El jueves 13 de Agosto partíamos de Helsinki a media mañana, el apartamento era sencillo de dejar porque únicamente había que dejar las llaves dentro (como no había recepción), eso sí, asegurándote antes no dejarse nada dentro porque luego ya no podías entrar a por ello. Fue nuestro último paseo por Kauppiaankatu hacia la parada del tranvía 4,4T que nos llevase a la estación central de Rautatientori. Una vez allí hay que coger un autobús que te lleva directo a Vantaa sin paradas. Recuerdo que por el camino pasamos por el mercado de Hakaniemi que no pudimos ver en nuestra excursión y no llovía, incluso había un espléndido sol. Me alegré mucho por Tuomas porque ese día iba a ver a Krafwert en Sornäinen y era al aire libre.
Ya no teníamos el bajón de la noche anterior porque se había acabado el viaje y contentos nos dirigíamos al aeropuerto para hacer el embarque, teníamos el vuelo a las 12:50 pm con la SAS que son las aerolíneas escandinavas hasta Copenhague, iba a ser un vuelo corto y en la capital danesa haríamos escala para luego ir hasta Madrid. El aeropuerto de Vantaa es pequeño y sencillo, pronto hicimos el check in para el vuelo, además los controles de seguridad eran muy tranquilos. En el aeropuerto nos dedicamos a ver tiendas e hice unas últimas compras, pillé un licor de Laponia para regalar que está muy bueno, de vez en cuando me tomo un chupito de esa botella, el licor en cuestión es Lapponia Lakka y la botella se puede ver aquí Lapponia. Embarcamos muy puntuales, tal como son los finlandeses, que no era cuestión de acumular retrasos ya que luego teníamos la escala.
El vuelo con la SAS fue un poco revuelto, el avión era pequeño y había turbulencias, cosa que le hizo ponerse a Olga un poco nerviosa, a ella no le gustan mucho los aviones y les tiene bastante respeto, una vez que llegamos a Copenhague lo que iba a ser un viaje de vuelta de placer se convirtió en un pequeño infierno porque en ese aeropuerto no se podía fumar y Olga decía que lo necesitaba, me hizo darme unas vueltas para nada que no me apetecía dar para encontrar algún espacio de fumadores que no existían. Tras el incidente comimos cerca de nuestra puerta de embarque y el sushi que me comí me salió bastante caro porque en Dinamarca te meten unas clavadas importantes con las coronas danesas, nos daba tiempo a comer, ya que, el vuelo salía a las 3:30 pm. Fue un poco amargo el viaje desde Copenhague hasta Madrid y luego una vez en Barajas tuvimos que ir a reclamar la maleta de Olga que le habían estropeado en el vuelo de ida a Helsinki. Como se nota que habíamos llegado de nuevo a España, para poder reclamar la maleta nos hicieron dar un montón de vueltas y tardamos una hora en hacer la reclamación. Acabé un poco quemado del viaje ese día y me supo mal que habiendo estado en Copenhague (una ciudad que me fascinaba) no la hubiese disfrutado, ese mal sabor de boca pude remediarlo al año siguiente, esta vez volviendo por allí de vacaciones, pero eso será otra historia que contaré en el blog en el futuro.
Quitando el tramo desde Copenhague a Madrid, que fue el único punto negro, lo demás se convirtió en un viaje inolvidable y excepcional. Después nos quedamos un par de días en Madrid disfrutando de las fiestas de la verbena de la Paloma donde encontramos por la calle Toledo a una pareja que también iba en el vuelo de vuelta desde Helsinki, había que apurar las vacaciones. Quiero repetir mi agradecimiento hacia Tuomas y Anna-Kaisa por su excelente hospitalidad, creo que luego cuando estuvieron en Madrid no fui tan buen anfitrión como lo fueron ellos allí en Helsinki, intenté serlo pero me fue imposible porque ellos en ese aspecto fueron perfectos. También mi agradecimiento a Olga como compañera de viaje, fue un muy buen complemento para mi y creo que a ella tampoco se le va a olvidar su estancia por allí, le encantó estar por Finlandia y como ella decía, nunca había estado tan lejos.
Para terminar estos posts sobre Helsinki y Finlandia quería comentar un aspecto que me impresionó del lugar y hacer un par de homenajes. Para mí, tanto Helsinki como Finlandia irán siempre asociadas a la naturaleza, especialmente al agua y a la madera. Son personas que no huyen de su entorno, no construyen un mundo artificial para meterse en una burbuja irreal, sino que se integran en su mundo natural. Por eso tu en Finlandia tienes un Mar Báltico o miles de Lagos que podrías obviarlos, sobre todo cuando están helados y ellos hacen una ventaja sobre ello, construyen los mejores barcos rompehielos del mundo, son unos grandes jugadores de hockey hielo y un pueblo pesquero donde la mitad de su población no come carnes, simplemente con su pescado y la dieta del país no lo necesitan. Eso en cuanto al agua, porque en el caso de la madera aún es más evidente. Al estar rodeados de bosques y con toda esa madera podrían haber montado un negocio exportador de madera y haber explotado sus bosques, en vez de eso han montado una industria del diseño a partir de elementos de vidrio y madera muy importantes, vendiendo grandes conceptos, han fabricado saunas, que un principio se calentaban con madera y ahora ya son eléctricas y construyen casas en el bosque de este material. Me ha impresionado sobre todo de los finlandeses de como un sitio tan despoblado y con unas condiciones metereológicas tan adversas hacen de ello una ventaja, me quito el sombrero ante ellos.
Y para terminar un par de homenajes, el primero para la figura de Alvar Aalto, el arquitecto y diseñador finlandés que ha sido el único arquitecto de la Segunda generación del Movimiento Moderno reconocido como "maestro", un genio tanto de la arquitectura como del diseño, su influencia ha sido tan grande que ahora Finlandia está en la punta de lanza del diseño más vanguardista. El segundo homenaje es para el cineasta finlandés Aki Kaurismäki, ganador de la Palma de Oro en Cannes por su película 'Un hombre sin pasado', también nominada al Óscar como mejor película de habla no inglesa, ni siquiera Aki apareció por la ceremonia en EEUU. Un hombre que ha construido relatos sobre la podredumbre de la sociedad finesa y realizó la trilogía del proletariado, los títulos son 'Ariel', 'Un hombre sin pasado' y 'La chica de la fábrica de cerillas'. Después de este viaje he visto varias películas de este bizarro director y me han encantado.
Hasta aquí otro viaje más, ha sido un placer durante estos días escribir las experiencias vividas en Helsinki, fue un viaje de los mejores que he tenido y me ha dejado onda huella. De Finlandia se pueden aprender muchas cosas y a día de hoy sigo aprendiendo de ellos. Espero que en otro momento pueda volver por allí, sobre todo a Laponia para conocer al pueblo sami, una cultura muy interesante. Pero eso es otro plan que aún no se escribirá en el blog, para el siguiente viaje iremos a latitudes más mediterráneas, iremos a Malta.
Agua. Mar Báltico desde la Plaza del Mercado.
Agua y Madera. Casas y laguna en Porvoo.
Madera. Lappi Ravintola.
Agua. Mericantovägen.
Agua. Lago Töölö. Helsinki.
Agua y Madera. Bosques y Lagos que Tuomas nos descubrió.
Madera. Cabaña y embarcadero de Tuomas.
Agua. Atardecer en el Bático.
Agua. Suomenlinna.
Madera. Sauna.
Madera. Alvar Aalto. Diseño finlandés.
Un brindis desde el Happy Jazz Storeville.
Y otro desde el A21 Bar de Helsinki.
Para despedirnos un tango finés de la película de Aki Kaurismäki 'La chica de la fábrica de cerillas'.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
sábado, 8 de enero de 2011
Kiitos Helsinki. Día 7.
El miércoles 12 de Agosto nos amaneció en Helsinki con el tiempo un poco revuelto, lloviznaba y anticipaba el final del verano, habíamos tenido mucha suerte durante los días que estuvimos con el tiempo, hizo mucho calor y fue muy agradable, prácticamente sólo había que abrigarse un poco de noche, pero el día final se puso a llover, menos mal que este día lo habíamos dejado para ir de compras, acertamos de pleno con la visita del día anterior a Suomelinna. Salimos del apartamento con nuestros paraguas y un poco más abrigados. Fuimos a ver unas tiendas al lado del Senaatintori que vendían productos de Laponia pero enseguida tuvimos que buscar resguardo en el kiosko que hay en Eteleränta porque caía una chuza tremenda de agua. Allí durante un rato miramos Internet y la manera de sacar nuestras tarjetas de embarque para el vuelo del día siguiente, además tenían la edición internacional del periódico El País que la miré un ratito.
