lo abren como café y puedes entrar a tomar algo, a las horas que fuimos nosotros todavía estaba cerrado. Siguiendo por los jardines encontrabas otros de inspiración zen que eran como los jardines que hay en el palacio imperial de Kyoto que son tan bonitos y que tanto me gustan ver del estilo ikebana. Todo esto con unos senderos de tierra para el paseo y rodeados de alguna que otra estatua y fuentes gigantescas. La gente iba paseando, haciendo footing, con los patines o jugaba con el perro, todo como muy idílico y bonito, como si estuvieras en el mundo perfecto donde te da una sensación de confort muy grande pero que sabes que serán unos breves instantes, porque tu vida no va a ser así indefinidamente, por eso esos sitios me dan un poco yuyú y los miró con recelo y algo de respeto.

Puestos a tanta magnificiencia el palacio no se quedaba corto y hacía como una U donde la plaza del centro hacen conciertos de música clásica al aire libre debido a que tiene una muy buena acústica. Menos mal que fuimos a Schönbrunn porque nos quedamos un poco decepcionados con los jardines del Belvedere y estos merecen desde luego la pena mucho más verlos que ir al museo de Gustav Klimt, los aficionados al arte no creo que estén muy de acuerdo con esta opinión pero me gusta más la arquitectura de Schönbrunn y su gran parque que el arte del Belvedere. Al salir de Schönbrunn fuimos andando por Linke Wienzeile dando de nuevo un paseo, lo que iba a ser un día tranquilo ya estaba empezando a ser más movido porque nos íbamos animando a descubrir nuevos sitios. En la parada de Landgelfeldgasse en la línea marrón de metro U6 podíamos llegar a Warhinger strasse que estaba cerca del hotel y así hacíamos el camino alternativo para no ir siempre por la línea verde y descubrir la otra parte de nuestro distrito 9 vienés. Me gustó especialmente ese viaje en metro porque íbamos por arriba entre los puentes y me recordó bastante al metro de París a su paso por el Sena, de hecho las casas y los barrios también me recordaban a esta ciudad, Viena lo asocio mucho a París desde luego.

Una vez que llegamos a Warhinger Strasse nos perdimos de nuevo pero esta perdida tuvo un aspecto muy positivo porque vimos muchas cosas relacionadas con este barrio de diseño que un poco más y nos las perdemos y que en ese ratillo las descubrimos, vimos el bonito edificio de la Ópera de Volksoper y también el art department Lenker que es un edificio de la escuela de diseño austriaca rodeado de una plaza muy bonita. La sorpresa final que lo llevaba apuntado y que ya no me acordaba era que allí estaba el edificio WUK cuya web la dejo apuntada Sitio web del WUK . Este edificio es una especie de Casa de Cultura que la entrada es una palacete que dentro tiene un restaurante muy distinguido y donde tienen diversas estancias donde se exponen todo tipo de manifestación cultural tanto pictórica, musical o teatral. Alrededor de las estancias hay un gran patio central con jardín donde las enredaderas subían por las paredes del edificio y donde había unas mesas de madera con asientos para poder descansar o tomar algo de beber y comer que podías comprar en los garitos que había por el patio que ponían diferentes músicas, esa noche tocaba como temática el reggae. Además en ese patio también se organizan conciertos y muchas actividades.

Estábamos algo cansados tras el paseo y de ir con las bolsas pero el sitio era estupendo, había un ambientazo y decidimos quedarnos a tomar algo ligero de cena allí en WUK y así disfrutábamos del ambiente y la música del sitio. Desde luego allí no te vas a encontrar a ningún turista español de esos que ven los palacios, museos o jóvenes de interrail que van a Flex los Sábados por la noche. Nuestro objetivo de pasar un día en Viena como si fueramos de la misma ciudad se estaba cumpliendo porque allí solo había jóvenes de la ciudad con pintas bastantes alternativas que fueron muy amables y te podías mezclar con ellos perfectamente manejándote con el inglés. Con nuestras salchichas alemanas, cerveza y tarta de postre pues cenamos temprano y teníamos toda la noche por delante para decidir que hacer. Recuerdo que el patio central era tan bonito que le dije a Olga que ese sitio era perfecto para la boda de mi hermana que se iba a celebrar al año siguiente, daba mucha paz y era muy divertido ese patio, recuerdo el sitio con mucho cariño.

