sábado, 2 de enero de 2010

Danke Wien. Quinto Día. Dobrý deň, Bratislava.

El Domingo 10 de Agosto fue un día muy especial porque íbamos de visita a otro país, Eslovaquia. Nuestro barco que era de la compañía Twin City Liner nos esperaba en los muelles del Danubio en la estación de Schwedenplatz a las 12:30. Así que nos levantamos antes para ir a desayunar al buffet del restaurante que nunca habíamos bajado porque es muy temprano siempre y nunca nos levantábamos tan pronto, además no venía incluido en el precio del hotel. El buffet de desayuno era abundante y te lo servías tu mismo, había repostería, bollería, fruta y de todas las bebidas, hicimos un desayuno copioso para luego despreocuparnos de la hora de comer en Bratislava. Después cogimos el metro en nuestra archiconocida U4 hasta Schwedenplatz porque había que estar media hora antes en el embarcadero para salir a la hora puntualmente.

Al principio en las dockas estábamos acojonaos porque veíamos los barcos que había y eran todos muy viejunos y feos. Luego al ratillo nos dimos cuenta de cual era nuestro barco y era super chulo y moderno, una delicia de barco que luego iba a ir por el Danubio a todo pastilla y sería un viaje muy placentero, yo lo pensaba y por la noche a la vuelta el viaje sería muy bonito viendo el Danubio iluminado. Montamos en nuestro barquito y a 60 km teníamos la capital de Eslovaquia Bratislava pero este domingo era especial porque la parte del Danubio de Bratislava estaba cerrada porque se celebraba el Red Bull Air Racing, entonces nuestro barco de Twin City Liner nos dejaba en el pueblo que se llama Devin a 10km de la capital y el resto del trayecto lo haríamos en autobús. En el barco podías estar sentado dentro leyendo tranquilamente o podías salir fuera a ver el Danubio con el viento de cara mientras te tomabas una cervecita, opción por la que yo opté y que me hizo pasarlo estupendamente.

Al llegar a Devin ya notas que estás en un país completamente distinto a Austria y eso que están al lado, es mucho más pobre, el idioma imposible y con moneda distinta, aunque en la actualidad ya están en el sistema del euro. En 15 minutos llegamos a Bratislava que había un atasco bastante grande debido al tema de los aviones de la Red Bull, aún así tardamos muy poco en llegar al embarcadero mientras en el autobús nos ofrecían una excursión por 10 euros para recorrer la ciudad, que obviamente nosotros pasamos del tema porque queríamos ir a nuestro aire y además ver los aviones. Al fondo ves la Torre Gigante que es como un ovni y al otro lado el Castillo de la ciudad que es donde todo el mundo va de excursión subiendo la colina.

Nada más bajar del autobús nos fuimos directos a los puentes de la ciudad que estaban atestados de gente viendo a los aviones de la Red Bull Air Racing, yo nunca los había visto y me gustó un montón, aunque fue difícil verlo por la cantidad de gente que había allí, Olga y yo decíamos que estaba toda Bratislava ese día en la calle, lo cual nos pareció estupendamente porque había un ambientazo en la ciudad. Si de Viena llevábamos poco preparado de Bratislava no teníamos ni idea de nada, solamente que tenían otra moneda que es la corona eslovaca, que había un castillo y que el casco antiguo era muy bonito, así que fuimos a la aventura con un pequeño mapa que habíamos conseguido en el barco que nos había traido. Por la Plaza de Armas buscamos un cajero para sacar dinero del país pero no había manera, así que nos adentramos por el casco antiguo donde había casas de cambio pero ya encontramos un cajero y de ahí sacamos el dinero. Nos habían advertido que en los establecimientos se podía pagar con euros pero te cobraban más que si pagabas con coronas.

