El viernes 22 de Julio fue un día de descubrir la ciudad de La Habana. A causa del jet lag no nos costó mucho levantarnos para nuestra reunión con el guía que teníamos a las 9:30 horas, de hecho nos levantamos antes para poder bajar a desayunar, un rico buffet en la planta baja del Parque Central que íbamos a aprovechar todos los días de nuestra estancia, había toda clase de zumos, si querías te hacían una tortilla en la plancha, mucha bollería y mucho turista extranjero que se alojaba en el hotel, de hecho había muy poco español que estuviera allí con nosotros.
Después del desayuno nos encontramos con el guía y los otros turistas llegados de Madrid la noche anterior, recuerdo a unas chicas de Sevilla que llegaron con mucho sueño porque la noche anterior habían estado de juerga por el Barrio chino de La Habana, con malas consecuencias al finalizar la noche, tuvieron que pagar las copas de todos los del garito, porque sino no salían de allí. El guía nos indicó que la moneda allí para nosotros es el Peso cubano convertible CUC, porque en Cuba hay dos monedas, una para los extranjeros que es el CUC y otra para los cubanos que es el Peso Cubano, con nuestros euros tendríamos que ir a la Cadeca que es la casa de cambio para obtener el dinero cubano, además no podíamos cambiar mucho dinero porque si te sobraban CUC en España no puedes volver a cambiarlos. Como curiosidad un CUC equivale a 24 pesos cubanos para la gente cubana. Otros consejos que nos dio fue que guardáramos bien el pasaporte en la caja fuerte del hotel, que no lo podíamos perder para salir del país y que reservásemos 25 CUC como impuesto de salida en el aeropuerto Jose Martí para volver a España.
Esto en cuanto a los consejos administrativos, también nos dijo indicaciones para nuestras salidas por La Habana, no comprar puros a la gente por la calle, no hacer caso en cuanto a festivales de música inexistentes, no beber agua del grifo por nuestra salud y que en definitiva que nos lo pasásemos muy bien, que el buen turista allí tiene 3 mandamientos, tomar, coger y beber jajajajajajaja... Nos recomendó algunos sitios buenos donde comer, donde tomar mojitos y daiquiris, clubes de noche de jazz y sitios donde bailar. Posteriormente nos ofrecieron algunas excursiones para hacer de las que estábamos bastante interesados, porque una semana en La Habana es mucho tiempo para estar en esa ciudad. Elegimos dos excursiones para alternar nuestra estancia allí, la primera al Valle de Viñales y la segunda una estancia en Cayo Largo, excursiones que ya contaré en posteriores entradas del viaje. Fuimos a la Cadeca que teníamos en el mismo hotel Parque Central para pagarle los viajes a nuestro guía que ya nunca veríamos por el hotel, bueno, una vez nos los encontramos por ahí con otros turistas.
Una vez arregladas las excursiones de nuestro viaje ya podíamos empezar a descubrir bajo un sofocante sol esta ciudad del Caribe, en cuanto al sol no es igual que en España, al estar más cerca del ecuador está más bajo y pega mucho, eso unido a la humedad hace que para un extranjero sea complicado pasear. Lo primero que todo visitante hace al ir a La Habana es descubrir todos los rincones de La Habana Vieja, el casco histórico de la ciudad que es patrimonio de la Humanidad. Estando nosotros en Parque Central estábamos a escasos metros de allí y la primera calle que visitas es la arteria principal de La Habana Vieja que es la Calle Obispo, es como un equivalente a la Gran Vía en Madrid. Al principio de la Calle Obispo está uno de los sitios más famosos habaneros, el bar Floridita.
En esta calle Obispo hay un montón de tránsito de turistas y cubanos, nosotros no podíamos dar el pego como cubanos y empezó algo que me resultó muy molesto durante todo el viaje, la brasa que te dan los lugañeros de allí para buscarse la vida, constantemente tienes a alguien pegado a tu lado ofreciéndote algo, si no son puros cohibas, es un taxi, sino una mulata que según ellos te practicaban 48 posiciones (todas diferentes), sino te pedían directamente un pesico o te recomendaban un restaurante que era muy bueno, obviamente bajo comisión. Normalmente no te entraban directamente, sino que te preguntaban de donde eras y si eres español pues te contaban que algún familiar suyo vivía en algún lugar de España y una vez ya iniciada la conversación pues venían los negocios, recuerdo que un tipo nos abordó preguntándonos que como estaba la cosa por nuestro país y acabamos en un bar donde decía que Hemingway iba mucho por allí, que nos tomásemos algo con él, al final le di un peso y se marchó. Sinceramente aguantaba la brasa que nos daban porque comprendo su situación, con un poco de dinero convertible nuestro les arreglábamos el día y ellos tienen que buscarse la vida, con su cartilla de racionamiento no les da para casi nada, lo que no quita que fuera muy molesto y que a veces te sintieras como una bolsa de euros con patas a la que abordar por la calle.
En nuestros primeros pasos por la calle Obispo le compré a un hombre bastante mayor el único diario que existe en la isla, el diario Granma, el periódico del partido comunista de Cuba, le di más dinero de lo que costaba el panfleto y más que me quería sacar. En Obispo es donde se ubican la mayoría de las tiendas y es muy animada, en su desembocadura está la Plaza de Armas, una bonita plaza colonial que ya hueles el puerto de La Habana, tiene la peculiaridad que algún trozo del suelo de la plaza es de madera, por ahí es donde pasaban los carruajes, también en la plaza hay algún librero que te vende libros antiguos, sobre todo de la historia de la Revolución. No quiero tampoco ser muy pesado con el paseo por la Habana Vieja porque son calles que ha visto todo el mundo que ha ido por allí, son muy famosas la calle Tejadillo, la calle Mercaderes, calle Cuba y calle O'Reilly. Los sitios más destacables son además de la Plaza de Armas anteriormente citada, la Plaza de San Francisco con una impresionante iglesia neoclásica y la Plaza Vieja, una plaza colonial rodeada de casitas con diferentes colores (recuerdo que siendo comunistas allí había una tienda de Benetton). Luego al final de la entrada pondré fotos de todos estos sitios de La Habana Vieja tan bonitos.
Subiendo por Mercaderes de nuevo, íbamos en busca del monumento más visitado la ciudad, La Catedral de La Habana, ubicada en la bonita Plaza de la Catedral donde se encuentra el paladar el Patio, entramos a ver la iglesia y no tuvimos ningún problema para hacer fotos y no había que pagar entrada, al menos ahí durante un rato no nos daba el sol y no teníamos detrás a ningún cubano ofreciéndonos los múltiples hobbies de la isla. Al lado de este templo católico está la calle Empedrado, una calle cualquiera sino fuera porque aquí está otro de los garitos míticos en todo el mundo, La Bodeguita del Medio. Con todo ese paseo que nos habíamos dado bajo un sol de justicia teníamos que hacer una obligada parada allí, es la cuna del mojito y por supuesto lo probamos, al precio de 4 CUC (3 euros aproximadamente) te tomas tu mojito en la barra mirando las fotos de personajes que han estado por allí como Hemingway, Errol Flyn, Salvador Allende y múltiples escritores como Pablo Neruda y Nicolás Guillén. En la barra puedes dejar tu firma si te pones a tallar en la madera desgastada y como no David y yo dejamos nuestro recuerdo en la Bodeguita del Medio, saqué un boli desgastado que llevaba en el bolso y pude firmar. El mojito no fue gran cosa, la hierbabuena estaba un poco mustia.
