jueves, 31 de diciembre de 2009

Danke Wien. Cuarto Día.

El Sábado 9 de Agosto seguiríamos con nuestro fin de semana pasado por agua donde en ningún momento nos fastidió la lluvia ya que eran tormentas a ratos, así que era cuestión de ir esquivando como uno podía cuando caía agua, era como un tiempo típicamente otoñal de los que ahora no los tenemos en la península. Fue salir del Arcotel y tener que tirar de nuevo para la entrada y amablemente en la recepción nos dieron un paraguas que nos vino estupendamente para ir al tranvía y volver como siempre empezábamos el día hacia Friedensbrucke. Tras sucesivos viajes en metro nos fijamos que en la parada de la U4 de Rossauer Lande había una gran caseta de madera con un escenario montado, nos enteramos que es el Summerstage que lo ponen a orillas del Danubio y donde en verano la gente va a cenar y a ver actuaciones musicales. No sabíamos si a mediodía lo abrian también para comer, la respuesta la encontramos rápido, efectivamente por el mediodía el Summerstage está cerrado, es sólo para por la noche, así teníamos que cambiar el plan que habíamos decidido en el hotel y ya era bastante tarde.

No nos causó ningún problema porque el día antes habíamos estado por Rathaus y decidimos que allí volveríamos para comer y daba igual a la hora que fueras, como ya he comentado en otras entradas, los vieneses están a todas horas engullendo, así que volvimos a Rossauer Lande para hacer transbordo en Schottenring y desde ahí en la línea violeta U2 llegar hasta Rathaus. Tuvimos mucha suerte porque justo al llegar al Rathaus Park nos cayó otra tromba de agua que me parece que hizo suspender la sesión para ese día del Festival de Cine, pero nosotros guarecidos en los toldos de las diferentes casetas de comida pudimos comernos nuestros fideos chinos con los palillos viendo llover delante de la fachada del Neues Rathaus, sino llega a ser porque me estaba mojando las piernas porque llevaba pantalones cortos, la escena tenía su gracia y allí estábamos todos riéndonos porque no queríamos mojarnos ni nosotros ni nuestra comida, fue sólo un rato breve y después de nuevo salió el sol y se quedó un día estupendo.

Como el plan se había ido al garete desde el principio ese día nos tiramos todo el rato improvisando y nos salió una excursión diferente y muy buena, en el propio Rathaus sentados en una mesa llena de agua con la guía que había comprado Olga ojeaba lo que podíamos hacer, ya que, entre el mal tiempo y lo tarde que era no teníamos ni puta idea de que hacer, le propuse a Olga que yendo hacia Karlsplatz podíamos, sino llovía, ir hacia el palacio del Belvedere que es muy famoso en Austria. Olga aceptó el plan y de nuevo cogimos el metro en la U2 hacia Karlsplatz, como se puede observar éramos ya todo unos expertos con el plano del Metro y ya ni mirábamos los carteles ni los andenes, íbamos a tiro hecho. Una vez estuvimos al lado del Karlskirche nos perdimos y no había manera de encontrarnos en el plano, al final nos reorientamos entre tanta calle en alemán y por los edificios que es una zona donde hay varios hoteles llegamos a la plaza Schwarzenbergplatz, al loro con el nombrecito. Ya había dejado de llover e incluso se asomaba el arco iris, en esa plaza hay una gran estatua gigante en memoria al soldado desconocido, me recordaba al monumento de la gran Avenida del 17 Junio berlinesa. Allí es donde coincidimos con los primeros españoles de la jornada, unos viejecetes procedentes de un autobús con un tour europeo a sus espaldas y lo que les quedaba por penar. Gran error el mío de preguntarle a uno de los viejos que si por ahí íbamos bien hacia el palacio del Belvedere porque el hombre no sabía ya ni en que ciudad estaba, no sabía si había estado en el Belvedere o en el Palacio de Sissi como decía una mujer mayor. A Olga y a mí se nos quedó la frase grabada que dijo el hombre con tanta frustación y cansancio que tenía, la frase era: "Visto un palacio, vistos todos, porque son todos iguales".

Así que enfilamos por la cuesta de Prinz Eugen Strasse para ver una de los tantos palacios de Viena que son todos iguales según los españoles de la excursión. La cuesta se nos estaba haciendo interminable y de hecho justo en la puerta de entrada al Belvedere paramos en una tienda de souvenirs y en una cafetería para sentarnos a tomar un café. Después entramos en la tienda a comprar cosas de Gustav Klimt el pintor autor de El beso. El tío de la tienda era un espectáculo, el chaval quería ligar con Olga y le decía que era la más guapa que había entrado en la tienda en todo el día, el caso es que nos hacia rebaja en todo y yo pasando del tema y viendo el poster que tenía de Lothar Matthaus que por lo visto había estado allí alguna vez. Menudo pájaro el colega.

Una vez dentro del Belvedere queríamos ver la exposición de Klimt pero ya era tarde y quedaban diez minutos para cerrar, así que también fuimos a la tienda del museo para rematar las compras que ya habíamos hecho en el otro lado, después veríamos los jardines del Belvedere que tenían un pase pero tampoco eran espectaculares, la verdad es que esperaba más del sitio porque es muy nombrado, supongo que por dentro el museo tiene que estar mejor, pero vamos, que vimos mejores jardines posteriormente en otro sitio de Viena. En los jardines, eso sí, reinaba la tranquilidad y la gente paseaba relajadamente, otros tomaban con sus camaras vistas del sitio, había hasta gente leyendo. Pero que puede pasar entonces, pues que llegué la excursión de españoles pegando voz en grito y ponerse a hacer fotos diciendo Patata gritando a pleno pulmón. Olga y yo estábamos sentados en un banco y nos moríamos de la risa, siempre tenemos que estar dando la nota por ahí, yo le decía a Olga, ves a ese del bigote, es que le pones el diario 'Marca' debajo del brazo y en vez de venir a ver un palacio parece que el tío va al fútbol. Nos quedamos callados cuando pasaron a nuestro lado que sino se ponen allí de interrogatorio de porque hemos ido a Viena y que hacíamos allí jajajajajaja...

