El jueves 19 de Marzo, día de San José o San Giussepe, ya que nos encontrábamos todavía en Italia, era el día marcado por nuestro regreso a Madrid para disfrutar de un buen puente al lado de la familia. Hicimos el check out de la habitación y con nuestras maletas desfilamos por última vez hacia Porta Garibaldi, hacía un buen día e íbamos con una sonrisa en la cara de lo bien que lo habíamos pasado. Desde el metro bajamos hasta la estación de Cadorna FN que es donde se coge el Malpensa Express para llegar al aeropuerto. Fuimos con bastante tiempo de antelación porque nuestro vuelo salía a las 15:10 y como dejamos el hotel a las 12:00 pues nos tomamos el regreso tranquilamente, de hecho no estaban abiertos los mostradores de Iberia para facturar el equipaje.
Aprovechamos para hacer tiempo y fotografiar la terminal de Malpensa, es toda una experiencia porque en vez de un aeropuerto normal con sus anuncios de compañías aéreas o marcas de telefonías móviles está lleno de grandes paneles con firmas de alta costura y de modelos hiper cotizadas. Una vez que ya pudimos facturar el equipaje nos fuimos cerca de la puerta de embarque para el avión y por allí comeríamos algo. Entonces ocurrió que nos encontramos al personaje de la jornada, al lado de nosotros comiendo estaba Valerio Pino, el modelo italiano que trabaja para el programa de AR y que fue profesor en la academia de Supermodelo. Resultó ser un hombre un tanto extravagante porque se tiró la hora y media antes del embarque hablando con su teléfono móvil, incluido mientras estaba comiendo no despegaba el teléfono de la oreja. Llevaba unas bolsas de papel del 10 Corso Como que era el garito donde habíamos tomado nuestra última copa en Milán la anterior noche.
Hubo un ligero retraso (como no) en la salida del vuelo, en Italia nunca se hacen las cosas puntuales, estaba predestinado de que no tendríamos la mínima suerte. Con un ligero y molesto cabreo por fin embarcamos y todo fue estupendamente en el vuelo, habíamos pasado unas grandes vacaciones y como no, quería de nuevo agradecer a Olga su compañía en el viaje, es una compañera ideal para irse por ahí a explorar sitios.
Quería ir finalizando mi relato con las sensaciones que me produjo Milán, el viaje fue muy bonito pero no tanto la ciudad de la que tratamos donde se juntan dos extremos que me parecen muy peligrosos, por un lado la inmensa mayoría de la población que ya no llega ni a ser clase media, convirtiéndose en clase media-baja, un servicio de metro y transporte de pena y unos precios desorbitados para el ciudadano medio milanés. Por otro lado tenemos el lujo y el glamour elevados a la n-ésima potencia sólo al alcance de unos pocos bolsillos representadas en el cuadrado de oro milanés de la moda y la zona del Duomo, San Babila, Brera y Corso Como. Me parece de vergüenza que una ciudad con un potencial tan grande y donde la gente poco más que menos podría vivir su particular 'Dolce Vita' estén penando para que les alcance para llegar a fin de mes. Además los precios de alquiler y compra de vivienda son extremadamente altos que incluso están más altos que los de Madrid. En el lado opuesto encontré un Torino donde las desigualdades no son tan extremas y que creo que es un ejemplo a seguir por toda Italia. Una ciudad habitable, cómoda y con un ambiente más tranquilo.
Y ya por último hacer un homenaje a dos grandes personajes de esta ciudad que admiro, por una parte el gran jugador del AC Milano Paolo Maldini, el defensa más elegante y eficiente que considero que ha sido el mejor defensa del mundo, injusto que nunca le diesen el balón de Oro y que toda su carrera la dedicó al club de sus amores. A los 41 años se retiró, un ejemplo de profesionalidad intachable y un físico envidiable. Y en segundo lugar al gran Adriano Celentano, cantante, actor y cineasta milanés. Encarna las aptitudes de todo un artista ya que su vida fue entera dedicada a la creación. Os dejo esta 'Storia d'amore' como banda sonora de Milán.
Kate Moss en la terminal de Malpensa.
Dos seductores, Rodolfo Valentino y yo juto a la Mole Antonelliana.
Olga y su particular 'Dolce Vita' en Montenapoleone.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
sábado, 4 de septiembre de 2010
viernes, 3 de septiembre de 2010
Prego Milano. Día 5.
El miércoles 18 de Marzo era nuestro último día completo por Lombardía, lo íbamos a dedicar a una de las cosas que son indispensables para hacer en Milán y era ir de compras y escaparates por una de las capitales mundiales de la moda, junto a París, Milán son las dos capitales europeas de la moda y el diseño, se antoja imprescindible ver lo que allí se cuece. Había otro plan que era ir a pasar el día al Lago Como que es un sitio precioso pero no nos podíamos ir de Milán sin antes haber hecho unas compras y como hasta el momento no habíamos tenido tiempo pues pensamos hacer un día más relajado para terminar nuestras mini vacaciones. En otro momento se puede volver al Lago Como a ver la casa de George Clooney.
Antes de ir al meollo capitalista nos dirigimos a Centrale FS para buscar algún Internet Café y así poder sacar nuestras tarjetas de embarque del vuelo que teníamos al día siguiente con Iberia, así aprovechamos e hicimos unas fotos por fuera de esta impresionante estación y a uno de los edificios míticos de la ciudad que es el Edificio Pirelli, que es casi tan alto como el Duomo. Una vez que ya conseguimos imprimir nuestro vuelo nos fuimos al metro para ir a la parada de Montenapoleone y bajar de nuevo para observar la construcción del hotel Armani.
Esa mañana íbamos a completar el cuadrado de oro de la moda en Milán que lo componen Via Montenapoleone, Via Santo Spinto, Via Manzoni y Via della Spiga, con especial importancia a la primera calle que he citado que es donde se reúnen las mayores firmas nacionales e internacionales de alta costura. No soy ningún devoto de la moda y las tendencias pero lo que se ve allí es digno de admirarlo alguna vez en la vida, los escaparates y tiendas de Chanel, Yves Saint Laurent, Armani, Bulgari, Salvatore Ferragamo, Rolex y Omega entre otros eran espectaculares, todo un mundo de lujo y glamour concentrado en una calle de apenas 500 metros. Los precios obviamente y como todo el mundo se puede imaginar eran prohibitivos, sólo al alcance de bolsillos como los de Paris Hilton, Victoria Beckham o el anteriormente citado George Clooney. Para que os podáis hacer una idea en Armani su escaparate estaba decorado con una Harley Davidson donde al lado había un maniquí con un vestido puesto al precio de doce mil euros. Ya no sólo eran los trajes, relojes o perfumes, sino que todas las tiendas estaban decoradas con exquisita elegancia con flores, enredaderas por fuera y todo muy bonito. Puede sonar que el plan es absolutamente femenino porque es relativo a la moda pero yo salí encantado de esa calle.
