Tras la noche del sábado no amanecimos muy tarde, queríamos pasar ese domingo 15 de Marzo paseando por las calles de la ciudad, como comenté en el anterior post no se nos hizo muy difícil adaptarnos al horario europeo en Milán. Iba a ser nuestro día más turístico por Milán. En primer lugar mirando el mapa decidimos ir al centro pero esta vez parar antes del Duomo, para ello fuimos desde nuestra estación de Porta Garibaldi hacia la estación de la línea amarilla de Montenapoleone, allí desde la Via Alessandro Manzoni recorreríamos una parte financiera y musical de la ciudad muy importante. De hecho en cuanto subes las escaleras del metro en Montenapoleone te encuentras el lujoso Hotel Armani que estaban terminando de construirlo y que supongo que ya estará abierto. Armani es muy querido en la ciudad de Milán, estudió allí Medicina y era casi un milanés para ellos.
Continuando por la Via Manzoni te encuentras las sedes principales de bancos históricos y lugares de bolsas de comercios. Al final de la calle llegas a la Piazza de la Scala, donde se encuentra uno de los edificios operísticos más importantes del mundo, La Scala de Milán, la plaza es bastante sobria y tiene mucho encanto. Además comunica con la calle más bonita de la ciudad, que es la Galeria Vittorio Emanuele II que es la calle que siempre sale en las postales de la ciudad, unos pocos metros cuadrados techados con un gran cúpula donde se reúnen las mejores firmas y marcas a precios desorbitados. Yo entré en una tienda de sombreros pero no adiviné los precios porque me probé algún modelo pero no me venían bien, de hecho al salir de la tienda unos turistas me pararon para preguntarme que que tal el precio del sombrero que me había comprado, que era el sombrero que ya llevaba puesto antes de entrar a la tienda. Como curiosidad turística en la Galeria Vittorio Emanuele el suelo cerámico es precioso y en una parte de la galería hay una representación de un toro que si le pisas los huevos dicen que te trae buena suerte y que vuelves a Milán alguna vez más en tu vida. De nuevo volvíamos al lujo y al glamour con tiendas como Prada, Gucci, Armani, Dolce and Gabbana que son prohibitivas para cualquier ciudadano normal.
Una vez atraviesas la Galería Vittorio Emanuele II se llega a la Piazza del Duomo, así podríamos contemplar de día está impresionante construcción, la verdad es que te lo pueden contar pero hasta que no lo ves no crees que pueda ser tan grande, en la cúpula hay una virgen que es el punto más alto en cuanto a edificaciones de la ciudad. Como pueden imaginar mis lectores al ser domingo la Piazza estaba llena de turistas, además de los turistas que peor me caen, los que les encanta gastar zapatilla y se sientan en un escalón de la plaza a comerse un bocadillo a pleno sol con una botellita de agua, llevan pantalón corto, cámaras de fotos al cuello y polo de algún color pasteloso clarito, buff que repelús me entra jejeje...
Estaba ya llegando la hora de comer, obviamente huimos de la zona del Duomo y bajamos por la Piazza Mercanti donde había unas ruinas de la época romana, la arquitectura en la zona centro donde nos encontrábamos era fascinante porque al lado de un edificio renacentista tenías unas ruinas romanas o sino un café que llevaba a lo mejor 2 siglos abierto. Me encantaba pasear por esta zona y nos quedamos a comer, en concreto en la terraza del Cafe Martini que se encuentra en Via dei Mercanti, 21, iba a ser un poco clavada pero era una zona más tranquila y se estaba muy a gusto, degustamos obviamente gastronomía italiana, creo recordar que me pedí pasta con frutos del mar. Después de la comida y como por inercia y ya sin mirar el mapa seguimos por donde iba la gente y era paseando por la Via Dante, otra de las calles principales de Milán dedicada principalmente al comercio, pero para marcas más pequeñas, digamos que son marcas locales en cuanto al sector textil, había animación callejera con músicos, pasamos por el Piccolo Teatro Grassi y en la desembocadura de esta calle llegas a otro de los puntos importantes de la ciudad, la Piazza del Castello.
La ciudad de Milán además de tener varias puertas de entrada como comenté en el post del día 1, también tiene un castillo que servía de defensa de la ciudad, este se encuentra y no hay que ser muy adivino, en la Piazza del Castello y se llama el Castillo de Sforzesco, las entradas de la ciudad datan de la época romana y el castillo de la época medieval, no eran dos mecanismos de defensa simultáneos. Si en el Duomo había turistas de todas las nacionalidades en Sforzesco había una abrumadora mayoría de turistas españoles, en concreto gente mayor, será que los guías les llevan allí a ver el castillo para sentirse más castellanos o algo así, es un enigma que todavía no he podido resolver a día de hoy. El Castello de Sforzesco no es gran cosa, además tiene nombre de suizo, no parecía eso muy italiano, lo que estaba mejor y fue la parte más interesante estaba detrás del propio castillo.
En la parte trasera está el Parco Sempione que es un parque muy bonito en la ciudad, además coincidimos en una época donde había una feria montada, con sus coches de choque, sus tiovivos y se puestos de comida. Olga y yo nos echamos unas carreras de camellos con el juego ese de que tienes que meter las bolas en los agujeros centrales y así corre más el camello, fue unas risas, porque yo creía que ese juego sólo estaba en España, Olga se comió un algodón dulce y eso se convirtió en una tarde de domingo ferial. Como curiosidad que tengo todavía en la mente era el patriotismo de los coches de choque, todos y cada uno de ellos con su bandera italiana. Nos perdimos dando una vuelta por el Parque Sempione, a ver donde nos llevaba la salida y nos moveríamos ya por la improvisación. Resulta que la salida da al Arco della Pace, otro nuevo monumento que nos sentamos allí a fumar después del largo paseo por el parque y la feria. En la zona de Corso Sempione no es tan espectacular como la zona centro pero tenía ese aire a barrio francés y se estaba muy a gusto y tranquilo allí.
Para terminar nuestro periplo turístico que estaba siendo muy productivo cogimos un autobús hacia Piazza Cadorna ya que desde allí podíamos bajar andando por Corso Giouse Carducci hasta la basílica más antigua de la ciudad, la basílica de Sant Ambrogio, una iglesia que empezó a edificarse en el año 379, entramos en el Milán más histórico y antiguo. No soy mucho de visitar iglesias pero he de decir que Sant Ambrogrio me impresionó, nos echamos unas risas porque había unos teléfonos dentro de la iglesia que sirven de guía y que estaba en distintos idiomas, yo decía que era una cabina de teléfonos para hablar directamente con Dios, y que como Dios es muy listo pues sabía muchos idiomas, no podíamos ni aguantarnos la risa. Una vez dentro en la cripta ya más serios vimos a Sant Ambrogrio y que punto tétrico tenía el asunto pero moló bastante. Salimos por detrás de la basílica a unos jardines y enfrente está la Universidad Católica del Sagrado Corazón. Ya estaba bien de turismo por el día, hicimos parada para comernos un buen helado italiano al lado de la basílica.