Justo detrás del Belvedere y gracias a la guía que Olga llevaba descubrimos una de las mejores de las cervecerías de Viena, es la cervecería Salm Brau en la calle Rennweg. Ahí ya no había españoles y estaban los austriacos con los alemanes dando buena cuenta de la cena a las 18:30. La cervecería es al aire libre y ya estaba despejado y con calor el tiempo, así que pensamos en celebrar como habíamos subido la cuesta hasta el palacio y tomarnos una cerveza de las que elaboran en la misma cervecería, ya que allí sólo tenian cerveza artesanal, por eso el prestigio del sitio. Es más, mientras te estás tomando la cerveza estás al lado de las cubas donde almacenan el valioso manjar.

Cuando terminamos nuestra cervezota con las fuerzas recuperadas fuímos a dar un paseo hasta el Karntner Ring, pasamos por un montón de bonitos edificios como el Instituto Cervantes, la tienda Lego, El Floridita que es una sala de bailes latinos muy famosa allí y veías cada terraza y café por el centro que te entraban unas ganas horribles de quedarte a vivir allí, en Viena tienen un nivel muy por encima del nivel de vida medio en España. Volvimos a casa en metro desde Karlplatz para preparar la juerga del Sábado noche que es cuando más animación hay y donde los vieneses ya están todos en la calle.

El día por las horas lo llevábamos un poco trastocado pero nos dió tiempo a ir a cenar al Summerstage, la actuación musical ya había terminado pero todavía los restaurantes seguían abiertos y nos decantamos por el que luego nos dijeron que era el mejor restaurante mexicano en Viena, es el Restaurante Pancho cuya web es Restaurante Pancho, su sede principal se encuentra en Blumauergasse 1. El ambiente del Summerstage con las antorchas encendidas, la poquita luz y al fondo el Danubio era precioso. Si te callabas podías hasta oir el rio pasando y antes de servirnos la cena me fui rodeando toda la caseta del sitio que montan en verano para hacer algunas fotos. Podías estar tanto dentro como fuera, ya que algunos restaurantes estaban cubiertos y veías a las parejas o grupos de amigos brindar con sus copazos para celebrar el Sábado por la noche. Un sitio que desde luego no puedo dejar de recomendar para ir, se está estupendamente y yo creo que como fuímos a última hora pues aún más tranquilo y más bonito es el sitio. Nuestro primer copazo cayó allí después de la cena mexicana.

Lo del plan de ir al Summerstage lo teníamos pensado porque muy cerca de esta parada de Rossauer Lande está la discoteca más famosa de Viena, es la discoteca Flex que está justo en la orilla del rio Danubio, tienes que bajar unas escaleras hasta las dockas para llegar al sitio. Flex se compone de dos salas alternativas, una es la Flex Café, una especie de garito con música alternativa más tranquilita donde la gente pide sus copas y puede salir fuera porque tienen mesas de madera y te puedes tomar la copa o la pinta al lado del Danubio. La otra sala es la Flex Disco que es propiamente la discoteca. Empezamos por el Flex Café que se estaba muy bien y me gustaba mucho la música que el pincha estaba poniendo. Ahí es donde nos encontramos con nuestro tercer grupo de españoles, estos eran más jovencitos que los anteriores y eran unos chavales que estaban de interrail por toda Europa y acababan de llegar a Viena y aquí como digo yo de España, no hay término medio, o te encuentras a todos los españoles metidos en el Palacio de Sissi o están de juerga en la Flex, además que con todos los españoles que hablamos ponían cara de sorpresa porque nos tirásemos 6 días en el mismo sitio, vamos, que eran como los monólogos de Gila, venga señora, si se mea pues en el próximo país, que hay prisa.

Nos tomamos una copa con los chavales y vimos que si retornabas el embase te daban un euro por haberlo reciclado, cosa que me parece estupenda y que ya lo había visto en Berlín, así el sitio no está lleno de copas y pintas vacías porque vas recuperando algo de tu dinero. Los chavales se pasaron antes a la disco y nosotros nos quedamos a una segunda copa, total, era muy difícil emborracharte porque con esos dispensadores rácanos las copas eran muy suaves. Después ya sí que pasamos a la discoteca previo pago de 10 euros por la entrada. A mi el sitio me gustó, me recordaba en pequeño a las discotecas que fuí en Berlín y el espectáculo de luces me pareció bueno, Olga no le gustaba mucho el sitio más que nada porque con tanto lio se me mareaba la pobre, pero aguantó muy bien como una campeona y se lo agradezco porque para mi merecía la pena verlo, además se echó unas amigas españolas en el baño que en las paredes había un doble cristal y en el hueco estaba lleno de chucherías. Nos fuimos sonriendo del sitio y lo habíamos pasado muy bien, fue un día muy divertido y con el tiempo iba mejorando la excursión, tampoco nos retiramos muy tarde a dormir porque al día siguiente había que coger el barco hacia Bratislava y cogimos un taxi hasta casa, nos esperaba el primer país del Este de Europa que íbamos a visitar los dos por primera vez.

Web de la discoteca Flex



Graffiti en Rossauer, dedicado a mi compañera de viaje.



Comida en Rathaus Park.



Palacio del Belvedere.



Jardines del Belvedere.



Cervecería Salm Brau.



Cafés Vieneses en el centro.



Tienda Lego en el Karntner Ring.



Summerstage. Rossauer Lande.



Flex Café.



Los malditos dispensadores, pero eso sí, la soda era gratis.



Saliendo de la Flex. Dockas.


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miércoles, 30 de diciembre de 2009

Danke Wien. Tercer Día.