Una vez que abandonamos Montenapoleone (donde podría vivir toda mi vida) nos encaminamos a través del Corso Venezia a la calle más pequeña de este cuadrado de oro que es Via della Spiga donde los bolsos de Armani y Chanel estaban expuestos dentro de unos cuadros con su marco incluido, en Via della Spiga la calle es peatonal y terminamos por llevarnos la última sorpresa en cuanto a marcas a nivel mundial, nos encontramos delante del escaparate de Tiffany's, que no es ni mucho menos la franquicia de Nueva York pero que se encuentra en un lugar privilegiado dentro de la ciudad. En esta calle me pararon a contarme una movida de no sé que ayuda humanitaria, todo muy amable y gentilmente me pidieron una donación. En la hoja de donaciones había gente que había puesto ayuditas de 100-50 euros de media, seguro que yo quedé fatal porque le dí un par de euros e iba que se mataba. Terminamos nuestra vuelta de tiendas caras donde no íbamos a comprar nada en la Piazza de San Babila donde recuerdo que entré en la tienda de Hugo Boss y me puse a probarme chaquetas, Olga se moría de vergüenza porque decía que para que entrábamos ahí si total era muy caro pero yo quería darme el gusto de probarme alguna de esas chaquetas caras, incluso el personal de la tienda se ofrecía a que si quería me las hacían a medida, eran unos precios módicos de seiscientos-setecientos euros la chaquetita. Eso sí, en el Corso Vittorio Emanuele II fuimos a la gran tienda de Zara que allí han montado y me compré una chaqueta.
Como no somos del imperio Hilton ni Rockefeller, como simples y llanos mortales nos montamos en el metro de San Babila para encaminarnos a la parada de Lima donde hay una zona ahí que también tiene moda italiana pero a precios normales y competitivos, grandes almacenes, tiendas de Mango y H&M's. Nada más bajar del metro de Lima te topas con otra de las grandes avenidas de Milán, el Corso Buenos Aires, como ya era tarde paramos por allí a comer en una cafetería normal y corriente donde también comimos pasta como el día anterior, algo ligero para esta vez sí comprar algo y no sólo limitarnos a observar. De hecho no se nos dio mal del todo porque en los almacenes Oviesse me compré dos pares de pantalones a buen precio y tenían muchas cosas interesantes. Después dimos una vuelta por todo el Corso Buenos Aires que estaba lleno de tiendecitas, recuerdo que me fui con amargura de esa calle porque encontramos una tienda de sombreros que estaba regentada por una pareja de viejecitos. Tenían sombreros de todo tipo, incluidos de la marca Borsalino, me probé uno que estaba bastante bien pero tenía una pega, tenía mucha ala el sombrero. El viejo se ofreció a que cortábamos el ala que hiciera falta para dejarlo a mi gusto pero el mayor problema venía por el precio, 115 euros el sombrerito. Todavía me acuerdo de ese sombrero y a día de hoy no se si hice bien o mal no comprando esa pieza.
Al final del Corso Buenos Aires se llega a otra de las zonas muy bonitas de Milán que es la Porta Venezia, otra de las antiguas entradas de la ciudad junto a Porta Garibaldi o Porta Ticinese, como ya estaban cerrando los comercios y llevábamos varias horas de tiendas decidimos comprarnos un helado italiano de esos tan ricos y dar una vuelta por los jardines de Giardini Publicci Indro Montanelli. Tranquilamente daríamos una vuelta y fumaríamos en este bonito parque cuya salida al Corso Venezia muestra una de las calles con mejor arquitectura de edificios de todo Milán. En las fotos que vienen ahora después lo podréis contemplar. Tenía pinta de zona ministerial y del sector bancario, muy parecida a la zona de Banco de España en Madrid.
Era la hora de volver a casa con todas nuestras bolsas y desde Porta Venezia fuimos a despedirnos del Duomo dando otro pequeño paseo para coger el metro y llegar de nuevo a la Stazione Centrale. Una vez que estábamos allí, íbamos a coger el metro hacia Porta Garibaldi y nos llevamos otra de las sorpresas desagradables del viaje. En ese momento van los del metro y se ponen de huelga para protestar contra Berlusconi, así que en 5 minutos nos vemos desalojados del metro en medio de la calle y las paradas de taxis a rebosar con una cola de gente de más o menos una hora para poder coger un taxi. No dudo que esta gente del metro tuviese razón en su conflicto, aunque lo desconozco, pero el nivel de absurdez y paranoia de la gestión del gobierno italiano es caótica y desastrosa. Así pasa, que fríen a los ciudadanos a continuas huelgas que dan una visión de pulso de gobierno vs trabajadores dejando una impresión tercermundista del país y de poca cercanía de los políticos con su pueblo.
Con una gran dosis de paciencia por parte de Olga y yo cogimos el mapa y a partir del edificio Pirelli echamos a andar hasta el hotel, no estábamos muy lejos pero el paseíto final fue de casi una hora hasta que encontramos nuestro hotel. Llegamos destrozados por la caminata, además de tener que llevar las bolsas encima. Habíamos andando mucho ese día y descansamos un poquito porque ya era tarde y queríamos tomar nuestro último aperitivi en Milán. No nos matamos a pensar y enfrente del hotel repetimos de nuevo en el Movida para despedirnos de él antes de volver a Madrid. Luego subimos a la habitación a darnos una ducha y pensar que haríamos por la noche.
Yo tenía pensado ir al Tunnel Milano que se encuentra en la Via Sammartini, 30, muy cerca de la Stazione Centrale (web: Tunnel Milano) pero el cansancio nos podía las ganas de coger el metro otra vez después de la desagradable sorpresa. Así que nos fuimos con muy acertado criterio al mejor garito de la zona de Corso Como, al Corso Como 10 (web: 10 Corso Como). Este garito tiene varias funciones, es coctelería, restaurante, galería de arte, tiene un hotel pequeñito de apenas 4 habitaciones y una tienda. La verdad es que el sitio es precioso, el cóctel nos salió carete pero merece la pena sentarse a disfrutar de la noche, por dentro luces ténues con decoracion vintage y por fuera multitud de plantas y maceteros con focos en el suelo que conforman un jardín maravilloso. Brindamos Olga y yo por última vez en el Corso Como 10 felicitándonos por el excelente viaje que habíamos hecho. Habían sido unos días muy buenos por Milán y de camino al hotel vimos la luna llena y descansamos para al día siguiente tomar nuestro vuelo de regreso, esto todavía no ha terminado.
Stazione Centrale.
Edificio Pirelli.
Via Montenapoleone. Tienda Versace.
Via Montenapoleone. Patio interior de la tienda de Armani.
Via Montenapoleone. Diseños de alta costura.
Iglesia de San Babila.
Via della Spiga.
Tiffany's. Desayuno con diamantes.
Corso Buenos Aires.
Porta Venezia.
Jardines de Giardini Pubblici Indro Montanelli.
Corso Venezia.
Corso Venezia.
10 Corso Como.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Antes de ir al meollo capitalista nos dirigimos a Centrale FS para buscar algún Internet Café y así poder sacar nuestras tarjetas de embarque del vuelo que teníamos al día siguiente con Iberia, así aprovechamos e hicimos unas fotos por fuera de esta impresionante estación y a uno de los edificios míticos de la ciudad que es el Edificio Pirelli, que es casi tan alto como el Duomo. Una vez que ya conseguimos imprimir nuestro vuelo nos fuimos al metro para ir a la parada de Montenapoleone y bajar de nuevo para observar la construcción del hotel Armani.
Esa mañana íbamos a completar el cuadrado de oro de la moda en Milán que lo componen Via Montenapoleone, Via Santo Spinto, Via Manzoni y Via della Spiga, con especial importancia a la primera calle que he citado que es donde se reúnen las mayores firmas nacionales e internacionales de alta costura. No soy ningún devoto de la moda y las tendencias pero lo que se ve allí es digno de admirarlo alguna vez en la vida, los escaparates y tiendas de Chanel, Yves Saint Laurent, Armani, Bulgari, Salvatore Ferragamo, Rolex y Omega entre otros eran espectaculares, todo un mundo de lujo y glamour concentrado en una calle de apenas 500 metros. Los precios obviamente y como todo el mundo se puede imaginar eran prohibitivos, sólo al alcance de bolsillos como los de Paris Hilton, Victoria Beckham o el anteriormente citado George Clooney. Para que os podáis hacer una idea en Armani su escaparate estaba decorado con una Harley Davidson donde al lado había un maniquí con un vestido puesto al precio de doce mil euros. Ya no sólo eran los trajes, relojes o perfumes, sino que todas las tiendas estaban decoradas con exquisita elegancia con flores, enredaderas por fuera y todo muy bonito. Puede sonar que el plan es absolutamente femenino porque es relativo a la moda pero yo salí encantado de esa calle.