Como ya era la hora de comer tras nuestro aperitivo con el mojito de la Bodeguita deshicimos el camino andando de nuevo hacia La Plaza de Armas, íbamos a probar uno de los paladares que el guía nos recomendó, pero antes un inciso. En Cuba a los restaurantes los llaman paladares, este nombre se debe a una telenovela muy famosa que ponían en Cuba en los años 90's, para saber la historia os dejo mejor el enlace de esta historia de los paladares, básicamente son restaurantes regentados por cuenta propistas que es como en Cuba llaman a los emprendedores, el regimen de Castro se abrió hacia ese tipo de negocios donde la gente es más productiva. El paladar que visitamos en nuestra primera comida cubana fue el Restaurante La Mina, un bonito patio colonial, con un jardín, con cristales en las paredes típicos cubanos para que no entre tanta luz y gallos dando vueltas alrededor de las mesas. Fue un acierto esa recomendación que nos dieron, comimos bastante bien y bebimos cervezas Cristal que es la marca de cervezas allí junto a Bucanero, de vez en cuando salían unos músicos a tocar música cubana para amenizar la comida. Otra curiosidad en Cuba es que no hay marca Coca Cola sino que allí es Tu Kola.
Después de comer y con ese calor nos fuimos para el hotel y en la habitación nos encontramos una agradable sorpresa, el hotel Parque Central nos invitaba esa noche a cenar en su restaurante, una buena táctica de marketing para consumir allí, ya sabríamos donde íbamos a cenar, no teníamos que elegir paladar. La tarde nos la tomamos de relax en el ático de la piscina del hotel, además el sitio merecía mucho la pena porque tiene unas vistas impresionantes de La Habana, desde el jacuzzi veías todo el Capitolio, el teatro García Lorca y los hoteles Telégrafo e Inglaterra. Donde mejor se estaba era el jacuzzi porque estaba protegido por una cúpula, así el agua estaba más fresquita, en la piscina como daba el sol era prácticamente caldo. El atardecer en La Habana es precioso desde ese ático. Era una sensación muy contradictoria, porque estabas en un hotel de lujo y desde el ático veías el deterioro de las casas de los habitantes de la ciudad, pero a la vez era una vista muy hermosa, como el sol que tanto nos había machacado se escondía en el horizonte del océano Atlántico.
Una vez que ya estábamos más frescos nos arreglamos para ir a cenar en la planta baja del hotel, donde antes habíamos desayunado por la mañana. Estaba muy contento por la elección de este hotel, el servicio fue excelente y la comida muy buena. Después salimos de nuevo a la calle para nuestra primera noche de juerga, tampoco se iba a prolongar mucho porque al día siguiente íbamos a hacer la excursión a Viñales, pero lo pasamos muy bien. Primero fuimos al Floridita, que el sitio es de los más lujosos de la ciudad, su especialidad es el daiquiri y tienen aire acondicionado. Antes de llegar como no, tuvimos la brasa de algunos habaneros, ese día hubo un tipo que nos decía que si nos gustaba su novia que iba a su lado, nos fuésemos con ella, que no había ningún problema. Haciendo caso omiso a todo, llegamos al Floridita que estaba petao y pude hacer una cosa que ya no se puede en España, aquí en los bares se puede fumar. No había mesas libres, pero en una de ellas estaban nuestros amigos Alma y Sergio, fuimos a hablar con ellos y nos sentamos a beber junto a ellos, el daiquiri allí está al precio de 6 CUC (4.5 euros aproximadamente).
Comentamos lo que habíamos hecho ese día, ellos fueron a la ceremonia del cañonazo en el Castillo del Morro y nos reíamos de los brasas que son los cubanos. Fue un rato muy agradable y distendido porque tanto Sergio como Alma son bastante majos y ya que nos habíamos encontrado en el Floridita pues saldríamos juntos por ahí, en el Floridita nos echamos 2 ó 3 daiquiris que estaban bastante logrados, mucho más que los mojitos en La Bodeguita del Medio. Salimos de allí para volver al Parque Central y por la calle Neptuno, que estaba bastante mal iluminada y con una alcantarilla rota, llegamos a nuestro siguiente destino, la Casa de la Música, esta fue una recomendación que le habían dado a Alma y Sergio porque por la tarde estuvieron en los almacenes Época comprando un adaptador para la corriente eléctrica. Al final no pasamos porque creo recordar era para bailes salseros y ese rollo no nos iba a ninguno de los cuatro, pero al lado había una sala donde iba a tocar una orquesta habanera.
Por una entrada de 3 CUC pasamos y pedimos cerveza y ron cola, al principio no estaba la orquesta y nos quedamos flipados con el sitio. En vez de poner música para animar el ambiente ponían vídeos de youtube, cosas de hace una década como los huevos cantores o Cálico electrónico, el público de una media de edad bastante más avanzada que la nuestra se moría de la risa, estaban encantados con esos vídeos y nosotros nos reíamos por lo casposo de la situación. No nos entretuvimos mucho por el lugar porque como ya mencioné, al día siguiente teníamos que madrugar bastante para ir a Viñales y bajamos de nuevo por la calle Neptuno donde en la oscuridad pasaban varios coches antiguos y que no vas más que mirando por donde pisas en el suelo no sea que des un mal paso y la lies. Nuestros amigos de Valladolid se alojaban en el Hotel Inglaterra, que estaba al lado del nuestro, así que en Parque Central nos despedimos de ellos, ya no los íbamos a ver hasta el aeropuerto de vuelta porque ellos iban a Varadero unos días. Había sido un día muy completo y cansados nos fuimos a descansar, todavía no estaba acostumbrado a ese calor húmedo y al día siguiente teníamos una buena excursión por el norte de la isla, esa noche no miré a ver donde estaba la Luna, una pena, nunca hay que olvidarse de ella.
Calle Obispo.
Plaza de Armas.
Habana Vieja. Banderas de celebración del 26 de Julio. Fiesta nacional por el asalto al Cuartel Moncada.
Plaza de San Francisco.
Iglesia de San Francisco.
Restaurante Cafe del Oriente.
Boda en La Habana Vieja.
Plaza Vieja. Casas con típicas vidrieras que tapan la luz natural.
Plaza Vieja.
Catedral de La Habana.
Plaza de la Catedral. Paladar el Patio.
Interior de la Catedral de La Habana.
Calle Empedrado. La Bodeguita del Medio.
Dentro de la Bodeguita del Medio.
Dejando un recuerdo en la barra.
Restaurante La Mina. Patio.
Parque Central.
Piscina en el ático del hotel Parque Central.
Hotel Telégrafo.
Floridita.
Calle Neptuno.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
lunes, 30 de julio de 2012
sábado, 28 de julio de 2012
Suite Habana (Llegada)
Hoy hace un año que aterrizamos en Madrid volviendo de un nuevo destino que en estas fechas escribiré en el blog de viajes, esta vez vamos a cambiar de continente para hacer una incursión en tierras americanas, en concreto en el Caribe y al sitio más peculiar de esa región, La Habana, capital de unos de los pocos países que quedan bajo el regimen comunista, Cuba. Este viaje cumplió una vieja promesa que teníamos mi amigo David y yo de que alguna vez iríamos a visitar Cuba y al final la promesa se hizo realidad y fuimos para allá. Un viaje lleno de anécdotas, peripecias, sentimientos y muchas sensaciones que espero poder relatarlas lo mejor posible, porque fue un viaje muy especial, sobre todo porque es un mundo muy diferente al que conocemos y que una vez allí te invita mucho a la observación. A la vuelta te quedas reflexionando sobre la influencia de la política en la vida diaria.