Como dijimos en la anterior entrada, hoy el día 8 de Agosto nos dejaríamos de turismo de gastar zapatilla e iríamos a jugar un ratito al parque. Una de las visitas que son indispensables en Viena es ir a ver la vieja noria del parque Prater. Para ello y como siempre estoy curioseando en los tranvías y en todos los carteles de las estaciones de metro vi que por Alserbachstrasse uno de los tranvías te llevaba directo del parque, a la parada Praterstern. Así que nos levantábamos super tarde y luego pasando por la sempiterna embajada de los EEUU llegamos a nuestra parada de tranvía y bajo una finita lluvia esperamos a que mejorará el tiempo para que por el Prater lo pasasemos estupendamente.

Mientras íbamos en el tranvía cayó una tromba de agua y ya íbamos acojonados al sitio pero hubo suerte y al final el sol salió cuando llegamos a Praterstern. Resulta que esa parada también es un centro comercial y al fondo ves la enorme y vieja noria representativa de la ciudad vienesa, muy cerca de allí está el estadio de fútbol Erns Happel donde un mes y medio antes la selección española había conquistado la Eurocopa que se celebraba en Austria y Suiza ese mismo año. El estadio talismán de la selección donde Fernando Torres marcó el gol de la victoria ante la selección alemana. La tan cacarreada noria la verdad es que es espectacular y seguro que en su época de inaguración fue uno de los orgullos de la nación. Ahora el Prater se reduce a unas pocas atracciones, la mayoría vetustas que le dan un cierto aire melancólico al lugar, de lo que antes fue el gran sitio de ocio de los vieneses y ahora es prácticamente una mera anécdota. Al menos esa sensación es la que tuve yo.

Un ejemplo lo constituye el sitio donde nos sentamos a comer, gracias a que el sol salió y se había secado todo comimos en un restaurante que era con mesas de madera y parecia que estábamos de picnic, todo muy viejo, hasta los propios clientes y camareros que tenía el sitio eran viejos, seguro que antes iban allí a diferentes celebraciones y recuerdan con cariño el Prater. Al camarero le costaba andar, de hecho iba dando bandazos de izquierda a derecha tal como en la actualidad anda Manuel Fraga, eso sí, el hombre te servia al instante y sin tonterias algunas. Yo me pedí un Gulasch que es un plato típico húngaro que es un estofado de carne de buey con paprika y verduras donde te ponen una bola de patata gigante que si te lo comes todo eres un crack culinario. Menos mal que con la cerveza la comida va pasando mejor porque desde luego contundente era el plato.

Después de la comida pues ya fuimos a ver las atracciones, había tiovivos, túneles de los horrores, cosa para disparar y llevarte algún regalo, atracciones de cuerdas donde dabas un montón de vueltas y había lo que yo tenía muchas ganas de montar y nunca lo había hecho, varias pistas de karts. Así que como un niño chico para allá nos encaminamos y por fin pude montar en un kart, como el vídeo de Los Planetas de 'Pesadilla en el parque de atracciones'. En la primera ronda tanto a Olga como a mí se nos dió fatal, pagamos la novatada completamente porque frenábamos mucho. En la siguiente ronda que me empeñé en montar otra vez hasta que ganase una carrera, no se me escapó y la gané, Olga quedó muy poco por detrás mía. Con el sol el paseo mereció la pena y estuvimos bastante rato andando, en ocasiones me recordaba al recinto ferial de la feria de Málaga porque era bastante grande, eso sí, menos mal que no ponían sevillanas y el ambiente era mucho más calmado.

Tras la gran vuelta que dimos nos fuimos a lo que es propiamente el parque del Prater, una extensión vegetal bestial con diferentes lagos donde te podías encontrar a gente patinando, en bici, jugando al fútbol o simplemente descansando tumbados en la hierba, cosa que hicimos nosotros también y nos echamos un siestón, así la digestión del Gulasch sienta mucho mejor. Es una de las partes que más me gustan de las vacaciones, cuando vas a un sitio y te tumbas a relajarte un rato, sientes una paz y una alegría por tener esas vacaciones que te sientes muy agraciado. Tras la siesta pues quedaba mucha tarde aún por delante y podíamos hacer un plan más. Se nos ocurrió por casualidad, porque tampoco lo sabíamos, hacer el recorrido a la inversa que los aficionados españoles hacian en Viena mientras se estaba celebrando la Eurocopa.

De la moderna estación de Praterstern fuimos a Karlplatz para coger la línea U2 (violeta) y llegar al Ayuntamiento de Viena (Rathaus), resulta que ahí es donde quedaban los aficionados de las diferentes selecciones de fútbol para ir luego al Ernst Happel y para allá que nos fuimos. Empezó otra vez a llover cuando bajamos de la parada de Rathaus, el ambiente era un poco desolador porque tampoco era para tanto el edificio del Ayuntamiento y por la calle pasaban muchos coches pero no había casi nadie andando. La calle Landegerichtstrasse no nos llamaba la atención en nada, un gran bulevar pero poca cosa más. Seguimos investigando y dando la vuelta al edificio llegamos a lo que es el Neues Rathaus que es la fachada neogótica del Ayuntamiento de Viena y ahí sí que ya descubrimos el sitio que es desde donde conectaban los telediarios de las diferentes televisiones. Debajo de esa hermosa fachada del Ayuntamiento que volveríamos a verla en un par de ocasiones más había instalada una gran pantalla de cine donde cada día proyectaban películas en el marco del Festival de Verano de cine de Viena y detras de todas las sillas que había para el público estaba el Rathaus Park que durante el verano podían diferentes chiringuitos de comida para a cualquier hora comer tanto especialidades japonesas, españolas, italianas, mexicanas, salchichas, etc... Además de tener animación nocturna con copas y música. Como no teníamos hambre pues simplemente dimos una vuelta y dijimos que otro día volveríamos a comer o cenar por allí.