Una vez que abandonamos Montenapoleone (donde podría vivir toda mi vida) nos encaminamos a través del Corso Venezia a la calle más pequeña de este cuadrado de oro que es Via della Spiga donde los bolsos de Armani y Chanel estaban expuestos dentro de unos cuadros con su marco incluido, en Via della Spiga la calle es peatonal y terminamos por llevarnos la última sorpresa en cuanto a marcas a nivel mundial, nos encontramos delante del escaparate de Tiffany's, que no es ni mucho menos la franquicia de Nueva York pero que se encuentra en un lugar privilegiado dentro de la ciudad. En esta calle me pararon a contarme una movida de no sé que ayuda humanitaria, todo muy amable y gentilmente me pidieron una donación. En la hoja de donaciones había gente que había puesto ayuditas de 100-50 euros de media, seguro que yo quedé fatal porque le dí un par de euros e iba que se mataba. Terminamos nuestra vuelta de tiendas caras donde no íbamos a comprar nada en la Piazza de San Babila donde recuerdo que entré en la tienda de Hugo Boss y me puse a probarme chaquetas, Olga se moría de vergüenza porque decía que para que entrábamos ahí si total era muy caro pero yo quería darme el gusto de probarme alguna de esas chaquetas caras, incluso el personal de la tienda se ofrecía a que si quería me las hacían a medida, eran unos precios módicos de seiscientos-setecientos euros la chaquetita. Eso sí, en el Corso Vittorio Emanuele II fuimos a la gran tienda de Zara que allí han montado y me compré una chaqueta.
Como no somos del imperio Hilton ni Rockefeller, como simples y llanos mortales nos montamos en el metro de San Babila para encaminarnos a la parada de Lima donde hay una zona ahí que también tiene moda italiana pero a precios normales y competitivos, grandes almacenes, tiendas de Mango y H&M's. Nada más bajar del metro de Lima te topas con otra de las grandes avenidas de Milán, el Corso Buenos Aires, como ya era tarde paramos por allí a comer en una cafetería normal y corriente donde también comimos pasta como el día anterior, algo ligero para esta vez sí comprar algo y no sólo limitarnos a observar. De hecho no se nos dio mal del todo porque en los almacenes Oviesse me compré dos pares de pantalones a buen precio y tenían muchas cosas interesantes. Después dimos una vuelta por todo el Corso Buenos Aires que estaba lleno de tiendecitas, recuerdo que me fui con amargura de esa calle porque encontramos una tienda de sombreros que estaba regentada por una pareja de viejecitos. Tenían sombreros de todo tipo, incluidos de la marca Borsalino, me probé uno que estaba bastante bien pero tenía una pega, tenía mucha ala el sombrero. El viejo se ofreció a que cortábamos el ala que hiciera falta para dejarlo a mi gusto pero el mayor problema venía por el precio, 115 euros el sombrerito. Todavía me acuerdo de ese sombrero y a día de hoy no se si hice bien o mal no comprando esa pieza.
Al final del Corso Buenos Aires se llega a otra de las zonas muy bonitas de Milán que es la Porta Venezia, otra de las antiguas entradas de la ciudad junto a Porta Garibaldi o Porta Ticinese, como ya estaban cerrando los comercios y llevábamos varias horas de tiendas decidimos comprarnos un helado italiano de esos tan ricos y dar una vuelta por los jardines de Giardini Publicci Indro Montanelli. Tranquilamente daríamos una vuelta y fumaríamos en este bonito parque cuya salida al Corso Venezia muestra una de las calles con mejor arquitectura de edificios de todo Milán. En las fotos que vienen ahora después lo podréis contemplar. Tenía pinta de zona ministerial y del sector bancario, muy parecida a la zona de Banco de España en Madrid.
Era la hora de volver a casa con todas nuestras bolsas y desde Porta Venezia fuimos a despedirnos del Duomo dando otro pequeño paseo para coger el metro y llegar de nuevo a la Stazione Centrale. Una vez que estábamos allí, íbamos a coger el metro hacia Porta Garibaldi y nos llevamos otra de las sorpresas desagradables del viaje. En ese momento van los del metro y se ponen de huelga para protestar contra Berlusconi, así que en 5 minutos nos vemos desalojados del metro en medio de la calle y las paradas de taxis a rebosar con una cola de gente de más o menos una hora para poder coger un taxi. No dudo que esta gente del metro tuviese razón en su conflicto, aunque lo desconozco, pero el nivel de absurdez y paranoia de la gestión del gobierno italiano es caótica y desastrosa. Así pasa, que fríen a los ciudadanos a continuas huelgas que dan una visión de pulso de gobierno vs trabajadores dejando una impresión tercermundista del país y de poca cercanía de los políticos con su pueblo.
Con una gran dosis de paciencia por parte de Olga y yo cogimos el mapa y a partir del edificio Pirelli echamos a andar hasta el hotel, no estábamos muy lejos pero el paseíto final fue de casi una hora hasta que encontramos nuestro hotel. Llegamos destrozados por la caminata, además de tener que llevar las bolsas encima. Habíamos andando mucho ese día y descansamos un poquito porque ya era tarde y queríamos tomar nuestro último aperitivi en Milán. No nos matamos a pensar y enfrente del hotel repetimos de nuevo en el Movida para despedirnos de él antes de volver a Madrid. Luego subimos a la habitación a darnos una ducha y pensar que haríamos por la noche.
Yo tenía pensado ir al Tunnel Milano que se encuentra en la Via Sammartini, 30, muy cerca de la Stazione Centrale (web: Tunnel Milano) pero el cansancio nos podía las ganas de coger el metro otra vez después de la desagradable sorpresa. Así que nos fuimos con muy acertado criterio al mejor garito de la zona de Corso Como, al Corso Como 10 (web: 10 Corso Como). Este garito tiene varias funciones, es coctelería, restaurante, galería de arte, tiene un hotel pequeñito de apenas 4 habitaciones y una tienda. La verdad es que el sitio es precioso, el cóctel nos salió carete pero merece la pena sentarse a disfrutar de la noche, por dentro luces ténues con decoracion vintage y por fuera multitud de plantas y maceteros con focos en el suelo que conforman un jardín maravilloso. Brindamos Olga y yo por última vez en el Corso Como 10 felicitándonos por el excelente viaje que habíamos hecho. Habían sido unos días muy buenos por Milán y de camino al hotel vimos la luna llena y descansamos para al día siguiente tomar nuestro vuelo de regreso, esto todavía no ha terminado.
Stazione Centrale.
Edificio Pirelli.
Via Montenapoleone. Tienda Versace.
Via Montenapoleone. Patio interior de la tienda de Armani.
Via Montenapoleone. Diseños de alta costura.
Iglesia de San Babila.
Via della Spiga.
Tiffany's. Desayuno con diamantes.
Corso Buenos Aires.
Porta Venezia.
Jardines de Giardini Pubblici Indro Montanelli.
Corso Venezia.
Corso Venezia.
10 Corso Como.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Prego Milano. Día 4.
El martes 17 de Marzo ya teníamos un plan preestablecido para ese día y era la visita al fresco de 'La última cena' de Leonardo Da Vinci, la cita la teníamos a última hora de la tarde, así que teníamos todo el día por delante para ir a visitar otros lugares de la capital de Lombardía. Hacía buen tiempo en Milán a estas alturas de Marzo y como estábamos cansados del largo día en Turín nos tomamos el día más relajadamente e incluso salimos un rato fuera del hotel para tomar unas fotos del mismo.
