martes, 5 de enero de 2010

Danke Wien. Regreso y despedida.

El Miércoles 13 de Agosto teníamos nuestro vuelo de regreso a Madrid por el mediodía, así que prontito hicimos el check out en nuestro querido Arcotel para volver a Madrid. Yo estaba contento y no me daba ninguna pena dejar Viena porque habíamos tenido bastantes dias para visitar la ciudad y no quería hacer nada más por allí, a Olga le dió un poquillo pena irse porque se lo estaba pasando muy bien. En el Arcotel pagamos las facturas del día del desayuno de Bratislava y lo que habíamos cogido del minibar, no puedo tener ninguna queja de ese hotel, lo recomiendo y además el distrito 9 está muy chulo para descubrirlo.

Arrastrando nuestras maletas nos fuimos al tranvía de Alserbachstrasse para llegar hasta la archiconocida estación de Friedensbrucke para ir por la línea verde hasta Wien Mitte que es donde se coge el tren para ir al aeropuerto. Nos perdimos un poco por Wien Mitte porque la zona estaba en obras y para llegar al tren había que salir a la calle y fue un poco engorroso ir por ahí a ciegas arrastrando las maletas. Por fin cogimos nuestro tren gatico, el CAT (City Airport Transport) que a nuestro lado iba una pareja joven española como nosotros que nos miraban con una expresión en la cara de que estábamos un poco locos, sobre todo a mi que decía lo del tren gatico y que le pusieran a la máquina unos bigotitos para ambientarnos más jajajajajaja...

Llegamos al aeropuerto muy temprano con tiempo más que de sobra para hacer la facturación porque en eso sí que es verdad que soy muy nervioso y quiero ir con tiempo de sobra por si surgen imprevistos. Todo fue como la seda porque estaba muy bien organizado el Wien Schwechat y pasamos a la terminal enseguida y así nos librábamos de las maletas. Una vez dentro nos fuimos a tomar un buen desayuno vienés con tarta sacher, applestrudel con salsa de vainilla y buenos cafés. A nuestro lado siempre nos estaban tocando españoles y estos eran unos que venían de un campeonato de no se qué en Salzburgo que todos eran hombres y estaban por ahí comprando alguna chorrada para la mujer o novia como decian ellos. Tras salir de nuestro desayuno nos topamos con un vuelo procedente de España que llegaba a Viena de nuestra compañía Spanair y resulta que entre los pasajeros venía el equipo de TVE que hace las retransmisiones de motociclismo en la cadena pública, con Miguel Ángel Serrano con un pie escayolado. Luego recordando ya sé porque fueron para Viena y era porque el fin de semana era la carrera en la República Checa, en concreto en Brno, mítico circuito de velocidad que siempre se le ha dado muy bien a los españoles y que se encuentra bastante cerca de Viena.

Ese avión procedente de España era el que nos iba a llevar de vuelta a Madrid e incluso salimos antes de tiempo, el vuelo fue muy placentero con piscolabis incluido y en 3 horas nos pusimos en Madrid. De nuevo llegábamos al calor, la tierra seca pero también a tener otros planes y eran quedar con Alfonso y David para ir a la Verbena de la Paloma en La Latina. Brindamos esa noche los cuatro y lo pasamos muy bien, aunque tampoco es que estuviesemos mucho rato porque estábamos cansados. Me alegré de volver a Madrid porque está muy bien viajar pero también llegar a casa es bonito, recordábamos anécdotas del viaje y encima las vacaciones continuaban.

Quiero despedir este viaje agradeciendo una vez más a Olga su cooperación y compañía, fue una excelente compañera de viaje y también quiero dejar unas cuantas reflexiones que a lo largo de los post que he escrito ya he ido desgranando. Viena es una ciudad asociada a la música, sobre todo a la clásica que desconozco bastante pero que creo que ha imprimido un sello en el carácter de los vieneses, son gente amable, simpática y educada, pero también son serios, cuadriculados y tienen ese toque oscuro que son las dos caras de lo poco que he escuchado de este tipo de música. No es una ciudad que me haya apasionado pero si sorprendido porque sinceramente la esperaba aún más aburrida de lo que luego no ha sido porque siempre hay planes para hacer en esta ciudad aunque no sean espectaculares. Desde luego, eso sí, es un sitio donde tus hijos pueden crecer felizmente y es una ciudad muy adulta en el sentido estricto de la palabra, tienen una calidad de vida mucho mayor que en España y las reglas las cumplen no como una obligación sino que no admite discusión el no cumplirlas. Aún así no los veía tan felices como puedes ver a una persona en cualquier ciudad de España y es debido a ese carácter responsable que les hace tener una vida muy tranquila, relajada pero de apenas sensaciones y sentimientos, para eso ya tienen la música, admirar su fascinante arquitectura y ver sus museos pero también hay otra vida de sensaciones que no comprenden. No creo que vuelva a Viena de vacaciones pero si seria un sitio muy a tener en cuenta para vivir allí si sabes alemán. Supongo que los austriacos de puertas para dentro si mostraran esas sensaciones y sentimientos. Hay dos personajes que quería hacerles un homenaje desde aquí ya que hablamos de este país que apenas parece que existe y son Sigmund Freud y el cineasta Michael Haneke ganador de la Palma de Oro de Cannes. Ambos tienen en común el estudio de la mente y el comportamiento humano, supongo que toda esa curiosidad acerca del ser humano viene dada por la poca apertura de esta gente centroeuropea a mostrarse abiertamente y entonces surgen las dudas de como somos y porque nos comportamos así. En más de una ocasión esta duda me surgió en Viena.



De la música clásica de Mozart.



A vivir con los Habsburgo entre palmeras.



Navegando por el Danubio.



Disfrutando de la vida.



Y preguntándonos sobre el futuro.


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