Al ser la primera entrada del viaje vamos a un clásico que nunca me salto en el blog y es mostrar mi agradecimiento a la gente que estuvo en el viaje acompañándome. En primer lugar darle las gracias a David, fue un buen compañero y llevábamos mucho tiempo sin ir a ningún sitio, ya que los últimos viajes los había hecho con Olga, el último día estuvo bastante callado y tuvimos una pequeña discusión, pero por lo demás lo pasé muy bien con él y soportó muy bien mis quejas sobre el calor que hacía, espero que este viaje a La Habana no sea el último que haga con él. También agradecer a Michel García el tour que nos hizo el penúltimo día de estancia en Cuba. Michel es un traductor cubano que me puse en contacto con él a través de mi amigo Andrés, muy majete el tío, hablaba muy rápido (a veces incluso me perdía jejejejeje...) pero el rato que estuvimos con él, aprendimos un montón de cosas y vimos sitios que si no es por él, nunca hubiésemos llegamos. Una recomendación que me hizo fue la película que va a dar título a todas las entradas de este viaje, Suite Habana, un film diferente, sin apenas diálogo que muestra muy bien la vida cotidiana de los habaneros, yo hago extensible su recomendación, me encantó la película y así le hago un pequeño homenaje a Michel. Por último agradecer sus ratos de compañía a una pareja que venía en el vuelo con nosotros, Sergio y Alma, vallisoletanos los dos, aunque Sergio como bien le decían los cubanos parece vasco jajajaja... Nos lo pasamos muy bien con ellos tomando daiquiris en el Floridita y en el viaje de vuelta. Pero eso ya lo contaré en próximas entradas.
Nuestra estancia en Cuba fue de una semana, planificamos tener el hotel durante toda la estancia en La Habana, a mi personalmente el rollo de ir a Varadero a un resort no me llamaba mucho la atención. Tampoco estaríamos todos los días La Habana, sino que una vez allí haríamos un par o tres de excursiones para ver otros sitios del país, pero siempre pernoctando en nuestro hotel. El 21 de Julio teníamos nuestro vuelo a La Habana con la compañía Iberia, las cosas no empezaron muy bien porque en Atocha el cercanías que nos llevaba para el aeropuerto se averió y tuvimos que coger un taxi. Después de tanta prisa en llegar para facturar y embarcar resulta que fue el cachondeo de la terminal T4. El vuelo salía a las 17:00, primero nos mandaron a una puerta de embarque alejadísima, después cambiaron la puerta de embarque en la otra punta y tuvimos un retraso de salida del vuelo de dos horas. Nos cambiaron el avión y desde aquí denuncio esta situación de ningún respeto y consideración de la compañía Iberia hacia sus pasajeros. Son unos chapuceros y sinvergüenzas, para un vuelo intercontinental es intolerable que salgas con más de 2 horas de retraso.
Durante el vuelo también tuvimos incidencias, al cambiarnos de avión, íbamos en un modelo más antiguo y mucho más incómodo. El avión iba hasta los topes, los bebes llorando (esto ya no es culpa de la compañía), pero encima después de todo lo que llevábamos es que en la zona de nuestros asientos no funcionaba bien el aire acondicionado, a mi me daba algo, iba rojo como un tomate y pasadas las horas me era imposible conciliar el sueño, estaba sudando. Me levanté y me quejé al personal del vuelo, las azafatas me buscaron como solución cambiarme de asiento y eso hice, me fui a la parte de atrás del avión, dejando a David más ancho y pude dormirme un rato. Cuando ya nos estábamos aproximando a nuestro destino decidimos tomarnos la situación con humor y brindamos David y yo porque ya todo lo malo del viaje había pasado y nos reíamos de un español que iba borrachísimo de todos los rones que se había tomado, su mujer iba al lado, para nosotros una santa. Fue uno de los peores vuelos que he tenido en mi vida.
Una vez que aterrizas en el aeropuerto José Martí tu primera sensación es el bofetón de calor húmedo que sientes por todo el cuerpo, era casi medianoche y la camiseta se te pega a tu cuerpo por el sudor. Había que pasar los controles de inmigración que fueron un cachondeo, una enfermera te preguntaba si habías estado malo o tenías algo contagioso, a David la enfermera le dijo que si le daba un euro para un café, después pasabas por una habitación donde esperabas a no se sabe que y finalmente salías a las cintas de los equipajes. El sitio daba sensación de cutre y de dejadez, además yo pasé muy mal rato en las cintas de las maletas porque no aparecía la mía. Estuvimos como 40 minutos y al final encontré mi maleta tirada por el suelo y llena de polvo, que alegría y enfado tenía al mismo tiempo, había encontrado mi maleta pero que cabreo tenía por la desorganización del lugar.
Por fin salíamos del Jose Martí y yo estaba deseando fumarme un cigarro debido a los nervios pasados en la terminal con el equipaje. El traslado al hotel estaba contratado dentro del paquete vacacional que habíamos escogido y en el aparcamiento nos estaban esperando, pero no fuimos los últimos en llegar, tuvimos que esperar 45 largos minutos a que llegasen todos los que faltaban. Allí es donde conocimos a Sergio y a Alma, el sitio estaba muy poco iluminado y los buses eran coreanos, yo nunca había visto esa marca, eso sí, tenían aire acondicionado que agradecí mucho durante el trayecto al hotel. Era nuestro primer paseo por la isla y te quedas bastante sorprendido, vas acercándote a La Habana y no hay tampoco apenas iluminación artificial, por supuesto no hay grandes vallas con carteles de anuncios de marca, si acaso alguna pintada a favor del regimen. Pero es que una vez que entras ya en la ciudad no ves a casi nadie por la calle, la luz artificial sigue siendo igual de tenue y te da una sensación de inseguridad y que te estás adentrando en una ciudad fantasma o vampírica.
El guía nos dijo que problemas de seguridad no íbamos a tener y poco a poco iban dejando a cada uno en su hotel, el nuestro fue el Hotel Parque Central, al lado del Paseo del Prado y el Capitolio y a dos pasos de la Habana Vieja, en una excelente ubicación y muy nuevo. El guía nos felicitó por nuestra elección y la verdad es que es el mejor hotel en cuanto ubicación-calidad de la ciudad, el mejor hotel en la ciudad es el Nacional de Cuba, pero no está tan bien situado como este. El guía nos indicó que al día siguiente a las 9:30 horas quedásemos el grupo que habíamos llegado de Madrid en la recepción de nuestro hotel para reunirnos y darnos alguna indicación de la ciudad, consejos a tener en cuenta y ofrecernos excursiones para contratar.
Una vez instalados en el hotel estábamos agotados, mirábamos por el balcón de la habitación y veíamos el Paseo del Prado, era de los pocos sitios donde había gente paseando o sentados en los bancos, había taxis y la zona estaba un poco animada al menos, lo que más curioso te parece al principio son esos coches antiguos de otras épocas en EEUU que todavía por allí circulan y el silencio que imperaba, me fume un último Black Devil mirando a la Luna caribeña para terminar esta jornada tan larga y con jet lag. Como ya eran las 2:00 de la madrugada nos acostamos con el aire acondicionado que se agradecía para combatir ese calor húmedo. Al día siguiente había que levantarse temprano para la reunión y disfrutar de nuestro primer día lleno de acontecimientos en La Habana.
Aeropuerto José Martí.
Paseo del Prado.
Paseo del Prado.
Vestíbulo Hotel Parque Central.
Parque Central.
Ático Hotel Parque Central.
Capitolio, Teatro García Lorca y Hoteles Nueva Inglaterra y Telégrafo.
Piscina del Hotel Parque Central. Al fondo el Capitolio.