Una vez pasado el chaparrón cogimos el tranvía 3T para ir a Kamppi y desde ahí empezar nuestro tour por lo que se llama el Design District Helsinki, que es una agrupación de 25 calles y unos 170 miembros entre joyerías, galerías y restaurantes que conforman un colectivo muy conocido a nivel mundial que venden las excelencias del diseño del país. Para saber un poco más dejo su web aquí Design District Helsinki, su tienda más destacada es Artek, situada en Eteläesplanadi, 18 y basándose en el pionero Alvar Aalto venden mobiliario de diseño, en su web Artek se pueden ver algunas de esas piezas, por cierto, carísimas. Ese día hice las paces con Aalto, es un genio del diseño.
Al principio fuimos por nuestra ya conocida calle Annakatu que ya pertenece al colectivo para ir bajando hasta Uudenmaankatu, es una delicia pasear por este barrio porque la arquitectura de las casas es muy bonita y aunque el día era muy oscuro, veías las excelencias de uno de los mejores barrios de la ciudad. Desde Uudenmaankatu llegas a Erottajankatu donde está el Design Forum, que es como unos grandes almacenes del diseño, venden todo tipo de artilugios de cerámica, vidrio y mobiliario, eso sí, a unos precios que pocos bolsillos se los pueden permitir, yo recuerdo que allí compré para regalar un CD con la música del hotel Klaus K. Como ya era tarde y se puso caer agua de nuevo muy cerca fuimos a uno de los restaurantes más conocidos de la ciudad y que está dentro de esta guía del diseño, el Bar 9, allí comimos en un lugar con una bonita decoración retro donde había mucho cultureta suelto, era de los sitios donde más gente había y los camareros no fueron tan amables como lo eran habitualmente en otros lugares.
Tras nuestra comida con los intectualoides nos acercamos para ver el hotel por excelencia del Design District, el Klaus K, un hotel de diseño de 4 estrellas situado en Bulevardi 2-4, las estancias según cual escojas están amuebladas en cuatro diferentes estilos, que son Deseo, Envidia, Misticismo y Pasión. Tras hacernos unas fotos por allí continuamos nuestro camino bajando para llegar a una de las calles principales del Design District que es Iso Roobertinkatu, una calle que en un tramo de ella es peatonal y donde se agrupan tiendas de moda, mobiliario, música, fotografía y librerías de Helsinki. Todo moderno que se precie tiene que pasear alguna vez por estas calles. Recuerdo que allí fuimos a una especie de tienda que no era de diseño, parecidas a las de 1 euro en España pero que te venden cosas de diseño a precio de mortal y compramos algunas cosas muy bonitas. También se encuentra el conocido restaurante We got beef.
Olga estaba disfrutando mucho con el día y le entró mucha alegría cuando en una de estas tiendas tan caras encontró un dodo de juguete, el dodo es un animal procedente de las Islas Mauricio, la bromilla costaba 155 euros, el juguetito. A mí también me entró mucha alegría porque encontré la mejor tienda de discos de la ciudad, es Stupido Shop y de ella salí bien surtido con un vinilo de Warsaw que era el grupo germen de Joy Division y el The Eternal de Sonic Youth, además de también el CD de Screamadelica de Primal Scream.
Desde allí ya subimos por Albertinkatu viendo muchas tiendas, hasta las peluquerías eran super fashion y pasamos por alguna librería donde Olga compró 'El principito' en finés para su amiga Gloria, aquí tengo que hacer un inciso porque resulta que los precios de lo que se considera cultura como libros, música o cine en Finlandia es más barato que en España, por la compra en Stupido Shop gasté menos de la mitad de lo que esa compra me hubiese costado en España, el vinilo de Sonic Youth allí fue 21 euros, sin embargo en Madrid el mismo disco luego lo vi al insultante precio de 39 euros, recuerdo que el CD de Primal Scream me costó la cifra irrisoria de 5 euros. Con los libros pasaba lo mismo y yo me decía, tengo que aprender finés porque la oferta era muy buena, con libros muy variados a precios mucho mejores que en España. Otro ejemplo más de como se cuida la cultura en los países escandinavos que no se hace al sur de Europa, luego, claramente, somos mucho más catetos y te dicen pirata.
Nos quedaba todavía una hora para el cierre de los comercios y Olga entusiasmada con tanta tienda quería verlas todas, recuerdo que compró un artilugio a pilas para batir líquidos y la verdad es que era un placer pasear por allí y ver los escaparates de las tiendas de sonido con unos tocadiscos super bonitos, teniendo más dinero, de ese barrio hubiese salido con más trastos que Paris Hilton cuando va de compras. Ya íbamos dirección norte cerrando el cuadrado del Design District y llegamos al centro comercial de Kamppi que está más rato abierto y también pasamos a verlo para hacer nuestras últimas compras, había una tienda muy rara de cosas japonesas y compré en otra un patito de goma amarillo para regalarle a mi primo pequeño.
Al lado de Kamppi estaba el Museo de Arte Contemporáneo de Helsinki que es el Kiasma que me hubise gustado ver pero que no daba tiempo, por eso me extrañaba que la gente de allí dijera que no hay nada en su ciudad cuando resulta que en una semana por ejemplo no fui a ver el Kiasma ni el famoso mercado de Hakaniemi, en esta ciudad se pueden hacer un montón de cosas y encima no hay mucha gente. Dejo la web del Kiasma, que está muy chula Kiasma. Una vez terminadas las compras porque ya estaba todo cerrado nos concentramos en sacar las tarjetas de embarque del vuelo, teníamos que encontrar un sitio con Internet e impresora para poder hacerlo, ya que en el kiosko de por la mañana no tenían impresora, estando en una zona como Kamppi no tardamos mucho porque en el Lasipalatsi pudimos hacerlo en el Mbar, una cafetería muy moderniki en la explanada de Kamppi que fueron muy amables con nosotros.
Volvimos al hotel para dejar nuestras bolsas y vimos que podíamos despedirnos una última vez de la sauna, esta vez se agradecía más incluso porque como había llovido e hizo más frío pues nos sentó de maravilla para entonarnos. Quedaba disfrutar un poco de la última noche por la ciudad y nos fuimos temprano para despedirnos de nuestro restaurante de comida japonesa Wrong, que ya fuimos otra vez, tuvimos suerte y lo encontramos abierto. Después a modo de despedida nos fuimos al callejón de Aleksanterinkatu donde había un concierto al aire libre y había un montón de gente allí bebiendo y pasándolo bien. Fue una bonita despedida de la ciudad en ese callejón, yo con mi Lappin Kulta y Olga probando lo que era una sidra de pera. Después desfilamos por nuestro último paseo por la Norra Esplanaden, no queríamos ir a más sitios porque ya andábamos tristes porque nos teníamos que ir de Helsinki y además estaba el rollo de tener que hacer la maleta. Fue un paseo un poco de bajón, nos paramos un ratito en la Plaza del Mercado como hicimos el primer día para recordar nuestra llegada. La noche era más oscura y ni Suomenlinna ni la luna se divisiba. Eso sí, recuerdo que dormí muy tranquilo para lo que soy yo cuando tengo un vuelo al día siguiente.
Artek.
Uudenmaankatu. Design District.
Erottajankatu. Al lado estaba el Design Forum.
Hotel Klaus K.
Iso Roobertinkatu. Design District.
El Dodo en el Design District.
Kiasma. Museo de Arte Contemporáneo de Helsinki.
Explanada de Kamppi.
Furgoneta al lado del Mbar en Kamppi.
Brindando por la despedida con sidra de pera.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Una vez pasado el chaparrón cogimos el tranvía 3T para ir a Kamppi y desde ahí empezar nuestro tour por lo que se llama el Design District Helsinki, que es una agrupación de 25 calles y unos 170 miembros entre joyerías, galerías y restaurantes que conforman un colectivo muy conocido a nivel mundial que venden las excelencias del diseño del país. Para saber un poco más dejo su web aquí Design District Helsinki, su tienda más destacada es Artek, situada en Eteläesplanadi, 18 y basándose en el pionero Alvar Aalto venden mobiliario de diseño, en su web Artek se pueden ver algunas de esas piezas, por cierto, carísimas. Ese día hice las paces con Aalto, es un genio del diseño.