Como era temprano aún para volver al hotel y teníamos el metro al lado nos fuimos por la línea verde hacia Porta Genova FS, al sur de la ciudad. En esta parte está una de las zonas de marcha de la ciudad, andando por la Via Vigevano, que por cierto vemos la otra cara de la ciudad nada glamurosa porque es una calle muy fea y cutre, se llega a la zona del canal que se llama Naviglio y comprende la zona de Ripa de Porta Ticinese que es donde llegamos la noche anterior pero que no exploramos la zona. En el canal del Naviglio, que ya no es navegable y lo mantienen fatal y sucio, se trajo todo el material de mármol y piedra para la construcción del Duomo. En el lugar hay muchos restaurantes y tiendas de pequeño comercio, sobre todo de arte. Entramos por una de las galerías y vendían cristal y cerámica. Es la zona más bohemia de la ciudad y dijimos que una noche nos pasaríamos por allí a cenar, tenía apuntado un restaurante muy bueno que luego fuimos posteriormente, ya habíamos dado muchas vueltas y volvíamos por la línea verde hacia el hotel en Porta Garibaldi. Por Via Vigevano había gente un poco chunga.
En la estación de Porta Garibaldi compramos los billetes de tren de alta velocidad italiana para ir a Torino el día siguiente, ya contaré más adelante con detalle esa experiencia ferroviaria. Tras la compra de los billetes nos fuimos al hotel, nos pusimos guapos y nos tomamos el aperitivi en el bar de enfrente, se llama Movida y se encuentra en la Via Rosales, un bar de diseño muy chulo donde cenamos muy bien. Antes de cenar recuerdo que en el hotel ponían un interesante Inter de Milán - Fiorentina con golazo final de Ibrahimovic.
Como la noche anterior terminamos nuestro día en el Corso Como, al ser domingo la zona estaba mucho más tranquila, así gusta más y nos tomamos nuestro copazo en el Café Casablanca donde desde luego te llenan bien las copas de alcohol, la coca cola era una mera anécdota dentro del vaso y esperaba más de ese sitio, no le pega que con ese nombre pongan música pachanga. Dimos varias vueltas alrededor de la zona, Tocqueville estaba cerrado y pensamos entrar a la discoteca que hay encima de la tienda de M&M's, pero ese ambiente tan pijo nos tiró para atrás, incluso a mí que me encanta la tontería. Terminamos de nuevo en Movida que también era coctelería tomando la última, ese lugar si tenía mas un ambiente parecido a la película 'Casablanca' de Bogart y Bergman. Brindamos y cruzamos la acera para irnos a dormir, al día siguiente esperaba Torino, una ciudad que me traía muchos recuerdos anteriores y que estaba deseando volver a visitar, esta vez en compañía femenina y sabía que a Olga le iba a encantar. En vez de 'siempre nos quedará París' para nosotros iba a ser el 'siempre nos quedará Torino'.
Via Manzoni.
Scala de Milán.
Cúpula Galería Vittorio Emanuele II.
Galería Vittorio Emanuele II.
Lateral del Duomo.
Piazza del Duomo.
Piazza Castello.
Castello Sforzesco.
Feria en Parco Sempione.
Sant Ambrogrio.
Navigli.
Perroflautas con Mac en Navigli.
Mai Tai para cenar en el Movida.
Corso Como hacia el Café Casablanca.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
martes, 17 de agosto de 2010
lunes, 16 de agosto de 2010
Prego Milano. Día 1.
Tras el merecido descanso en el hotel nos dispusimos a dar nuestra primera vuelta por Milán como toma de contacto con el centro de la ciudad, siendo sábado era difícil despegarse de la tele por cable con todos los partidos de fútbol que estaban poniendo. Como habíamos comido poco en el avión íbamos a practicar una costumbre de la ciudad a la hora de la cena que es tomar el aperitivi, esta costumbre consiste en que de 18:00 a 21:00 horas tomas el aperitivo que te sirve de cena, los bares ponen una especie de buffet con pasta, pizza, antipasti y raciones. Te pides la bebida que es lo que te cobran y comes lo que quieras del buffet. Nos vino muy bien porque ya teníamos hambre y cenamos a la hora europea. Fue muy fácil la adaptación en Milán a horarios distintos y costumbres.
Pero antes de todo eso salimos del hotel y desfilamos hacia Porta Garibaldi para allí coger el metro para ir al mismo centro de la ciudad en Duomo. Para ello había que coger la línea verde hasta la estación Centrale FS y una vez allí hacer transbordo hasta la amarilla para llegar a Duomo. El metro de Milán merece comentario aparte, es sucio, tarda mucho, se estropea un montón y los vagones son viejos y obsoletos. En el metro ya no hay el glamour de la primera impresión que tuvimos de la ciudad, la gente iba con la cabeza agachada, pasando incluso calor en Marzo y se veía que la estructura era malísima, deja muy mala impresión y ves la triste realidad de los ciudadanos de a pie de allí. Bajamos en Duomo para dar una vuelta por la esta magnífica catedral renacentista que sólo se puede comparar si acaso con la de Sevilla o Toledo, además merece mucho la pena verla de noche iluminada, ya iríamos de día para observarla con más detalle.
Decidimos que ese día íbamos a ir al libre albedrío, callejeando y que nos sorprendiera el lugar, primero bajamos por Corso Torino, una calle llena de tiendas que todavía estaban abiertas pero que ya estaba llegando la hora del cierre. A través de las señalizaciones llegamos hasta Corso Via Porta Ticinese que es una de las puertas de entrada a la ciudad, en Milán antiguamente había varios pasos a la ciudad, Porta Garibaldi, Porta Ticinese, etc... que eran accesos y que se han dejado para ese toque monumental que tiene toda la ciudad. En Porta Ticinese ya había varios grupos de chavales haciendo botellón y pasamos por unos jardines para ir a probar lo que comentaba en el primer párrafo del relato, el aperitivi. El nombre del sitio no lo recuerdo, estaba ubicado por Viale Gorizia y era una zona muy bonita de terrazas y restaurantes. De hecho casi nos quedamos en un japonés que se llama Kawa que tenía muy buena pinta que está en Ripa di Porta Ticinese.
Durante nuestro aperitivo y como era temprano le comenté a mi compañera que a lo mejor llegábamos a un concierto que ese día se celebraba en Milán, Animal Collective, el colectivo de músicos de Baltimore, tocaba en la ciudad. Como Olga me veía con muchas ganas de ir pues hicimos un plan, iríamos otra vez al Duomo en tranvía y desde allí a ver si había algún medio de transporte para llegar al lugar donde se celebraba que era la Discoteca Rolling Stone, se encuentra en Corso 22 Marzo, nº 32, si nos daba tiempo pues entrábamos. Resulta que la idea de Olga fue perfecta porque en el Duomo había un autobús que te dejaba en la puerta de la discoteca, creo que era el 70. Cuando llegamos preguntamos en taquilla que si llevaba mucho tiempo el concierto y nos dijeron que unos 20 minutos, así que sacamos las entradas y pasamos dentro. Mereció la pena verlo porque la sala es espectacular, se parece a la Riviera de Madrid, nos tomamos nuestra primera copa de la noche y como el grupo al rato ya harta pues la duración del concierto nos vino perfecta. Después fuimos a la parte de arriba a tomar la segunda que también era una zona muy chula. Entre el público estaba el presentador de televisión Johann Wald, un tío que también luego me lo he encontrado en el Nasty madrileño en la fiesta posterior al concierto de Los Planetas.
