Y al séptimo día de la creación del mundo Dios descansó y nosotros que nos encontrábamos en ese día hicimos también lo mismo y seguimos con la idea de que los dos últimos días en Viena íbamos a ser como los propios vieneses disfrutando de un día libre por la capital. Así que el martes 12 de Agosto nos fuimos a la piscina, pero no a una piscina cualquiera de verano que para eso nos encontrábamos en Agosto, no, mejor a una piscina cubierta muy antigua de la que en las próximas líneas comentaremos los detalles. Antes nos levantamos de nuevo muy tarde para no perder las costumbres y nos dirigimos a tomarnos un buen desayuno por el centro muy cerca del Stephansdom ya que hay por esa zona hay unas pastelerías donde te venden cada cosa de chocolate más rica que ese día como sabíamos que íbamos a comer muy tarde pues nos dábamos ya el homenaje por la mañana.
Por la línea roja de metro U1 desde Stephansplatz llegas hasta el final de la línea que es la estación de Reumannplatz y ahí es donde se encuentra nuestro complejo de baño que se llama Amalienbad, una construcción del año 1926 que tiene todos los toques de las grandes construcciones soviéticas del siglo XX. Un edificio blanco y sobrio por fuera y por dentro una preciosidad antigua con cuidado en los detalles de la construcción, la entrada se parece a las fotos que he visto del metro de Moscú y por dentro una calma increible donde habian unas pocas personas y en su mayoría yo creo que eran rusos ya que eran tipos de grandes barrigas que leían su periódico con caracteres cirílicos. Por una hora y media creo que fueron 4 euros lo que nos cobraron por sólo utilizar la zoña de baño que es una gran piscina donde hay un montón de trampolines que permanecian cerrados al público. Si quieres otros suplementos como jacuzzi pues te sacabas otra entrada y tenias ese servicio también. Lo que me parecio simpático del lugar es que tuviera un futbolín, un invento español en una piscina austriaca con tintes soviéticos, era una escena un poco rara. Luego la zona de Reumannplatz se notaba que ya estábamos bastante a las afueras de la ciudad, una arquitectura descuidada y poco comercio, de hecho no veíamos nada para comer después de nuestro relajado baño.
Así que pensamos en nuestro comodín para cuando se nos hacía tarde a la hora de comer, nos fuimos a Rathaus haciendo transbordo en Karlsplatz, hacía un día muy soleado y había mucha luz en la ciudad ese día así que lo mejor era comer al aire libre y que mejor que en nuestro conocido Rathaus Park degustar nuestra última comida en la ciudad y seguir probando las especialidades asiáticas que te hacian allí mismo. Se nos hicieron más de la 5 de la tarde sentados tranquilamente escuchando la música que tenían puesta en los altavoces del parque, como era Martes no había tanta gente y el sitio estaba animado pero sin aglomeraciones, no como el Sábado cuando nos cayó la tromba de agua, y además con el calorcito incluso al terminar de comer ya nos movimos hacia el Burgtheater porque ya nos estaba picando el sol. Como ya nos conociamos de sobra la ciudad en la parada de tranvía del Burgtheater vimos uno que nos llevaba en muy poco tiempo hacia la iglesia de Votivkirche, muy cerca de Schottenring y desde allí andando por Warhinger Strasse llegaríamos a casa dando un paseo aprovechando el buen día que hacía. A Olga le hizo mucha ilusión encontrarse en Warhinger Strasse un Starbucks porque llevaba una semana sin tomar leche alguna por su intolerancia a la lactosa y en estas franquicias tienen café con leche de soja, así que se pilló un campano de café con leche de soja para llevar. Iba por la calle muy contenta tomándose su café e incluso antes de llegar al hotel ya se lo había terminado.