Al principio fuimos por nuestra ya conocida calle Annakatu que ya pertenece al colectivo para ir bajando hasta Uudenmaankatu, es una delicia pasear por este barrio porque la arquitectura de las casas es muy bonita y aunque el día era muy oscuro, veías las excelencias de uno de los mejores barrios de la ciudad. Desde Uudenmaankatu llegas a Erottajankatu donde está el Design Forum, que es como unos grandes almacenes del diseño, venden todo tipo de artilugios de cerámica, vidrio y mobiliario, eso sí, a unos precios que pocos bolsillos se los pueden permitir, yo recuerdo que allí compré para regalar un CD con la música del hotel Klaus K. Como ya era tarde y se puso caer agua de nuevo muy cerca fuimos a uno de los restaurantes más conocidos de la ciudad y que está dentro de esta guía del diseño, el Bar 9, allí comimos en un lugar con una bonita decoración retro donde había mucho cultureta suelto, era de los sitios donde más gente había y los camareros no fueron tan amables como lo eran habitualmente en otros lugares.
Tras nuestra comida con los intectualoides nos acercamos para ver el hotel por excelencia del Design District, el Klaus K, un hotel de diseño de 4 estrellas situado en Bulevardi 2-4, las estancias según cual escojas están amuebladas en cuatro diferentes estilos, que son Deseo, Envidia, Misticismo y Pasión. Tras hacernos unas fotos por allí continuamos nuestro camino bajando para llegar a una de las calles principales del Design District que es Iso Roobertinkatu, una calle que en un tramo de ella es peatonal y donde se agrupan tiendas de moda, mobiliario, música, fotografía y librerías de Helsinki. Todo moderno que se precie tiene que pasear alguna vez por estas calles. Recuerdo que allí fuimos a una especie de tienda que no era de diseño, parecidas a las de 1 euro en España pero que te venden cosas de diseño a precio de mortal y compramos algunas cosas muy bonitas. También se encuentra el conocido restaurante We got beef.
Olga estaba disfrutando mucho con el día y le entró mucha alegría cuando en una de estas tiendas tan caras encontró un dodo de juguete, el dodo es un animal procedente de las Islas Mauricio, la bromilla costaba 155 euros, el juguetito. A mí también me entró mucha alegría porque encontré la mejor tienda de discos de la ciudad, es Stupido Shop y de ella salí bien surtido con un vinilo de Warsaw que era el grupo germen de Joy Division y el The Eternal de Sonic Youth, además de también el CD de Screamadelica de Primal Scream.
Desde allí ya subimos por Albertinkatu viendo muchas tiendas, hasta las peluquerías eran super fashion y pasamos por alguna librería donde Olga compró 'El principito' en finés para su amiga Gloria, aquí tengo que hacer un inciso porque resulta que los precios de lo que se considera cultura como libros, música o cine en Finlandia es más barato que en España, por la compra en Stupido Shop gasté menos de la mitad de lo que esa compra me hubiese costado en España, el vinilo de Sonic Youth allí fue 21 euros, sin embargo en Madrid el mismo disco luego lo vi al insultante precio de 39 euros, recuerdo que el CD de Primal Scream me costó la cifra irrisoria de 5 euros. Con los libros pasaba lo mismo y yo me decía, tengo que aprender finés porque la oferta era muy buena, con libros muy variados a precios mucho mejores que en España. Otro ejemplo más de como se cuida la cultura en los países escandinavos que no se hace al sur de Europa, luego, claramente, somos mucho más catetos y te dicen pirata.
Nos quedaba todavía una hora para el cierre de los comercios y Olga entusiasmada con tanta tienda quería verlas todas, recuerdo que compró un artilugio a pilas para batir líquidos y la verdad es que era un placer pasear por allí y ver los escaparates de las tiendas de sonido con unos tocadiscos super bonitos, teniendo más dinero, de ese barrio hubiese salido con más trastos que Paris Hilton cuando va de compras. Ya íbamos dirección norte cerrando el cuadrado del Design District y llegamos al centro comercial de Kamppi que está más rato abierto y también pasamos a verlo para hacer nuestras últimas compras, había una tienda muy rara de cosas japonesas y compré en otra un patito de goma amarillo para regalarle a mi primo pequeño.
Al lado de Kamppi estaba el Museo de Arte Contemporáneo de Helsinki que es el Kiasma que me hubise gustado ver pero que no daba tiempo, por eso me extrañaba que la gente de allí dijera que no hay nada en su ciudad cuando resulta que en una semana por ejemplo no fui a ver el Kiasma ni el famoso mercado de Hakaniemi, en esta ciudad se pueden hacer un montón de cosas y encima no hay mucha gente. Dejo la web del Kiasma, que está muy chula Kiasma. Una vez terminadas las compras porque ya estaba todo cerrado nos concentramos en sacar las tarjetas de embarque del vuelo, teníamos que encontrar un sitio con Internet e impresora para poder hacerlo, ya que en el kiosko de por la mañana no tenían impresora, estando en una zona como Kamppi no tardamos mucho porque en el Lasipalatsi pudimos hacerlo en el Mbar, una cafetería muy moderniki en la explanada de Kamppi que fueron muy amables con nosotros.
Volvimos al hotel para dejar nuestras bolsas y vimos que podíamos despedirnos una última vez de la sauna, esta vez se agradecía más incluso porque como había llovido e hizo más frío pues nos sentó de maravilla para entonarnos. Quedaba disfrutar un poco de la última noche por la ciudad y nos fuimos temprano para despedirnos de nuestro restaurante de comida japonesa Wrong, que ya fuimos otra vez, tuvimos suerte y lo encontramos abierto. Después a modo de despedida nos fuimos al callejón de Aleksanterinkatu donde había un concierto al aire libre y había un montón de gente allí bebiendo y pasándolo bien. Fue una bonita despedida de la ciudad en ese callejón, yo con mi Lappin Kulta y Olga probando lo que era una sidra de pera. Después desfilamos por nuestro último paseo por la Norra Esplanaden, no queríamos ir a más sitios porque ya andábamos tristes porque nos teníamos que ir de Helsinki y además estaba el rollo de tener que hacer la maleta. Fue un paseo un poco de bajón, nos paramos un ratito en la Plaza del Mercado como hicimos el primer día para recordar nuestra llegada. La noche era más oscura y ni Suomenlinna ni la luna se divisiba. Eso sí, recuerdo que dormí muy tranquilo para lo que soy yo cuando tengo un vuelo al día siguiente.
Artek.
Uudenmaankatu. Design District.
Erottajankatu. Al lado estaba el Design Forum.
Hotel Klaus K.
Iso Roobertinkatu. Design District.
El Dodo en el Design District.
Kiasma. Museo de Arte Contemporáneo de Helsinki.
Explanada de Kamppi.
Furgoneta al lado del Mbar en Kamppi.
Brindando por la despedida con sidra de pera.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
viernes, 7 de enero de 2011
Kiitos Helsinki. Día 6.
El martes 11 de Agosto amanecimos muy tarde porque tras la paliza que nos dimos el día anterior en nuestra excursión a Tallin teníamos hasta agujetas, así que pensamos que iba a ser un día de relajación y de disfrute de Helsinki como si fuéramos unos finlandeses más de allí, haríamos cosas turísticas que hace la gente un domingo pero siendo martes. Como nos levantamos muy tarde nos fuimos directamente a comer y está vez elegimos un sitio de comida finlandesa que recomiendo a todo el mundo, es el Savotta Ravintola, un restaurante que está Aleksanterinkatu 22 al lado del Senado y que es precioso el lugar, tanto dentro del establecimiento, todo muy bonito de madera, como la terraza de fuera que es espectacular. Pedimos, obviamente especialidades del país, como poro (reno), salmón, cordero, pure de patata, etc.... Os dejo la web del sitio para que veaís lo bonito que es, absolutamente recomendable Savotta Ravintola . Íbamos a probar un restaurante ruso como el Samovar pero nos convenció mucho más este. Además como siempre nos pasaba en Helsinki, no había ningún problema para encontrar mesa en algún restaurante, siempre había sitio libre de sobra.
Tras nuestro homenaje finés gastronómico nos acercamos a la Plaza del Mercado, que ya habían retirado el mercadillo de por las mañanas, para mirar los horarios de los barcos y realizar una de las excursiones que son imprescindibles si vas por primera vez a Helsinki. Es coger el transbordador en el puerto y acercarse hasta la fortaleza de Suomenlinna, aquí dejo una breve historia que viene en Wikipedia Suomenlinna. Los finlandeses la llaman así porque es su bastión de resistencia y da nombre a la nación Suomi, que es Finlandia en su idioma. Ahora es un barrio más de Helsinki pero antes se utilizó de defensa contra las invasiones rusas. Como ya se nos había acabado nuestro abono transporte de 5 días, sacamos nuestros billetes y montamos en el barco. Íbamos a dejar esta excursión para el último día porque ya habíamos tenido mucho barco el día anterior con Tallin pero hacia buen día y en estas latitudes es mejor no jugársela con la atmósfera. De hecho acertamos en nuestra decisión porque al día siguiente, hizo bastante mal día.