Enfrente del Rathaus Park está el teatro más bonito de la ciudad que es el Burgtheater, estábamos pisando la zona de Museums Quartier, que como su propio nombre indica es la zona donde más museos se concentran en toda la ciudad, hay también un museo egipcio y muy cerca está el Parlamento que como no, es un edificio imperialista y gigantesco, a la manera que está hecha toda la ciudad. Estábamos de nuevo en zona típicamente turista y como a mí y a Olga el arte egipcio no nos interesa en absoluto y los museos nos dan bastante igual pues fuimos a uno de los cafés más distinguidos y bonitos de la ciudad, además ya estaba lloviendo de nuevo y nos teníamos que guarecer de la lluvia. Este sitio es el café Landtmann, que tenía tanto terraza al exterior que daba igual que hiciese frío o no porque tienen las lámparas-estufas en funcionamiento y la parte de dentro que con sus lámparas de cristal y su decoración poco más parece que estabas en un palacete tomando un café. En el café Landtmann la lié un poquito porque me pedí un café con ron calentito y la de alcohol que le echaron al café ese, con lo ratas que son con el dispensador para tomarte una copa y lo generosos que son echando ron al café. Fue la mayor cantidad de alcohol que tuve en toda la excursión, iba en el tranvía de regreso a casa más feliz que una codorniz.

Tras descansar un ratillo en el hotel que era el día de la inaguración de los JJOO de Pekín y estar un rato en la cafetería consultando internet en el ordenador que había para los clientes hicimos nuestro plan nocturno para el viernes por la noche. En nuestra conocida parada de Schwedenplatz se concentra una zona de marcha que se denomina Bermuda Dreieck (Triángulo de las Bermudas) repleta de bares donde la muchachada sale a divertirse, así que hicimos de nuevo nuestro camino hacía Friendesbrucke y fuimos a ver a nuestro amigo el pizzero del primer día y por allí cenaríamos y luego tomaríamos unas copas. En la pizzeria hubo un pequeño incidente durante la cena ya que llegó un italiano bastante babosillo que le decía al tío que no tenía ni puta idea de hacer las pizzas, el otro con una cara de mosqueo que pa que y al final le terminó diciendo que luego se verían en la calle. Terminamos la cena comiendo un perrito caliente en un garito de al lado, tenía bastante hambre a pesar del Gulasch de a mediodía pero era ya bastante tarde.

La zona de Bermuda Dreieck estaba muy vigilada por la polícia y luego lo entendí porque se mezclan muchos guiris jóvenes con austriacos que se pillan unas borracheras bastante importantes, por eso la presencia policial en la zona para controlar el patio. Es una zona típica de gente joven para salir a bailar pachangueo o salir a ligar, no vas a ver un conciertazo o te vas a encontrar a un austriaco que te cuente cosas porque la mayoria van muy borrachos. En el primer sitio que entramos por la zona de Fleischmarkt estaba hasta arriba y las go-gos estaban subidas en la barra, yo me emocioné un poco viendo a las muchachas y por ello recibí una tarjeta amarilla por parte de Olga jajajajajaja..., tengo que reconocer que tenía razón, tampoco era plan. Cambiamos de garito porque el sitio era agobiante y fuimos a uno que era un poco heavy pero que se estaba mucho mejor, la anécdota en ese sitio es que un tipo vomitó en el baño y tardó dos segundos en salir por la puerta del bar a la calle ya que la seguridad privada del lugar se encargó de sacarlo rapidito. Todo el ambiente estaba enrarecido y no me gustó la zona, terminamos yendo al Bermuda Brau y al Jazzland. En el Bermuda Brau tomamos una cerveza del sitio y la decoración molaba un montón pero le mataba el pachangueo que tenía y que también estaba hasta la bola. Harto de empujones y ver policías pegando a borrachos cogimos un taxi y fuimos hasta nuestro querido distrito 9. Como yo tenía ganas de más fuimos a probar por primera vez un garito que tanto Olga como yo lo vamos a recordar siempre y que le tenemos mucho cariño, es el Charlie P's, una taberna irlandesa en Warhingerstrasse muy cerca de la iglesia donde vivía Batman, la iglesia de Votivkirche. El Charlie era un sitio muy acogedor, donde por dentro por la falta de aire acondicionado hacía un montón de calor pero te sentabas al lado de un ventilador o fuera en la calle y escuchabas grandes temas de Radiohead, The Cure, etc.... El camarero nos cayó muy bien, yo creo que era extranjero como nosotros y la gente allí no era como la de la zona del Bermuda Dreieck, era gente amable que desempolvaba el inglés de la escuela para hablar contigo, de hecho brindamos alguna que otra vez con las personas que había allí. Una vez terminada nuestra copa y fumado nuestro último cigarrillo del día nos íbamos para casa por la Warhingerstrasse viendo la luna llena y pensando en el Sábado, el día donde más españoles encontramos y donde la discoteca Flex iba a ser la protagonista.



Noria del Prater.



Praterstern. Jack El Destripador.



Parque Prater.



Ayuntamiento de Viena. Rathaus.



Fachada principal del Ayuntamiento. Neues Rathaus.



Neues Rathaus. Festival de cine de Verano.



Rathaus Park.



Burgtheater.



Café Landtmann.



Parlamento.



Schwendenplatz. Hacia el triángulo de las Bermudas.



Cervecería Bermuda Brau.



Nuestro Charlie P's.


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martes, 29 de diciembre de 2009

Danke Wien. Segundo Día.