El plan para por la mañana y comer iba a ser visitar la zona de Brera. En la línea verde de metro desde Porta Garibaldi se llegaba directo y enseguida a la parada Lanza Brera Piccolo Teatro, a partir de allí con nuestro mapa de la ciudad nos orientaríamos por uno de los barrios más exclusivos de Milán e incluso más elegantes de toda la vieja Europa. Nuestro tour comenzó nada más subir las escaleras del metro con la vista del Piccolo Teatro, que es un edificio bastante famoso en la ciudad pero que tampoco le encontré ese encanto que dicen que tiene, será que por dentro es muy espectacular, ya que su visión por fuera me dejó totalmente indiferente.
Caminando por la Via Tivoli y siguiendo por Via Pontaccio se adentra uno de lleno en el barrio de Brera, para ello voy a dedicar unas líneas que merece este singular sitio. Brera es un Milán totalmente diferente a todo lo demás, evoca a los barrios parisinos donde vivían los artistas como Montmartre, una arquitectura preciosa, calle con excelentes cafeterías, restaurantes y tiendas exclusivas de este barrio. Actualmente Brera es el barrio más caro de Milán y tiene pisos en alquiler de nueve mil euros por apenas 70 m2. Escuché que el jugador del Inter de Milán Samuel Eto'o estaba buscando casa por esta zona para instalarse a vivir en la ciudad mientras todavía vivía en el hotel. Pero no sólo es ese el encanto de Brera, también posee una de las mejores galerías de arte que es la Pinacoteca de Brera que comparte con una de las facultades más bonitas que he visto que es la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Milán.
Nuestra visita antes de comer fue a esta facultad que nos había recomendado nuestro buen amigo Miguel Ángel Tornero, él había estudiado allí en su año de Erasmus y quería desde aquí agradecerle los datos y pistas que me dio sobre Milán para hacer una excursión más completa por la ciudad. La visita a la facultad merece la pena porque es preciosa, tiene un gran patio de entrada donde hay diferentes esculturas y luego una vez dentro de los pasillos te encontrabas más obras expuestas y mucho alumno en versión perroflauta (como son estos artistas). Como ya se hacía la hora de comer buscamos diferentes sitios donde la clavada fuera leve, ya que como antes he mencionado este barrio es carísimo. Acabamos en uno de los sitios clásicos del barrio que es el Cafe Beverin que hace esquina entre Via Brera y Via Pontaccio, un poquito de pasta italiana y sin pedir postre hizo que el presupuesto no subiría mucho, además una amiga de Olga (Olivia) le dijo que en la facultad de Bellas Artes uno se puede tomar un café tirado de precio en un patio que tiene buenas vistas, así que para allá que nos encaminamos. El café dejaba bastante que desear para estar en Italia pero sí que es verdad que el patio era bastante chulo y merece pasarse uno por allí.
Bajando por Via Brera desembocamos en la Via Giusseppe Verdi e íbamos cerrando el círculo alrededor de la zona centro de Milán al pasar por la Iglesia de Sant Giussepe ya que al lado nos encontramos nuestro conocido Teatro della Scala, es una zona muy chula de visitar porque hay muchas tiendas para compras y muy bonitas pastelerías. Como aún había tiempo antes de nuestra visita programada dimos una vuelta por un lateral del Duomo en la Galería del Corso Vittorio Emanuele II donde se ubican varias firmas de moda y es una alegre calle peatonal con mucha vida, incluso como auténticos turistas nos hicimos fotos en el escaparate de la tienda de Ferrari. Esta galería desemboca en una de las plazas más bonitas de Milán que es la Piazza de Sant Babila comienzo o final, según se mire, de la zona de compras más exclusiva de la ciudad que abarca varias de las calles más famosas de la capital del diseño que son Via Bigli, Via Montenapoleone y Corso Giacomo Matteoti, que son zonas que posteriormente habría que explorar más en profundidad, pero eso será en otra entrega del viaje. Sé que puedo ser y seguro que al leer lo estaréis pensando que soy un poco pesado con los nombres y datos de las calles pero son sitios históricos donde han ocurrido y ocurren las diferentes tendencias de arte, diseño y moda del mundo Occidental.
Ya era la hora de ir a nuestra cita con Da Vinci y a través del metro de Sant Babila hasta Conciliazione nos encaminamos al Cenacolo Vinciano que se encuentra al lado de la Iglesia de Santa Maria delle Grazie en una zona que sino llega a ser por ir a ver esto no habríamos ido y que tiene su interés, ya que evoca a los barrios más céntricos de París, estaba siendo un día muy francés en Milán. De hecho la Piazza de Santa Maria delle Grazie es un lugar bonito y acogedor. Cuando llegamos para entrar tuvimos problemas porque resulta que la web de reservas se había equivocado y ya había pasado nuestra cita pero el hombre de la oficina fue muy majete con nosotros y nos dejó entrar con el grupo que ya se disponía a pasar porque quedaban plazas libres. No soy un entendido en arte ni nunca he pretendido serlo y más de cosas que se hicieron en otros siglos, el fresco sin llegar a ser espectacular tiene su encanto pero me parece que tiene una fama desmedida esta obra sólo porque la pintó un genio como fue Leonardo Da Vinci, a mí de este personaje me interesan más sus inventos y su carácter humanista apostando por la investigación y la creación.
Tras la visita cultural, en la Piazza de Santa Maria delle Grazie vi pasar un tranvía que iba a San Siro y podría haber tenido la oportunidad de ir a ver el estadio que comparten Inter y Milán pero se iba a hacer muy tarde y pensé en un plan que me gustaba más y que me apetecía más hacer que era salir a tomar algo por la noche al Navigli. Así que tomamos el metro para hacer transbordo en Cadorna y volver al hotel para ponernos guapos. Una vez preparados bajamos también en metro hasta nuestra conocida parada de Porta Genova y está vez no íbamos a tomar el aperitivi sino que íbamos a cenar en uno de los más prestigiosos restaurantes de toda Italia, El Brellin (web: Restaurante El Brellin). Por fuera el sitio es muy bonito pero por dentro gana aún más enteros con una decoración tradicional italiana, una chimenea y un servicio muy atento. Recuerdo que Olga acertó mejor en su elección que yo y hicimos una gran cena, tampoco fue muy caro y me encantó haber estado en este restaurante. Después cerca del puente y casi tocando con Via Gorizia tomamos un mojito y un mai thai en uno de los pocos sitios que había animados para ser un martes.
Estaba cayendo la medianoche sobre Milán y tras apurar nuestros licores nos fuimos para casa antes de que nos encontráramos el metro cerrado y tuviéramos que buscarnos la vida para encontrar un taxi, además a esas horas en Via Vigevano había un ambientillo muy chungo que no molaba nada y que no invitaba a quedarse a altas horas por allí, viendo la luna en Porta Genova y tomando un último Brugal en la habitación del hotel acababa otra jornada que fue muy completa. Nos quedaba otro día completo por la ciudad y haríamos un plan que todo turista tiene que hacer por Milán, ir a las tiendas de las grandes marcas de moda a dar una vuelta.
Piccolo Teatro di Brera.
Via Pontaccio. Cafetería el Beverin.
Via Brera.
Pinacoteca di Brera.
Patio Central de la Facultad de Bellas Artes.
Barrio de Brera.
Corso Vittorio Emanuele II. Al fondo el Duomo.
Piazza della Conciliazione.
Piazza Santa Maria delle Grazie. Tranvía.