Dimos una vueltecilla antes de comer por el casco antiguo que es muy bonito, es como una ciudad medieval con sus edificios muy antiguos como la iglesia de San Martín o el Palacio de Primacialne donde hay una bonita plaza con el mismo nombre, encontramos la oficina de Turismo en este casco antiguo y allí conseguimos más mapas para tener mayor detalle. Pero lo curioso del lugar no era ir paseando, era la sensación de que te habías trasladado a otra época que es la sensación que tuve todo el rato que estuve en Eslovaquia porque en el casco antiguo parecía que estabas en el medievo pero luego después en pocos metros me iba trasladando a distintas épocas que iré explicando. Se hacía la hora de comer porque ya eran mucho más de las 3 de la tarde y para ello por las distintas plazas tan bonitas que recorríamos dijimos de darnos un buen homenaje gastronómico, que allí los precios eran mucho más asequibles que en Viena y para ello nos adentramos en un patio donde había una exposición de arte y un restaurante, el Restaurante Fillipa, que mas que parecer un restaurante eslavo tenía muchos toques mediterráneos tanto por el patio, la decoración y la carta del menú. Yo me pedí un risotto que estaba muy rico y recuerdo que Olga se pidio de postre una founde de chocolate que nos pusimos como unas nutras, al lado en la otra mesa estaban unos novios delgados que no me extraña que estuviesen así, se pidieron una ensalada y agua mientras nosotros nos metíamos platos contundentes, cervezas y postre hasta reventar. En el restaurante nos pasó lo que más arriba he explicado, si pagabas la cuenta en euros eran como 6 euros más cara que si pagabas en coronas, así que pagamos con nuestro dinero recien sacado y le dejamos la propina en euros jejejee...

Después nos fuimos a la calle más concurrida del casco antiguo de Bratislava, a la calle de San Miguel Michalská donde hay un montón de restaurantes, la calle es peatonal y la cima de la cuesta se corona con una gran puerta de entrada. Una cosa que nos pareció curiosa de la ciudad es que en los restaurantes ponían muchos carteles ofreciendo cócteles, yo decía, pues que pasa, que ahora Eslovaquia va a ser famosa por su combinados, yo no lo entendía, va a ser que ahora los eslovacos son los mejores haciendo mojitos en el mundo. En un kiosko encontré el famoso periódico checo Pravda, periódico revolucionaro en el época comunista y motor de la revolución en Praga en el 68. Una vez que pasas la puerta de la calle de San Miguel llegas a lo que es propiamente la ciudad, la ciudad nueva y entonces ya cambias de época de nuevo y te crees que estás en la España de los años finales de los 70's y principios de los 80's. Con autobuses viejos, calles descuidadas, coches del siglo XX y hasta los jardines con malas hierbas. Mirábamos a los escaparates de ropa y es que todo era horroroso, como si Merche de 'Cuéntame' hubiese elegido el estilismo. Nuestro primer contacto con el siglo pasado fue en la calle Obchovda donde compramos tabaco ya para todo el viaje ya que allí es más barato y tenían más variedad, recuerdo que pasábamos por clubs que tenían toda la pinta de ser nuevos pero con un aire soviético y Olga mientras llamaba a su madre que ya no sabía ni en que país estábamos. Vimos las cuestas hasta subir al castillo y nos dio una pereza tremenda, preferimos seguir viendo la ciudad.

Prácticamente ya pisábamos el Palacio Presidencial por la calle Stefanikova Ulica, Ulica significa calle. Allí estaban grandes empresas y hoteles pero daba la sensación de tristeza el lugar, de melancolía. Después pasamos a los jardines del Palacio Presidencial donde no te ponían ningún problema y veías a la gente joven jugando a la petanca. De verdad que lo estábamos flipando, me atraía el lugar porque estaba como retrocediendo en el tiempo y era un paseo donde sólo se puede hacer en un país del Este de Europa. Me hice una foto junto a un automóvil Lada que era uno de los coches soviéticos de épocas pasadas. Después ya no nos alejamos mucho de centro y fuimos por la zona de la Ópera de la ciudad, donde también era una zona ministerial y por la calle Sturova encontramos un mercado de abastos y este hecho también fue un cambio de época porque ya no es que me encontrara a finales del siglo XX sino que me encontraba en la época comunista que cuando este país estaba al otro lado del telón de acero y era Checoslovaquia. Hombres fornidos junto a viejos estaban dando vueltas por un edificio típicamente comunista que era grande, grisáceo y sin vida. El mercado estaba casi vacío y el lugar me resultaba atrayente aunque la poca gente que andaba por allí estaba como un poco enfadada, supongo que del cambio comunista al capitalismo les habrá sentado un poco mal porque han pasado de la noche a la mañana a un estado de bienestar más o menos controlado a la ferocidad capitalista que les ha convertido en personas cuasi-pobres.