Jueves 7 de Agosto y ya más descansados tras el día de viaje íbamos a descubrir los principales puntos de Viena Central y pasear por esta ciudad imperial donde por todos lados ves grandes fachadas con edificios muy cuidados. Pensamos orientar nuestra excursión desde ir al principio lo más al sur posible para luego ir subiendo y así nos íbamos acercando hacía el hotel, la verdad es que fue una buena caminata pero mereció la pena. Cogimos nuestro primer tranvía para que nos llevara a la estación de Friendensbrucke y en nuestra línea verde U4 iríamos hasta la estación de Karlplatz que es una de las estaciones de metro más grandes de Viena donde tenemos todo un centro comercial debajo rodeando la estación, era un lío para encontrar la salida adecuada y como no sabíamos exactamente que hacer pues vimos que una de las salidas daba hacía la Ópera (Staatsoper) de la ciudad, así que nos disposimos a ver este fascinante edificio que es precioso y que no tenemos perdón porque no pasamos dentro a verlo. En sus alrededores nos encontramos a los mismos disfrazados de Mozart que había por el Stephansdom y recuerdo que le hablé un inglés macarrónico a una chica que nos ofrecía entradas, Olga mientras tanto se descojonaba de la risa.

Por la avenida Operngasse nos encaminamos hacía la parte de Karlplatz donde tenemos un parque con una bonita estación de metro conservada y con un café donde la gente charlaba relajada y en calma. Al fondo tenemos la iglesia de San Carlos Borromeo (Wiener Karlskirche), una iglesia muy antigua pero que esa decandencia la hacía fastuosa, además llegamos en el momento que estaba terminando una boda y nos pareció muy gracioso que a las puertas de la Iglesia ya tenían las viandas preparadas y ahí todos los invitados ya empezaban a tomar sus primeros aperitivos y vinos, me pareció una idea cojonuda, nada de irse de cañas al bar de al lado, en la misma puerta de la iglesia, para que perder el tiempo, seguimos flipándolo con que siempre estaban tragando comida en esa ciudad. Al lado había una calle cuyo nombre me gustó Argentinierstrasse, por ahí tenía apuntado que había algo de marcha pero nunca investigamos. Las viandas que vimos en el Karlskirche nos dieron hambre así que en Karlplatz paramos en un restaurante donde tenian la especialidad de la cocina vienesa, el Wiener Schineltz, que ya ves tu lo que se complican la vida, un filete empanado, eso sí, lo hacen muy bien porque es finito y lo empanan estupendamente, además de abundante, ya que como no, en Viena nunca te vas a quedar con hambre. Para el postre optamos por ir al Café Museum que estaba al lado, uno de los cafés más antiguos de Viena y que es muy chulo, nos sentamos en la terraza y así veíamos toda la visión de Karlplatz, Olga bajo sus instintos ibéricos quería un café con hielo, cosa que allí no es así, porque en Austria tienen mucho respeto por el café y primero te tomas tu café y luego tienes tu vaso de agua sin gas para refrescarte.

Muy cerca de Karlplatz a un paseo de unos 10 minutos se encuentra el mejor mercado al aire libre de la ciudad en una zona donde los edificios no están tan cuidados pero son muy antiguos, es la zona de Naschmarkt, es una gran avenida central donde se encuentran los puestos de especies, dulces, carnes, pescados y había muchos frutos secos como garrapiñadas, es toda una experiencia para los sentidos, de la vista y del olfato, además del gusto al comprar varias cosas. Se notaba que era una zona más bohemia, donde a ambos lados de la avenida había varios cafés y en Linke Wienzeile encontramos uno de los cafés históricos de la ciudad, el Café Savoy, que se encontraba cerrado en esos momentos. También a destacar la vieja estación de metro Kettenbruckengasse, muy parecida en su constitución a la vieja fachada de la antigua estación de Karlplatz. Vimos en una inmobiliaria los precios de los pisos en Viena y eran más baratos que en Madrid, menuda injusticia tenemos en este país.

Volvimos sobre nuestros pasos hacía el punto de origen que era la Ópera para ya ir siempre hacia el norte y por Karntner Strasse a mano derecha llegamos al hotel Sacher que dentro de un rato lo visitaremos, antes teníamos que andar un poco más para ganarnos la merienda jejejejeje... Esta zona la llevaba un poco más preparada que lo demás y es la zona más exclusiva de toda Austria. Después del hotel Sacher llegamos a Albertinaplatz donde se encuentra un teatro, el hotel Mozart y el monumento a modo de estatua bastante grande contra la intolerancia y el fascismo, curioso este monumento porque en Austria nació Hitler y son bastante de extrema derecha donde Jorg Haider tenía bastante poder en este país. Es lo que llamo yo las contradicciones europeas porque por un lado quieren ser políticamente correctos pero por el otro siguen queriendo mantener sus altos status sociales. De hecho se refleja muy bien en esta zona donde subiendo por Augustinerstrasse te encuentras el grandioso edificio de la Biblioteca Nacional de Austria, un edificio super tocho donde hay una inmensa riqueza. Estamos llegando a la zona de Hofburg, una de las paradas más interesantes de la excursión.

Llegando a Michaelerplatz, encontramos la puerta de entrada al palacio de Hofburg, un palacio de la dinastía de los Habsburgo donde vivía Sissi Emperatriz, es un conjunto monumental impresionante, con los diferentes palacios, la caballerizas de la escuela de equitación española y los jardines de Burggarten y Volksgarten más la biblioteca nacional que he mencionado anteriormente, recuerdo que hacía un sol de justicia y que aunque me estaba achicharrando tal turista guiri extranjero me gustaba el sitio, de hecho estaba rodeado por los típicos turistas de pantalón corto con gafas de sol y camiseta blanca sudada que en el brazo llevan una guía llena de sudor también y su cámara de fotos digitales para inmortalizar el momento. El paseo ya estaba cansándonos a Olga y a mi, así que había dos opciones, o entrar a ver el palacio donde vivía Sissi y ver sus trajes, cosa que no me interesaba nada, o ir al hotel Sacher a comernos la tarta de chocolate para merendar, no había opción, este último plan era muchísimo mejor. Así que para allá fuimos y entramos en la sala anexa del Hotel Sacher para ahorrarnos la cola que había en la entrada principal. La tarta Sacher es famosa en todo el mundo, es una tarta de chocolate que dentro tiene mermelada de albaricoque, el chocolate es una delicia y aunque he probado esta tarta en otros sitios, en el hotel este tienen la receta original y está que te mueres de buena, es como la pastelería de Belem de Lisboa con sus tartaletas. A Olga le conté allí un poco la historia de Sissi, una princesa de cuento cuya vida real precisamente no fue un cuento de hadas con varios episodios de anorexia, ansiedad y rupturas sentimentales.

