El martes 26 de Julio amanecimos temprano porque nos habíamos dormido a las 10:30 p.m. la noche anterior. Estábamos aún muy cansados, como con resaca, pero hoy era un día bastante especial en la isla. Este día es fiesta nacional en Cuba por el asalto al cuartel de Moncada que se encuentra en Santiago de Cuba, un intento por parte de Fidel en 1953 para derrocar al dictador Batista que no tuvo éxito en su momento, pero que puso la primera piedra para la posterior revolución del 59. Para saber un poco más de la historia de este episodio dejo aquí el enlace que hay en la wikipedia Asalto al Cuartel de Moncada. Nuestra intención este día era ver un poco de la historia de la Revolución visitando los lugares más importantes de La Habana que tuvieran que ver con este hecho. También supusimos erróneamente que habría actos de conmemoración en la capital por este día, pero no vimos ninguna sorpresa, Raúl Castro organizó los festejos en otra ciudad de Cuba, creo que fue en Bamayo.
Nada más salir del hotel y con el modus operandi tradicional de pesadez de los cubanos y nosotros a nuestra bola, cogimos un taxi que nos llevara directamente a la Plaza de la Revolución, a ver si habría una multitud allí celebrando el 26 de Julio. Muy alejados de la realidad estábamos porque en la Plaza, que está en el barrio de Vedado, había cuatro gatos, así que pudimos disfrutar de hacer fotos a todos los monumentos emblemáticos que allí están, como el Memorial José Martí, la sede central del Partido Comunista Cubano y el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias amén también de las efigies de Camilo Cienfuegos y Che Guevara que son conocidas en todo el mundo, David grabó un pequeño vídeo donde cantaba el famoso tema de Boikot de Che Guevara. Allí no había nada más que hacer, admiramos los típicos coches de época que rondaban por el lugar y fuimos a preguntar a las pocas personas que había allí en los coco taxis como poder ir al Cementerio de Colón. Tras esta inocente pregunta, empezó a venir una racha de mala suerte, mezclada con picaresca y anarquía cubana que nos hizo pasar un pequeño mal rato porque los astros no estaban de nuestro lado.
La gente del coco taxi nos engañó acerca de la ubicación del cementerio, les preguntaba si estaba muy lejos de allí porque en el mapa yo lo veía bastante cerca pero no sabía ubicarme para llegar al lugar. En vez de indicarnos como ir, nos ofrecieron el servicio de llevarnos hasta la puerta por la cantidad de 5 CUC, como no veíamos otra alternativa pues nos montamos en el coco taxi en un paseo que duró apenas 3 minutos porque como yo veía en el mapa, estaba muy cerca. La racha no acabó ahí porque una vez que estábamos ya entrando al Cementerio de Colón un hombre de buen año y voz afeminada nos paró en seco, resulta que había que pagar otros 5 CUC por entrar la recinto, la primera vez en nuestra vida que nos cobran por entrar a un cementerio y mira que hemos visitado diferentes cementerios en países de lo más variopinto. Encima el hombre se ofreció a nosotros como guía y menudo tostón nos empezó a soltar de memoria, era inaguantable hasta tal punto que David me preguntó que si nos lo quitábamos de en medio dándole una propina y que se fuera, yo le dije que de acuerdo y ya por fin nos pudimos dar un paseo tranquilamente por un lugar que es muy bonito, hay bellos panteones y en él yacen los restos de grandes personalidades como Alejo Carpentier, el cineasta Tomás Gutiérrez Alea, Nicolás Guillén o el músico Ibrahim Ferrer. En la misma iglesia del cementerio estaban sacando un féretro y por educación y cortesía nos fuimos de allí para no interferir en el duelo de los familiares. No nos quedamos mucho paseando por el cementerio porque era un día de fuerte calor y es un lugar gigantesco para la visita. Enseguida salimos de nuevo por la puerta principal y buscamos por las calles de Vedado, donde había bastantes negocios abiertos, un nuevo taxi para que nos llevará de nuevo a la zona de Parque Central.