Si no hubiese salido el plan del concierto por la zona del Corso 22 de Marzo había otros sitios donde salir como The Killer Plastic o The Biz Café, además había varios puestos ambulantes de comida donde la gente se paraba a hablar y a tomar algo allí. Al salir de la discoteca no había excesiva animación por la zona, cogimos un taxi en la parada y que nos llevase al hotel.
Cual fue nuestra sorpresa que al llegar al hotel había un ambientazo por la calle, así que no nos fuimos a la habitación sino que salimos por allí. Al ser sábado, Corso Como estaba lleno de terrazas en la calle con gente hiper arreglada y todo abierto. Volvíamos al glamour milanés donde en algunos sitios había una cola kilométrica para entrar, luego me enteré que es la zona por donde sale la gente más rica de Milán, incluidos jugadores de la primera plantilla del Inter y del Milán. Hablaré con más detalle en más entradas de este viaje porque a partir de esa noche se convirtió en nuestra zona de tomar copas y lo exploramos bien el lugar. En la zona de Porta Garibaldi compramos una coca colas para tomar otra copa con el Brugal que había comprado en el aeropuerto para echarnos la última en el hotel. De camino al hotel por el Corso Como íbamos rodeados de chicas vestidas como modelos (unos taconazos de más de 10cm y minivestidos) y hombres vestidos de Armani con moreno de playa-uva en Marzo. Arriba en el cielo divisaba la luna de Milán antes que el Atahotel me la tapase y decirme a mi mismo que había pasado un gran día con mi compañera. Presentía que iba a ser un gran viaje.
Estación Porta Garibaldi.
Duomo.
Porta Ticinese.
Entrada discoteca Rolling Stone.
Porta Garibaldi.
Corso Como.
Tocqueville 13. De las discotecas más pijas de la zona de Corso Como.
Vídeoclip con el tema 'My Girls' de Animal Collective, incluido en el albúm 'Merriweather Post Pavilion', mejor disco de la primera decada del siglo XXI por RockDelux.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Pero antes de todo eso salimos del hotel y desfilamos hacia Porta Garibaldi para allí coger el metro para ir al mismo centro de la ciudad en Duomo. Para ello había que coger la línea verde hasta la estación Centrale FS y una vez allí hacer transbordo hasta la amarilla para llegar a Duomo. El metro de Milán merece comentario aparte, es sucio, tarda mucho, se estropea un montón y los vagones son viejos y obsoletos. En el metro ya no hay el glamour de la primera impresión que tuvimos de la ciudad, la gente iba con la cabeza agachada, pasando incluso calor en Marzo y se veía que la estructura era malísima, deja muy mala impresión y ves la triste realidad de los ciudadanos de a pie de allí. Bajamos en Duomo para dar una vuelta por la esta magnífica catedral renacentista que sólo se puede comparar si acaso con la de Sevilla o Toledo, además merece mucho la pena verla de noche iluminada, ya iríamos de día para observarla con más detalle.
Decidimos que ese día íbamos a ir al libre albedrío, callejeando y que nos sorprendiera el lugar, primero bajamos por Corso Torino, una calle llena de tiendas que todavía estaban abiertas pero que ya estaba llegando la hora del cierre. A través de las señalizaciones llegamos hasta Corso Via Porta Ticinese que es una de las puertas de entrada a la ciudad, en Milán antiguamente había varios pasos a la ciudad, Porta Garibaldi, Porta Ticinese, etc... que eran accesos y que se han dejado para ese toque monumental que tiene toda la ciudad. En Porta Ticinese ya había varios grupos de chavales haciendo botellón y pasamos por unos jardines para ir a probar lo que comentaba en el primer párrafo del relato, el aperitivi. El nombre del sitio no lo recuerdo, estaba ubicado por Viale Gorizia y era una zona muy bonita de terrazas y restaurantes. De hecho casi nos quedamos en un japonés que se llama Kawa que tenía muy buena pinta que está en Ripa di Porta Ticinese.
Durante nuestro aperitivo y como era temprano le comenté a mi compañera que a lo mejor llegábamos a un concierto que ese día se celebraba en Milán, Animal Collective, el colectivo de músicos de Baltimore, tocaba en la ciudad. Como Olga me veía con muchas ganas de ir pues hicimos un plan, iríamos otra vez al Duomo en tranvía y desde allí a ver si había algún medio de transporte para llegar al lugar donde se celebraba que era la Discoteca Rolling Stone, se encuentra en Corso 22 Marzo, nº 32, si nos daba tiempo pues entrábamos. Resulta que la idea de Olga fue perfecta porque en el Duomo había un autobús que te dejaba en la puerta de la discoteca, creo que era el 70. Cuando llegamos preguntamos en taquilla que si llevaba mucho tiempo el concierto y nos dijeron que unos 20 minutos, así que sacamos las entradas y pasamos dentro. Mereció la pena verlo porque la sala es espectacular, se parece a la Riviera de Madrid, nos tomamos nuestra primera copa de la noche y como el grupo al rato ya harta pues la duración del concierto nos vino perfecta. Después fuimos a la parte de arriba a tomar la segunda que también era una zona muy chula. Entre el público estaba el presentador de televisión Johann Wald, un tío que también luego me lo he encontrado en el Nasty madrileño en la fiesta posterior al concierto de Los Planetas.
Si no hubiese salido el plan del concierto por la zona del Corso 22 de Marzo había otros sitios donde salir como The Killer Plastic o The Biz Café, además había varios puestos ambulantes de comida donde la gente se paraba a hablar y a tomar algo allí. Al salir de la discoteca no había excesiva animación por la zona, cogimos un taxi en la parada y que nos llevase al hotel.
Cual fue nuestra sorpresa que al llegar al hotel había un ambientazo por la calle, así que no nos fuimos a la habitación sino que salimos por allí. Al ser sábado, Corso Como estaba lleno de terrazas en la calle con gente hiper arreglada y todo abierto. Volvíamos al glamour milanés donde en algunos sitios había una cola kilométrica para entrar, luego me enteré que es la zona por donde sale la gente más rica de Milán, incluidos jugadores de la primera plantilla del Inter y del Milán. Hablaré con más detalle en más entradas de este viaje porque a partir de esa noche se convirtió en nuestra zona de tomar copas y lo exploramos bien el lugar. En la zona de Porta Garibaldi compramos una coca colas para tomar otra copa con el Brugal que había comprado en el aeropuerto para echarnos la última en el hotel. De camino al hotel por el Corso Como íbamos rodeados de chicas vestidas como modelos (unos taconazos de más de 10cm y minivestidos) y hombres vestidos de Armani con moreno de playa-uva en Marzo. Arriba en el cielo divisaba la luna de Milán antes que el Atahotel me la tapase y decirme a mi mismo que había pasado un gran día con mi compañera. Presentía que iba a ser un gran viaje.