Tras nuestra no frugal merienda en el hotel Sacher jejejejee cogimos en metro de nuevo y fuimos a Herrengasse porque me apetecía dar una vuelta por el barrio judío de la ciudad, es un barrio medieval donde las casitas son bajas y las calles se estrechan, el centro el barrio es la bonita plaza de Judenplatz, recuerdo en la plaza a un matrimonio que estaba también de turismo como nosotros que llevaban a un niño muy rubio que se hizo amigos de nosotros porque yo estaba sentado en una estatua descansando que la caminata ya empezaba a pesar, alrededor de la plaza había un montón de restaurantes y me recordaba a la zona tranquila de la Plaza de la Villa de Madrid, después ya con el mapa en mano fuimos hacía la parada de Schewenplatz para ir a descansar un rato al hotel.

La noche la planteamos de manera tranquila y sería visitando un barrio que resultó ser una sorpresa, yo llevaba información acerca de un garito bastante famoso en cuanto a conciertos y a música, el B72 (Link del lugar) que coincidia con la parada de U6 Alser Strasse pero se nos hizo tan tarde y teníamos tan pocas ganas de andar y estar buscando que directamente cogimos un taxi que nos llevara a Hernalsel Gurtel 72 que es donde se encontraba el garito, resultó ser que estábamos en la zona de los bajos de las vías del tren y había un montón de bares y animación en la calle, eso sí, la peña no armaba jaleo ninguno. En el B72 la fiesta era Hey-Ho Let's go club con ritmos garajeros. Dentro hacía un calor de mil demonios pero al principio nos quedamos y vimos las dos plantas del bar, al bajar Olga se pegó una leche importante pero oye, no se le cayó ni una gota de la copa, menos mal que no pasó a mayores. Después ya nos salimos a la terraza a fumar y a tomar un poco el aire, lo pasamos muy bien y recuerdo con mucho cariño ese sitio, la gente era muy amable y se les veía bastante alternativillos, luego cambiamos de bar en esas mismas vías, creo que fuimos al chelsea pub donde la música era más anglosajona y bailamos un rato debajo de las vías del tren vienés. Sobre las 3 y pico de la madrugada de ese jueves decidimos que la juerga terminaba que estábamos destrozados, cogimos otro taxi y nos fuimos muy contentos a casa, la luna se reflejaba en los railes de la vías, el día había dado para mucho y en esos garitos bajo el tren celebramos que todo estaba yendo estupendamente. Al día siguiente nos íbamos al parque a jugar un ratito.



Ópera del Estado (Staatsoper).



Karlplatz.



Karlskirche (San Carlos Borromeo).



Naschmarkt.



Linke Wienzeile. Edificios al lado del Naschmarkt.



Albertinaplatz. Hotel Mozart.



Michaelerplatz. Entrando a Hofburg.



Escuela de equitación española, palacio de Hofburg.



Palacio de Hofburg. Donde vivía Sissi.



Hotel Sacher, el camión traía más por si faltaban :)



Merendola en el hotel Sacher.



Judenplatz. Estatua donde entable amistad con mi pequeño colega.



Terraza del B72.


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lunes, 28 de diciembre de 2009

Danke Wien. Primer Día.

Una vez ya instalados en nuestro Arcotel Boltzmann y las maletas desechas nos disposimos a salir a lo que era nuestro primer paseo y comida en la capital austriaca. La verdad es que no teníamos ni puta idea de como movernos y que íbamos a hacer ese día, así que pensamos que lo mejor sería sacar los billetes de barco para ir a Bratislava un día y así esa gestión ya la tendríamos hecha. Vimos en uno de los folletos que cogimos del aeropuerto que la salida de los barcos hacia Eslovaquia estaba en la parada de metro Schwedenplatz. Así que salimos del hotel como dos perfectos guiris con el mapa en la mano y nos encaminamos hacia Alserbachstrasse pasando por la embajada de EEUU que me daba un mal rollo mas que nada porque estaban los militares en la puerta con las metralletas hacia abajo y eso me ponía de los nervios porque sabes que en teoría no pasa nada pero luego hay accidentes.

Por Alserbachstrasse llegas a la parada de metro Friendensbrucke donde ya ves los primeros puentes vieneses pasando por debajo el Danubio (Donau para ellos), recuerdo la humedad que daba el rio porque era un día bastante soleado con calor incluso y Olga decía que ese rio muy azul no era desde luego, los falsos mitos de los valses vieneses jejejeje. En el metro no hay tornos porque ellos se fian de que vas a pagar y era un servicio muy puntual. Enseguida llegas a Schwedenplatz que es una plaza a orillas del rio donde hay bastante animación y como ya era tarde y no habíamos comido pues en una de las terrazas de la plaza comimos un durum turco en un garito que nos haria compañia otra noche, era una pizzeria callejera donde el tio era un crack preparando pizzas. Fumamos sentados y mirábamos hacia el rio, el Danubio es un rio misterioso ya que es un rio espectacular pero muy manso y tranquilo a su paso por Viena. Bajamos a las dockas en busca de nuestros deseados billetes y nos topamos que el puesto estaba cerrado y que para conseguir los billetes teníamos que ir a comprarlos a la oficina principal de Blue Danube que estaba en Handelskai, de nuevo tuvimos que montar en el metro porque ya esto se convirtió en una cuestión de orgullo y nos alejamos del centro de la ciudad para ir a un distrito lleno de torres muy altas que tiene toda la pinta de distrito financiero que hay a las afueras, uno de sus edificios es la famosa Millenium Tower. Tras perdernos unas cuantas veces llegamos a la oficina y decidimos sobre la marcha que el domingo iriamos a Bratislava, era el día propicio porque había una fiesta que no sabíamos, lo contaremos más adelante, aún mantendremos el misterio.