Siguiendo la mala suerte, pillamos un taxi que era un caos de vehículo y conductor, la parte de las puertas donde están las manecillas de las ventanillas para subir y bajarlas estaban arrancadas, el coche debía de tener casi 40 años y el conductor 70, conducía bastante mal y para colmo en medio del trayecto, otro conductor, le avisó que llevaba una rueda pinchada, como podéis imaginar el concepto de ITV para vehículos en Cuba no existe. Le dimos al tipo 3 CUC antes de que se pusiera a cambiar la rueda y fuimos andando por un barrio que no conocíamos de nada y donde no veías a turista alguno, éramos los únicos europeos por allí, mientras buscábamos que viniese otro taxi, los cubanos nos ofrecían como de costumbre todo tipo de puros, mujeres, incluso cocaína para el ocio, yo suplicaba porque apareciese un nuevo taxi y tuvimos por fin la suerte de que pasaba uno que era un coche nuevo y con aire acondicionado. Le indicamos que nos llevará al Museo de la Revolución que se encuentra en la Avenida de las Misiones. Fue el mejor trayecto del día y agradecimos mucho el aire acondicionado del coche, durante el trayecto me fijé que cerca del Capitolio está la Escuela de Computación.
El taxista nos ofreció el trato que podría luego recogernos para ir a otro lugar, pero ya no lo necesitábamos porque el hotel Parque Central se encuentra a 5 minutos caminando del Museo de la Revolución. Tras este pequeño golpe de suerte fuimos a lo que fue el último cabreo del día, porque ya cortamos por lo sano. Para la visita al Museo de la Revolución te cobran por todo, cualquier cosa que hagas es un extra, la entrada básica son 7 CUC, pero si entras con la cámara tienes que añadirle otros 2 CUC y si pasas con el bolso también otro extra, si quieres visitar el recinto de fuera que es el Memorial Granma otros 2 CUC y si quieres guía por supuesto que también tienes que soltar mas pesos. Total, que nos parecía tal tomadura de pelo en nombre de la Revolución que pagamos la entrada básica y nos dimos una vuelta por allí. La visita en sí es interesante, primero visitas una planta con objetos y recuerdos de la Revolución, antiguallas en general que no dejan de ser una mera anécdota, luego ya visitas unos salones bastante bonitos, a mi me recordaban de nuevo al Padrino II en las escenas donde en la fiesta de Nochevieja del 59 están Michael y Fredo en un baile y Michael le desvela a Fredo que sabe que él lo ha traicionado con un beso siciliano y luego tienen que huir por el triunfo de Castro y el derrocamiento de Batista. Por último hay una planta más donde ves figuras de Castro y el Che en medio de la selva, algún vídeo y poco más, una exposición un tanto ridícula en mi opinión. Afuera en el Memorial Granma no hace falta pagar la entrada, si desde la calle ves los trastos que utilizaban los Revolucionarios para el combate contra el ejército de Batista. Hay una réplica del yate Granma que en él, procedente desde México, llegaron el Che y Castro para iniciar la revuelta.
Una vez fuera del museo también contemplamos una bonita iglesia que había enfrente, la Iglesia del Santo Ángel Custodio. Después nos fuimos al Parque Central a comprar agua embotellada porque allí sino querías una gastroenteritis, mejor no beber agua del grifo. Estaba ya llegando la hora del almuerzo y recordábamos que los martes era el mejor día para ir a comer al Centro Gallego, donde están los restaurantes el Asturianito, el anteriormente visitado el Trofeo y la estrella de la corona que es Los Nardos. Así que fuimos a visitar Los Nardos que en verdad es el mejor restaurante de todo el complejo con una decoración colonial y muy cuidado. Un sitio un poco oscuro donde en la entrada hay unos toneles en las paredes y te recibe un tipo tocando el piano. Allí sí que merece la pena la visita y no te engañan ni te sacan el dinero por tonterías, la comida muy buena, abundante y con un buen precio. Recomiendo que se pida sólo un plato porque es una bestialidad lo que te ponen. Nada más entrar nos encontramos con nuestros amigos españoles que iban con nosotros el día anterior en el catamarán de Cayo Largo y pasamos un buen rato allí disfrutando de la mejor comida cubana y hasta me animé a degustar algún ron sólo, así me quitaba un poco el cabreo que llevaba por los incidentes que habíamos tenido durante la jornada matutina.