La última cena. Leonardo Da Vinci.
El Brellin, donde íbamos hacer nuestra particular última cena en homenaje a Da Vinci.
Y para terminar unos cocktails ricos, ricos y con fundamento.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
El plan para por la mañana y comer iba a ser visitar la zona de Brera. En la línea verde de metro desde Porta Garibaldi se llegaba directo y enseguida a la parada Lanza Brera Piccolo Teatro, a partir de allí con nuestro mapa de la ciudad nos orientaríamos por uno de los barrios más exclusivos de Milán e incluso más elegantes de toda la vieja Europa. Nuestro tour comenzó nada más subir las escaleras del metro con la vista del Piccolo Teatro, que es un edificio bastante famoso en la ciudad pero que tampoco le encontré ese encanto que dicen que tiene, será que por dentro es muy espectacular, ya que su visión por fuera me dejó totalmente indiferente.
Caminando por la Via Tivoli y siguiendo por Via Pontaccio se adentra uno de lleno en el barrio de Brera, para ello voy a dedicar unas líneas que merece este singular sitio. Brera es un Milán totalmente diferente a todo lo demás, evoca a los barrios parisinos donde vivían los artistas como Montmartre, una arquitectura preciosa, calle con excelentes cafeterías, restaurantes y tiendas exclusivas de este barrio. Actualmente Brera es el barrio más caro de Milán y tiene pisos en alquiler de nueve mil euros por apenas 70 m2. Escuché que el jugador del Inter de Milán Samuel Eto'o estaba buscando casa por esta zona para instalarse a vivir en la ciudad mientras todavía vivía en el hotel. Pero no sólo es ese el encanto de Brera, también posee una de las mejores galerías de arte que es la Pinacoteca de Brera que comparte con una de las facultades más bonitas que he visto que es la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Milán.
Nuestra visita antes de comer fue a esta facultad que nos había recomendado nuestro buen amigo Miguel Ángel Tornero, él había estudiado allí en su año de Erasmus y quería desde aquí agradecerle los datos y pistas que me dio sobre Milán para hacer una excursión más completa por la ciudad. La visita a la facultad merece la pena porque es preciosa, tiene un gran patio de entrada donde hay diferentes esculturas y luego una vez dentro de los pasillos te encontrabas más obras expuestas y mucho alumno en versión perroflauta (como son estos artistas). Como ya se hacía la hora de comer buscamos diferentes sitios donde la clavada fuera leve, ya que como antes he mencionado este barrio es carísimo. Acabamos en uno de los sitios clásicos del barrio que es el Cafe Beverin que hace esquina entre Via Brera y Via Pontaccio, un poquito de pasta italiana y sin pedir postre hizo que el presupuesto no subiría mucho, además una amiga de Olga (Olivia) le dijo que en la facultad de Bellas Artes uno se puede tomar un café tirado de precio en un patio que tiene buenas vistas, así que para allá que nos encaminamos. El café dejaba bastante que desear para estar en Italia pero sí que es verdad que el patio era bastante chulo y merece pasarse uno por allí.
Bajando por Via Brera desembocamos en la Via Giusseppe Verdi e íbamos cerrando el círculo alrededor de la zona centro de Milán al pasar por la Iglesia de Sant Giussepe ya que al lado nos encontramos nuestro conocido Teatro della Scala, es una zona muy chula de visitar porque hay muchas tiendas para compras y muy bonitas pastelerías. Como aún había tiempo antes de nuestra visita programada dimos una vuelta por un lateral del Duomo en la Galería del Corso Vittorio Emanuele II donde se ubican varias firmas de moda y es una alegre calle peatonal con mucha vida, incluso como auténticos turistas nos hicimos fotos en el escaparate de la tienda de Ferrari. Esta galería desemboca en una de las plazas más bonitas de Milán que es la Piazza de Sant Babila comienzo o final, según se mire, de la zona de compras más exclusiva de la ciudad que abarca varias de las calles más famosas de la capital del diseño que son Via Bigli, Via Montenapoleone y Corso Giacomo Matteoti, que son zonas que posteriormente habría que explorar más en profundidad, pero eso será en otra entrega del viaje. Sé que puedo ser y seguro que al leer lo estaréis pensando que soy un poco pesado con los nombres y datos de las calles pero son sitios históricos donde han ocurrido y ocurren las diferentes tendencias de arte, diseño y moda del mundo Occidental.
Ya era la hora de ir a nuestra cita con Da Vinci y a través del metro de Sant Babila hasta Conciliazione nos encaminamos al Cenacolo Vinciano que se encuentra al lado de la Iglesia de Santa Maria delle Grazie en una zona que sino llega a ser por ir a ver esto no habríamos ido y que tiene su interés, ya que evoca a los barrios más céntricos de París, estaba siendo un día muy francés en Milán. De hecho la Piazza de Santa Maria delle Grazie es un lugar bonito y acogedor. Cuando llegamos para entrar tuvimos problemas porque resulta que la web de reservas se había equivocado y ya había pasado nuestra cita pero el hombre de la oficina fue muy majete con nosotros y nos dejó entrar con el grupo que ya se disponía a pasar porque quedaban plazas libres. No soy un entendido en arte ni nunca he pretendido serlo y más de cosas que se hicieron en otros siglos, el fresco sin llegar a ser espectacular tiene su encanto pero me parece que tiene una fama desmedida esta obra sólo porque la pintó un genio como fue Leonardo Da Vinci, a mí de este personaje me interesan más sus inventos y su carácter humanista apostando por la investigación y la creación.
Tras la visita cultural, en la Piazza de Santa Maria delle Grazie vi pasar un tranvía que iba a San Siro y podría haber tenido la oportunidad de ir a ver el estadio que comparten Inter y Milán pero se iba a hacer muy tarde y pensé en un plan que me gustaba más y que me apetecía más hacer que era salir a tomar algo por la noche al Navigli. Así que tomamos el metro para hacer transbordo en Cadorna y volver al hotel para ponernos guapos. Una vez preparados bajamos también en metro hasta nuestra conocida parada de Porta Genova y está vez no íbamos a tomar el aperitivi sino que íbamos a cenar en uno de los más prestigiosos restaurantes de toda Italia, El Brellin (web: Restaurante El Brellin). Por fuera el sitio es muy bonito pero por dentro gana aún más enteros con una decoración tradicional italiana, una chimenea y un servicio muy atento. Recuerdo que Olga acertó mejor en su elección que yo y hicimos una gran cena, tampoco fue muy caro y me encantó haber estado en este restaurante. Después cerca del puente y casi tocando con Via Gorizia tomamos un mojito y un mai thai en uno de los pocos sitios que había animados para ser un martes.
Estaba cayendo la medianoche sobre Milán y tras apurar nuestros licores nos fuimos para casa antes de que nos encontráramos el metro cerrado y tuviéramos que buscarnos la vida para encontrar un taxi, además a esas horas en Via Vigevano había un ambientillo muy chungo que no molaba nada y que no invitaba a quedarse a altas horas por allí, viendo la luna en Porta Genova y tomando un último Brugal en la habitación del hotel acababa otra jornada que fue muy completa. Nos quedaba otro día completo por la ciudad y haríamos un plan que todo turista tiene que hacer por Milán, ir a las tiendas de las grandes marcas de moda a dar una vuelta.
Piccolo Teatro di Brera.
Via Pontaccio. Cafetería el Beverin.
Via Brera.
Pinacoteca di Brera.
Patio Central de la Facultad de Bellas Artes.
Barrio de Brera.
Corso Vittorio Emanuele II. Al fondo el Duomo.
Piazza della Conciliazione.
Piazza Santa Maria delle Grazie. Tranvía.