Como ya teníamos nuestra gestión hecha había que ir a celebrarlo y ya sí que fuimos al centro de la ciudad, el edificio más bonito y espectacular de Viena es la Catedral de San Esteban (Stephansdom) cuya parada de metro es como no Stephansplatz, es la zona más chula de la ciudad quitando algunos parques y jardines y donde se concentran la zona comercial vienesa con los paseos en calesa tirada por caballos y hay hombres vestidos de Mozart ofreciendote entradas para algún concierto de música clásica o entradas para la Ópera. Por la calle Graben ya iban resonando en mi cabeza ecos de 'El pequeño vals vienés' de Enrique Morente y disfrutaba de la hermosa vista de la catedral, el olor a applestrudel de las pastelerías y me gustaba una estatua que había en la calle Graben justo al lado de un gran kiosko que pasé en varias ocasiones y donde le echaba un vistazo a 'El País' para saber lo que estaba pasando en España y como iba el medallero de los JJOO de Pekín.

Pasamos a algunas tiendas de la calle Graben de ropa y de artículos típicamente austriacos, compramos chocolate Wamer, vimos el lema de que en Austria no hay canguros, estaban las típicas tazas con la cara de Mozart y notamos una cosa que nos sorprendió bastante que desconocíamos de los austriacos y es que a todas horas la gente está comiendo, ya pueden ser las 6 de la tarde que están comiendo pero a las 10 de la noche también, era una ventaja porque no hacía falta adaptarte al horario europeo porque como siempre estaban los tíos engullendo pues perfectamente podías comer o a las 12 del mediodía como si querías comer las 4 de la tarde. Además que si por la noche se te hacía muy tarde siempre se pueden recurrir a los puestos de salchichas donde también tenían el currywurst que comía en Berlín. Tras dar el paseo nos sentamos a beber unas cervezas cerca del Stephansdom en una calle estrechita donde había hombres de negocios con gafas de sol y encorbatados que ya estaban fuera de sus trabajos y como es verano la gente se echa a la calle. Allí es costumbre salir mucho a comer y a cenar fuera de casa.

Tras nuestro aperitivo de la tarde volvimos al hotel, ya nos íbamos fijando en los tranvías para no tener que andar tanto desde Friedensbrucke hasta el hotel y con el mapa y la buena memoria que tengo para los nombres iba entendiendo donde iba cada tranvía y así también nos podíamos mover más rápidamente por la ciudad. Tras descansar un ratito en el hotel salimos para la cena e ir a tomar algo, como era nuestro primer día fuimos a investigar que había en el distrito 9 de esta ciudad porque antes de llegar a Viena había leído que era una zona que tenía diversiones nocturnas variadas. Así que salimos en la dirección contraria hacía la embajada para desembocar en Wahringerstrasse que es una calle con edificios muy chulos y fachadas impresionantes. Llegamos a la zona del parque de Sigmund Freud donde se encuentra la iglesia neogótica de Votivkirche, una iglesia donde yo decía que por lo menos ahí tenía que vivir Batman, no se como será por dentro pero por fuera era impresionante su visión nocturna con la iluminación que tenía. Nos quedamos a cenar muy cerca de esta iglesia porque había un restaurante japonés que nos convenció bastante, era bastante tarde, aproximadamente las 10:30 de la noche y el sitio ya estaba vacío pero el japonés amablemente nos atendió y comimos sushi en un país que es eminentemente carnívoro, al día siguiente ya probaríamos las especialidades austriacas-vienesas.

Estábamos bastante cansados por el día que llevábamos tan ajetreado añadido al madrugón que nos habíamos pegado pero me apetecía pasear por esta ciudad de noche, me gusta mucho su iluminación. Descubrimos que para sacar tabaco de las máquinas antes había que sacarse una tarjeta en los estancos, no se pagaba el tabaco con dinero, solo podías con esa tarjeta. Nos encaminamos por dos bulevares que como comenté en la anterior entrada del blog me recordaban a las grandes avenidas parisinas, eran Schottenring y Maria Theresien Strasse, por estas avenidas arboladas te encuentras de las mejores cadenas de hoteles del mundo, el hotel Carlton por ejemplo y llevaba apuntado que por esa zona hay una cocteleria muy famosa que tenía muy buena pinta, así que para allá nos fuimos, en la calle Zelinkagasse está el Planter's Club. Menudo acierto fue ir a ese sitio, una decoración estilo colonial, con la luz muy baja y música relajante que te hacía estar en el paraiso sentado en esos sillones de piel que eran super cómodos, una delicia de sitio, lei por internet que es una de las consideradas mejores coctelerías del mundo. No puedo decir otra cosa que me encantó el sitio. Ahí terminó nuestro primer día en Viena, dimos un paseo hasta casa por estas calles tan chulas del distrito 9, las calles estaban tranquilas, casi desiertas pero se iba con una sensación de seguridad inusual porque cuando no hay nadie por la calle parece que estás más en peligro por si te asaltan que si vas por una calle hasta la bola de gente. Había algunos bares abiertos pero por hoy era suficiente, un último cigarro al lado de la ventana de la habitación del Arcotel con la luna vienesa que iluminaba un montón y mañana será el día de probar lo que es el Wiener Schineltz y la tarta Sacher.



Metro de Viena. Parada de Rossauer Lande.



Vistas del Stephansdom.



Stephansdom.



Johannesgasse.