Estación Porta Garibaldi.
Duomo.
Porta Ticinese.
Entrada discoteca Rolling Stone.
Porta Garibaldi.
Corso Como.
Tocqueville 13. De las discotecas más pijas de la zona de Corso Como.
Vídeoclip con el tema 'My Girls' de Animal Collective, incluido en el albúm 'Merriweather Post Pavilion', mejor disco de la primera decada del siglo XXI por RockDelux.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
domingo, 15 de agosto de 2010
Prego Milano. Llegada.
Otro viaje más en el que nos embarcamos por la vieja Europa. A mediados de Marzo del 2009 como quedaban días de vacaciones sobrantes del año anterior, Olga y yo vimos una oferta de vuelos muy buenos de Iberia, en principio estaba la aventura de ir a Moscú pero era mucho lío de papeleo y también estábamos con otras gestiones entre manos, no era nada fácil hacer ese viaje. Al final nos decantamos por Italia, en concreto a la ciudad de Milán, donde en las fechas de Marzo seguro que nos hacía buen tiempo. Yo ya conocía Turín de otro anterior viaje y queríamos descubrir más sobre el norte de la bota italiana, para luego en un futuro próximo viajemos cuando se pueda a la zona del Sur, Calabria, Nápoles y Bari.
En primer lugar como siempre y es tradición en este blog es dar las gracias. Esta vez a mi compañera en el viaje, a Olga, lo pasamos muy bien y fue un viaje muy bonito. Además también quiero darle las gracias porque desde el principio se implicó mucho en la realización del mismo, se le veía con ganas de hacerlo y gestionó todo muy bien, en especial la compra del alquiler de la habitación del hotel que fuimos, encontró un hotel fascinante donde lo pasamos muy bien.
El título que he elegido para escribir estas entradas me vino hace poco a mi mente y es un resumen en una sola palabra de lo que es mi experiencia en Italia, el término Prego tiene varios significados que van desde dar las gracias hasta a pedir cosas por favor. Es un término que me viene muy bien para expresar las sensaciones y sentimientos que me producen un país que es tan próximo y cercano a mí mediante mis antepasados maternos. Es un lugar donde se puede dar las gracias por muchas cosas, por su belleza, por su arquitectura, por su gastronomía, etc... Y donde también tienes que pedir por favor muchas cosas y gestiones que aquí se dan por hecho que se van a realizar, un transporte paupérrimo, unos servicios públicos que dejan mucho que desear, grandes desigualdades sociales, etc... Conforme desarrolle la narración del viaje iré contando algunos de esos aspectos positivos y negativos en más detalle.
Nuestra partida se produjo el sábado 14 de Marzo, íbamos a pasar allí 5 días para luego disfrutar del puente de San José en España. El viernes 13 salimos un rato por Madrid y fuimos al piso donde vivía antes en Cuatro Caminos, así tardaríamos poco en ir al aeropuerto. En la Terminal 4 embarcamos en nuestro vuelo de Iberia a mediodía hacia Milán Malpensa, como el vuelo duraba 2 horas y llegaríamos un poco tarde para comer en Lombardía, directamente comimos algo en el avión, es un poco rollo viajar en Iberia porque por todo hay que pagar, el personal no es muy amable que digamos y al tener que ir a la T4 tardas más en hacer todas las gestiones para viajar. De todas maneras el vuelo salió bien, sin retrasos y pronto estábamos en la capital económica de Italia.
Una vez recogidas las maletas fuimos a la estación de tren del aeropuerto donde tienen el servicio del Malpensa Express, sacamos los billetes de ida para que nos dejara en el centro de la ciudad, en concreto paras en la estación de Milano Cadorna F.N.. Ya habíamos leído y estábamos sobre aviso de que en Milán no se puede parar un taxi alzando la mano simplemente, para obtener un taxi hay que ir a la correspondiente parada y allí te recogen, hecho que me parece muy óptimo para el gremio de taxistas pero un desastre para los usuarios, sobre todo para los que no conocen la ciudad. Tras dar varias vueltas por Cadorna, en una de las calles traseras a la plaza encontramos la parada de taxis y no había ninguno, al rato ya vino uno y pudimos ir hacia nuestro destino, el hotel.
Nos alojamos en el AtaHotel The Big que está situado en Via de Cristoforis 6-8, una gran torre que está en la zona norte de la ciudad, muy cerca de la estación de tren y de metro Porta Garibaldi, una ubicación bastante buena para viajar a cualquier punto de la ciudad pero que estaba un poco desastrosa debido a las obras que se están realizando por allí para edificar varias torres que serán en un futuro hoteles, centros de negocios y convenciones. Una vez que hicimos el check in de la habitación vimos para nuestra sorpresa el lugar donde nos habíamos alojado, una gran suite con vistas a los grandes edificios de la zona (hablamos que el lugar es megapijo y hasta la arquitectura está muy bien cuidada), una pequeña cocina, un baño que te podías perder en él y abajo un bar de película de Marcelo Mastroianni. Esa fue nuestra primera toma de contacto con Milán, vimos el primer aspecto de la ciudad, el lujo y la suntuosidad de la Italia que aparenta muy bien por fuera. Vamos a descansar un rato bajo esa sensación para afrontar el primer día completo en la capital de Lombardía.
Aeropuerto Milán Malpensa.
Malpensa Express.
Piazza Cadorna.
Piazza Cadorna.
Jardines del Atahotel The Big.
Torre del Atahotel The Big.
Suite del Hotel.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
En primer lugar como siempre y es tradición en este blog es dar las gracias. Esta vez a mi compañera en el viaje, a Olga, lo pasamos muy bien y fue un viaje muy bonito. Además también quiero darle las gracias porque desde el principio se implicó mucho en la realización del mismo, se le veía con ganas de hacerlo y gestionó todo muy bien, en especial la compra del alquiler de la habitación del hotel que fuimos, encontró un hotel fascinante donde lo pasamos muy bien.
El título que he elegido para escribir estas entradas me vino hace poco a mi mente y es un resumen en una sola palabra de lo que es mi experiencia en Italia, el término Prego tiene varios significados que van desde dar las gracias hasta a pedir cosas por favor. Es un término que me viene muy bien para expresar las sensaciones y sentimientos que me producen un país que es tan próximo y cercano a mí mediante mis antepasados maternos. Es un lugar donde se puede dar las gracias por muchas cosas, por su belleza, por su arquitectura, por su gastronomía, etc... Y donde también tienes que pedir por favor muchas cosas y gestiones que aquí se dan por hecho que se van a realizar, un transporte paupérrimo, unos servicios públicos que dejan mucho que desear, grandes desigualdades sociales, etc... Conforme desarrolle la narración del viaje iré contando algunos de esos aspectos positivos y negativos en más detalle.