La última cena. Leonardo Da Vinci.
El Brellin, donde íbamos hacer nuestra particular última cena en homenaje a Da Vinci.
Y para terminar unos cocktails ricos, ricos y con fundamento.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Prego Torino. Día 3.
El lunes 16 de Marzo iba a ser un día especial porque dejaríamos Milán para salir un poco de esta ciudad y viajar a Turín, que a partir de ahora en todo el texto me referiré a ella como Torino que es mucho más bonito y es su nombre original. Esta ciudad como ya he dicho en anteriores posts ya la había visitado hace un tiempo gracias a mi amigo Alfonso que estaba trabajando allí y en compañía de él e Israel pasamos un buen fin de semana por la ciudad y fuimos también al Valle de Aosta.
Así que nos dispusimos para nuestro viaje y fuimos como siempre a nuestra estación de Porta Garibaldi para ir en metro hacía Centrale FS y allí coger el tren de alta velocidad italiana que nos dejaría en Torino en apenas hora y veinte minutos. Primero quiero comentar lo bonita que es esta estación de tren en Milán, merece la pena su visita, aunque cuando fuimos nosotros había varias partes en obras. Me encantó el sitio y por lo visto allí se rodaron varias escenas de la película 'Los intocables' de Brian de Palma, en la famosa escena del carrito de bebé que Elliot Ness salva y que fue homenaje a la misma escena de la mítica película 'El acorazado de Potemkin'. Una vez en los andenes vimos que había muchos destinos para ir por toda Italia e incluso a Francia y Suiza. Pero como siempre hay que recordar que estamos en Italia y este país como es un poco desastre pues tenía varias deficiencias en esta bonita instalación. No había controles ninguno, vamos que si no hubiésemos pagado billete no hubiera pasado nada y la parte más desagradable, los trenes son muy lentos y siempre llevan retraso. De hecho una cosa que me dejó sorprendido es que en los paneles de cada tren en la estación guardan un hueco para informar del retraso que lleva el tren, como si fuese algo de lo más normal.
El viaje fue un poco rollo, a pesar del ir en un AVE italiano paraba un montón de veces, en pequeños pueblos y a veces en medio de la nada. Un viaje que iba a ser de una hora y veinte se convirtió en un viaje de una hora y cincuenta, una auténtica vergüenza que quiero denunciar a través del blog.
Una vez llegados a Torino no me acordaba en que parada había que bajarse, si en Torino Porta Susa o en Torino Porta Nouva, pero esta vez mi memoria e intuición no me falló y decidí que bajaríamos en Torino Porta Susa. A partir de ahí daríamos un agradable paseo por esta ciudad patrimonio de la humanidad. La otra vez cuando estuve en Torino me alojé cerca de la estación que habíamos bajado ahora, en concreto en el Hotel Diplomatic, un hotel de muy buena calidad y muy bien comunicado que está en Via Cernaia. Enseguida, debajo de los soportales pasamos por la puerta del hotel y me alegré mucho de llegar otra vez por allí y a la mente vinieron buenos recuerdos del viaje anterior. Las calles de la parte central de Torino están bajo soportales que hacen que la ciudad se embellezca y como llueve bastante pues la gente puede hacer sus compras y su vida diaria como en un día soleado.
Siguiendo por la Via Cernaia a mano izquierda nos encontramos un mercadillo ambulante que todavía estaba montado, así que nos dimos una vuelta por allí aunque no había gran cosa, si acaso lo mejor eran los puestos de comida con esos buenos embutidos, pasta y mozarella que se hace en toda Italia, creo recordar que la calle del mercadillo era Via de San Francisco d'Assisi. Una vez terminado el mercadillo resulta que desembocamos por una de las calles principales de la ciudad que está llena de comercios que es la Via Garibaldi. Esta calle yo la recordaba porque entre otras cosas está la tienda oficial del equipo de la ciudad, la Juventus de Turín y una tienda de camisetas así un poco undergrounds. No nos hizo falta apenas el plano porque con lo que iba recordando nos orientamos bastante bien, a Olga como yo pensaba le estaba gustando mucho la ciudad y además no se notaba, primero, una gran diferencia de clases y segundo la gente no tenía el estrés que observábamos en Milán.
Al final de la Via Garibaldi se llega a la Piazza del Castello, centro histórico de la ciudad donde se encuentra el palacio donde vivieron los primeros reyes de Italia y la biblioteca de Torino, un palacio de singular belleza y una plaza muy acogedora, luego pondré fotos de todos estos lugares tan bonitos para que se pueda apreciar lo que aquí estoy contando con palabras, al otro lado de la plaza hay una estatua al soldado desconocido y la visión de los tranvías, los cables, los autobuses y la gente hacen que sea un marco difícil de igualar. Ya estaba llegando la hora de comer y recordaba que cerca de allí había una zona de restaurantes que seguro que encontraríamos algo a nuestro gusto. Bajo los soportales de la Via Pietro Micca comimos en el restaurante Lunarossa. Un sitio muy elegante donde si hubiésemos llegado antes podríamos haber degustado su buffet pero como ya no podía ser pedimos unas pizzas que estaban muy ricas. En la misma calle y en una de las múltiples y buenas pastelerías de la ciudad nos tomamos un rico capuccino. Torino es famoso por varias cosas, una de ellas es su chocolate que es de una calidad superior y otra por su fábrica de coches Fiat. Mientras nos tomamos el capuccino fuimos contando la cantidad de coches de esta marca que hay en la ciudad, aproximadamente nos salió un 70% de los coches en Torino son de la marca Fiat. No hay que olvidar que el clan Agnelli son de esta ciudad.
Tras nuestro descanso para la sobremesa fuimos de nuevo a Piazza del Castello para enfilar la calle que te lleva hasta el río de la ciudad, la Via Po, una de las calles más bonitas de toda Italia, con heladerías, librerías, edificios históricos de la Universidad y tiendas de música. Recordaba que la anterior vez en esa calle comí un helado de nocciola y está vez Olga y yo lo íbamos a repetir. Al final de la calle te encuentras la segunda plaza más importante de la ciudad, la Piazza Vittorio Veneto que desemboca justo en los márgenes del río Po. Cruzamos el puente Vittorio Emanuele I para contemplar la iglesia de Gran Madre de Dio que es donde se acaba el Torino central. En estos márgenes del río en la parte de la plaza de Vittorio Veneto hay varios clubs y garitos de música donde Alfonso, Israel y yo pasamos un gran noche de Sábado cuando fui en Junio la otra vez, había uno que era del partido comunista italiano con música en directo que fue muy divertido pero los cócteles eran pésimos. Olga y yo bajamos a ver el río y otra vez volvieron los recuerdos a mi mente, siempre me ha fascinado Torino, que se conoce también como la ciudad del diablo.
Tras estar un buen rato al lado del Po y ver pasar a la gente seguimos nuestro paseo. Yo recordaba que había una zona de terrazas en la ciudad que merecía la pena verlas y para allá que fuimos, pero resultó que no recordaba bien el camino, aún así no nos perdimos y nos encaminamos hacía uno de los sitios más mágicos de Torino, por la Via Giusseppe Verdi y pasando una facultad se llega a la Mole Antonelliana que es un gran torre donde se ubica el Museo Nacional del Cine Italiano. Un sitio donde aún tengo una cuenta pendiente porque quiero pasar a verlo y la primera vez como era fin de semana no pudimos ir a verlo y esta segunda como fuimos en Lunes resultó que estaba cerrado, espero volver una tercera vez a Torino y por fin pasar a ese museo. Por dentro lo he visto en una película italiana que se llama 'Después de medianoche' (Doppo mezzanotte)' de Davide Ferrario. Una bonita película que trata de una joven del barrio periférico de Torino La Falchera y un chaval que trabaja por las noches de vigilante en la Mole Antonelliana. Al lado de la torre tomamos algo en una terraza para estar un ratito por allí y después volvimos a los soportales para terminar el círculo de nuestro paseo.