A la hora y media nos fuimos del WUK y bajando por Warhinger Strasse desfilamos hasta el hotel, era una calle muy larga que cambia mucho su aspecto según en que tramo estés porque por la zona del WUK hay mucho comercio de diseño pero luego llegando hacia el hotel había un montón de palacetes y zonas de embajadas, sería un equivalente a la calle Bravo Murillo de Madrid que también cambia mucho su aspecto en según que tramo de calle te encuentres. En el hotel nos duchamos después de todo el día para descansar y estábamos un poco amodorrados pero nos apetecía a salir a tomar algo por la zona y como se hizo un poco tarde pillamos un taxi hasta el Flex Café para ir a despedirnos de él junto al Danubio que tan buenos ratos nos hizo pasar. Siendo Lunes pues no habría tanta gente y además no habría discoteca con luces que mareaban a Olga, a mi desde luego me gustaba mucho más la zona del Café que la de la discoteca. Estuvimos brindando allí una última copa junto al Danubio de noche y nos fuimos andando hacia el Charlie P's para despedirnos de él también. A la salida del Flex Café subiendo las escaleras había un ambiente un poco enrarecido porque estaban como siguiéndonos unos negrillos, a Olga le dio un poco miedo pero le dije que andará normalmente, que no tuviera prisa porque además siempre va a pasar un taxi libre y alguien siempre había por la calle, al final los perdimos de vista.

Tardamos unos 10-15 minutos en llegar a nuestro fiel Charlie P's al lado de Votivkirche y allí seguía nuestro amigo el camarero que era el único en todo Viena que ponía las copas de Jameson decentemente porque no usaba dispensador. Esta vez nos quedamos dentro al lado de los ventiladores y lo pasamos muy bien. Varios clientes del sitio nos preguntaban de donde éramos porque la mayoria de allí eran austriacos y se ponían muy contentos cuando les decíamos que somos de España, supongo que tendran una visión positiva de los españoles por haber ganado la Eurocopa un mes y medio antes allí y que en España ya se sabe todas las fiestas que hay. Nos fuimos andando para casa y era una noche muy clara, la luna se veía bien entre la arboleda que hay en el edificio del Instituto de Química Orgánica de la Universidad de Viena que estaba muy cerca del Arcotel. Nos quedaba nuestro último día completo en la ciudad donde hicimos otro plan alternativo de esos que los turistas con prisas nunca van a hacer pero eso lo contaré en el siguiente post.



Karntner Ring, donde nos comimos el Wiener Schineltz.



Sky Café. Vistas del Stephasdom.



Sky Café. Tejados vieneses y cúpula del Karlskirche.



Bajando por el ascensor a Graben.



Palmen House.



Jardines de Schönbrunn.



Jardines de Schönbrunn. Estilo japonés ikebana.



Palacio de Schönbrunn.



Jardines junto al Palacio de Schönbrunn.



Lado exterior del Palacio de Schönbrunn.



Volksoper.



WUK.



Despidiéndonos del Flex Café.



Despidiéndonos del Charlie P's.


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sábado, 2 de enero de 2010

Danke Wien. Quinto Día. Dobrý deň, Bratislava.

El Domingo 10 de Agosto fue un día muy especial porque íbamos de visita a otro país, Eslovaquia. Nuestro barco que era de la compañía Twin City Liner nos esperaba en los muelles del Danubio en la estación de Schwedenplatz a las 12:30. Así que nos levantamos antes para ir a desayunar al buffet del restaurante que nunca habíamos bajado porque es muy temprano siempre y nunca nos levantábamos tan pronto, además no venía incluido en el precio del hotel. El buffet de desayuno era abundante y te lo servías tu mismo, había repostería, bollería, fruta y de todas las bebidas, hicimos un desayuno copioso para luego despreocuparnos de la hora de comer en Bratislava. Después cogimos el metro en nuestra archiconocida U4 hasta Schwedenplatz porque había que estar media hora antes en el embarcadero para salir a la hora puntualmente.