Hotel Parque Central. Músicos habaneros tocando el tema principal de la película 'El Padrino'.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Al ser la primera entrada del viaje vamos a un clásico que nunca me salto en el blog y es mostrar mi agradecimiento a la gente que estuvo en el viaje acompañándome. En primer lugar darle las gracias a David, fue un buen compañero y llevábamos mucho tiempo sin ir a ningún sitio, ya que los últimos viajes los había hecho con Olga, el último día estuvo bastante callado y tuvimos una pequeña discusión, pero por lo demás lo pasé muy bien con él y soportó muy bien mis quejas sobre el calor que hacía, espero que este viaje a La Habana no sea el último que haga con él. También agradecer a Michel García el tour que nos hizo el penúltimo día de estancia en Cuba. Michel es un traductor cubano que me puse en contacto con él a través de mi amigo Andrés, muy majete el tío, hablaba muy rápido (a veces incluso me perdía jejejejeje...) pero el rato que estuvimos con él, aprendimos un montón de cosas y vimos sitios que si no es por él, nunca hubiésemos llegamos. Una recomendación que me hizo fue la película que va a dar título a todas las entradas de este viaje, Suite Habana, un film diferente, sin apenas diálogo que muestra muy bien la vida cotidiana de los habaneros, yo hago extensible su recomendación, me encantó la película y así le hago un pequeño homenaje a Michel. Por último agradecer sus ratos de compañía a una pareja que venía en el vuelo con nosotros, Sergio y Alma, vallisoletanos los dos, aunque Sergio como bien le decían los cubanos parece vasco jajajaja... Nos lo pasamos muy bien con ellos tomando daiquiris en el Floridita y en el viaje de vuelta. Pero eso ya lo contaré en próximas entradas.
Nuestra estancia en Cuba fue de una semana, planificamos tener el hotel durante toda la estancia en La Habana, a mi personalmente el rollo de ir a Varadero a un resort no me llamaba mucho la atención. Tampoco estaríamos todos los días La Habana, sino que una vez allí haríamos un par o tres de excursiones para ver otros sitios del país, pero siempre pernoctando en nuestro hotel. El 21 de Julio teníamos nuestro vuelo a La Habana con la compañía Iberia, las cosas no empezaron muy bien porque en Atocha el cercanías que nos llevaba para el aeropuerto se averió y tuvimos que coger un taxi. Después de tanta prisa en llegar para facturar y embarcar resulta que fue el cachondeo de la terminal T4. El vuelo salía a las 17:00, primero nos mandaron a una puerta de embarque alejadísima, después cambiaron la puerta de embarque en la otra punta y tuvimos un retraso de salida del vuelo de dos horas. Nos cambiaron el avión y desde aquí denuncio esta situación de ningún respeto y consideración de la compañía Iberia hacia sus pasajeros. Son unos chapuceros y sinvergüenzas, para un vuelo intercontinental es intolerable que salgas con más de 2 horas de retraso.
Durante el vuelo también tuvimos incidencias, al cambiarnos de avión, íbamos en un modelo más antiguo y mucho más incómodo. El avión iba hasta los topes, los bebes llorando (esto ya no es culpa de la compañía), pero encima después de todo lo que llevábamos es que en la zona de nuestros asientos no funcionaba bien el aire acondicionado, a mi me daba algo, iba rojo como un tomate y pasadas las horas me era imposible conciliar el sueño, estaba sudando. Me levanté y me quejé al personal del vuelo, las azafatas me buscaron como solución cambiarme de asiento y eso hice, me fui a la parte de atrás del avión, dejando a David más ancho y pude dormirme un rato. Cuando ya nos estábamos aproximando a nuestro destino decidimos tomarnos la situación con humor y brindamos David y yo porque ya todo lo malo del viaje había pasado y nos reíamos de un español que iba borrachísimo de todos los rones que se había tomado, su mujer iba al lado, para nosotros una santa. Fue uno de los peores vuelos que he tenido en mi vida.
Una vez que aterrizas en el aeropuerto José Martí tu primera sensación es el bofetón de calor húmedo que sientes por todo el cuerpo, era casi medianoche y la camiseta se te pega a tu cuerpo por el sudor. Había que pasar los controles de inmigración que fueron un cachondeo, una enfermera te preguntaba si habías estado malo o tenías algo contagioso, a David la enfermera le dijo que si le daba un euro para un café, después pasabas por una habitación donde esperabas a no se sabe que y finalmente salías a las cintas de los equipajes. El sitio daba sensación de cutre y de dejadez, además yo pasé muy mal rato en las cintas de las maletas porque no aparecía la mía. Estuvimos como 40 minutos y al final encontré mi maleta tirada por el suelo y llena de polvo, que alegría y enfado tenía al mismo tiempo, había encontrado mi maleta pero que cabreo tenía por la desorganización del lugar.
Por fin salíamos del Jose Martí y yo estaba deseando fumarme un cigarro debido a los nervios pasados en la terminal con el equipaje. El traslado al hotel estaba contratado dentro del paquete vacacional que habíamos escogido y en el aparcamiento nos estaban esperando, pero no fuimos los últimos en llegar, tuvimos que esperar 45 largos minutos a que llegasen todos los que faltaban. Allí es donde conocimos a Sergio y a Alma, el sitio estaba muy poco iluminado y los buses eran coreanos, yo nunca había visto esa marca, eso sí, tenían aire acondicionado que agradecí mucho durante el trayecto al hotel. Era nuestro primer paseo por la isla y te quedas bastante sorprendido, vas acercándote a La Habana y no hay tampoco apenas iluminación artificial, por supuesto no hay grandes vallas con carteles de anuncios de marca, si acaso alguna pintada a favor del regimen. Pero es que una vez que entras ya en la ciudad no ves a casi nadie por la calle, la luz artificial sigue siendo igual de tenue y te da una sensación de inseguridad y que te estás adentrando en una ciudad fantasma o vampírica.
El guía nos dijo que problemas de seguridad no íbamos a tener y poco a poco iban dejando a cada uno en su hotel, el nuestro fue el Hotel Parque Central, al lado del Paseo del Prado y el Capitolio y a dos pasos de la Habana Vieja, en una excelente ubicación y muy nuevo. El guía nos felicitó por nuestra elección y la verdad es que es el mejor hotel en cuanto ubicación-calidad de la ciudad, el mejor hotel en la ciudad es el Nacional de Cuba, pero no está tan bien situado como este. El guía nos indicó que al día siguiente a las 9:30 horas quedásemos el grupo que habíamos llegado de Madrid en la recepción de nuestro hotel para reunirnos y darnos alguna indicación de la ciudad, consejos a tener en cuenta y ofrecernos excursiones para contratar.
Una vez instalados en el hotel estábamos agotados, mirábamos por el balcón de la habitación y veíamos el Paseo del Prado, era de los pocos sitios donde había gente paseando o sentados en los bancos, había taxis y la zona estaba un poco animada al menos, lo que más curioso te parece al principio son esos coches antiguos de otras épocas en EEUU que todavía por allí circulan y el silencio que imperaba, me fume un último Black Devil mirando a la Luna caribeña para terminar esta jornada tan larga y con jet lag. Como ya eran las 2:00 de la madrugada nos acostamos con el aire acondicionado que se agradecía para combatir ese calor húmedo. Al día siguiente había que levantarse temprano para la reunión y disfrutar de nuestro primer día lleno de acontecimientos en La Habana.
Aeropuerto José Martí.
Paseo del Prado.
Paseo del Prado.
Vestíbulo Hotel Parque Central.
Parque Central.
Ático Hotel Parque Central.
Capitolio, Teatro García Lorca y Hoteles Nueva Inglaterra y Telégrafo.
Piscina del Hotel Parque Central. Al fondo el Capitolio.