Como todavía faltaba un poco para el tren de vuelta después de haber visitado alguna que otra calle famosa de Torino como la Via Galileo Ferraris o el Palazzo della Cittá recordaba que cerca del hotel Diplomatic había un pequeño supermercado. Allí podríamos comprar alguna cosilla de recuerdo y también para traer a nuestras casas algún licor de regalo, que hasta el momento en la excursión no habíamos podido comprar nada porque no hacíamos más que ir a ver cosas. Así que tranquilamente en el Crai de Via Cernaia compramos limoncello y alguna pasta. Tampoco que pesara mucho que luego teníamos el viaje de vuelta a Milán.
De nuevo regresábamos a Torino Porta Susa, iba a ser el final de nuestra estancia en Torino, antes de entrar en la estación recuerdo que me llamó la mujer de la inmobiliaria para decirme que ya había fechas para la firma de las escrituras del piso que había comprado. En el anden esperamos a que llegará el TGV francés procedente de París para volver a Milán, yo pensaba cuantas cosas habían cambiado en mi vida desde la primera vez que había pisado Torino hasta ese mismo momento donde me encontraba allí, no sin cierta tristeza abandoné la ciudad pero sé que voy a volver porque algún día entraré en la Mole Antonelliana.
La llegada a Centrale FS fue una de las cosas más surrealistas que le pueden pasar a una persona, vienes desde Torino para llegar a Milán, no tienes que pasar ningún control, nadie te pide el billete del tren y nada más llegar a la estación te topas con la policía fronteriza pidiéndote el pasaporte para poder pasar al país. Cierto es que el tren viene desde París pero estaba claro que llevábamos unas bolsas de un supermercado de tu propio país y que vengo desde otra ciudad de la misma región. La paranoia inmigratoria de Berlusconi es de risa y te topas con situaciones absurdas como esta, te puedes colar en un tren que nada te va a pasar pero ayy de tí como no seas ciudadano de primera, te empapelarán.
Una vez que pasamos el trámite y muertos de risa en el metro por lo que había pasado nos dirigimos hacia el hotel, como ya era muy de noche y no podíamos ir al aperitivi decidimos que esa noche subiríamos al ático del hotel y podríamos cenar allí. Acertamos en el plan porque el restaurante del ático del Atahotel The Big es muy bonito y tienes unas impresionantes vistas de la ciudad. Recuerdo que pedí un filete a la milanesa que es lo mismo que el Wiener Schineltz austriaco, el típico y archiconocido filete empanado, que estos europeos no se matan a tener ideas originales en la cocina y más si la ciudad en cuestión no tiene acceso al mar. Eso sí, en la decoración tenían un cuadro de unas prestigiosas bodegas de vino de Oporto, las bodegas Sandeman.
Aquí terminó nuestro día por Torino, bajamos a la habitación a tomar un copazo en la habitación y a descansar de un largo día que fue muy bonito y que lo repetiría una y mil veces. Es de esos días que siempre lo vas a recordar y que hacen que merezca la pena el gasto de dinero, tiempo y esfuerzo por viajar y conocer sitios interesantes que van a aportar algo a tu existencia. Puede quedar el párrafo muy trascendental y pedante pero desde luego tanto Torino como Reykjavik ya son una parte importante de mi persona y nunca me hartaré de ver cosas acerca de estos dos sitios.
Stazione Central di Milano.
Acceso a los trenes de Alta Velocidad.
Bajo los soportales de la Via Cernaia.
Via Garibaldi. Torino.
Palazzo Madama en la Piazza Castello.
Piazza del Castello.
Capuccino en Via Pietro Micca.
Via Po junto a la Piazza Vittorio Veneto.
Río Po. Al fondo la Iglesia de Gran Madre de Dio.
Mole Antonelliana. Museo Nacional de Cine.
Palazzo della Cittá.
Corso Galileo Ferraris.
Mole Antonelliana. Las luces en rojo que se ven en la torre son los números de la serie de Fibonacci.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Así que nos dispusimos para nuestro viaje y fuimos como siempre a nuestra estación de Porta Garibaldi para ir en metro hacía Centrale FS y allí coger el tren de alta velocidad italiana que nos dejaría en Torino en apenas hora y veinte minutos. Primero quiero comentar lo bonita que es esta estación de tren en Milán, merece la pena su visita, aunque cuando fuimos nosotros había varias partes en obras. Me encantó el sitio y por lo visto allí se rodaron varias escenas de la película 'Los intocables' de Brian de Palma, en la famosa escena del carrito de bebé que Elliot Ness salva y que fue homenaje a la misma escena de la mítica película 'El acorazado de Potemkin'. Una vez en los andenes vimos que había muchos destinos para ir por toda Italia e incluso a Francia y Suiza. Pero como siempre hay que recordar que estamos en Italia y este país como es un poco desastre pues tenía varias deficiencias en esta bonita instalación. No había controles ninguno, vamos que si no hubiésemos pagado billete no hubiera pasado nada y la parte más desagradable, los trenes son muy lentos y siempre llevan retraso. De hecho una cosa que me dejó sorprendido es que en los paneles de cada tren en la estación guardan un hueco para informar del retraso que lleva el tren, como si fuese algo de lo más normal.
El viaje fue un poco rollo, a pesar del ir en un AVE italiano paraba un montón de veces, en pequeños pueblos y a veces en medio de la nada. Un viaje que iba a ser de una hora y veinte se convirtió en un viaje de una hora y cincuenta, una auténtica vergüenza que quiero denunciar a través del blog.
Una vez llegados a Torino no me acordaba en que parada había que bajarse, si en Torino Porta Susa o en Torino Porta Nouva, pero esta vez mi memoria e intuición no me falló y decidí que bajaríamos en Torino Porta Susa. A partir de ahí daríamos un agradable paseo por esta ciudad patrimonio de la humanidad. La otra vez cuando estuve en Torino me alojé cerca de la estación que habíamos bajado ahora, en concreto en el Hotel Diplomatic, un hotel de muy buena calidad y muy bien comunicado que está en Via Cernaia. Enseguida, debajo de los soportales pasamos por la puerta del hotel y me alegré mucho de llegar otra vez por allí y a la mente vinieron buenos recuerdos del viaje anterior. Las calles de la parte central de Torino están bajo soportales que hacen que la ciudad se embellezca y como llueve bastante pues la gente puede hacer sus compras y su vida diaria como en un día soleado.
Siguiendo por la Via Cernaia a mano izquierda nos encontramos un mercadillo ambulante que todavía estaba montado, así que nos dimos una vuelta por allí aunque no había gran cosa, si acaso lo mejor eran los puestos de comida con esos buenos embutidos, pasta y mozarella que se hace en toda Italia, creo recordar que la calle del mercadillo era Via de San Francisco d'Assisi. Una vez terminado el mercadillo resulta que desembocamos por una de las calles principales de la ciudad que está llena de comercios que es la Via Garibaldi. Esta calle yo la recordaba porque entre otras cosas está la tienda oficial del equipo de la ciudad, la Juventus de Turín y una tienda de camisetas así un poco undergrounds. No nos hizo falta apenas el plano porque con lo que iba recordando nos orientamos bastante bien, a Olga como yo pensaba le estaba gustando mucho la ciudad y además no se notaba, primero, una gran diferencia de clases y segundo la gente no tenía el estrés que observábamos en Milán.