Al principio en las dockas estábamos acojonaos porque veíamos los barcos que había y eran todos muy viejunos y feos. Luego al ratillo nos dimos cuenta de cual era nuestro barco y era super chulo y moderno, una delicia de barco que luego iba a ir por el Danubio a todo pastilla y sería un viaje muy placentero, yo lo pensaba y por la noche a la vuelta el viaje sería muy bonito viendo el Danubio iluminado. Montamos en nuestro barquito y a 60 km teníamos la capital de Eslovaquia Bratislava pero este domingo era especial porque la parte del Danubio de Bratislava estaba cerrada porque se celebraba el Red Bull Air Racing, entonces nuestro barco de Twin City Liner nos dejaba en el pueblo que se llama Devin a 10km de la capital y el resto del trayecto lo haríamos en autobús. En el barco podías estar sentado dentro leyendo tranquilamente o podías salir fuera a ver el Danubio con el viento de cara mientras te tomabas una cervecita, opción por la que yo opté y que me hizo pasarlo estupendamente.

Al llegar a Devin ya notas que estás en un país completamente distinto a Austria y eso que están al lado, es mucho más pobre, el idioma imposible y con moneda distinta, aunque en la actualidad ya están en el sistema del euro. En 15 minutos llegamos a Bratislava que había un atasco bastante grande debido al tema de los aviones de la Red Bull, aún así tardamos muy poco en llegar al embarcadero mientras en el autobús nos ofrecían una excursión por 10 euros para recorrer la ciudad, que obviamente nosotros pasamos del tema porque queríamos ir a nuestro aire y además ver los aviones. Al fondo ves la Torre Gigante que es como un ovni y al otro lado el Castillo de la ciudad que es donde todo el mundo va de excursión subiendo la colina.

Nada más bajar del autobús nos fuimos directos a los puentes de la ciudad que estaban atestados de gente viendo a los aviones de la Red Bull Air Racing, yo nunca los había visto y me gustó un montón, aunque fue difícil verlo por la cantidad de gente que había allí, Olga y yo decíamos que estaba toda Bratislava ese día en la calle, lo cual nos pareció estupendamente porque había un ambientazo en la ciudad. Si de Viena llevábamos poco preparado de Bratislava no teníamos ni idea de nada, solamente que tenían otra moneda que es la corona eslovaca, que había un castillo y que el casco antiguo era muy bonito, así que fuimos a la aventura con un pequeño mapa que habíamos conseguido en el barco que nos había traido. Por la Plaza de Armas buscamos un cajero para sacar dinero del país pero no había manera, así que nos adentramos por el casco antiguo donde había casas de cambio pero ya encontramos un cajero y de ahí sacamos el dinero. Nos habían advertido que en los establecimientos se podía pagar con euros pero te cobraban más que si pagabas con coronas.

Dimos una vueltecilla antes de comer por el casco antiguo que es muy bonito, es como una ciudad medieval con sus edificios muy antiguos como la iglesia de San Martín o el Palacio de Primacialne donde hay una bonita plaza con el mismo nombre, encontramos la oficina de Turismo en este casco antiguo y allí conseguimos más mapas para tener mayor detalle. Pero lo curioso del lugar no era ir paseando, era la sensación de que te habías trasladado a otra época que es la sensación que tuve todo el rato que estuve en Eslovaquia porque en el casco antiguo parecía que estabas en el medievo pero luego después en pocos metros me iba trasladando a distintas épocas que iré explicando. Se hacía la hora de comer porque ya eran mucho más de las 3 de la tarde y para ello por las distintas plazas tan bonitas que recorríamos dijimos de darnos un buen homenaje gastronómico, que allí los precios eran mucho más asequibles que en Viena y para ello nos adentramos en un patio donde había una exposición de arte y un restaurante, el Restaurante Fillipa, que mas que parecer un restaurante eslavo tenía muchos toques mediterráneos tanto por el patio, la decoración y la carta del menú. Yo me pedí un risotto que estaba muy rico y recuerdo que Olga se pidio de postre una founde de chocolate que nos pusimos como unas nutras, al lado en la otra mesa estaban unos novios delgados que no me extraña que estuviesen así, se pidieron una ensalada y agua mientras nosotros nos metíamos platos contundentes, cervezas y postre hasta reventar. En el restaurante nos pasó lo que más arriba he explicado, si pagabas la cuenta en euros eran como 6 euros más cara que si pagabas en coronas, así que pagamos con nuestro dinero recien sacado y le dejamos la propina en euros jejejee...