La tarde la dedicamos un poco a descansar, primero una vuelta por la zona del Capitolio y un poco el barrio chino, después siesta tras esa comilona en los Nardos y luego piscina en el ático del Hotel Parque Central. Estábamos tan llenos que en cuanto cayó la noche, en vez de ir a cenar, nos fuimos al café del Hotel Inglaterra directamente a tomar mojitos y planear como lo íbamos a hacer para salir de juerga por Vedado. En este barrio por la noche además de ir por el malecón son muy conocidos sus clubes de jazz, había dos opciones, La Zorra y el Cuervo que nos habían hablado muy bien de él o el Jazz Café, mucho más lejano que se ubica en un centro comercial al lado del Hotel Meliá Cohiba. No tardamos mucho en tomar la decisión, nos parecía mucho más acertado a los dos ir a La Zorra y el Cuervo. Un club que recomiendo porque por 10 CUC tienes dos copas y asistes a un buen concierto de jazz, un lugar pequeño donde los cubanos no están, simplemente están los músicos y sus amigos, los clientes sólo son turistas, algo que me pareció fatal pero ese precio de entrada para ellos es prohibitivo, una vez más se ven las dos divisiones en la isla, el ocio para los turistas y los habaneros en el malecón, es imposible que haya mezclas porque los tratos son diferentes.
A mi como el jazz me gusta, el concierto me pareció bastante bonito y era una manera de oir jazz en otras latitudes del mundo, todavía recuerdo el bar de Kyoto donde ponían jazz también, a quien no le parecía tan chulo fue a David que poco a poco se iba apagando y no le estaba gustando mucho el plan, tras nuestras dos copas y con el concierto casi acabando, decidimos irnos, y a la salida nos encontramos una cosa bastante friki mientras buscábamos un taxi para volver, un edificio bastante feo que era el Ministerio del Azúcar, nunca pensé que podría haber un ministerio con tal asunto, pero luego pensando tiene su razón de ser.
Volvimos al hotel en nuestro taxi y en el recorrido veíamos en la esquina L con la 23 a los cubanos en el malecón pasándolo en grande, es la zona donde la brisa te quita un poco el calor y estaban despreocupados, seguro que al día siguiente pocos irían al trabajo, al fondo se veía la luna fundiéndose en el horizonte. Una vez en el hotel tomamos algo para cenar a unas horas bastante tardías en la barra del café que hay en el vestíbulo. A mi me apetecía otra copa más y David poco convencido accedió a ello, cuando se la terminó se subió a la habitación y me quedé yo sólo un rato más en el vestíbulo, pensaba lo bien que nos lo estábamos pasando a pesar de algún incidente. Al día siguiente habíamos quedado con un contacto en la isla e íbamos a ver más cosas de La Habana, sitios donde no llegan los turistas, pero eso será en la siguiente entrada.
Plaza de la Revolución. Memorial José Martí.
Plaza de la Revolución.
Plaza de la Revolución. Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Plaza de la Revolución. Che Guevara.
Plaza de la Revolución. Estandarte del Che.
Plaza de la Revolución. Coches de época.
Cementerio de Colón.
Cementerio de Colón.
Cementerio de Colón.
Cementerio de Colón.
Cementerio de Colón. Iglesia.
Cementerio de Colón. Panteón.
Edificio del Museo de la Revolución.
Salón principal del Museo de la Revolución.
El Che y Fidel triunfando con la Revolución.
Museo de la Revolución. Memorial Granma. Transporte para los revolucionarios.
Museo de la Revolución. Memorial Granma. Carros y misiles de combate.
Entrada a los restaurantes Los Nardos, el Asturianito y el Trofeo.
Entrada del Restaurante Los Nardos.
Restaurante Los Nardos.
Restaurante Los Nardos.
Capitolio al atardecer.
Café del Hotel Inglaterra.
Ministerio del Azúcar. Vedado.
Entrada al Club de Jazz 'La Zorra y el Cuervo'.
Club de Jazz 'La Zorra y el Cuervo'.
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