Cerca del edificio de este mercado comunista había un café donde nos sentamos a tomar otra cervecita, en un cartel adiviné que Kofola significa café porque vaya idioma más complicado el eslovaco. Mientras tomábamos nuestra cerveza coincidimos con una pareja española un poco más mayor que nosotros que resultaba ser que eran amigos y que venían de Hungría e iban para Viena. El tío era bastante raro y claramente nos expuso su ideología marxista-comunista, recuerdo que era el típico catalán viajero que se sabe dos mil historias pero que al final es un poco rayante, la chica era más normal y nos miraba con ojos de decirnos que si por ella fuera quedaba con nosotros tanto en Bratislava como en Viena para salir juntos porque se le veía un poco aburridilla. Nos resultó muy chocante esa pareja de catalanes.

Después para pasar las últimas horas de la tarde dimos vueltas alrededor de las calles más comerciales del casco antiguo donde Olga encontró una librería que ya estaba cerrando y pudo justo a tiempo comprarle 'El principito' en eslovaco a su amiga Gloria porque ella colecciona ese cuento en varios idiomas y después fuimos a dar una vuelta por el Danubio donde vimos más edificios como el Hotel Carlton y un capullo en patinete le pego un pisotón a Olga que ni se disculpó, cosa que nos molestó un poquito. El barco de vuelta a Viena salía a las 22:30, a las 22:00 teníamos que estar en el embarcadero, como eran las 20:30 nos daba tiempo a cenar y también nos quedamos por el casco antiguo. Nos adentramos a otro de los patios que veíamos por las calles y nos quedamos en una Tratoria-Pizzeria que olía muy bien pero que fue un poco desastre ya que la camarera era muy maleducada, estaba todo el rato pegando gritos, fumando, tardaba mucho en servirte y casi se nos echó la hora encima para ir al embarcadero. El restaurante era muy bonito pero el servicio nefasto lo que nos hizo llevarnos una mala impresión, además estábamos acostumbrados a la exquisita educación de los austriacos que yo creo que nos molestó incluso más que estuviera de esos modos la susodicha camarera. Después ya nos fuimos despidiendo de la ciudad y Olga me compró un helado y el hombre decía que se comprase otro ella, claro, el hombre no iba a saber que es intolerante a la lactosa y a ver como le explicábamos tal hecho.

Ya era noche cerrada y estábamos en el embarcadero para volver a Viena, el castillo estaba iluminado y se veía bonito. Al lado de nuestro barco había otros que eran bares donde podías tomarte una copa y que todo era como muy pop y nuevo. Este fue mi último cambio de época donde nos adentrábamos en el capitalismo del Este de Europa en el siglo XXI, por una botella de agua nos cobraron una barbaridad y en el bar en la parte de abajo había unas chicas jóvenes bastante maquilladas que yo creo que eran prostitutas, el sitio estaba lleno de extranjeros y las chicas eran de la ciudad, era todo como muy triste y me imaginaba la discoteca de San Petersburgo donde salía la protagonista de la película sueca 'Las alas de la vida'. Es la otra cara de la evolución de estos países. Montamos en el barco y al principio nos quedamos en la parte de fuera para despedirnos de la ciudad. Luego ya hacía bastante fresco y en verdad el viaje fue muy placentero, el barco apenas se movía y el Danubio por la noche es muy bonito, llegando a Viena que está iluminado es precioso. De nuevo volvíamos a Austria para apurar nuestros últimos días del viaje. Estábamos muy cansados y de la vuelta a casa descubriría la afición de Olga de mirar los escaparates de las farmacias para saber como se decía biodramina en alemán.

Fue un día bastante completo y lleno de sensaciones, me encantó viajar a Bratislava, sobre todo por esas sensaciones de pasar del medievo, a la Europa de finales del siglo XX, a la época dorada del comunismo y al más salvaje capitalismo de estos días en unos pocos metros separadas por unas aceras. No quiero ni pensar que si esa es la capital del país como estará lo demás, es una experiencia única y que recomiendo, te hace pensar en la historia y reflexionar a donde queremos ir.



El Danubio saliendo de Viena.



El Danubio que no es azul.



Devin. Pueblo cercano a Bratislava.



Castillo de Bratislava.



Plaza de Armas.



Casco antiguo.



Foundie del Restaurante Fillipa.



Puerta de Michalská.



Biblioteca al aire libre en el casco antiguo.



Jardines del palacio presidencial.



Mercado en Sturova.



Calle del centro de la ciudad. Pura anarquía.



Ópera.



Danubio con la Torre de Bratislava.



Decoración del garito del barco que teníamos al lado antes de volver a Viena.


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