Después nos fuimos a la calle más concurrida del casco antiguo de Bratislava, a la calle de San Miguel Michalská donde hay un montón de restaurantes, la calle es peatonal y la cima de la cuesta se corona con una gran puerta de entrada. Una cosa que nos pareció curiosa de la ciudad es que en los restaurantes ponían muchos carteles ofreciendo cócteles, yo decía, pues que pasa, que ahora Eslovaquia va a ser famosa por su combinados, yo no lo entendía, va a ser que ahora los eslovacos son los mejores haciendo mojitos en el mundo. En un kiosko encontré el famoso periódico checo Pravda, periódico revolucionaro en el época comunista y motor de la revolución en Praga en el 68. Una vez que pasas la puerta de la calle de San Miguel llegas a lo que es propiamente la ciudad, la ciudad nueva y entonces ya cambias de época de nuevo y te crees que estás en la España de los años finales de los 70's y principios de los 80's. Con autobuses viejos, calles descuidadas, coches del siglo XX y hasta los jardines con malas hierbas. Mirábamos a los escaparates de ropa y es que todo era horroroso, como si Merche de 'Cuéntame' hubiese elegido el estilismo. Nuestro primer contacto con el siglo pasado fue en la calle Obchovda donde compramos tabaco ya para todo el viaje ya que allí es más barato y tenían más variedad, recuerdo que pasábamos por clubs que tenían toda la pinta de ser nuevos pero con un aire soviético y Olga mientras llamaba a su madre que ya no sabía ni en que país estábamos. Vimos las cuestas hasta subir al castillo y nos dio una pereza tremenda, preferimos seguir viendo la ciudad.

Prácticamente ya pisábamos el Palacio Presidencial por la calle Stefanikova Ulica, Ulica significa calle. Allí estaban grandes empresas y hoteles pero daba la sensación de tristeza el lugar, de melancolía. Después pasamos a los jardines del Palacio Presidencial donde no te ponían ningún problema y veías a la gente joven jugando a la petanca. De verdad que lo estábamos flipando, me atraía el lugar porque estaba como retrocediendo en el tiempo y era un paseo donde sólo se puede hacer en un país del Este de Europa. Me hice una foto junto a un automóvil Lada que era uno de los coches soviéticos de épocas pasadas. Después ya no nos alejamos mucho de centro y fuimos por la zona de la Ópera de la ciudad, donde también era una zona ministerial y por la calle Sturova encontramos un mercado de abastos y este hecho también fue un cambio de época porque ya no es que me encontrara a finales del siglo XX sino que me encontraba en la época comunista que cuando este país estaba al otro lado del telón de acero y era Checoslovaquia. Hombres fornidos junto a viejos estaban dando vueltas por un edificio típicamente comunista que era grande, grisáceo y sin vida. El mercado estaba casi vacío y el lugar me resultaba atrayente aunque la poca gente que andaba por allí estaba como un poco enfadada, supongo que del cambio comunista al capitalismo les habrá sentado un poco mal porque han pasado de la noche a la mañana a un estado de bienestar más o menos controlado a la ferocidad capitalista que les ha convertido en personas cuasi-pobres.

Cerca del edificio de este mercado comunista había un café donde nos sentamos a tomar otra cervecita, en un cartel adiviné que Kofola significa café porque vaya idioma más complicado el eslovaco. Mientras tomábamos nuestra cerveza coincidimos con una pareja española un poco más mayor que nosotros que resultaba ser que eran amigos y que venían de Hungría e iban para Viena. El tío era bastante raro y claramente nos expuso su ideología marxista-comunista, recuerdo que era el típico catalán viajero que se sabe dos mil historias pero que al final es un poco rayante, la chica era más normal y nos miraba con ojos de decirnos que si por ella fuera quedaba con nosotros tanto en Bratislava como en Viena para salir juntos porque se le veía un poco aburridilla. Nos resultó muy chocante esa pareja de catalanes.

