miércoles, 1 de septiembre de 2010

Prego Torino. Día 3.

El lunes 16 de Marzo iba a ser un día especial porque dejaríamos Milán para salir un poco de esta ciudad y viajar a Turín, que a partir de ahora en todo el texto me referiré a ella como Torino que es mucho más bonito y es su nombre original. Esta ciudad como ya he dicho en anteriores posts ya la había visitado hace un tiempo gracias a mi amigo Alfonso que estaba trabajando allí y en compañía de él e Israel pasamos un buen fin de semana por la ciudad y fuimos también al Valle de Aosta.

Así que nos dispusimos para nuestro viaje y fuimos como siempre a nuestra estación de Porta Garibaldi para ir en metro hacía Centrale FS y allí coger el tren de alta velocidad italiana que nos dejaría en Torino en apenas hora y veinte minutos. Primero quiero comentar lo bonita que es esta estación de tren en Milán, merece la pena su visita, aunque cuando fuimos nosotros había varias partes en obras. Me encantó el sitio y por lo visto allí se rodaron varias escenas de la película 'Los intocables' de Brian de Palma, en la famosa escena del carrito de bebé que Elliot Ness salva y que fue homenaje a la misma escena de la mítica película 'El acorazado de Potemkin'. Una vez en los andenes vimos que había muchos destinos para ir por toda Italia e incluso a Francia y Suiza. Pero como siempre hay que recordar que estamos en Italia y este país como es un poco desastre pues tenía varias deficiencias en esta bonita instalación. No había controles ninguno, vamos que si no hubiésemos pagado billete no hubiera pasado nada y la parte más desagradable, los trenes son muy lentos y siempre llevan retraso. De hecho una cosa que me dejó sorprendido es que en los paneles de cada tren en la estación guardan un hueco para informar del retraso que lleva el tren, como si fuese algo de lo más normal.

El viaje fue un poco rollo, a pesar del ir en un AVE italiano paraba un montón de veces, en pequeños pueblos y a veces en medio de la nada. Un viaje que iba a ser de una hora y veinte se convirtió en un viaje de una hora y cincuenta, una auténtica vergüenza que quiero denunciar a través del blog.

Una vez llegados a Torino no me acordaba en que parada había que bajarse, si en Torino Porta Susa o en Torino Porta Nouva, pero esta vez mi memoria e intuición no me falló y decidí que bajaríamos en Torino Porta Susa. A partir de ahí daríamos un agradable paseo por esta ciudad patrimonio de la humanidad. La otra vez cuando estuve en Torino me alojé cerca de la estación que habíamos bajado ahora, en concreto en el Hotel Diplomatic, un hotel de muy buena calidad y muy bien comunicado que está en Via Cernaia. Enseguida, debajo de los soportales pasamos por la puerta del hotel y me alegré mucho de llegar otra vez por allí y a la mente vinieron buenos recuerdos del viaje anterior. Las calles de la parte central de Torino están bajo soportales que hacen que la ciudad se embellezca y como llueve bastante pues la gente puede hacer sus compras y su vida diaria como en un día soleado.

Siguiendo por la Via Cernaia a mano izquierda nos encontramos un mercadillo ambulante que todavía estaba montado, así que nos dimos una vuelta por allí aunque no había gran cosa, si acaso lo mejor eran los puestos de comida con esos buenos embutidos, pasta y mozarella que se hace en toda Italia, creo recordar que la calle del mercadillo era Via de San Francisco d'Assisi. Una vez terminado el mercadillo resulta que desembocamos por una de las calles principales de la ciudad que está llena de comercios que es la Via Garibaldi. Esta calle yo la recordaba porque entre otras cosas está la tienda oficial del equipo de la ciudad, la Juventus de Turín y una tienda de camisetas así un poco undergrounds. No nos hizo falta apenas el plano porque con lo que iba recordando nos orientamos bastante bien, a Olga como yo pensaba le estaba gustando mucho la ciudad y además no se notaba, primero, una gran diferencia de clases y segundo la gente no tenía el estrés que observábamos en Milán.