De nuevo ya estábamos montados en otro barco y fue un paseo agradable porque ves las vistas de la ciudad de Helsinki que se me quedaron grabadas porque el skyline de la ciudad es muy bonito, sin grandes torres pero da como una calma serena el puerto de esta ciudad. Se me quedaron tan grabadas que luego cuando he visto películas de Aki Kaurismäki donde salen imágenes del puerto me acuerdo del día que fuimos a Suomenlinna. Una vez que llegas a la fortaleza parece que hemos cambiado de siglo y estamos varios atrás. Nada más salir del embarcadero te encuentras una cabaña de madera que resulta que eso es el supermercado del barrio. Según avanzas vas encontrando casitas de madera de varios colores que forman la calle principal de Suomenlinna que desembocan en la Iglesia del pueblo, todo esto sin ningún tipo de asfalto, es tierra.
Si te bifurcas a mano derecha uno se encuentra con la biblioteca de Suomenlinna, un sitio que parece también de otro siglo, con una bibliotecaria con más años que Antonio Gala y Camilo José Cela juntos y todo de madera rodeado de libros, era como entrar en la biblioteca de un cuento. Está es la primera parte de la fortaleza, que es propiamente dicho el pueblo, que te podrías encontrar gente montando a caballo o tomando un café en algunas de las múltiples cafeterías o restaurantes del sitio, en la isla hay hasta un hotel. A partir de la oficina de turismo entrabas en la fortaleza, en el otro Suomenlinna. La oficina está sobre un puente y al cruzarlo entras en el laberinto de pasadizos y rocas que utilizaban los Suomis para la defensa de las islas y de Helsinki. Varios tours había por allí y la gente jugaba a esconderse.
Una vez que terminas de recorrer a los pasadizos entras en la zona más espectacular de la isla, que son los acantilados. Sobre las grandes rocas de la fortaleza ves la inmensidad del Mar Báltico y al lado conservan los cañones de defensa, así puedes imaginar las luchas que fineses y suecos se traían contra los rusos, en la parte de abajo había una pequeña playa donde unos niños, muy valientes por cierto, se estaban bañando. Nos quedamos un buen rato por allí sacando unas fotos y descansando en los banquitos que tienen puestos en los acantilados, la vista lo requería y merece la pena la excursión por allí, alguna que otra palabra en español escuchamos. Ya nos habíamos perdido, a pesar de tener un mapa, porque el terreno ya era muy irregular, así que simplemente había que buscar la salida.
Para ello llegamos a una de las salidas de la isla desde donde salían otros barcos, pero esa no nos valía a nosotros, teníamos que volver a la cabaña de madera que era el supermercado y dimos la vuelta entera a la isla, fue mejor perdernos porque así vimos las casas de la poca gente que vive allí, en Suomenlinna hay unos 850 habitantes, vivían en verdaderas casas gigantes de madera que desde luego tenían toda la tranquilidad del mundo, más incluso que en Helsinki claro, aquí no hay ni coches. Recuerdo que en medio del camino hicimos una parada en una de las cafeterías del pueblo y tomé una Coca Cola de cristal que era más de medio litro, lo recuerdo porque nunca había visto una botella de Coca Cola de cristal tan grande. La cafetería es Cafetería Chapman, otros sitios destacados para tomar algo o comer son Walhalla Gourmet o el Café Valimo que estás tomando un café enfrente de uno de los bonitos lagos de la fortaleza. Nuestra excursión finalizó por la parte oeste de la isla donde se ubican los edificios públicos del barrio que no tienen nada que destacar, si acaso el pequeño puerto que tienen y un puente blanco que es bastante bonito. A lo lejos veíamos que ya había un barco de vuelta a Helsinki, así que nos dirigimos a él y volvimos a la ciudad de nuevo, son muy puntuales con el horario de los barcos, en eso se nota que son nórdicos.
Una vez que estábamos en la Plaza del Mercado decidimos volver al Stay At Senate y echarnos nuestra n-ésima sauna, así que la reservamos, subimos un rato a la habitación, vimos los Serranos y bajamos a una de las cosas más relajantes que existen, yo de mayor quiero una casa grande pero que imprescindiblemente tenga una sauna, tanto en invierno como en verano sales con la mayor relajación que puede uno tener. Ya la manejábamos perfectamente y su mecanismo, te estabas un rato, humedecías las piedras y pasabas calor, salías, te dabas una ducha fría y otra vez para dentro. Es mano de santo.
Después quedamos con nuestros amigos para despedirnos, era nuestro penúltimo día en la ciudad y el miércoles no podíamos verlos, estaban ocupados. Así que, quedamos con Tuomas y Anna-Kaisa en el Café Engel, justo al lado del Savotta Ravintola donde habíamos comido a mediodía. Es uno de los mejores cafés de Helsinki, dejo la web por aquí Café Engel. Allí nuestros amigos estaban con más gente que nos presentaron gustosamente, había una chica que en Octubre se iba a vivir a Santiago de Chile y ya había estado viviendo en Barcelona, la mayoría se esforzaban por hablar con nosotros en español, ya no sólo en inglés, detalle que se agradece un montón. También nos preguntaron, como no, porque habíamos elegido Helsinki para ir de vacaciones. Era la pregunta estrella de todo finlandés allí. Todos los amigos de Anna y Tuomas habían vivido durante una época de su vida fuera de Finlandia, cosa que en España no es nada habitual, les encanta sobre todo la zona de Latinoamérica para irse fuera. Nos tomamos una cerveza charlando animosamente con ellos/as y la cita se acabó cuando algunos de ellos entraban al cine que hay al lado del Engel para ver una película.
Entre las cristaleras del Café Engel que veías el Senaatintori y un último paseo por Aleksanterinkatu hasta Rautatientori nos despedimos de Tuomas y Anna-Kaisa, recuerdo que le indique a Tuomas un restaurante de sushi por el centro que no conocía (el me había comentado que le gusta mucho el sushi). He de repetirme en los agradecimientos hacía ellos, me dio bastante pena despedirme de ellos, aunque por suerte no ha sido la última vez que los he visto.
Como era bastante temprano cuando se fueron nuestros amigos, (como tengan que trabajar al día siguiente pronto se repliegan, son muy cumplidores), Olga y yo nos fuimos a cenar, el sitio elegido fue uno de tantos restaurantes por el centro, el Belge Ravintola situado en Glogatan 5. La característica especial de este sitio es que la carta del menú es un tebeo de Tintín y está muy bien decorado el lugar, me tomé una cerveza belga Hoegaarden y en la primera planta donde cenamos había una terraza donde la gente salía a fumar. Está muy bien salir porque así ves desde arriba a la gente que pasea por Aleksanterinkatu, que ya no era mucha a esas horas.
Nos quedaba nuestra penúltima juerga por la ciudad y yo quería despedirme del Tavastia Klubi, así que fuimos para allá y por fin hice las paces con el sitio, porque esta vez llegamos tarde y nos dejaron pasar gratis al concierto que había y los porteros no fueron nada desagradables. Es curioso ver un concierto lleno de finlandeses porque con su sangre fría apenas se mueven, eso sí, en sus caras puedes ver la satisfacción de que están viendo algo que les gusta. Por fin estaba disfrutando del Tavastia que yo me imaginaba y eso me hizo feliz, al día siguiente iba a hacer las paces con Alvar Aalto y el diseño finés, fue una media hora de concierto muy instructivo. Después del Tavastia nos acercamos al Dubrovnik a tomar algo porque ya era un poco tarde y no quedaban muchas cosas abiertas. Allí recuerdo que un finés se puso hablar con nosotros, estaba solo y nos preguntó que que hacíamos en una ciudad que tiene tan pocas cosas como Helsinki, luego vino un amigo suyo que nos lo presentó, resulta que el amiguete era informático, experto en tecnologías Microsoft y se iba a China a trabajar. Es cuanto menos curioso que todo finés que se precie, como antes dije, en alguna época de su vida vive fuera del país.
Tras nuestra copa y la conversación con nuestro nuevo amigo finlandés sobre Helsinki, Kaurismäki, la sauna y su amigo nos fuimos dando un paseo por el puerto, era una noche muy tranquila y todo estaba recogido. Con algo de pena nos íbamos al apartamento, la excursión estaba terminando pero aún quedaba un día más por la ciudad, no vi la luna ese día y en el Katajanokan Puisto sí se escuchaban las gaviotas del puerto, apenas pasaba algún coche.