Nuestra partida se produjo el sábado 14 de Marzo, íbamos a pasar allí 5 días para luego disfrutar del puente de San José en España. El viernes 13 salimos un rato por Madrid y fuimos al piso donde vivía antes en Cuatro Caminos, así tardaríamos poco en ir al aeropuerto. En la Terminal 4 embarcamos en nuestro vuelo de Iberia a mediodía hacia Milán Malpensa, como el vuelo duraba 2 horas y llegaríamos un poco tarde para comer en Lombardía, directamente comimos algo en el avión, es un poco rollo viajar en Iberia porque por todo hay que pagar, el personal no es muy amable que digamos y al tener que ir a la T4 tardas más en hacer todas las gestiones para viajar. De todas maneras el vuelo salió bien, sin retrasos y pronto estábamos en la capital económica de Italia.
Una vez recogidas las maletas fuimos a la estación de tren del aeropuerto donde tienen el servicio del Malpensa Express, sacamos los billetes de ida para que nos dejara en el centro de la ciudad, en concreto paras en la estación de Milano Cadorna F.N.. Ya habíamos leído y estábamos sobre aviso de que en Milán no se puede parar un taxi alzando la mano simplemente, para obtener un taxi hay que ir a la correspondiente parada y allí te recogen, hecho que me parece muy óptimo para el gremio de taxistas pero un desastre para los usuarios, sobre todo para los que no conocen la ciudad. Tras dar varias vueltas por Cadorna, en una de las calles traseras a la plaza encontramos la parada de taxis y no había ninguno, al rato ya vino uno y pudimos ir hacia nuestro destino, el hotel.
Nos alojamos en el AtaHotel The Big que está situado en Via de Cristoforis 6-8, una gran torre que está en la zona norte de la ciudad, muy cerca de la estación de tren y de metro Porta Garibaldi, una ubicación bastante buena para viajar a cualquier punto de la ciudad pero que estaba un poco desastrosa debido a las obras que se están realizando por allí para edificar varias torres que serán en un futuro hoteles, centros de negocios y convenciones. Una vez que hicimos el check in de la habitación vimos para nuestra sorpresa el lugar donde nos habíamos alojado, una gran suite con vistas a los grandes edificios de la zona (hablamos que el lugar es megapijo y hasta la arquitectura está muy bien cuidada), una pequeña cocina, un baño que te podías perder en él y abajo un bar de película de Marcelo Mastroianni. Esa fue nuestra primera toma de contacto con Milán, vimos el primer aspecto de la ciudad, el lujo y la suntuosidad de la Italia que aparenta muy bien por fuera. Vamos a descansar un rato bajo esa sensación para afrontar el primer día completo en la capital de Lombardía.
Aeropuerto Milán Malpensa.
Malpensa Express.
Piazza Cadorna.
Piazza Cadorna.
Jardines del Atahotel The Big.
Torre del Atahotel The Big.
Suite del Hotel.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
domingo, 1 de agosto de 2010
Oktoberfest München. Regreso.
Nuestro último día en la ciudad empezó de muy mala manera, como contaba en el anterior post habíamos quedado todos a las 11:30 en recepción porque sobre las 16:00 teníamos que coger el vuelo a Madrid y a varios nos apetecía dar una vuelta para ver algo más de Munich, hubo dos personas que a esa hora prácticamente se estaban levantando y me cogí un buen enfado porque como me temía la noche anterior les pedí por favor que fueran puntuales, siempre hay unos que esperan y otros que son esperados, así que los que estábamos abajo decidimos dejar a los que no habían cumplido su compromiso, en concreto una persona la dejamos en el hotel que luego tuvimos que dar marcha atrás en nuestro camino porque se perdió siguiéndonos. Un lamentable incidente que emborronó lo bien que nos lo estábamos pasando durante el viaje. Muy triste que entre personas adultas pasen estas cosas y demuestra lo que también decía en el anterior post sobre el caracter latino, mentiras y engaños del peruano e impuntualidad y falta de palabra aquella mañana del 28 de Septiembre.
Cogimos una vez más el metro en Ostbahnhof para encaminarnos hacía Odeonsplatz donde está Englischer Garten (Jardines ingleses), un gran parque muniqués, auténtico pulmón de la ciudad, que es una zona muy chula de Munich. Carlos nos llevó por donde pasa el canal para ver la zona donde se construyeron un caudal para hacer olas y donde los surferos van a practicar, allí estaban con su traje de neopreno unos cuantos que guardaban escrupulosamente cola para ir pasando uno tras otro, voy a colgar un vídeo que he encontrado en Youtube donde se les ve surfeando.
Surferos germánicos practicando en centro Europa sin mar
Después cogimos el tranvía hasta Tivolistrasse dentro de los jardines ingleses y ahí a mitad de camino tuvimos que dar la vuelta hacia Odeonsplatz para recoger al rezagado. Una vez que nos pusimos en marcha otra vez fuimos por fin al lugar que más deseaba ver de Munich que es la gran Pagoda China que hay, el Chinesischer Turm. Esta ciudad es un lugar de contrastes donde el fuerte caracter germánico se mezcla con su localización al sur del país (más latinos) y les gusta mucho la variedad de culturas, por eso tan pronto estás bebiendo cerveza y comiendo currywurst como ves a unos tipos haciendo surf o tienen una gran pagoda asiática en medio de un bonito parque.
La zona es muy recomendable para ser vista, la Pagoda es impresionante y había multitud de bandas de música alrededor que animaban un día soleado. También había muchos restaurantes y la gente compraba su comida para irse a dar un homenaje a los comederos, se respiraba una gran paz y el ambiente después de la multitud exagerada del Oktoberfest se agradecía. Además la mayoría de gente que estaba allí era alemana y no era el típico rollo turista que había en la explanada. Con el tiempo justo volvimos al hotel en autobús porque Carlos se manejaba estupendamente allí, ya había ido otras veces a la ciudad. Cogimos las maletas y de ahí a Ostbahnhof para tomar el tren que te lleva hasta el aeropuerto, nos despedimos de Alfonso que tenía la tarde libre para investigar más por la ciudad. Una vez sacadas las tarjetas de embarque, en las tiendas del Duty Free compré un pack de Paulaner con un barril de litro de cerveza y una de las jarras de la marca que te servían en el Oktoberfest. Hicimos nuestra última comida alemana y apuramos la última cerveza en Baviera. Pronto llegaríamos a Madrid, ya que el vuelo funcionó todo correctamente (no como en Barajas), y allí estaban esperando familiares de nuestros compañeros de viaje y Olga. Quedaron más cosas por ver como la zona Olímpica o el bonito estadio del Bayern de Munich. Habrá que volver.