Hotel Parque Central. Músicos habaneros tocando el tema principal de la película 'El Padrino'.
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jueves, 26 de julio de 2012
Exit through the City of Bristol (Regreso)
El domingo 14 de Noviembre era nuestro último día en Bristol y tuvimos que levantarnos para hacer el check out de la habitación del City Inn, era un viaje breve y sin apenas darnos cuenta ya teníamos que volver de nuevo a Madrid. Entregamos las llaves de la habitación y dejamos el equipaje de mano en recepción porque aún nos daba tiempo a dar una vuelta más por la ciudad, luego planeamos que volveríamos al hotel para comer en su restaurante antes de irnos al aeropuerto.
Tuvimos la suerte de que también nos hizo un buen día en cuanto a tiempo porque siendo Noviembre y que no llueva en Inglaterra es tener mucha suerte. Probamos a andar por la calle del City Inn que es Temple Way a ver que descubríamos y no hubo mucha fortuna en la aventura, era una gran carretera donde pasaban muchos coches y simplemente divisamos la iglesia de St Philip and St Jacob Church y una especie de castillo llamado One Castlepark Tower Hill. A lo lejos había un centro comercial que ya nos dio pereza ir. Así que deshicimos lo andado y fuimos de nuevo por Victoria Street hasta el Glassboat para despedirnos del casco antiguo de Bristol. En la fachada del Grand Hotel tenían una amapola gigante y luego descubrí que era en conmemoración de los veteranos, una fiesta que se celebra en esas fechas de Noviembre y donde ves a todos los entrenadores de la Premier League con la amapola en la solapa de sus chaquetas.
Callejeamos por las calles más estrechas del casco antiguo y por St Nicholas Street, admirando por última vez lo bonita que es la arquitectura de la ciudad con esos impresionantes edificios, esas casas al estilo victoriano y alguna que otra cosita moderna de diseño que le da a la ciudad un toque diferente, hicimos varias fotos por las calles Small Street, St Nicholas Street y Broad Street, ahora después dejaré alguna instantánea del momento. La hora de comer ya se acercaba y fuimos por Temple Back hasta el hotel. Ahí es donde tuvimos una última sorpresa que fue un poco desagradable para todos. Resulta que teníamos algo de prisa por coger el bus hacia el aeropuerto y la comida no llegaba, el cocinero se había cortado y nadie se hacia cargo de nuestro pedido, finalmente cuando ya nos íbamos vino la comida y en 5 minutos todo corriendo tuvimos que terminar, la gente del hotel se hizo cargo del asunto y nos pidieron disculpas por la demora, además la cuenta corría a cargo de ellos, fue una desgracia que no empaña lo bien que está el sitio, simplemente el cocinero tuvo mala suerte y no había nadie más. A pesar de este incidente recomiendo el City Inn, es un gran hotel y muy tranquilo.
Recogimos nuestras maletas de recepción y andando con el grupo de mujeres españolas que también se alojaban en el hotel fuimos a la estación de tren de Bristol Temple Meads. El cielo ya se estaba nublando y allí estaba el bus que te lleva al aeropuerto, antes le decía a Olga que hiciese unas fotos de la estación, merece la pena verla. Todos con un gran sonrisa subimos al bus y las mujeres comentaban lo bien que se lo habían pasado en su viaje por Bristol, que a ver cuando hacían el siguiente viaje, en el aeropuerto recuerdo que estaban poniendo más fútbol y vi un rato el Liverpool vs Arsenal creo que era. A las 4:50 pm embarcamos para nuestro vuelo a Madrid con Easyjet y esta vez al contrario que en la ida no hubo ni problemas ni retrasos. A las 8:00 pm aterrizamos en Barajas y de nuevo te das cuenta que vuelves a la realidad, habíamos celebrado el cumpleaños de Olga, a la que de nuevo quiero dar las gracias por su compañía, fue una muy correcta homenajeada y después de pasado el tiempo me alegro que hiciéramos este viaje, después ha sido más complicado viajar a causa de esta realidad en forma de crisis. Aún así seguimos empeñados en ir descubriendo nuevos sitios.
Aquí se acaba el viaje y mi particular homenaje en los títulos de las entradas del blog al artista de Bristol Banksy, pero esta ciudad es algo más que Banksy, si siempre he tenido curiosidad por venir a Bristol ha sido por sus músicos. De Bristol proceden artistas como Tricky o grupos como Massive Attack o Portishead, es una escena musical muy rica y de la que están muy orgullosos. De los países anglosajones lo que admiro y hasta me da envidia es que en su educación, la música es muy importante y la consecuencia es muy clara, das una patada por cualquier ciudad inglesa y te salen 300 grupos de estilos muy diferentes de música, una cosa que en España se podría empezar a implantarse y que por desgracia veo lejos que se de. Además tienen el apoyo de sitios para tocar como The Lousiana o The Fleece que no los había comentado y los ya mencionados como The Hatchet Inn, nº1 Harbourside o el O2 Academy Bristol.
La capital, Londres, está llena de espectáculos pero es en ciudades como Bristol donde ves el germen de las cosas, músicos en una ciudad muy habitable, precios en los productos mucho más razonables que en Londres y que no vas a ser el bicho raro de músico como sí te pasaría en cualquier capital mediana de España. A ellos les debo mi conocimiento de esta ciudad, Portishead es el nombre de un pueblo cercano por ejemplo, y les agradezco que mediante su música hayan puesto este lugar tan bonito en el mapa, bueno, no sólo a ellos sino también y es triste decirlo, a las compañías de vuelo low cost que hacen más accesible llegar hasta allí. Hasta aquí nuestra aventura en Bristol, la próxima parada en el blog es un sitio completamente diferente, incluso cambiamos de continente, La Habana y su sol nos esperan.
Callejeando por el centro de Bristol.
Casco histórico de Bristol.
St Nicholas Street.
St Nicholas Street.
Cervecería Bristol. Victoria Street.
Temple Church.
La cumpleañera y el autor del escrito saludan al blog desde el Glassboat.
Y para finalizar algunos vídeos musicales de artistas de Bristol.
Tricky - Hell is around the corner
Massive Attack - Protection
Portishead - Roads, sin duda mi grupo favorito de Bristol, la voz de Beth Gibbons es de otro mundo.
Y por último Edwyn Collins - A Girl Like You, él no es de Bristol pero ese domingo tocaba en la ciudad, en concreto en The Fleece, una pena no poder verlo por nuestro regreso a Madrid.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Tuvimos la suerte de que también nos hizo un buen día en cuanto a tiempo porque siendo Noviembre y que no llueva en Inglaterra es tener mucha suerte. Probamos a andar por la calle del City Inn que es Temple Way a ver que descubríamos y no hubo mucha fortuna en la aventura, era una gran carretera donde pasaban muchos coches y simplemente divisamos la iglesia de St Philip and St Jacob Church y una especie de castillo llamado One Castlepark Tower Hill. A lo lejos había un centro comercial que ya nos dio pereza ir. Así que deshicimos lo andado y fuimos de nuevo por Victoria Street hasta el Glassboat para despedirnos del casco antiguo de Bristol. En la fachada del Grand Hotel tenían una amapola gigante y luego descubrí que era en conmemoración de los veteranos, una fiesta que se celebra en esas fechas de Noviembre y donde ves a todos los entrenadores de la Premier League con la amapola en la solapa de sus chaquetas.