Al final de la Via Garibaldi se llega a la Piazza del Castello, centro histórico de la ciudad donde se encuentra el palacio donde vivieron los primeros reyes de Italia y la biblioteca de Torino, un palacio de singular belleza y una plaza muy acogedora, luego pondré fotos de todos estos lugares tan bonitos para que se pueda apreciar lo que aquí estoy contando con palabras, al otro lado de la plaza hay una estatua al soldado desconocido y la visión de los tranvías, los cables, los autobuses y la gente hacen que sea un marco difícil de igualar. Ya estaba llegando la hora de comer y recordaba que cerca de allí había una zona de restaurantes que seguro que encontraríamos algo a nuestro gusto. Bajo los soportales de la Via Pietro Micca comimos en el restaurante Lunarossa. Un sitio muy elegante donde si hubiésemos llegado antes podríamos haber degustado su buffet pero como ya no podía ser pedimos unas pizzas que estaban muy ricas. En la misma calle y en una de las múltiples y buenas pastelerías de la ciudad nos tomamos un rico capuccino. Torino es famoso por varias cosas, una de ellas es su chocolate que es de una calidad superior y otra por su fábrica de coches Fiat. Mientras nos tomamos el capuccino fuimos contando la cantidad de coches de esta marca que hay en la ciudad, aproximadamente nos salió un 70% de los coches en Torino son de la marca Fiat. No hay que olvidar que el clan Agnelli son de esta ciudad.

Tras nuestro descanso para la sobremesa fuimos de nuevo a Piazza del Castello para enfilar la calle que te lleva hasta el río de la ciudad, la Via Po, una de las calles más bonitas de toda Italia, con heladerías, librerías, edificios históricos de la Universidad y tiendas de música. Recordaba que la anterior vez en esa calle comí un helado de nocciola y está vez Olga y yo lo íbamos a repetir. Al final de la calle te encuentras la segunda plaza más importante de la ciudad, la Piazza Vittorio Veneto que desemboca justo en los márgenes del río Po. Cruzamos el puente Vittorio Emanuele I para contemplar la iglesia de Gran Madre de Dio que es donde se acaba el Torino central. En estos márgenes del río en la parte de la plaza de Vittorio Veneto hay varios clubs y garitos de música donde Alfonso, Israel y yo pasamos un gran noche de Sábado cuando fui en Junio la otra vez, había uno que era del partido comunista italiano con música en directo que fue muy divertido pero los cócteles eran pésimos. Olga y yo bajamos a ver el río y otra vez volvieron los recuerdos a mi mente, siempre me ha fascinado Torino, que se conoce también como la ciudad del diablo.

Tras estar un buen rato al lado del Po y ver pasar a la gente seguimos nuestro paseo. Yo recordaba que había una zona de terrazas en la ciudad que merecía la pena verlas y para allá que fuimos, pero resultó que no recordaba bien el camino, aún así no nos perdimos y nos encaminamos hacía uno de los sitios más mágicos de Torino, por la Via Giusseppe Verdi y pasando una facultad se llega a la Mole Antonelliana que es un gran torre donde se ubica el Museo Nacional del Cine Italiano. Un sitio donde aún tengo una cuenta pendiente porque quiero pasar a verlo y la primera vez como era fin de semana no pudimos ir a verlo y esta segunda como fuimos en Lunes resultó que estaba cerrado, espero volver una tercera vez a Torino y por fin pasar a ese museo. Por dentro lo he visto en una película italiana que se llama 'Después de medianoche' (Doppo mezzanotte)' de Davide Ferrario. Una bonita película que trata de una joven del barrio periférico de Torino La Falchera y un chaval que trabaja por las noches de vigilante en la Mole Antonelliana. Al lado de la torre tomamos algo en una terraza para estar un ratito por allí y después volvimos a los soportales para terminar el círculo de nuestro paseo.