Comida en el Savotta Ravintola.
Terraza del Savotta Ravintola.
Tranvía Koff al lado de Havis Amanda, un tranvía bar que sirve cerveza en su interior.
Vistas de Helsinki desde el barco a Suomenlinna.
Casas en Suomenlinna.
Entrando a la fortaleza.
La única playa que encontramos.
Acantilados de Suomenlinna.
Los cañones de defensa de Suomenlinna en los acantilados.
Transbordador de vuelta a Helsinki.
Sauna del Stay At Senate.
Café Engel.
Restaurante Belge.
Tavastia Klubi.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Tras nuestro homenaje finés gastronómico nos acercamos a la Plaza del Mercado, que ya habían retirado el mercadillo de por las mañanas, para mirar los horarios de los barcos y realizar una de las excursiones que son imprescindibles si vas por primera vez a Helsinki. Es coger el transbordador en el puerto y acercarse hasta la fortaleza de Suomenlinna, aquí dejo una breve historia que viene en Wikipedia Suomenlinna. Los finlandeses la llaman así porque es su bastión de resistencia y da nombre a la nación Suomi, que es Finlandia en su idioma. Ahora es un barrio más de Helsinki pero antes se utilizó de defensa contra las invasiones rusas. Como ya se nos había acabado nuestro abono transporte de 5 días, sacamos nuestros billetes y montamos en el barco. Íbamos a dejar esta excursión para el último día porque ya habíamos tenido mucho barco el día anterior con Tallin pero hacia buen día y en estas latitudes es mejor no jugársela con la atmósfera. De hecho acertamos en nuestra decisión porque al día siguiente, hizo bastante mal día.
De nuevo ya estábamos montados en otro barco y fue un paseo agradable porque ves las vistas de la ciudad de Helsinki que se me quedaron grabadas porque el skyline de la ciudad es muy bonito, sin grandes torres pero da como una calma serena el puerto de esta ciudad. Se me quedaron tan grabadas que luego cuando he visto películas de Aki Kaurismäki donde salen imágenes del puerto me acuerdo del día que fuimos a Suomenlinna. Una vez que llegas a la fortaleza parece que hemos cambiado de siglo y estamos varios atrás. Nada más salir del embarcadero te encuentras una cabaña de madera que resulta que eso es el supermercado del barrio. Según avanzas vas encontrando casitas de madera de varios colores que forman la calle principal de Suomenlinna que desembocan en la Iglesia del pueblo, todo esto sin ningún tipo de asfalto, es tierra.
Si te bifurcas a mano derecha uno se encuentra con la biblioteca de Suomenlinna, un sitio que parece también de otro siglo, con una bibliotecaria con más años que Antonio Gala y Camilo José Cela juntos y todo de madera rodeado de libros, era como entrar en la biblioteca de un cuento. Está es la primera parte de la fortaleza, que es propiamente dicho el pueblo, que te podrías encontrar gente montando a caballo o tomando un café en algunas de las múltiples cafeterías o restaurantes del sitio, en la isla hay hasta un hotel. A partir de la oficina de turismo entrabas en la fortaleza, en el otro Suomenlinna. La oficina está sobre un puente y al cruzarlo entras en el laberinto de pasadizos y rocas que utilizaban los Suomis para la defensa de las islas y de Helsinki. Varios tours había por allí y la gente jugaba a esconderse.
Una vez que terminas de recorrer a los pasadizos entras en la zona más espectacular de la isla, que son los acantilados. Sobre las grandes rocas de la fortaleza ves la inmensidad del Mar Báltico y al lado conservan los cañones de defensa, así puedes imaginar las luchas que fineses y suecos se traían contra los rusos, en la parte de abajo había una pequeña playa donde unos niños, muy valientes por cierto, se estaban bañando. Nos quedamos un buen rato por allí sacando unas fotos y descansando en los banquitos que tienen puestos en los acantilados, la vista lo requería y merece la pena la excursión por allí, alguna que otra palabra en español escuchamos. Ya nos habíamos perdido, a pesar de tener un mapa, porque el terreno ya era muy irregular, así que simplemente había que buscar la salida.
Para ello llegamos a una de las salidas de la isla desde donde salían otros barcos, pero esa no nos valía a nosotros, teníamos que volver a la cabaña de madera que era el supermercado y dimos la vuelta entera a la isla, fue mejor perdernos porque así vimos las casas de la poca gente que vive allí, en Suomenlinna hay unos 850 habitantes, vivían en verdaderas casas gigantes de madera que desde luego tenían toda la tranquilidad del mundo, más incluso que en Helsinki claro, aquí no hay ni coches. Recuerdo que en medio del camino hicimos una parada en una de las cafeterías del pueblo y tomé una Coca Cola de cristal que era más de medio litro, lo recuerdo porque nunca había visto una botella de Coca Cola de cristal tan grande. La cafetería es Cafetería Chapman, otros sitios destacados para tomar algo o comer son Walhalla Gourmet o el Café Valimo que estás tomando un café enfrente de uno de los bonitos lagos de la fortaleza. Nuestra excursión finalizó por la parte oeste de la isla donde se ubican los edificios públicos del barrio que no tienen nada que destacar, si acaso el pequeño puerto que tienen y un puente blanco que es bastante bonito. A lo lejos veíamos que ya había un barco de vuelta a Helsinki, así que nos dirigimos a él y volvimos a la ciudad de nuevo, son muy puntuales con el horario de los barcos, en eso se nota que son nórdicos.
Una vez que estábamos en la Plaza del Mercado decidimos volver al Stay At Senate y echarnos nuestra n-ésima sauna, así que la reservamos, subimos un rato a la habitación, vimos los Serranos y bajamos a una de las cosas más relajantes que existen, yo de mayor quiero una casa grande pero que imprescindiblemente tenga una sauna, tanto en invierno como en verano sales con la mayor relajación que puede uno tener. Ya la manejábamos perfectamente y su mecanismo, te estabas un rato, humedecías las piedras y pasabas calor, salías, te dabas una ducha fría y otra vez para dentro. Es mano de santo.
Después quedamos con nuestros amigos para despedirnos, era nuestro penúltimo día en la ciudad y el miércoles no podíamos verlos, estaban ocupados. Así que, quedamos con Tuomas y Anna-Kaisa en el Café Engel, justo al lado del Savotta Ravintola donde habíamos comido a mediodía. Es uno de los mejores cafés de Helsinki, dejo la web por aquí Café Engel. Allí nuestros amigos estaban con más gente que nos presentaron gustosamente, había una chica que en Octubre se iba a vivir a Santiago de Chile y ya había estado viviendo en Barcelona, la mayoría se esforzaban por hablar con nosotros en español, ya no sólo en inglés, detalle que se agradece un montón. También nos preguntaron, como no, porque habíamos elegido Helsinki para ir de vacaciones. Era la pregunta estrella de todo finlandés allí. Todos los amigos de Anna y Tuomas habían vivido durante una época de su vida fuera de Finlandia, cosa que en España no es nada habitual, les encanta sobre todo la zona de Latinoamérica para irse fuera. Nos tomamos una cerveza charlando animosamente con ellos/as y la cita se acabó cuando algunos de ellos entraban al cine que hay al lado del Engel para ver una película.
Entre las cristaleras del Café Engel que veías el Senaatintori y un último paseo por Aleksanterinkatu hasta Rautatientori nos despedimos de Tuomas y Anna-Kaisa, recuerdo que le indique a Tuomas un restaurante de sushi por el centro que no conocía (el me había comentado que le gusta mucho el sushi). He de repetirme en los agradecimientos hacía ellos, me dio bastante pena despedirme de ellos, aunque por suerte no ha sido la última vez que los he visto.
Como era bastante temprano cuando se fueron nuestros amigos, (como tengan que trabajar al día siguiente pronto se repliegan, son muy cumplidores), Olga y yo nos fuimos a cenar, el sitio elegido fue uno de tantos restaurantes por el centro, el Belge Ravintola situado en Glogatan 5. La característica especial de este sitio es que la carta del menú es un tebeo de Tintín y está muy bien decorado el lugar, me tomé una cerveza belga Hoegaarden y en la primera planta donde cenamos había una terraza donde la gente salía a fumar. Está muy bien salir porque así ves desde arriba a la gente que pasea por Aleksanterinkatu, que ya no era mucha a esas horas.