Callejeamos por las calles más estrechas del casco antiguo y por St Nicholas Street, admirando por última vez lo bonita que es la arquitectura de la ciudad con esos impresionantes edificios, esas casas al estilo victoriano y alguna que otra cosita moderna de diseño que le da a la ciudad un toque diferente, hicimos varias fotos por las calles Small Street, St Nicholas Street y Broad Street, ahora después dejaré alguna instantánea del momento. La hora de comer ya se acercaba y fuimos por Temple Back hasta el hotel. Ahí es donde tuvimos una última sorpresa que fue un poco desagradable para todos. Resulta que teníamos algo de prisa por coger el bus hacia el aeropuerto y la comida no llegaba, el cocinero se había cortado y nadie se hacia cargo de nuestro pedido, finalmente cuando ya nos íbamos vino la comida y en 5 minutos todo corriendo tuvimos que terminar, la gente del hotel se hizo cargo del asunto y nos pidieron disculpas por la demora, además la cuenta corría a cargo de ellos, fue una desgracia que no empaña lo bien que está el sitio, simplemente el cocinero tuvo mala suerte y no había nadie más. A pesar de este incidente recomiendo el City Inn, es un gran hotel y muy tranquilo.
Recogimos nuestras maletas de recepción y andando con el grupo de mujeres españolas que también se alojaban en el hotel fuimos a la estación de tren de Bristol Temple Meads. El cielo ya se estaba nublando y allí estaba el bus que te lleva al aeropuerto, antes le decía a Olga que hiciese unas fotos de la estación, merece la pena verla. Todos con un gran sonrisa subimos al bus y las mujeres comentaban lo bien que se lo habían pasado en su viaje por Bristol, que a ver cuando hacían el siguiente viaje, en el aeropuerto recuerdo que estaban poniendo más fútbol y vi un rato el Liverpool vs Arsenal creo que era. A las 4:50 pm embarcamos para nuestro vuelo a Madrid con Easyjet y esta vez al contrario que en la ida no hubo ni problemas ni retrasos. A las 8:00 pm aterrizamos en Barajas y de nuevo te das cuenta que vuelves a la realidad, habíamos celebrado el cumpleaños de Olga, a la que de nuevo quiero dar las gracias por su compañía, fue una muy correcta homenajeada y después de pasado el tiempo me alegro que hiciéramos este viaje, después ha sido más complicado viajar a causa de esta realidad en forma de crisis. Aún así seguimos empeñados en ir descubriendo nuevos sitios.
Aquí se acaba el viaje y mi particular homenaje en los títulos de las entradas del blog al artista de Bristol Banksy, pero esta ciudad es algo más que Banksy, si siempre he tenido curiosidad por venir a Bristol ha sido por sus músicos. De Bristol proceden artistas como Tricky o grupos como Massive Attack o Portishead, es una escena musical muy rica y de la que están muy orgullosos. De los países anglosajones lo que admiro y hasta me da envidia es que en su educación, la música es muy importante y la consecuencia es muy clara, das una patada por cualquier ciudad inglesa y te salen 300 grupos de estilos muy diferentes de música, una cosa que en España se podría empezar a implantarse y que por desgracia veo lejos que se de. Además tienen el apoyo de sitios para tocar como The Lousiana o The Fleece que no los había comentado y los ya mencionados como The Hatchet Inn, nº1 Harbourside o el O2 Academy Bristol.
La capital, Londres, está llena de espectáculos pero es en ciudades como Bristol donde ves el germen de las cosas, músicos en una ciudad muy habitable, precios en los productos mucho más razonables que en Londres y que no vas a ser el bicho raro de músico como sí te pasaría en cualquier capital mediana de España. A ellos les debo mi conocimiento de esta ciudad, Portishead es el nombre de un pueblo cercano por ejemplo, y les agradezco que mediante su música hayan puesto este lugar tan bonito en el mapa, bueno, no sólo a ellos sino también y es triste decirlo, a las compañías de vuelo low cost que hacen más accesible llegar hasta allí. Hasta aquí nuestra aventura en Bristol, la próxima parada en el blog es un sitio completamente diferente, incluso cambiamos de continente, La Habana y su sol nos esperan.
Callejeando por el centro de Bristol.
Casco histórico de Bristol.
St Nicholas Street.
St Nicholas Street.
Cervecería Bristol. Victoria Street.
Temple Church.
La cumpleañera y el autor del escrito saludan al blog desde el Glassboat.
Y para finalizar algunos vídeos musicales de artistas de Bristol.
Tricky - Hell is around the corner
Massive Attack - Protection
Portishead - Roads, sin duda mi grupo favorito de Bristol, la voz de Beth Gibbons es de otro mundo.
Y por último Edwyn Collins - A Girl Like You, él no es de Bristol pero ese domingo tocaba en la ciudad, en concreto en The Fleece, una pena no poder verlo por nuestro regreso a Madrid.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
miércoles, 25 de julio de 2012
Exit through the City of Bristol (Día 1)
El sábado 13 de Noviembre fue un día de muchos acontecimientos en Bristol. Nos levantamos tarde pero nos dio tiempo a hacer muchas cosas, también principalmente porque el tiempo nos acompañó, por la mañana parece ser que había llovido porque el suelo estaba mojado pero luego se despejó y no hacía tanto frío como el viernes. Quizá el único lugar principal que no pudimos visitar allí fue su famoso puente, el Clifton Bridge que se encuentra bastante alejado del centro.
Como nos teníamos que regir por los horarios europeos pensamos que mejor íbamos a comer para luego visitar tranquilamente St Nicholas Market, por ello enfilamos de nuevo por Victoria Street hacia High Street y de ahí hacia el Harbourside, comeríamos en el puerto que es el centro neurálgico de Bristol y donde mejor se estaba. Finalmente el sitio elegido fue el The Shore Cafe, un sitio muy agradable con vistas al puerto situado en Narrow Quay, también se puede encontrar por el nombre de The River Grille. Comimos sandwiches muy pijos y tapas a la inglesa, gastronómicamente no es que fuera gran cosa pero la decoración del lugar era muy bonita, una cosa que en Bristol me gustaba mucho era su gusto por la arquitectura y la decoración, convivían la antigüedad victoriana de sus edificios con otras construcciones mucho más actuales y de diseño. Recuerdo que mientras comíamos en el Shore Cafe estaban poniendo el partido de Premier League entre el Aston Villa vs Manchester United, un partido que tenía ganado el Villa y que remontó al final el ManU, los chavales del cafe eran bastantes seguidores de los red devils porque celebraron mucho la remontada. Después pusieron rugby y me reía con Olga porque nunca hubiese creído que iba a ver un partido de ese deporte junto a ella.
Una vez que salimos del Shore Cafe fuimos a dar un paseo por el casco histórico de Bristol por la zona del puerto, vimos la famosa Queen Square, una plaza rectangular que evocaba otros tiempos, llena de casas victorianas y al lado de la calle King Street, donde están las casas más antiguas de la ciudad, luego pondré alguna foto de estos lugares. Pero ya estábamos llegando a uno de nuestros sitios más buscados en este viaje, subiendo por Margam Road para llegar a Baldwin Street desembocaríamos al mercado de la ciudad, St Nicholas Markets que encima por esas fechas ya estaba puesto el mercado navideño. Este mercado tiene un encanto especial porque en Londres hay muchos mercadillos pero son gigantescos y muy fashions, este no, es un mercado pequeño, donde puedes pasear sin agobios, por fuera hay un montón de restaurantes y pubs donde tomarte algo y el edificio por dentro por su arquitectura me encantó. Apenas compramos casi nada, yo hice mi obligada visita a la tienda de vinilos donde tenían un apartado especial para artistas de Bristol, pero no andaba muy inspirado esa tarde, tenía un ligero dolor de cabeza. Recomiendo a todo el mundo visitar este bonito mercado.