Graben.



Votivkirche. Distrito 9.



Schottenring.



Coctelería Planter's Club.


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domingo, 27 de diciembre de 2009

Danke Wien. Prólogo y Llegada.

Hola de nuevo, vamos a compartir un nuevo viaje en el blog, el año pasado durante el verano comenzó un interesante y estupendo viaje a la capital de Austria, Viena. Aprovechando estas fechas navideñas de vacaciones ahora es cuando voy a redactar dicho viaje, además me parecen unas fechas muy adecuadas para hacerlo ya que Viena es una de las capitales del mundo más bonitas en Navidad con sus tradicionales mercadillos navideños, su concierto de Año Nuevo en la Ópera y sus pistas de hielo para el patinaje donde los austriacos son unos expertos.

Como ya es tradición en el blog antes de comenzar a meternos con lo que es propiamente el viaje vienen los agradecimientos y está vez quiero mencionar a mi acompañante que fue una compañera ejemplar para el que fue nuestro primer viaje fuera de España los dos juntos, así que Olga, gracias por la compañia durante la semana que duró el viaje, me lo pasé muy bien con ella y me ayudó en bastantes cosas como el idioma o la improvisación a la hora de hacer un plan ya que no llevábamos nada preestablecido, sólo algunas ideas de lo que podríamos hacer.

Viena no es un sitio que me pareciera muy atractivo, una capital imperial llena de museos y estrictas reglas europeas no me llama mucho la atención y era la idea preconcebida en mi mente sobre esta capital. Muchos de los tópicos se cumplieron porque efectivamente Viena es un sitio precioso para pasear rodeado de grandes monumentos fastuosos reflejando lo que antes fue un imperio. Sus gentes son bastante amables y no les parecia ningún esfuerzo comunicarse en inglés, de una educación exquisita pero también rígida donde las reglas son estas y no voy a salirme de la cuadratura del círculo. En el aspecto paisajístico y educacional me recordaba en algunos puntos con París pero con ese toque prusiano que no es tan bohemio y sí que es más serio. En otros aspectos fue un sitio que me encantó y que me sorprendió, el tópico de que Viena es aburrido en el ámbito nocturno es completamente falso ya que nos movimos por diferentes barrios y la ciudad tiene muchos y diferentes ritmos que iremos reflejando con el paso de los días, también eran muy bonitos sus parques (cosa que no me imaginaba) y muy cuidados. Pero el aspecto que más me encantó y que me hacía estar muy a gusto allí es su pasión por la música, tanto la música clásica como la música de vanguardia, a todas las horas en la ciudad podías ver, oir, sentir y hasta olfatear música porque cada rincón de la ciudad vive la música intensamente, esa relación entre la ciudad y la música es el principal concepto que me traje de Viena.

Nuestro periplo empezó el 6 de Agosto en la terminal T1 de Barajas con nuestro vuelo directo de Spanair a Viena, siempre hablo de las compañias de vuelo y he de decir sólo cosas buenas de Spanair ya que sus vuelos fueron puntuales, el personal atento y nos ponían cosas durante el vuelo, cosa que es de agradecer tras el madrugón que supone ponerte en pie a las 7 de la mañana para aterrizar en Viena a mediodía en el aeropuerto Wien Schwechat Flughafen. Una vez recogidas nuestras maletas rodeados de españoles en plena anarquía y vociferando que éramos a los únicos que se nos oían en todo el aeropuerto nos dirigimos al establecimiento de la Wien Card para resolver nuestro problema del transporte en Viena durante nuestras vacaciones, con una Wien Card de 5 días podíamos coger el tren que te lleva hasta el centro de la ciudad y tener el metro para 5 días, después ya compraríamos para lo poco que nos quedará allí ya que un día lo íbamos a pasar en la capital de Eslovaquia, Bratislava . Creo que fueron unos 27.5 euros que era un precio bastante bueno para los trayectos que íbamos a hacer durante esos días.

Una vez cogido nuestro billete gracias al inglés de Olga fuimos al tren que te traslada al centro de la ciudad, el CAT (City Airport Train) que yo lo llamaba con sorna el tren gatico, un tren pues muy parecido a los típicos trenes de traslado de aeropuerto a la ciudad que hay en London-Gatwick o en Milán-Malpensa. Este tren te deja en la estación Wien Mitte-Landstrasse que por el nombre en alemán de Mitte es la estación central de la ciudad. De ahí no nos complicamos la vida y directamente cogimos un taxi para llegar a nuestra residencia, así en coche veríamos un poco la ciudad y pasamos por el Parlamento y por varias de la calles del anillo de la ciudad. Nuestro hotel estaba en el distrito 9 vienés, que es el distrito donde está el parque de Sigmund Freud, el distrito se llama Alsergrund, en concreto nuestra residencia seria el Arcotel Boltzmann de la calle Boltzmanngasse, un barrio comprometido con el diseño de vanguardia y cercano a la universidad. Enfrente de nuestro hotel estaba el Instituto Psiquiátrico de Viena y a dos pasos en nuestra misma acera estaba la Embajada de EEUU. El hotel al estar situado en un sitio comprometido con el diseño era de estilo art decó donde la entrada y el bar son preciosos. Por dentro muy acogedor y sencillito, además tuvimos la suerte de tener nuestra ventana dando a Boltzmangasse en una planta bastante alta (creo que era la 5 planta) y de noche nos poníamos a fumar en la ventana viendo enfrente el Instituto Psiquiátrico de grandes ventanales y la luna vienesa, pero eso ya lo contaré en próximas entregas, todavía queda por redactar lo que fue nuestro primer día en la ciudad de Mozart.



Llegada al aeropuerto internacional de Viena.



Instituto Psiquiátrico de Viena.



Arcotel Boltzmann. Entrada.



Arcotel Boltzmann. Terraza.



Arcotel Boltzmann. Interior de las habitaciones.


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