Nos quedaba nuestra penúltima juerga por la ciudad y yo quería despedirme del Tavastia Klubi, así que fuimos para allá y por fin hice las paces con el sitio, porque esta vez llegamos tarde y nos dejaron pasar gratis al concierto que había y los porteros no fueron nada desagradables. Es curioso ver un concierto lleno de finlandeses porque con su sangre fría apenas se mueven, eso sí, en sus caras puedes ver la satisfacción de que están viendo algo que les gusta. Por fin estaba disfrutando del Tavastia que yo me imaginaba y eso me hizo feliz, al día siguiente iba a hacer las paces con Alvar Aalto y el diseño finés, fue una media hora de concierto muy instructivo. Después del Tavastia nos acercamos al Dubrovnik a tomar algo porque ya era un poco tarde y no quedaban muchas cosas abiertas. Allí recuerdo que un finés se puso hablar con nosotros, estaba solo y nos preguntó que que hacíamos en una ciudad que tiene tan pocas cosas como Helsinki, luego vino un amigo suyo que nos lo presentó, resulta que el amiguete era informático, experto en tecnologías Microsoft y se iba a China a trabajar. Es cuanto menos curioso que todo finés que se precie, como antes dije, en alguna época de su vida vive fuera del país.
Tras nuestra copa y la conversación con nuestro nuevo amigo finlandés sobre Helsinki, Kaurismäki, la sauna y su amigo nos fuimos dando un paseo por el puerto, era una noche muy tranquila y todo estaba recogido. Con algo de pena nos íbamos al apartamento, la excursión estaba terminando pero aún quedaba un día más por la ciudad, no vi la luna ese día y en el Katajanokan Puisto sí se escuchaban las gaviotas del puerto, apenas pasaba algún coche.
Comida en el Savotta Ravintola.
Terraza del Savotta Ravintola.
Tranvía Koff al lado de Havis Amanda, un tranvía bar que sirve cerveza en su interior.
Vistas de Helsinki desde el barco a Suomenlinna.
Casas en Suomenlinna.
Entrando a la fortaleza.
La única playa que encontramos.
Acantilados de Suomenlinna.
Los cañones de defensa de Suomenlinna en los acantilados.
Transbordador de vuelta a Helsinki.
Sauna del Stay At Senate.
Café Engel.
Restaurante Belge.
Tavastia Klubi.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
jueves, 6 de enero de 2011
Kiitos Helsinki. Vana Tallinn Coffee. Día 5.
El lunes 10 de Agosto iba a ser un día muy largo en nuestro viaje porque nos íbamos de excursión a otro país, en concreto a Estonia, a su capital Tallin. En los viajes de verano ya se ha convertido una tradición visitar un país e ir a uno cercano como ya lo hicimos en Viena y Bratislava o como al año siguiente lo haríamos a Copenhague y Malmö. Para llegar a Tallin iríamos en un estupendo crucero que lo organizaba la compañía Tallink Silja Line. Como ya había comentado en el anterior post menos mal que el día antes fuimos a preguntar desde que terminal salía el crucero porque andábamos totalmente equivocados con nuestra salida. De hecho tuvimos que coger el tranvía hasta la estación central de tren Rautatientori no sin antes tener algún imprevisto y luego coger un autobús para llegar a la terminal.
El crucero salía a las 10:30 am de la mañana pero había que estar una hora antes allí para el embarque, el sitio estaba lejísimos y tuvimos que madrugar a las 7:30 am para poder llegar con tiempo. La terminal era un espectáculo en cuanto a los personajes que uno se encontraba, en su mayoría rusos que estaban ya bebiendo cerveza a esas horas, pero no botellines como harían en España, sino cervezas de un litro y de un par de tragos, al lado sus hijas pequeñas que todas parecen tenistas rusas en potencia, que gente más extraña. Una vez hecho el embarque y ya más tranquilos nos dedicamos a ver el barco. Era bastante bonito, así como de vacaciones en el mar, con sus bares, su casino, sus zonas recreativas para niños y fuera veías la tranquilidad del Mar Báltico, también había un supermercado que era duty free y pensamos que a la vuelta nos pasaríamos por allí. Antes de pisar tierras estonias nos dimos cuenta que todavía no manejaban mucho el euro, teniendo su moneda propia que es la corona estonia y que su idioma no es el ruso, es el estonio, un idioma parecido al finés. Como podéis leer no llevábamos mucho preparado para ir a ver esta ciudad y en la oficina de turismo del barco cogimos un mapa de la ciudad para luego poder movernos por allí.
En el mascarón había una enorme cristalera que te dejaba ver el mar estando dentro del barco, al lado tenían un gran bar y muchos asientos para sentarte enfrente de la cristalera. Ahí es donde terminó mi excursión por el barco porque me pillé un café típico estonio que se llama Vana Tallinn que eso es un pelotazo de alcohol que con el cansancio que llevaba encima me dejó KO hasta que llegamos a tierra, menudo sueñecito me eché en el barco, os dejo aquí un enlace sobre la bebida en cuestión Vana Tallinn. Y ya tras dos horas de navegación y esperar otro rato pues desembarcamos en nuestra primera república independiente soviética que visitábamos. Yo esperaba algo parecido a Bratislava con Eslovaquia y no iba a desentonar mucho.
La primera impresión que te deja Tallin es muy pobre porque sales del crucero y tienes que atravesar un descampado muy feo y descuidado, seguro que de noche ese sitio tiene que dar hasta miedo. Una vez que cruzas ese desagradable tramo ya te adentras en el bonito casco histórico antiguo de la ciudad. La primera calle del casco antiguo que pisamos fue Uus, era fácil manejarse con el mapa porque los nombres de la calle eran muy cortitos y sencillos de recordar. De momento pues andábamos por calles con empedrado medieval y poco más que destacar. Llegamos al callejón de Santa Catarina Katariina Kaik, la calle más antigua donde se ubican los más famosos artesanos de vidrio de la ciudad, en las paredes de la calle hay piedras de la antigua muralla que protegía la ciudad.
Desde Müürivahe cuando salimos de Santa Catarina llegamos a la calle principal del casco antiguo, la famosa calle Viru donde se asientan los principales comercios de la ciudad y donde al final de la calle está la Puerta de Viru Viru Väkjak que es la puerta que comunica la parte vieja de la ciudad con la parte occidental de Tallin, que es el Tallin más soviético. Por Viru encontramos varios cajeros y sacamos unas pocas coronas estonias para hacer alguna compra por allí, aunque admitían también euros, siempre es recomendable utilizar la moneda del país para cubrirse de pequeñas estafas con el cambio. Con el tiempo que nos quedaba hasta la hora de comer dimos una pequeña vuelta por lo que se llama la parte baja de la ciudad Revaal que es la zona cristiana de Tallin. Lo más interesante de esta zona es la plaza central Raekoja Plats, una bonita plaza medieval, rodeada de edificios que parecen de cuento de Hansel y Gretel, en esta misma plaza se ubica la que se dice ser la farmacia más antigua de Europa donde todo el mundo se hace fotos a la entrada y el Ayuntamiento de la ciudad. Buscamos una librería por esta zona para comprarle a la amiga de Olga, Gloria, 'El principito' en estonio y tuvimos que volver por Viru para encontrarlo.
Muy cerca de Raekoja Plats fuimos a comer a un restaurante medieval, en concreto creo que fue en Vana Turg al lado de la academia de la lengua estonia. Dos anécdotas divertidas nos pasaron en el restaurante, la primera que Olga va y pide de beber Coca Cola, con la consiguiente explicación por parte de la camarera de que estaba en un restaurante medieval y que en esa época no existe tal bebida, por eso siempre que se visitan los sitios el mejor consejo, pedir cerveza, así se prueban un montón. La segunda fue que nos encontramos a la pareja con la que comimos al lado el primer día en Helsinki en la Plaza del Mercado. Mira que es casualidad que fuésemos el mismo día a Tallin, al mismo restaurante y a la misma hora. Yo comí algo de cordero que estaba bueno, aunque tenía el cuerpo un poco revuelto y me dolía un poco la cabeza. Saludamos a nuestros amigos comensales y continuamos nuestra excursión.
La tarde la dedicamos para ir a la parte ortodoxa de Tallin que es Toompea. Hay dos maneras de subir a la parte alta de la ciudad, una por la Pierna Corta Lühike Jalg o por la Pierna Larga Pikk Jalg. Menos mal y por casualidad subimos por la parte corta que es mucho más fácil. En la parte ortodoxa estaban las altas clases de la sociedad estonia, por eso Toompea es el barrio rico del casco antiguo, en él esta el Parlamento de Estonia y el barrio se corona por la magnífica Catedral de Aleksander Nevski, es una de las mejores catedrales ortodoxas que existen en el mundo y tuvimos la suerte de poder entrar, os dejo un enlace en wikipedia Catedral de Aleksander Nevski. Es un monumento admirable de ver y solo por eso merece la pena la visita a Tallin. Tras el deslumbramiento de la catedral dimos una vuelta por Toompea, compramos almendras garrapiñadas que allí están muy buenas, nos encontramos también el mirador más bonito de la ciudad, Mirador de Paptku y fuimos por las tiendas de artesanos a ver si nos comprábamos el típico gorro-bufanda que se vende en Estonia, donde más tiendas hay es por la Pikk Jalg, que en vez de subirla, la bajamos y bien que lo agradecimos porque su pendiente es bestial, de hecho en la calle hay unos bancos que sirven para descansar, incluso bajando se hace duro por la pendiente ya que tienes que ir frenando mucho.