Fue una experiencia interesante ir al Oktoberfest, donde los bávaros se comportaban como unos auténticos bárbaros, supongo que la similitud de ambos términos algo tendrá que ver, es una fiesta que no me gustó especialmente, me parece una reunión de hombres que se juntan a beber cervezas donde impera el machismo. En los trajes típicos como suele pasar en distintas culturas los hombres parecen unos tíos ridículos y en los de las mujeres se destacan las curvas femeninas, además allí quien sirve los pedidos eran las propias mujeres mientras los hombres se dedicaban a contemplarlas, en las fiestas típicas españolas es más o menos parecido (pensar en los trajes de sevillanas), en eso no podemos decir que nadie haya avanzado mucho. Creo que el evento se les ha desmadrado un poco con tanto turista, supongo que para la ciudad el Oktoberfest es más visto como una gran fuente de ingresos con un nuevo turismo basado en el desfase y un gran negocio para los touroperadores. Creo que ha pasado de ser una fiesta de tono familiar a una especie de rave macrobotellón donde toda la aburrida Europa se desmelena durante 15 días para olvidarse de la rigidez y de la cuadrícula que tanto abunda en el viejo continente.
Munich en el aspecto ciudad me transmitía una sensación totalmente diferente al ambiente del Oktoberfest donde la gente vive en modo tranquilo, es amable y todo el rato se me pasaba la comparación de que era una Viena en miniatura, con una vida costumbrista, relajada y decadente de Occidente, donde las emociones están contenidas. Tampoco es que pueda hablar mucho de la ciudad porque apenas estuve tiempo, no como en Viena que sí pude comprobarlo durante más días. Comparándola con Berlín la cosa se tornaba en odiosa porque nunca Munich tendrá el encanto de la capital alemana donde hay una mezcla forzosa entre Occidente y Oriente, al igual que con Viena me gusta mucho más la fealdad y el gris berlinés que una ciudad donde todo parece un cuento tipo Hansel y Gretel.
Este es el final de un año 2008 de viajes marcado claramente por el acento alemán, en la próxima entrega viajaremos a Lombardía y comprobaremos como es un aperitivo en Milán. Espero que el relato no haya sido largo y tedioso, que haya sido más bien ameno y entretenido para pasar el rato.
Odeonsplatz.
Englischer Garten.
Chinesischer Turm.
Tivolistrasse.
Flufhagen München.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Cogimos una vez más el metro en Ostbahnhof para encaminarnos hacía Odeonsplatz donde está Englischer Garten (Jardines ingleses), un gran parque muniqués, auténtico pulmón de la ciudad, que es una zona muy chula de Munich. Carlos nos llevó por donde pasa el canal para ver la zona donde se construyeron un caudal para hacer olas y donde los surferos van a practicar, allí estaban con su traje de neopreno unos cuantos que guardaban escrupulosamente cola para ir pasando uno tras otro, voy a colgar un vídeo que he encontrado en Youtube donde se les ve surfeando.
Surferos germánicos practicando en centro Europa sin mar
Después cogimos el tranvía hasta Tivolistrasse dentro de los jardines ingleses y ahí a mitad de camino tuvimos que dar la vuelta hacia Odeonsplatz para recoger al rezagado. Una vez que nos pusimos en marcha otra vez fuimos por fin al lugar que más deseaba ver de Munich que es la gran Pagoda China que hay, el Chinesischer Turm. Esta ciudad es un lugar de contrastes donde el fuerte caracter germánico se mezcla con su localización al sur del país (más latinos) y les gusta mucho la variedad de culturas, por eso tan pronto estás bebiendo cerveza y comiendo currywurst como ves a unos tipos haciendo surf o tienen una gran pagoda asiática en medio de un bonito parque.
La zona es muy recomendable para ser vista, la Pagoda es impresionante y había multitud de bandas de música alrededor que animaban un día soleado. También había muchos restaurantes y la gente compraba su comida para irse a dar un homenaje a los comederos, se respiraba una gran paz y el ambiente después de la multitud exagerada del Oktoberfest se agradecía. Además la mayoría de gente que estaba allí era alemana y no era el típico rollo turista que había en la explanada. Con el tiempo justo volvimos al hotel en autobús porque Carlos se manejaba estupendamente allí, ya había ido otras veces a la ciudad. Cogimos las maletas y de ahí a Ostbahnhof para tomar el tren que te lleva hasta el aeropuerto, nos despedimos de Alfonso que tenía la tarde libre para investigar más por la ciudad. Una vez sacadas las tarjetas de embarque, en las tiendas del Duty Free compré un pack de Paulaner con un barril de litro de cerveza y una de las jarras de la marca que te servían en el Oktoberfest. Hicimos nuestra última comida alemana y apuramos la última cerveza en Baviera. Pronto llegaríamos a Madrid, ya que el vuelo funcionó todo correctamente (no como en Barajas), y allí estaban esperando familiares de nuestros compañeros de viaje y Olga. Quedaron más cosas por ver como la zona Olímpica o el bonito estadio del Bayern de Munich. Habrá que volver.
Fue una experiencia interesante ir al Oktoberfest, donde los bávaros se comportaban como unos auténticos bárbaros, supongo que la similitud de ambos términos algo tendrá que ver, es una fiesta que no me gustó especialmente, me parece una reunión de hombres que se juntan a beber cervezas donde impera el machismo. En los trajes típicos como suele pasar en distintas culturas los hombres parecen unos tíos ridículos y en los de las mujeres se destacan las curvas femeninas, además allí quien sirve los pedidos eran las propias mujeres mientras los hombres se dedicaban a contemplarlas, en las fiestas típicas españolas es más o menos parecido (pensar en los trajes de sevillanas), en eso no podemos decir que nadie haya avanzado mucho. Creo que el evento se les ha desmadrado un poco con tanto turista, supongo que para la ciudad el Oktoberfest es más visto como una gran fuente de ingresos con un nuevo turismo basado en el desfase y un gran negocio para los touroperadores. Creo que ha pasado de ser una fiesta de tono familiar a una especie de rave macrobotellón donde toda la aburrida Europa se desmelena durante 15 días para olvidarse de la rigidez y de la cuadrícula que tanto abunda en el viejo continente.
Munich en el aspecto ciudad me transmitía una sensación totalmente diferente al ambiente del Oktoberfest donde la gente vive en modo tranquilo, es amable y todo el rato se me pasaba la comparación de que era una Viena en miniatura, con una vida costumbrista, relajada y decadente de Occidente, donde las emociones están contenidas. Tampoco es que pueda hablar mucho de la ciudad porque apenas estuve tiempo, no como en Viena que sí pude comprobarlo durante más días. Comparándola con Berlín la cosa se tornaba en odiosa porque nunca Munich tendrá el encanto de la capital alemana donde hay una mezcla forzosa entre Occidente y Oriente, al igual que con Viena me gusta mucho más la fealdad y el gris berlinés que una ciudad donde todo parece un cuento tipo Hansel y Gretel.
Este es el final de un año 2008 de viajes marcado claramente por el acento alemán, en la próxima entrega viajaremos a Lombardía y comprobaremos como es un aperitivo en Milán. Espero que el relato no haya sido largo y tedioso, que haya sido más bien ameno y entretenido para pasar el rato.
Odeonsplatz.