Abandonamos el mercado por la salida de Corn Street, una de las calles más comerciales de Bristol y donde hay mucha actividad, se nota que está bajo el amparo de St Nicholas Market, como no sabíamos muy bien que hacer fuimos callejeando por esas calles tan estrechas del casco histórico para llegar a St Stephens Church, una bonita iglesia que estaba ya muy cercana al puerto y que daba salida a una de las avenidas más importantes de la ciudad, Colston Avenue, una ancha avenida llena de tráfico y con los edificios gubernamentales de Bristol, ahí radicaba su encanto, de nuevo otra vez la arquitectura, aunque también si te pierdes un poco por sus calles adyacentes encuentras una sorpresa, en Colston Street está el centro de música Colston Hall, otro bonito edificio en Bristol donde alberga salas para conciertos, talleres, clases y ensayos, una pena no haber estado más días por la ciudad para ir a alguna actuación en este lugar.
Como ya estábamos más al norte en la ciudad y con mi guía de sitios chulos en Bristol decidimos acercarnos a la calle más comercial de la ciudad, una calle empinada que se llama Park Street, siendo ya época navideña no había mucha iluminación para estas fechas en la ciudad pero por Park Street sí que tenían motivos navideños, sobre todo para animar a los consumidores a las compras, ya eran las 5:30 pm y era completamente de noche, así que ya estaban encendidas las luces y los comercios estaban abiertos. El frío de nuevo con la caída de la noche ya empezaba a apretar, los comercios ya estaban próximos a su cierre y con esa cuesta tan empinada hicimos una parada en un cafe de la calle, en concreto en el Goldbrick House, una especie de cafetería-coctelería con otra estupenda decoración y un ambiente muy agradable. Estábamos ya situados en la zona universitaria de Bristol, porque esta ciudad es un importante núcleo de estudiantes dentro de Inglaterra, al final de Park Street hallamos el British Museum and Art Gallery y la Wills Memorial Tower, una zona muy interesante para visitar y perderse después por Berkeley Square donde hay unas iglesias y parques que te alejan de la civilización, de allí dimos media vuelta porque estábamos aislados. Estando un poco perdidos llegamos sin querer a la O2 Academy de Bristol, que es una sala de conciertos que tiene sedes por muchas ciudades de Inglaterra, muy cerca se encuentra The Hatchet Inn, que es un garito del que hablaremos más adelante.
Teníamos que hacer un poco de turisteo y dejamos para el final los monumentos más importantes de Bristol, yendo hacia abajo en la calle Park Street se encuentra el centro administrativo de la ciudad y la catedral. El Bristol City Council es uno de los ayuntamientos que haya visto más chulos del mundo, hace forma de U y tiene un parque donde la gente si hace buen tiempo se tumba a disfrutar. Al lado se ubica la Catedral de Bristol que no pudimos pasar para verla por dentro porque ya era muy tarde pero que seguro merece la pena verla, por fuera es impresionante y aunque no sea muy amigo de visitar iglesias, hay excepciones que su visita se hace obligatoria. Los mejores hoteles de la ciudad están en esa zona, nosotros fotografiamos el Marriot Royal Hotel.
Nos habíamos dado una buena paliza a andar recorriendo muchos lugares de Bristol y volvimos al hotel para prepararnos para la cena. Esa noche íbamos a cenar en un sitio especial, ya que el viernes llegamos tan tarde a la ciudad pues hoy íbamos a aprovechar a cenar en un barco. Fuimos al sitio más conocido de Bristol, el Glassboat, un barco restaurante situado en Victoria Street, muy cerquita del hotel donde lo pasamos estupendamente, nos hicimos fotos y yo creo que pedí pasta para la cena, he de dar las gracias a Olga por su invitación. Andábamos un poco cansados pero teníamos que disfrutar de la noche del sábado. Anteriormente cuando nos perdimos por Park Street llegamos al bar más antiguo de Bristol, una casa victoriana que se llama The Hatchet Inn, un lugar que data de 1606 y para nuestra sorpresa era un garito de música alternativa, especialmente de heavy, las pintas más raras de Bristol las puedes ver allí. Un sitio que me gustó mucho, aunque la música no fuera muy de mi agrado, la gente bastante amable y en la parte de fuera tenían un jardín que seguro que en verano harán fiestas y conciertos, siendo Noviembre te quedabas congelado sí te salías allí. The Hatchet Inn está en la calle Frogmore Street, es muy sencillo llegar hasta el lugar, una vez que uno está en Colston Avenue, buscas la calle Denmark Street y todo recto se llega al bar.
Nuestra noche ya se estaba acabando y fuimos a despedirnos del puerto, en principio iba a pasar por el nº1 Haurborside pero Olga quería cambiar de sitio y fuimos a un garito de Saint Agustine Parade, una plaza que está muy cercana al puerto, este sitio era más de pachagueo, aunque te podías sentar tranquilamente a tomar una pinta y ver pasar por la calle todas esas chicas adolescentes sin apenas ropa con el frío que estaba haciendo. Una vez terminada nuestra pinta dimos el último paseo por el puerto. Cual fue nuestra sorpresa que descubrimos un sitio nuevo, un área de ocio alrededor de Milenium Square, esta era una zona nueva llena de restaurantes y discotecas, rodeada de aparatosos elementos decorativos, una bola gigante, una fuente futurista y chorros de agua saliendo del suelo. Hicimos el tonto un rato por allí, unas fotos y pensamos como pueden aguantar el frío las inglesas, algunas iban sin medias ni siquiera. La vuelta al hotel la hicimos agotados pero muy contentos del día que habíamos pasado por la ciudad, la nubosidad me hizo no ver la Luna de Bristol, así que algún día tendré que volver por allí para verla, pero todavía esta no es la despedida, queda el domingo que daremos nuestro último por la ciudad y la vuelta a Madrid.
Hacia High Street.
The Shore Cafe, en Narrow Quay.
Queen Square.
King Street.
Corn Street. Cerca de St Nicholas Market.
St Nicholas Markets.
St Nicholas Market.
St Stephens Church.
Colston Avenue.
Colston Hall.
Godbrick House. Park Street.
Pastelería en Park Street.
O2 Academy Bristol.
Bristol City Council.
Bristol Cathedral Central Library.
Bristol Cathedral.
Hotel Marriot Bristol.
Glassboat.
Glassboat.
The Hatchet Inn. Frogmore Street.
Milenium Square.
Milenium Square.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Como nos teníamos que regir por los horarios europeos pensamos que mejor íbamos a comer para luego visitar tranquilamente St Nicholas Market, por ello enfilamos de nuevo por Victoria Street hacia High Street y de ahí hacia el Harbourside, comeríamos en el puerto que es el centro neurálgico de Bristol y donde mejor se estaba. Finalmente el sitio elegido fue el The Shore Cafe, un sitio muy agradable con vistas al puerto situado en Narrow Quay, también se puede encontrar por el nombre de The River Grille. Comimos sandwiches muy pijos y tapas a la inglesa, gastronómicamente no es que fuera gran cosa pero la decoración del lugar era muy bonita, una cosa que en Bristol me gustaba mucho era su gusto por la arquitectura y la decoración, convivían la antigüedad victoriana de sus edificios con otras construcciones mucho más actuales y de diseño. Recuerdo que mientras comíamos en el Shore Cafe estaban poniendo el partido de Premier League entre el Aston Villa vs Manchester United, un partido que tenía ganado el Villa y que remontó al final el ManU, los chavales del cafe eran bastantes seguidores de los red devils porque celebraron mucho la remontada. Después pusieron rugby y me reía con Olga porque nunca hubiese creído que iba a ver un partido de ese deporte junto a ella.