Tras preguntar por varias tiendas el precio del gorro-bufanda las compramos al lado de Santa Catarina en los puestecillos que tenían unas mujeres estonias. Luego veréis las fotos, que menudo calor da el invento en pleno mes de Agosto. Volvimos a Raekoja Plats a tomarnos algo en las terrazas de la plaza, ya que, estábamos cansados y a mí aún me dolía la cabeza. Ya no podíamos hacer más compras porque estaban cerrando los negocios y con esa tarde tan bonita que hacía lo mejor era relajarse y ver como pasaba la gente por la plaza. Después de nuestro descanso fuimos a ver lo que nos quedaba en la visita, la Catedral cristiana de San Olav en Revaal y terminar saliendo del casco antiguo de la ciudad. Podíamos haber ido un rato a la parte occidental de la ciudad, pero no tenía nada destacable y además no es muy recomendable.
Saliendo del casco antiguo nos encontramos varias sorpresas, la primera era ver a gente a las 6 de la tarde haciendo eses por la calle de la borrachera que llevaban, realmente tienen un problema con el alcohol en ese país, otras cosas que vimos fue lo cutres y descuidados que estaban los hostales a la entrada del casco antiguo, daba verdadero pánico. Era como la cara B de la ciudad, como muy cutre y miserable comparado con el encantador turismo y perfección que en el casco antiguo se quiere dar. Quedaban un par de horas para que saliese el barco y tanto Olga como yo no queríamos estar en esta ciudad, teníamos ya ganas de volver a Helsinki. Así que nos fuimos a la terminal del barco y dimos unas vueltas por allí antes de partir. La sensación allí no era de estar muy seguro pero tuve un último recuerdo bonito de Estonia, unos chavales estaban bebiendo en un bar que estaban montando ellos cerca del puerto mientras sonaba 'House of the rising sun' de los Animals. Embarcamos de nuevo en la Tallink dispuestos a tener un bonito viaje de vuelta a Finlandia.
Al cuarto de hora de zarpar del puerto de Tallin y como ya estábamos en aguas internacionales se abría el supermercado del barco y para allá que fuimos a realizar nuestras compras, la gente se llevaba una cantidad insultante de alcohol por su precio tan barato, había personas que llevaban carritos enteros de alcohol que yo en un año no me puedo beber tanto. Nosotros no fuimos tan exagerados y yo me pillé una botella de Vodka Finlandia y otra de Koskenkorva, Olga recuerdo que pilló una de Vana Tallinn y algo más. Con las compras hechas, disfrutamos del crucero, encontramos para tomar botes de Mirinda que los tomamos en el mirador del barco y salimos a cubierta a observar el atardecer en el Báltico, que sensación de paz y de tranquilidad da ese mar en verano a las 22:00, el sol de la medianoche obraba su milagro y todavía estaba atardeciendo. Fue un viaje de vuelta muy bonito y hasta se me estaba quitando el dolor de cabeza, ya disfrutaba de la compañía de los rusos que seguían bebiendo cervezas. La maniobra de desembarco en el puerto de Helsinki la seguí desde cubierta y fue espectacular, me encanta ver como arriba un barco de esas dimensiones en el puerto.
Una vez que pisamos Helsinki, el desfile a la salida del barco era de coña, un montón de finlandeses con sus carros de bebidas llenos iban por el puente de salida, apenas podías andar. Al salir fuimos en bus de nuevo hasta Rautatientori y allí recuerdo que esperando el tranvía en la parada había periódicos de la ciudad y cojí el Helsingin Sanomat, en él, leí en finés algo relacionado con un jugador del Espanyol, Dani Jarque, le dije a Olga, creo que le ha pasado algo a este jugador, al día siguiente me enteré que había fallecido, así que, al igual que Iniesta, yo le dedico esta entrada en el blog a este bravo jugador. Pasada la medianoche llegamos a nuestro apartamento, no sin antes pasar un último susto porque no nos abría la puerta de la habitación, con lo cansados que estábamos hubiese sido un putadón haber tenido que ir al otro hotel en busca de otras llaves. Por fin pudimos abrir y cenamos cositas que teníamos del supermercado, unas ricas empanadas de queso ricotta y cervezas Lappin Kulta. Había sido un día muy largo como he dicho al comenzar la entrada y mientras cenaba pensaba que como podía ser que estando tan cerca fuesen tan diferentes Helsinki de Tallin, eran como el día y la noche y desde luego en contra de la opinión general me quedo mucho antes con Helsinki que con Tallin. Tienen mucho que aprender las repúblicas ex soviéticas del estado de bienestar nórdico y que la riqueza sea más repartida. En España también podríamos tomar nota de eso.
Terminal de Helsinki. Rumbo a Tallin.
Katariina Kaik. Callejón de Santa Catarina.
Calle Viru.
Raekoja Plats.
Raekoja Plats. Ayuntamiento.
Restaurante medieval.
Catedral de Alexander Nevski.
Palacio Presidencial de Estonia.
Toompea.
El gorro-bufanda.
Mirador de Paptku.
Iglesia de San Olav.
En la terminal de Tallin. Barco de vuelta a Helsinki.
Atardecer en el Báltico.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
El crucero salía a las 10:30 am de la mañana pero había que estar una hora antes allí para el embarque, el sitio estaba lejísimos y tuvimos que madrugar a las 7:30 am para poder llegar con tiempo. La terminal era un espectáculo en cuanto a los personajes que uno se encontraba, en su mayoría rusos que estaban ya bebiendo cerveza a esas horas, pero no botellines como harían en España, sino cervezas de un litro y de un par de tragos, al lado sus hijas pequeñas que todas parecen tenistas rusas en potencia, que gente más extraña. Una vez hecho el embarque y ya más tranquilos nos dedicamos a ver el barco. Era bastante bonito, así como de vacaciones en el mar, con sus bares, su casino, sus zonas recreativas para niños y fuera veías la tranquilidad del Mar Báltico, también había un supermercado que era duty free y pensamos que a la vuelta nos pasaríamos por allí. Antes de pisar tierras estonias nos dimos cuenta que todavía no manejaban mucho el euro, teniendo su moneda propia que es la corona estonia y que su idioma no es el ruso, es el estonio, un idioma parecido al finés. Como podéis leer no llevábamos mucho preparado para ir a ver esta ciudad y en la oficina de turismo del barco cogimos un mapa de la ciudad para luego poder movernos por allí.
En el mascarón había una enorme cristalera que te dejaba ver el mar estando dentro del barco, al lado tenían un gran bar y muchos asientos para sentarte enfrente de la cristalera. Ahí es donde terminó mi excursión por el barco porque me pillé un café típico estonio que se llama Vana Tallinn que eso es un pelotazo de alcohol que con el cansancio que llevaba encima me dejó KO hasta que llegamos a tierra, menudo sueñecito me eché en el barco, os dejo aquí un enlace sobre la bebida en cuestión Vana Tallinn. Y ya tras dos horas de navegación y esperar otro rato pues desembarcamos en nuestra primera república independiente soviética que visitábamos. Yo esperaba algo parecido a Bratislava con Eslovaquia y no iba a desentonar mucho.
La primera impresión que te deja Tallin es muy pobre porque sales del crucero y tienes que atravesar un descampado muy feo y descuidado, seguro que de noche ese sitio tiene que dar hasta miedo. Una vez que cruzas ese desagradable tramo ya te adentras en el bonito casco histórico antiguo de la ciudad. La primera calle del casco antiguo que pisamos fue Uus, era fácil manejarse con el mapa porque los nombres de la calle eran muy cortitos y sencillos de recordar. De momento pues andábamos por calles con empedrado medieval y poco más que destacar. Llegamos al callejón de Santa Catarina Katariina Kaik, la calle más antigua donde se ubican los más famosos artesanos de vidrio de la ciudad, en las paredes de la calle hay piedras de la antigua muralla que protegía la ciudad.