Englischer Garten.
Chinesischer Turm.
Tivolistrasse.
Flufhagen München.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Oktoberfest München. Día 2.
Nuestro sábado 27 de Septiembre comenzó un poco antes que el día anterior, Alfonso tenía muchas ganas de ir al Oktoberfest y aprovechar el poco tiempo que iba a estar en la ciudad, así que nos dispusimos para ir directamente Theresienwiese a través de Hauptbahnhof Central Station haciendo transbordo. Si el viernes ya había mucha gente en el metro, el sábado como se dice vulgarmente fue el recopetín, ni siquiera pasamos a comer por nuestro restaurante de viejos de Ostbahnhof ya que la gente allí durante las fiestas incluso ya están a las 10:30 de la mañana sentados bebiendo cervezas y allí pasan todo el día, nosotros llegaríamos sobre las 13:30. La multitud de gente te hacía que ya andar sobre el asfalto era complicado, luego pondré una foto donde se ve un carrusel para los niños que estaba por todos lados rebosando gente. Por la feria compramos recuerdos para la gente de España y estábamos un poco acojonados porque con tanto gentío se nos antojaba complicado que ese día pudiésemos sentarnos a beber cerveza.
Tras dar muchas y muchas vueltas por todas las casetas había un pequeño hueco donde entrábamos unos pocos y 2 se quedaban de pie, con eso nos valía y nos iríamos turnando pero tuvimos una pequeña discusión antes de ponernos en nuestros sitios. Un peruano que estaba allí sentado nos dijo que podíamos coger el hueco a cambio de que le pagáramos las cervezas, ya que eran sitios reservados y que nos los cedía a cambio de eso. La explicación no coló y no picamos, preguntamos a las camareras de la caseta si había algún problema en ponernos allí y nos dijeron que no, que podíamos sentarnos. Rabanero se enfadó bastante con el tipo y le dijo que sino le daba vergüenza querer engañarnos, como siempre la típica picardía de los latinos de querer hacer chanchullos a costa de engañar a los demás, además que el tío se quedó tan tranquilo y nos respondió que por intentarlo no perdía nada. El sinvergüenza al rato de que lleváramos unas cuantas cervezas se emborrachó y no podía ni tener la cabeza recta, se quedó durmiendo en la mesa y nos cachondeamos de él. Siempre tuve el dicho de que el hombre que no sabe beber y pierde el control es que aún no es hombre y será difícil que algún día lo sea.
Otras anécdotas que nos ocurrieron allí es que nos hizo gracia ver a un negro vestido con el traje típico bávaro, el tío era muy animado y Alfonso le puso el apodo de black tirolés. La peña iba muy pasada y había gentes de todas las nacionalidades, en su mayoría eran hombres, yo decía que el Oktoberfest es la fiesta mas machista que he estado, tíos bebiendo cervezas en grandes jarras que te las sirven unas camareras con un escote infinito y el busto realzado, pegando voces y sonoras risas, vamos, que sólo faltaba un balón de fútbol para darle unas pataditas. Eso sí, en cuanto alguien se pasaba de la raya la seguridad no se andaba con tonterías y enseguida eran expulsados del recinto a golpe limpio. Pasamos un buen rato todos juntos y ni siquiera comimos, en el Oktoberfest se dice que una buena comida es una de esas grandes jarras de cerveza de 1 litro.
Llegó un momento que el alcohol ya estaba haciendo mella en la gente y el espectáculo era bastante triste, ves a gente tirada a su suerte en cualquier rincón y tipos haciendo el machito que daba bastante vergüenza ajena. Era hora de abandonar el recinto, no sin antes darnos una última vuelta y que uno que me se yo se comprará una camiseta de vaca. Volvimos al hotel y descansamos un poco antes de salir a cenar a nuestro restaurante favorito, el Brünnstein Maierbräu, recuerdo que me apetecía algo de líquido y algunos pedimos una especie de sopa con una pinta un poco extraña pero que estaba buena. Nos echamos como 2 horas cenando de auténtico homenaje ya que no habíamos comido a mediodía. Cuando fuimos a la estación de Ostbahnhof para salir por el centro, Olga me envió un mensaje de que su abuela estaba regular y fue la nota triste de la jornada, así que desde el blog le hacemos un homenaje a la mujer.
Nos fuimos a Marienplatz para que Alfonso también viese la cervecería del día anterior Hofbrau pero esta vez la entrada fue imposible, le dijimos que pasará el domingo por la tarde por allí ya que su vuelo salía más tarde que el nuestro. Además por la calle de nuevo tuvimos otra pequeña trifulca porque había un tío rastas con un didgeridoo y se enfadó bastante porque uno le tiró una foto. Enfrente de la cervecería estaba el Hard Rock y allí sí tuvimos sitio y planteamos que el sábado por la noche fuera como salir en cualquier ciudad europea, salir de copeo y ver garitos que siempre habría algo interesante. En el Hard Rock brindamos con nuestro ya típico Prost y pusieron canciones de Tool, eso sí era un hard rock de verdad y no lo que ponen en Madrid.
Callejeando por el centro encontramos una sala que tenía una pinta estupenda, era el The Atomic Cafe que está en Neuturmstraße 5, el nombre del sitio está basado en un documental americano que explicaba las causas de porque los yankees eran pronucleares. Fue una lástima no poder entrar, ya que ese día el acceso era por lista de invitados porque había una fiesta sólo para socios, por fuera se veían pósters de los Fuzztones y demás grupos garajeros y luego he visto que se han hecho allí conciertos muy chulos, alguna vez tendré que volver a Munich para ir a ese sitio, os dejo la web para el que le interese
The Atomic Cafe
Al final acabamos en otro bar de la zona viendo un Betis-Real Madrid en diferido donde Van Nistelrooy metió en el último momento el gol de la victoria. Ya charlábamos tranquilamente y se notaba el cansancio de la jornada que llevábamos. Salimos del bar y nos dimos una buena vuelta por el centro de Munich hasta llegar al Hotel One, a destacar por donde pasamos la puerta de Isar (Isartor). Con las horas que eran no había gran animación como por el día en la explanada, así fue un gusto pasear y se veía muy bonita la ciudad, como de cuento y me recordaba en algunos aspectos a la imperial Viena, en los sitios que fuimos ponían buena musica, no como en los garitos que estuvimos la noche anterior. Seguro que es un placer visitar Munich fuera de las fechas del Oktoberfest, la ciudad me transmitió buenas sensaciones y se alejaba del tópico de la tremenda borrachera de la cerveza.
Había sido un día muy largo y cansado pero ya estaba prácticamente recuperado de mi constipado, lo pasamos bien y solo queríamos coger la cama. Hablamos antes para poder ver alguna cosita más de la ciudad el domingo, para ello tendríamos que estar abajo en la recepción a las 11:30 y así iríamos a más sitios y luego cogíamos el vuelo tranquilamente, ese día no me fijé en la luna de Munich y fue una pena porque fue mi última noche allí. No estaba tranquilo porque no confiaba en la palabra que me habían dado. Cuando no se cumplen los compromisos que uno tiene con sus amigos entonces da igual que mires hacía arriba, no hay ningún sitio que te refugie en la traición de la confianza.