Nos quedamos en el hotel descansando y Olga comenzó a encontrarse un poco mal de la tripa. Creo que fue debido al calor que tuvimos en el Rathaus Park mientras comíamos y lo rápido que se bebió ese café del Starbucks. Yo tenía un plan pensado para si saliamos de noche que era ir a ver un concierto pero mientras Olga no se encontrase bien pues nos quedábamos tranquilamente en el hotel, así vi un poco como iba el tema de los JJOO de Pekín, bajé un ratito al bar a consultar cosillas en Internet y preparamos las maletas para el viaje del día siguiente. Conforme iba pasando la tarde Olga se iba encontrando mejor y le dije que no se preocupase porque lo primero era que se encontrará bien ella y que no pasaba nada si no nos íbamos ya a ningún sitio, la excursión había dado mucho de si. Luego ya se animó un poco y como se encontraba mejor nos fuimos para el concierto que yo tenía apuntado dentro de las pocas ideas que llevaba sobre Viena. Nos encaminamos de nuevo por Warhinger Strasse para llegar hasta la estación de Schottering no sin antes darle un toque a Olga de que se diese vidilla en los semáforos ya que íbamos un poco tarde al concierto y que ya que nos movíamos pues que viesemos algo.
Para ir al concierto había que ir de nuevo a Rathaus y era en el Tunnel Viena Live que se encuentra en Florianigasse 39. Dejo aquí apuntada la web del sitio Web de Tunnel Viena. Esa noche tocaban los Blue Rats que son un grupo de blues que tocan diferentes versiones de clásicos. La zona de Florianigasse era como estar en cualquier ciudad, por fin veíamos edificios normales con sus porteros automáticos y no grandes edificaciones con puertas gigantescas que hacen parecer Viena una ciudad llena de palacios. Nos parecio hasta raro volver a la civilización normal y nos fijamos mucho en ese detalle Olga y yo, ya que, para llegar al sitio tuvimos que dar unas cuantas vueltas porque no está cerca del metro. Una vez que llegamos pudimos disfrutar a los Blue Rats una media hora, 2-3 canciones mas los bises que hicieron. El sitio estaba muy bien porque tiene dos plantas, la primera que es un restaurante y la cueva de la planta baja que es donde se celebró el concierto. Ya ni cerveza nos apetecía y nos tomamos una coca cola y Olga una tónica para cuidar su tripa.
Sobre las 23:30 terminó el concierto y fuimos de nuevo a Rathaus para picar algo de cena antes de volver al hotel a rematar las maletas pero ya estaba cerrando todo. Vimos por última vez e iluminado el Neues Rathaus que es muy bonito y nos despedimos de él. Olga y yo sonreimos delante de esa gran fachada, nos lo habíamos pasado muy bien y volvimos andando a casa. Tuvimos un leve incidente a la vuelta porque buscábamos algún puesto callejeros de salchichas y así poder picar algo, Olga ya empezaba a tener hambre y por Alserbach Strasse sabíamos que había un puesto de perritos calientes abierto hasta muy tarde pero por el Votivkirche Olga se confió de lo bien que conocíamos la ciudad y decidió tomar un atajo para llegar antes a nuestro destino.
Las consecuencias fueron que nos perdimos y no teníamos ni idea de donde estábamos porque incluso nos cruzamos con una franquicia de allí de Austria que se llama Centimeter que tu pides la comida según los cms que quieras, por ejemplo, quiero un plato de espaguetis que midan 10 cm y en los seis días antes vimos ninguno. Al final pasó un taxi libre y nos llevó hasta el puesto de perritos calientes que por suerte seguía abierto y Olga paró al taxista antes de que nos llevará al hotel y así cenábamos algo. He de confesar que yo tenía hambre también pero vamos, me daba igual cenar que no, al día siguiente en el aeropuerto seguro que me hubiese puesto morado. Tras pasar el susto de habernos perdido tan tarde el último día nos fuimos por Boltzmanngasse sonriendo y reflexionando todas las cosas que habíamos hecho en Viena y la luna se veía clara por la zona de la embajada de EEUU, mañana era día de regreso a Madrid para volver al caliente verano la villa en sus fiestas de Agosto. Pero eso lo contaré en el último post de este viaje.
Desayuno con diamantes por el Stephansdom.
Reumannplatz. Edificio Amalienbad.
Entrada del Amalienbad.
Taquillas de la piscina.
Piscina Amalienbad.
Rathaus Park. Preparando comida italiana.
Concierto en el Tunnel Viena Live.
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