Una vez que salimos del Shore Cafe fuimos a dar un paseo por el casco histórico de Bristol por la zona del puerto, vimos la famosa Queen Square, una plaza rectangular que evocaba otros tiempos, llena de casas victorianas y al lado de la calle King Street, donde están las casas más antiguas de la ciudad, luego pondré alguna foto de estos lugares. Pero ya estábamos llegando a uno de nuestros sitios más buscados en este viaje, subiendo por Margam Road para llegar a Baldwin Street desembocaríamos al mercado de la ciudad, St Nicholas Markets que encima por esas fechas ya estaba puesto el mercado navideño. Este mercado tiene un encanto especial porque en Londres hay muchos mercadillos pero son gigantescos y muy fashions, este no, es un mercado pequeño, donde puedes pasear sin agobios, por fuera hay un montón de restaurantes y pubs donde tomarte algo y el edificio por dentro por su arquitectura me encantó. Apenas compramos casi nada, yo hice mi obligada visita a la tienda de vinilos donde tenían un apartado especial para artistas de Bristol, pero no andaba muy inspirado esa tarde, tenía un ligero dolor de cabeza. Recomiendo a todo el mundo visitar este bonito mercado.
Abandonamos el mercado por la salida de Corn Street, una de las calles más comerciales de Bristol y donde hay mucha actividad, se nota que está bajo el amparo de St Nicholas Market, como no sabíamos muy bien que hacer fuimos callejeando por esas calles tan estrechas del casco histórico para llegar a St Stephens Church, una bonita iglesia que estaba ya muy cercana al puerto y que daba salida a una de las avenidas más importantes de la ciudad, Colston Avenue, una ancha avenida llena de tráfico y con los edificios gubernamentales de Bristol, ahí radicaba su encanto, de nuevo otra vez la arquitectura, aunque también si te pierdes un poco por sus calles adyacentes encuentras una sorpresa, en Colston Street está el centro de música Colston Hall, otro bonito edificio en Bristol donde alberga salas para conciertos, talleres, clases y ensayos, una pena no haber estado más días por la ciudad para ir a alguna actuación en este lugar.
Como ya estábamos más al norte en la ciudad y con mi guía de sitios chulos en Bristol decidimos acercarnos a la calle más comercial de la ciudad, una calle empinada que se llama Park Street, siendo ya época navideña no había mucha iluminación para estas fechas en la ciudad pero por Park Street sí que tenían motivos navideños, sobre todo para animar a los consumidores a las compras, ya eran las 5:30 pm y era completamente de noche, así que ya estaban encendidas las luces y los comercios estaban abiertos. El frío de nuevo con la caída de la noche ya empezaba a apretar, los comercios ya estaban próximos a su cierre y con esa cuesta tan empinada hicimos una parada en un cafe de la calle, en concreto en el Goldbrick House, una especie de cafetería-coctelería con otra estupenda decoración y un ambiente muy agradable. Estábamos ya situados en la zona universitaria de Bristol, porque esta ciudad es un importante núcleo de estudiantes dentro de Inglaterra, al final de Park Street hallamos el British Museum and Art Gallery y la Wills Memorial Tower, una zona muy interesante para visitar y perderse después por Berkeley Square donde hay unas iglesias y parques que te alejan de la civilización, de allí dimos media vuelta porque estábamos aislados. Estando un poco perdidos llegamos sin querer a la O2 Academy de Bristol, que es una sala de conciertos que tiene sedes por muchas ciudades de Inglaterra, muy cerca se encuentra The Hatchet Inn, que es un garito del que hablaremos más adelante.
Teníamos que hacer un poco de turisteo y dejamos para el final los monumentos más importantes de Bristol, yendo hacia abajo en la calle Park Street se encuentra el centro administrativo de la ciudad y la catedral. El Bristol City Council es uno de los ayuntamientos que haya visto más chulos del mundo, hace forma de U y tiene un parque donde la gente si hace buen tiempo se tumba a disfrutar. Al lado se ubica la Catedral de Bristol que no pudimos pasar para verla por dentro porque ya era muy tarde pero que seguro merece la pena verla, por fuera es impresionante y aunque no sea muy amigo de visitar iglesias, hay excepciones que su visita se hace obligatoria. Los mejores hoteles de la ciudad están en esa zona, nosotros fotografiamos el Marriot Royal Hotel.
Nos habíamos dado una buena paliza a andar recorriendo muchos lugares de Bristol y volvimos al hotel para prepararnos para la cena. Esa noche íbamos a cenar en un sitio especial, ya que el viernes llegamos tan tarde a la ciudad pues hoy íbamos a aprovechar a cenar en un barco. Fuimos al sitio más conocido de Bristol, el Glassboat, un barco restaurante situado en Victoria Street, muy cerquita del hotel donde lo pasamos estupendamente, nos hicimos fotos y yo creo que pedí pasta para la cena, he de dar las gracias a Olga por su invitación. Andábamos un poco cansados pero teníamos que disfrutar de la noche del sábado. Anteriormente cuando nos perdimos por Park Street llegamos al bar más antiguo de Bristol, una casa victoriana que se llama The Hatchet Inn, un lugar que data de 1606 y para nuestra sorpresa era un garito de música alternativa, especialmente de heavy, las pintas más raras de Bristol las puedes ver allí. Un sitio que me gustó mucho, aunque la música no fuera muy de mi agrado, la gente bastante amable y en la parte de fuera tenían un jardín que seguro que en verano harán fiestas y conciertos, siendo Noviembre te quedabas congelado sí te salías allí. The Hatchet Inn está en la calle Frogmore Street, es muy sencillo llegar hasta el lugar, una vez que uno está en Colston Avenue, buscas la calle Denmark Street y todo recto se llega al bar.
Nuestra noche ya se estaba acabando y fuimos a despedirnos del puerto, en principio iba a pasar por el nº1 Haurborside pero Olga quería cambiar de sitio y fuimos a un garito de Saint Agustine Parade, una plaza que está muy cercana al puerto, este sitio era más de pachagueo, aunque te podías sentar tranquilamente a tomar una pinta y ver pasar por la calle todas esas chicas adolescentes sin apenas ropa con el frío que estaba haciendo. Una vez terminada nuestra pinta dimos el último paseo por el puerto. Cual fue nuestra sorpresa que descubrimos un sitio nuevo, un área de ocio alrededor de Milenium Square, esta era una zona nueva llena de restaurantes y discotecas, rodeada de aparatosos elementos decorativos, una bola gigante, una fuente futurista y chorros de agua saliendo del suelo. Hicimos el tonto un rato por allí, unas fotos y pensamos como pueden aguantar el frío las inglesas, algunas iban sin medias ni siquiera. La vuelta al hotel la hicimos agotados pero muy contentos del día que habíamos pasado por la ciudad, la nubosidad me hizo no ver la Luna de Bristol, así que algún día tendré que volver por allí para verla, pero todavía esta no es la despedida, queda el domingo que daremos nuestro último por la ciudad y la vuelta a Madrid.
Hacia High Street.
The Shore Cafe, en Narrow Quay.
Queen Square.
King Street.
Corn Street. Cerca de St Nicholas Market.
St Nicholas Markets.
St Nicholas Market.
St Stephens Church.
Colston Avenue.
Colston Hall.
Godbrick House. Park Street.
Pastelería en Park Street.
O2 Academy Bristol.
Bristol City Council.
Bristol Cathedral Central Library.
Bristol Cathedral.
Hotel Marriot Bristol.
Glassboat.
Glassboat.
The Hatchet Inn. Frogmore Street.
Milenium Square.
Milenium Square.
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