martes, 28 de diciembre de 2010

Kiitos Helsinki. Llegada.

De nuevo y como viene siendo una tradición en Navidad estos últimos años vamos a contar otro de nuestros viajes por el blog. Este es un poco más especial si cabe porque me complace mucho comentar este viaje en estas fechas tan heladas y señaladas. Durante estos días vamos a comentar las peripecias del verano anterior en la capital de Finlandia, que es Helsinki o como en sueco que es Helsingfors, ya que ambos idiomas allí son oficiales. Ha sido uno de los mejores viajes que he tenido y de un simbolismo muy especial, salí encantado de Finlandia y espero que durante estas entregas sea capaz de plasmar el entusiasmo que sentí en este país nórdico, todo fueron buenas sensaciones. Por eso el título de lo que van a ser estas entregas, kiitos fue de las únicas palabras en finés que utilicé y significa gracias.

Antes de empezar a contar el viaje en si, he de dar las gracias a mi acompañante, Olga, ella también salió muy contenta de su estancia allí y fue una compañera dulce y agradable en el viaje, creo que fue un viaje imborrable para ella. Pero no sólo le puedo dar las gracias a Olga, ya que allí quedamos con una pareja que les estaré eternamente agradecidos de su hospitalidad y simpatía que mostraron en todo momento con nosotros, así que desde el blog un abrazo a Tuomas y a Anna-Kaisa, aprendí bastantes cosas de ellos y seguimos en contacto a pesar de la distancia, espero verles muchas veces más. Además que queda pendiente un viaje a Laponia que no dio tiempo en esta ocasión a realizarlo. Espero repetir más viajes por todo el país.

Nuestro periplo empezó el miércoles 5 de Agosto en la terminal 1 de Barajas a mediodía, hay vuelos directos a Helsinki pero al ser un paquete más económico tuvimos que hacer escala tanto a la ida como a la vuelta. Para la ida iríamos con Spanair hasta Munich, una vez que pisamos el aeropuerto Franz Josefs Strauss en la escala, en otro vuelo de Lufthansa llegaríamos al aeropuerto de Vantaa en Helsinki. Fue un viaje de ida bastante agradable, sobre todo desde que llegamos a Munich, es un aeropuerto muy bonito y acogedor, además el personal de Lufthansa quiero resaltar que es muy amable, nos daban cafés y tés gratuitos en la misma terminal y el vuelo fue muy tranquilo, por las ventanillas veías el sol de la medianoche con ese cielo del norte tan claro y que te da una relajación extra.

A medianoche aterrizamos en nuestro destino, en Finlandia es una hora más que en España en verano y dos en invierno, ya que ellos no cambian la hora, no tiene sentido allí el ahorro energético, ya que, o hay muchas horas de sol en verano o muchas de oscuridad en invierno. La primera sensación que tiene uno al llegar a Vantaa es que allí hay muy poca gente, como que te has perdido y estás en otro planeta, algo parecido a lo que pasó en Keflavik cuando aterrizamos en Islandia. Para ir hasta el hotel cogimos el autobús del aeropuerto que te deja en la estación de tren que está en el centro de Helsinki, al loro con el nombre, Estación Rautatientori, pero es que en sueco todavía es más complicado en este caso, Estación Järnvägstorget, un bonito edificio que está en el centro de la ciudad y sirve como centro neurálgico del transporte en la ciudad. También tiene estación de metro.