Después para pasar las últimas horas de la tarde dimos vueltas alrededor de las calles más comerciales del casco antiguo donde Olga encontró una librería que ya estaba cerrando y pudo justo a tiempo comprarle 'El principito' en eslovaco a su amiga Gloria porque ella colecciona ese cuento en varios idiomas y después fuimos a dar una vuelta por el Danubio donde vimos más edificios como el Hotel Carlton y un capullo en patinete le pego un pisotón a Olga que ni se disculpó, cosa que nos molestó un poquito. El barco de vuelta a Viena salía a las 22:30, a las 22:00 teníamos que estar en el embarcadero, como eran las 20:30 nos daba tiempo a cenar y también nos quedamos por el casco antiguo. Nos adentramos a otro de los patios que veíamos por las calles y nos quedamos en una Tratoria-Pizzeria que olía muy bien pero que fue un poco desastre ya que la camarera era muy maleducada, estaba todo el rato pegando gritos, fumando, tardaba mucho en servirte y casi se nos echó la hora encima para ir al embarcadero. El restaurante era muy bonito pero el servicio nefasto lo que nos hizo llevarnos una mala impresión, además estábamos acostumbrados a la exquisita educación de los austriacos que yo creo que nos molestó incluso más que estuviera de esos modos la susodicha camarera. Después ya nos fuimos despidiendo de la ciudad y Olga me compró un helado y el hombre decía que se comprase otro ella, claro, el hombre no iba a saber que es intolerante a la lactosa y a ver como le explicábamos tal hecho.

Ya era noche cerrada y estábamos en el embarcadero para volver a Viena, el castillo estaba iluminado y se veía bonito. Al lado de nuestro barco había otros que eran bares donde podías tomarte una copa y que todo era como muy pop y nuevo. Este fue mi último cambio de época donde nos adentrábamos en el capitalismo del Este de Europa en el siglo XXI, por una botella de agua nos cobraron una barbaridad y en el bar en la parte de abajo había unas chicas jóvenes bastante maquilladas que yo creo que eran prostitutas, el sitio estaba lleno de extranjeros y las chicas eran de la ciudad, era todo como muy triste y me imaginaba la discoteca de San Petersburgo donde salía la protagonista de la película sueca 'Las alas de la vida'. Es la otra cara de la evolución de estos países. Montamos en el barco y al principio nos quedamos en la parte de fuera para despedirnos de la ciudad. Luego ya hacía bastante fresco y en verdad el viaje fue muy placentero, el barco apenas se movía y el Danubio por la noche es muy bonito, llegando a Viena que está iluminado es precioso. De nuevo volvíamos a Austria para apurar nuestros últimos días del viaje. Estábamos muy cansados y de la vuelta a casa descubriría la afición de Olga de mirar los escaparates de las farmacias para saber como se decía biodramina en alemán.

Fue un día bastante completo y lleno de sensaciones, me encantó viajar a Bratislava, sobre todo por esas sensaciones de pasar del medievo, a la Europa de finales del siglo XX, a la época dorada del comunismo y al más salvaje capitalismo de estos días en unos pocos metros separadas por unas aceras. No quiero ni pensar que si esa es la capital del país como estará lo demás, es una experiencia única y que recomiendo, te hace pensar en la historia y reflexionar a donde queremos ir.



El Danubio saliendo de Viena.



El Danubio que no es azul.



Devin. Pueblo cercano a Bratislava.



Castillo de Bratislava.



Plaza de Armas.



Casco antiguo.



Foundie del Restaurante Fillipa.



Puerta de Michalská.



Biblioteca al aire libre en el casco antiguo.



Jardines del palacio presidencial.



Mercado en Sturova.



Calle del centro de la ciudad. Pura anarquía.



Ópera.



Danubio con la Torre de Bratislava.



Decoración del garito del barco que teníamos al lado antes de volver a Viena.


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