Caseta en el Oktoberfest con chicas con el traje bávaro tradicional.
El carrusel de los niños invadido de gente adulta.
Caseta de Paulaner.
Ejemplo del interior de una de las casetas para el evento.
Hard Rock Cafe y enfrente la fachada de la cervecería Hofbrau con los colores de Baviera.
La barra interior del Atomic Cafe que no pude ver.
Isartor (Puerta de Isar).
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Tras dar muchas y muchas vueltas por todas las casetas había un pequeño hueco donde entrábamos unos pocos y 2 se quedaban de pie, con eso nos valía y nos iríamos turnando pero tuvimos una pequeña discusión antes de ponernos en nuestros sitios. Un peruano que estaba allí sentado nos dijo que podíamos coger el hueco a cambio de que le pagáramos las cervezas, ya que eran sitios reservados y que nos los cedía a cambio de eso. La explicación no coló y no picamos, preguntamos a las camareras de la caseta si había algún problema en ponernos allí y nos dijeron que no, que podíamos sentarnos. Rabanero se enfadó bastante con el tipo y le dijo que sino le daba vergüenza querer engañarnos, como siempre la típica picardía de los latinos de querer hacer chanchullos a costa de engañar a los demás, además que el tío se quedó tan tranquilo y nos respondió que por intentarlo no perdía nada. El sinvergüenza al rato de que lleváramos unas cuantas cervezas se emborrachó y no podía ni tener la cabeza recta, se quedó durmiendo en la mesa y nos cachondeamos de él. Siempre tuve el dicho de que el hombre que no sabe beber y pierde el control es que aún no es hombre y será difícil que algún día lo sea.
Otras anécdotas que nos ocurrieron allí es que nos hizo gracia ver a un negro vestido con el traje típico bávaro, el tío era muy animado y Alfonso le puso el apodo de black tirolés. La peña iba muy pasada y había gentes de todas las nacionalidades, en su mayoría eran hombres, yo decía que el Oktoberfest es la fiesta mas machista que he estado, tíos bebiendo cervezas en grandes jarras que te las sirven unas camareras con un escote infinito y el busto realzado, pegando voces y sonoras risas, vamos, que sólo faltaba un balón de fútbol para darle unas pataditas. Eso sí, en cuanto alguien se pasaba de la raya la seguridad no se andaba con tonterías y enseguida eran expulsados del recinto a golpe limpio. Pasamos un buen rato todos juntos y ni siquiera comimos, en el Oktoberfest se dice que una buena comida es una de esas grandes jarras de cerveza de 1 litro.
Llegó un momento que el alcohol ya estaba haciendo mella en la gente y el espectáculo era bastante triste, ves a gente tirada a su suerte en cualquier rincón y tipos haciendo el machito que daba bastante vergüenza ajena. Era hora de abandonar el recinto, no sin antes darnos una última vuelta y que uno que me se yo se comprará una camiseta de vaca. Volvimos al hotel y descansamos un poco antes de salir a cenar a nuestro restaurante favorito, el Brünnstein Maierbräu, recuerdo que me apetecía algo de líquido y algunos pedimos una especie de sopa con una pinta un poco extraña pero que estaba buena. Nos echamos como 2 horas cenando de auténtico homenaje ya que no habíamos comido a mediodía. Cuando fuimos a la estación de Ostbahnhof para salir por el centro, Olga me envió un mensaje de que su abuela estaba regular y fue la nota triste de la jornada, así que desde el blog le hacemos un homenaje a la mujer.
Nos fuimos a Marienplatz para que Alfonso también viese la cervecería del día anterior Hofbrau pero esta vez la entrada fue imposible, le dijimos que pasará el domingo por la tarde por allí ya que su vuelo salía más tarde que el nuestro. Además por la calle de nuevo tuvimos otra pequeña trifulca porque había un tío rastas con un didgeridoo y se enfadó bastante porque uno le tiró una foto. Enfrente de la cervecería estaba el Hard Rock y allí sí tuvimos sitio y planteamos que el sábado por la noche fuera como salir en cualquier ciudad europea, salir de copeo y ver garitos que siempre habría algo interesante. En el Hard Rock brindamos con nuestro ya típico Prost y pusieron canciones de Tool, eso sí era un hard rock de verdad y no lo que ponen en Madrid.
Callejeando por el centro encontramos una sala que tenía una pinta estupenda, era el The Atomic Cafe que está en Neuturmstraße 5, el nombre del sitio está basado en un documental americano que explicaba las causas de porque los yankees eran pronucleares. Fue una lástima no poder entrar, ya que ese día el acceso era por lista de invitados porque había una fiesta sólo para socios, por fuera se veían pósters de los Fuzztones y demás grupos garajeros y luego he visto que se han hecho allí conciertos muy chulos, alguna vez tendré que volver a Munich para ir a ese sitio, os dejo la web para el que le interese
The Atomic Cafe
Al final acabamos en otro bar de la zona viendo un Betis-Real Madrid en diferido donde Van Nistelrooy metió en el último momento el gol de la victoria. Ya charlábamos tranquilamente y se notaba el cansancio de la jornada que llevábamos. Salimos del bar y nos dimos una buena vuelta por el centro de Munich hasta llegar al Hotel One, a destacar por donde pasamos la puerta de Isar (Isartor). Con las horas que eran no había gran animación como por el día en la explanada, así fue un gusto pasear y se veía muy bonita la ciudad, como de cuento y me recordaba en algunos aspectos a la imperial Viena, en los sitios que fuimos ponían buena musica, no como en los garitos que estuvimos la noche anterior. Seguro que es un placer visitar Munich fuera de las fechas del Oktoberfest, la ciudad me transmitió buenas sensaciones y se alejaba del tópico de la tremenda borrachera de la cerveza.
Había sido un día muy largo y cansado pero ya estaba prácticamente recuperado de mi constipado, lo pasamos bien y solo queríamos coger la cama. Hablamos antes para poder ver alguna cosita más de la ciudad el domingo, para ello tendríamos que estar abajo en la recepción a las 11:30 y así iríamos a más sitios y luego cogíamos el vuelo tranquilamente, ese día no me fijé en la luna de Munich y fue una pena porque fue mi última noche allí. No estaba tranquilo porque no confiaba en la palabra que me habían dado. Cuando no se cumplen los compromisos que uno tiene con sus amigos entonces da igual que mires hacía arriba, no hay ningún sitio que te refugie en la traición de la confianza.
Caseta en el Oktoberfest con chicas con el traje bávaro tradicional.
El carrusel de los niños invadido de gente adulta.
Caseta de Paulaner.
Ejemplo del interior de una de las casetas para el evento.
Hard Rock Cafe y enfrente la fachada de la cervecería Hofbrau con los colores de Baviera.
La barra interior del Atomic Cafe que no pude ver.
Isartor (Puerta de Isar).
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
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