Como todavía faltaba un poco para el tren de vuelta después de haber visitado alguna que otra calle famosa de Torino como la Via Galileo Ferraris o el Palazzo della Cittá recordaba que cerca del hotel Diplomatic había un pequeño supermercado. Allí podríamos comprar alguna cosilla de recuerdo y también para traer a nuestras casas algún licor de regalo, que hasta el momento en la excursión no habíamos podido comprar nada porque no hacíamos más que ir a ver cosas. Así que tranquilamente en el Crai de Via Cernaia compramos limoncello y alguna pasta. Tampoco que pesara mucho que luego teníamos el viaje de vuelta a Milán.

De nuevo regresábamos a Torino Porta Susa, iba a ser el final de nuestra estancia en Torino, antes de entrar en la estación recuerdo que me llamó la mujer de la inmobiliaria para decirme que ya había fechas para la firma de las escrituras del piso que había comprado. En el anden esperamos a que llegará el TGV francés procedente de París para volver a Milán, yo pensaba cuantas cosas habían cambiado en mi vida desde la primera vez que había pisado Torino hasta ese mismo momento donde me encontraba allí, no sin cierta tristeza abandoné la ciudad pero sé que voy a volver porque algún día entraré en la Mole Antonelliana.

La llegada a Centrale FS fue una de las cosas más surrealistas que le pueden pasar a una persona, vienes desde Torino para llegar a Milán, no tienes que pasar ningún control, nadie te pide el billete del tren y nada más llegar a la estación te topas con la policía fronteriza pidiéndote el pasaporte para poder pasar al país. Cierto es que el tren viene desde París pero estaba claro que llevábamos unas bolsas de un supermercado de tu propio país y que vengo desde otra ciudad de la misma región. La paranoia inmigratoria de Berlusconi es de risa y te topas con situaciones absurdas como esta, te puedes colar en un tren que nada te va a pasar pero ayy de tí como no seas ciudadano de primera, te empapelarán.

Una vez que pasamos el trámite y muertos de risa en el metro por lo que había pasado nos dirigimos hacia el hotel, como ya era muy de noche y no podíamos ir al aperitivi decidimos que esa noche subiríamos al ático del hotel y podríamos cenar allí. Acertamos en el plan porque el restaurante del ático del Atahotel The Big es muy bonito y tienes unas impresionantes vistas de la ciudad. Recuerdo que pedí un filete a la milanesa que es lo mismo que el Wiener Schineltz austriaco, el típico y archiconocido filete empanado, que estos europeos no se matan a tener ideas originales en la cocina y más si la ciudad en cuestión no tiene acceso al mar. Eso sí, en la decoración tenían un cuadro de unas prestigiosas bodegas de vino de Oporto, las bodegas Sandeman.

Aquí terminó nuestro día por Torino, bajamos a la habitación a tomar un copazo en la habitación y a descansar de un largo día que fue muy bonito y que lo repetiría una y mil veces. Es de esos días que siempre lo vas a recordar y que hacen que merezca la pena el gasto de dinero, tiempo y esfuerzo por viajar y conocer sitios interesantes que van a aportar algo a tu existencia. Puede quedar el párrafo muy trascendental y pedante pero desde luego tanto Torino como Reykjavik ya son una parte importante de mi persona y nunca me hartaré de ver cosas acerca de estos dos sitios.



Stazione Central di Milano.



Acceso a los trenes de Alta Velocidad.



Bajo los soportales de la Via Cernaia.



Via Garibaldi. Torino.



Palazzo Madama en la Piazza Castello.



Piazza del Castello.



Capuccino en Via Pietro Micca.



Via Po junto a la Piazza Vittorio Veneto.



Río Po. Al fondo la Iglesia de Gran Madre de Dio.



Mole Antonelliana. Museo Nacional de Cine.



Palazzo della Cittá.



Corso Galileo Ferraris.



Mole Antonelliana. Las luces en rojo que se ven en la torre son los números de la serie de Fibonacci.

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