Desde Müürivahe cuando salimos de Santa Catarina llegamos a la calle principal del casco antiguo, la famosa calle Viru donde se asientan los principales comercios de la ciudad y donde al final de la calle está la Puerta de Viru Viru Väkjak que es la puerta que comunica la parte vieja de la ciudad con la parte occidental de Tallin, que es el Tallin más soviético. Por Viru encontramos varios cajeros y sacamos unas pocas coronas estonias para hacer alguna compra por allí, aunque admitían también euros, siempre es recomendable utilizar la moneda del país para cubrirse de pequeñas estafas con el cambio. Con el tiempo que nos quedaba hasta la hora de comer dimos una pequeña vuelta por lo que se llama la parte baja de la ciudad Revaal que es la zona cristiana de Tallin. Lo más interesante de esta zona es la plaza central Raekoja Plats, una bonita plaza medieval, rodeada de edificios que parecen de cuento de Hansel y Gretel, en esta misma plaza se ubica la que se dice ser la farmacia más antigua de Europa donde todo el mundo se hace fotos a la entrada y el Ayuntamiento de la ciudad. Buscamos una librería por esta zona para comprarle a la amiga de Olga, Gloria, 'El principito' en estonio y tuvimos que volver por Viru para encontrarlo.
Muy cerca de Raekoja Plats fuimos a comer a un restaurante medieval, en concreto creo que fue en Vana Turg al lado de la academia de la lengua estonia. Dos anécdotas divertidas nos pasaron en el restaurante, la primera que Olga va y pide de beber Coca Cola, con la consiguiente explicación por parte de la camarera de que estaba en un restaurante medieval y que en esa época no existe tal bebida, por eso siempre que se visitan los sitios el mejor consejo, pedir cerveza, así se prueban un montón. La segunda fue que nos encontramos a la pareja con la que comimos al lado el primer día en Helsinki en la Plaza del Mercado. Mira que es casualidad que fuésemos el mismo día a Tallin, al mismo restaurante y a la misma hora. Yo comí algo de cordero que estaba bueno, aunque tenía el cuerpo un poco revuelto y me dolía un poco la cabeza. Saludamos a nuestros amigos comensales y continuamos nuestra excursión.
La tarde la dedicamos para ir a la parte ortodoxa de Tallin que es Toompea. Hay dos maneras de subir a la parte alta de la ciudad, una por la Pierna Corta Lühike Jalg o por la Pierna Larga Pikk Jalg. Menos mal y por casualidad subimos por la parte corta que es mucho más fácil. En la parte ortodoxa estaban las altas clases de la sociedad estonia, por eso Toompea es el barrio rico del casco antiguo, en él esta el Parlamento de Estonia y el barrio se corona por la magnífica Catedral de Aleksander Nevski, es una de las mejores catedrales ortodoxas que existen en el mundo y tuvimos la suerte de poder entrar, os dejo un enlace en wikipedia Catedral de Aleksander Nevski. Es un monumento admirable de ver y solo por eso merece la pena la visita a Tallin. Tras el deslumbramiento de la catedral dimos una vuelta por Toompea, compramos almendras garrapiñadas que allí están muy buenas, nos encontramos también el mirador más bonito de la ciudad, Mirador de Paptku y fuimos por las tiendas de artesanos a ver si nos comprábamos el típico gorro-bufanda que se vende en Estonia, donde más tiendas hay es por la Pikk Jalg, que en vez de subirla, la bajamos y bien que lo agradecimos porque su pendiente es bestial, de hecho en la calle hay unos bancos que sirven para descansar, incluso bajando se hace duro por la pendiente ya que tienes que ir frenando mucho.
Tras preguntar por varias tiendas el precio del gorro-bufanda las compramos al lado de Santa Catarina en los puestecillos que tenían unas mujeres estonias. Luego veréis las fotos, que menudo calor da el invento en pleno mes de Agosto. Volvimos a Raekoja Plats a tomarnos algo en las terrazas de la plaza, ya que, estábamos cansados y a mí aún me dolía la cabeza. Ya no podíamos hacer más compras porque estaban cerrando los negocios y con esa tarde tan bonita que hacía lo mejor era relajarse y ver como pasaba la gente por la plaza. Después de nuestro descanso fuimos a ver lo que nos quedaba en la visita, la Catedral cristiana de San Olav en Revaal y terminar saliendo del casco antiguo de la ciudad. Podíamos haber ido un rato a la parte occidental de la ciudad, pero no tenía nada destacable y además no es muy recomendable.
Saliendo del casco antiguo nos encontramos varias sorpresas, la primera era ver a gente a las 6 de la tarde haciendo eses por la calle de la borrachera que llevaban, realmente tienen un problema con el alcohol en ese país, otras cosas que vimos fue lo cutres y descuidados que estaban los hostales a la entrada del casco antiguo, daba verdadero pánico. Era como la cara B de la ciudad, como muy cutre y miserable comparado con el encantador turismo y perfección que en el casco antiguo se quiere dar. Quedaban un par de horas para que saliese el barco y tanto Olga como yo no queríamos estar en esta ciudad, teníamos ya ganas de volver a Helsinki. Así que nos fuimos a la terminal del barco y dimos unas vueltas por allí antes de partir. La sensación allí no era de estar muy seguro pero tuve un último recuerdo bonito de Estonia, unos chavales estaban bebiendo en un bar que estaban montando ellos cerca del puerto mientras sonaba 'House of the rising sun' de los Animals. Embarcamos de nuevo en la Tallink dispuestos a tener un bonito viaje de vuelta a Finlandia.
Al cuarto de hora de zarpar del puerto de Tallin y como ya estábamos en aguas internacionales se abría el supermercado del barco y para allá que fuimos a realizar nuestras compras, la gente se llevaba una cantidad insultante de alcohol por su precio tan barato, había personas que llevaban carritos enteros de alcohol que yo en un año no me puedo beber tanto. Nosotros no fuimos tan exagerados y yo me pillé una botella de Vodka Finlandia y otra de Koskenkorva, Olga recuerdo que pilló una de Vana Tallinn y algo más. Con las compras hechas, disfrutamos del crucero, encontramos para tomar botes de Mirinda que los tomamos en el mirador del barco y salimos a cubierta a observar el atardecer en el Báltico, que sensación de paz y de tranquilidad da ese mar en verano a las 22:00, el sol de la medianoche obraba su milagro y todavía estaba atardeciendo. Fue un viaje de vuelta muy bonito y hasta se me estaba quitando el dolor de cabeza, ya disfrutaba de la compañía de los rusos que seguían bebiendo cervezas. La maniobra de desembarco en el puerto de Helsinki la seguí desde cubierta y fue espectacular, me encanta ver como arriba un barco de esas dimensiones en el puerto.
Una vez que pisamos Helsinki, el desfile a la salida del barco era de coña, un montón de finlandeses con sus carros de bebidas llenos iban por el puente de salida, apenas podías andar. Al salir fuimos en bus de nuevo hasta Rautatientori y allí recuerdo que esperando el tranvía en la parada había periódicos de la ciudad y cojí el Helsingin Sanomat, en él, leí en finés algo relacionado con un jugador del Espanyol, Dani Jarque, le dije a Olga, creo que le ha pasado algo a este jugador, al día siguiente me enteré que había fallecido, así que, al igual que Iniesta, yo le dedico esta entrada en el blog a este bravo jugador. Pasada la medianoche llegamos a nuestro apartamento, no sin antes pasar un último susto porque no nos abría la puerta de la habitación, con lo cansados que estábamos hubiese sido un putadón haber tenido que ir al otro hotel en busca de otras llaves. Por fin pudimos abrir y cenamos cositas que teníamos del supermercado, unas ricas empanadas de queso ricotta y cervezas Lappin Kulta. Había sido un día muy largo como he dicho al comenzar la entrada y mientras cenaba pensaba que como podía ser que estando tan cerca fuesen tan diferentes Helsinki de Tallin, eran como el día y la noche y desde luego en contra de la opinión general me quedo mucho antes con Helsinki que con Tallin. Tienen mucho que aprender las repúblicas ex soviéticas del estado de bienestar nórdico y que la riqueza sea más repartida. En España también podríamos tomar nota de eso.
Terminal de Helsinki. Rumbo a Tallin.
Katariina Kaik. Callejón de Santa Catarina.
Calle Viru.
Raekoja Plats.
Raekoja Plats. Ayuntamiento.
Restaurante medieval.
Catedral de Alexander Nevski.
Palacio Presidencial de Estonia.
Toompea.
El gorro-bufanda.
Mirador de Paptku.
Iglesia de San Olav.
En la terminal de Tallin. Barco de vuelta a Helsinki.
Atardecer en el Báltico.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)