Al final de la Via Garibaldi se llega a la Piazza del Castello, centro histórico de la ciudad donde se encuentra el palacio donde vivieron los primeros reyes de Italia y la biblioteca de Torino, un palacio de singular belleza y una plaza muy acogedora, luego pondré fotos de todos estos lugares tan bonitos para que se pueda apreciar lo que aquí estoy contando con palabras, al otro lado de la plaza hay una estatua al soldado desconocido y la visión de los tranvías, los cables, los autobuses y la gente hacen que sea un marco difícil de igualar. Ya estaba llegando la hora de comer y recordaba que cerca de allí había una zona de restaurantes que seguro que encontraríamos algo a nuestro gusto. Bajo los soportales de la Via Pietro Micca comimos en el restaurante Lunarossa. Un sitio muy elegante donde si hubiésemos llegado antes podríamos haber degustado su buffet pero como ya no podía ser pedimos unas pizzas que estaban muy ricas. En la misma calle y en una de las múltiples y buenas pastelerías de la ciudad nos tomamos un rico capuccino. Torino es famoso por varias cosas, una de ellas es su chocolate que es de una calidad superior y otra por su fábrica de coches Fiat. Mientras nos tomamos el capuccino fuimos contando la cantidad de coches de esta marca que hay en la ciudad, aproximadamente nos salió un 70% de los coches en Torino son de la marca Fiat. No hay que olvidar que el clan Agnelli son de esta ciudad.
Tras nuestro descanso para la sobremesa fuimos de nuevo a Piazza del Castello para enfilar la calle que te lleva hasta el río de la ciudad, la Via Po, una de las calles más bonitas de toda Italia, con heladerías, librerías, edificios históricos de la Universidad y tiendas de música. Recordaba que la anterior vez en esa calle comí un helado de nocciola y está vez Olga y yo lo íbamos a repetir. Al final de la calle te encuentras la segunda plaza más importante de la ciudad, la Piazza Vittorio Veneto que desemboca justo en los márgenes del río Po. Cruzamos el puente Vittorio Emanuele I para contemplar la iglesia de Gran Madre de Dio que es donde se acaba el Torino central. En estos márgenes del río en la parte de la plaza de Vittorio Veneto hay varios clubs y garitos de música donde Alfonso, Israel y yo pasamos un gran noche de Sábado cuando fui en Junio la otra vez, había uno que era del partido comunista italiano con música en directo que fue muy divertido pero los cócteles eran pésimos. Olga y yo bajamos a ver el río y otra vez volvieron los recuerdos a mi mente, siempre me ha fascinado Torino, que se conoce también como la ciudad del diablo.
Tras estar un buen rato al lado del Po y ver pasar a la gente seguimos nuestro paseo. Yo recordaba que había una zona de terrazas en la ciudad que merecía la pena verlas y para allá que fuimos, pero resultó que no recordaba bien el camino, aún así no nos perdimos y nos encaminamos hacía uno de los sitios más mágicos de Torino, por la Via Giusseppe Verdi y pasando una facultad se llega a la Mole Antonelliana que es un gran torre donde se ubica el Museo Nacional del Cine Italiano. Un sitio donde aún tengo una cuenta pendiente porque quiero pasar a verlo y la primera vez como era fin de semana no pudimos ir a verlo y esta segunda como fuimos en Lunes resultó que estaba cerrado, espero volver una tercera vez a Torino y por fin pasar a ese museo. Por dentro lo he visto en una película italiana que se llama 'Después de medianoche' (Doppo mezzanotte)' de Davide Ferrario. Una bonita película que trata de una joven del barrio periférico de Torino La Falchera y un chaval que trabaja por las noches de vigilante en la Mole Antonelliana. Al lado de la torre tomamos algo en una terraza para estar un ratito por allí y después volvimos a los soportales para terminar el círculo de nuestro paseo.
Como todavía faltaba un poco para el tren de vuelta después de haber visitado alguna que otra calle famosa de Torino como la Via Galileo Ferraris o el Palazzo della Cittá recordaba que cerca del hotel Diplomatic había un pequeño supermercado. Allí podríamos comprar alguna cosilla de recuerdo y también para traer a nuestras casas algún licor de regalo, que hasta el momento en la excursión no habíamos podido comprar nada porque no hacíamos más que ir a ver cosas. Así que tranquilamente en el Crai de Via Cernaia compramos limoncello y alguna pasta. Tampoco que pesara mucho que luego teníamos el viaje de vuelta a Milán.
De nuevo regresábamos a Torino Porta Susa, iba a ser el final de nuestra estancia en Torino, antes de entrar en la estación recuerdo que me llamó la mujer de la inmobiliaria para decirme que ya había fechas para la firma de las escrituras del piso que había comprado. En el anden esperamos a que llegará el TGV francés procedente de París para volver a Milán, yo pensaba cuantas cosas habían cambiado en mi vida desde la primera vez que había pisado Torino hasta ese mismo momento donde me encontraba allí, no sin cierta tristeza abandoné la ciudad pero sé que voy a volver porque algún día entraré en la Mole Antonelliana.
La llegada a Centrale FS fue una de las cosas más surrealistas que le pueden pasar a una persona, vienes desde Torino para llegar a Milán, no tienes que pasar ningún control, nadie te pide el billete del tren y nada más llegar a la estación te topas con la policía fronteriza pidiéndote el pasaporte para poder pasar al país. Cierto es que el tren viene desde París pero estaba claro que llevábamos unas bolsas de un supermercado de tu propio país y que vengo desde otra ciudad de la misma región. La paranoia inmigratoria de Berlusconi es de risa y te topas con situaciones absurdas como esta, te puedes colar en un tren que nada te va a pasar pero ayy de tí como no seas ciudadano de primera, te empapelarán.
Una vez que pasamos el trámite y muertos de risa en el metro por lo que había pasado nos dirigimos hacia el hotel, como ya era muy de noche y no podíamos ir al aperitivi decidimos que esa noche subiríamos al ático del hotel y podríamos cenar allí. Acertamos en el plan porque el restaurante del ático del Atahotel The Big es muy bonito y tienes unas impresionantes vistas de la ciudad. Recuerdo que pedí un filete a la milanesa que es lo mismo que el Wiener Schineltz austriaco, el típico y archiconocido filete empanado, que estos europeos no se matan a tener ideas originales en la cocina y más si la ciudad en cuestión no tiene acceso al mar. Eso sí, en la decoración tenían un cuadro de unas prestigiosas bodegas de vino de Oporto, las bodegas Sandeman.
Aquí terminó nuestro día por Torino, bajamos a la habitación a tomar un copazo en la habitación y a descansar de un largo día que fue muy bonito y que lo repetiría una y mil veces. Es de esos días que siempre lo vas a recordar y que hacen que merezca la pena el gasto de dinero, tiempo y esfuerzo por viajar y conocer sitios interesantes que van a aportar algo a tu existencia. Puede quedar el párrafo muy trascendental y pedante pero desde luego tanto Torino como Reykjavik ya son una parte importante de mi persona y nunca me hartaré de ver cosas acerca de estos dos sitios.
Stazione Central di Milano.
Acceso a los trenes de Alta Velocidad.
Bajo los soportales de la Via Cernaia.
Via Garibaldi. Torino.
Palazzo Madama en la Piazza Castello.
Piazza del Castello.
Capuccino en Via Pietro Micca.
Via Po junto a la Piazza Vittorio Veneto.
Río Po. Al fondo la Iglesia de Gran Madre de Dio.
Mole Antonelliana. Museo Nacional de Cine.
Palazzo della Cittá.
Corso Galileo Ferraris.
Mole Antonelliana. Las luces en rojo que se ven en la torre son los números de la serie de Fibonacci.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
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