Como ya era un poco tarde para andar dando vueltas con las maletas desde la estación pillamos un taxi hasta el hotel que se encontraba en la pequeña isla de Katajanokka, fue el primero y el último taxi que cogimos en Helsinki, ya que la bajada de bandera del servicio eran 8 euros, menos mal que estábamos relativamente cerca del centro y fueron apenas 12 euros la carrera, además el taxista fue un tío amable que nos ayudó con las maletas en todo momento. Por fin habíamos llegado a nuestro hotel, era el Stay At Senate que está situado en Kauppiaankatu 5. Este hotel es muy peculiar porque eran una especie de apartamentos donde no hay recepción y había que llevar unas instrucciones impresas para poder recoger las llaves y saber cual era tu habitación dentro del edificio. Si por cualquier motivo algo fallaba te tenías que ir a otro hotel de la misma cadena a por las llaves en otro lado de la ciudad. Por suerte y como somos un poquillo espabilados nos salió todo bien y obtuvimos nuestra habitación, era como una especie de apartamento con su cocina, baño y salón, desde las ventanas escuchabas a las gaviotas del puerto de Helsinki y en la planta de abajo había una sauna que reservabas por horas y que utilizamos y nos encantó.

Nos dispusimos a dar nuestra primera vuelta por la ciudad. Era bastante tarde y habíamos cenado en el avión. A mí me apetecía tomar una cerveza y cerca del hotel en Kronbergsgatan había un bar abierto, le dije a Olga que entráramos y luego nos daríamos la vuelta porque seguro que iban a cerrar pronto como así pasó. Dentro nos tomamos nuestras primeras cervezas Lappin Kulta en compañía de unos españoles que también venían en nuestro vuelo y que estaban en el hotel, aunque ellos sólo iban a estar un día porque luego se marchaban hacía Tallin. Cerramos el bar nosotros y los españoles. Ellos se marcharon a dormir que tenían que madrugar y nosotros nos fuimos a investigar por ahí. Lo primero que te encuentras es el Katajanokan Puisto que es el parque de la pequeña isla, si mirabas hacía arriba está la Catedral ortodoxa de Uspenskin, pero ya de esos monumentos hablaremos más extensamente.

Como decía en un párrafo anterior se escuchaban las gaviotas y era porque vivíamos al lado del puerto, la terminal es un bonito edificio que se llamaba Katajanokanlaituri y al lado estaba el edificio postal portuario. Bajando un poquito más llegamos a uno de los puntos que más visitamos durante nuestra estancia, el Mercado de la Plaza del Puerto, uno de los más antiguos de Europa. Era una sensación de que como luego uno comprueba, que es una ciudad pequeña y que todo está bastante cerca. Siendo de madrugada no había casi nadie por la calle y me venía a la mente la película de Jim Jarmusch 'Night on earth' donde el último relato se desarrolla en Helsinki con un taxista y no se ve casi nunca a nadie por la calle. Estábamos muy contentos por la localización del hotel y presentía que al ser tan fácil moverme por la ciudad, a lo mejor había preparado en exceso la documentación.

Tras el paseo por la Plaza del Mercado nos sentamos a ver el puerto en la estatua de Havis Amanda, una estatua donde los estudiantes acuden en la fiesta de primavera a honrarla y se hace una gran celebración alrededor de ella. Callejeamos un rato más y me alegré de ver el Senado ya que en la película de Jarmusch sale ese edificio y descubrimos en el país de Nokia, la única cabina de teléfonos que han dejado en todo el país como recuerdo del pasado. Pasamos de nuevo el puente para entrar en Katajanokka y así ir a descansar al hotel, en la parada del tranvía 4 y 4T nos encontramos a nuestro primer borracho finés, no son nada peligrosos, más bien son amables y sólo quieren conversación. Fue un día muy completo y a pesar del cansancio uno se acuesta con la sensación de que ha ido a un sitio muy raro pero que te atrapan las ganas de conocerlo. Además con la tranquilidad añadida de la poca gente que ves allí y lo amables que son, el cuerpo se relaja y se te quita la sensación de desconfianza de que alguien te la puede liar, una sensación que me persigue mucho en España.

'Noche en la tierra' de Jim Jarmusch.



Aeropuerto Vantaa.



Estación central de tren. Rautatientori.



Katajanokan Puisto.



Habitación del Stay At Senate.



Kauppiaankatu.



Katajanokanlaituri. Autoridad Portuaria.



Estatua de Havis Amanda.



La única cabina en todo el país.

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1 comentario:

Ana dijo...

Qué ganas de ir!