El domingo 16 de Mayo era nuestro segundo día en la isla (primer día completo) y no fuimos muy perezosos para levantarnos porque los domingos en Malta hay una cosa típica que hacer y que nosotros íbamos a participar en ella, iríamos al mercado de pescado de la localidad de Marsaxlokk donde se ubica el segundo puerto natural más importante y más grande de Malta después del Grand Harbour de la Valetta. Para ello nos encaminamos por Ghar Lembi para llegar a Triq Il-Torri que es donde está el puerto de Sliema y allí coger un autobús hacia la terminal de buses en la Valetta.
Todas las conexiones de autobús en Malta se encuentran en la capital (La Valetta) en una plaza circular llena de autobuses amarillos al lado del mejor hotel que existe en la isla, el Hotel Phoenicia, por aquí dejo la web del hotel Hotel Phoenicia. Allí nos encontramos con múltiples buses que iban a todos sitios y descubrimos la amabilidad de los habitantes malteses ya que en todo momento nos ayudaban a encontrar que número de bus había que coger o cualquier cosa que le preguntabas te ayudaban muy eficientemente, sobre todo la gente más mayor del lugar. Uno de los buses iba para Marsaxlokk y por menos de 50 céntimos de euro te llevaba hasta allí en un tramo de carretera bastante mal asfaltada y donde vimos la fábrica de cerveza que tienen los malteses, la cerveza Cisk.
Un capítulo aparte son los autobuses de la isla, son vehículos coloniales de la ocupación británica que tienen varias décadas, de color amarillo y cada conductor lo tunea a su gusto, algunos todavía tienen los tiradores de cuerda para indicar la parada y otros lo decoran con imágenes de vírgenes o santos, allí en Malta son muy católicos (la ley del divorcio por ejemplo se aprobó este año 2011), en cada pueblo o ciudad de la isla tienen seguro una iglesia o catedral, de hecho se dice que Malta tiene tantas iglesias como días tiene un año entero.
Una vez que llegamos a Marsaxlokk dimos una vuelta por el mercado de pescado y el mercado normal, allí me compré por 10 euros una camiseta de la selección nacional de Malta, me atraen las selecciones perdedoras tipo Malta, Islas Feroe, San Marino o Andorra. El puerto merece la pena verlo, en la orilla estaban encallados los Luzzus que son las barquitas de colores que utilizan los antiguos pescadores malteses y que tienen la peculiaridad que llevan el ojo de Osiris, una tradición que viene del antiguo Egipto y que protege y da suerte en la pesca a esta gente. El pueblo también es muy bonito, típico pueblo maltés con casas donde por fuera están los ventanales malteses, en el centro se ubica la catedral y la vida transcurre por el paseo marítimo, sobre todo por la calle Triq Il-Wilga.
Llegaba la hora de comer y probaríamos lo pescado en el mar durante la noche de sábado, para ello nos quedamos en el restaurante Il-Phukket dentro del paseo marítimo de Marsaxlokk, el sitio fue todo un acierto, un restaurante con dos plantas y nos pusieron mesa en la parte de arriba con los ventanales abiertos, así podíamos tener una preciosa vista del puerto y comimos un aperitivo maltés que son judias frías, pan con aceite, tomates secados al sol y una especie de pasta de judías que estaba muy buena. Luego ya vino el gran plato que fue una mariscada que nos salió por el irrisorio precio de 20 euros por cabeza, cerveza Cisk incluida. Con la brisa del mar se estaba muy a gusto en ese restaurante, si alguna vez vais por Marsaxlokk recomiendo esta tasca donde los malteses disfrutaban del domingo con su copa de licor y jugando a las cartas.
De nuevo volvimos en bus a la terminal en La Valetta en un recorrido de unos 30 minutos y como todavía era temprano decidimos seguir con nuestro recorrido de pueblos por la isla, encontramos el bus que iba hacia Mdina, esta ciudad se la conoce como la ciudad del silencio y es que dentro de la Medina no pueden entrar coches, solo los de los habitantes de allí, además hay varias calles tan estrechas que es imposible que quepa un coche. Los arrabales o periferia de la ciudad de Mdina se le conoce como Rabat. Unas mujeres mayores nos indicaron en el bus cual era nuestra parada para bajarnos en Mdina. En esta ciudad se puede disfrutar de varias cosas, está la casa del Halcón Maltés, una catedral con dos relojes donde uno de ellos tiene mal puesta la hora para engañar al diablo y varias cafeterías muy fresquitas para esa hora de la tarde donde tienen unos pasteles muy buenos. Destaca la cafetería Fontanella con una terraza con vistas a la llanura maltesa muy recomendable, dejo por aquí su web Fontanella.
Como todavía seguía siendo temprano y no nos notábamos cansados decidimos que no estábamos muy lejos de otra atracción que ver en Malta y que está en una punta de la isla, sino íbamos en ese momento, luego ya no volveríamos. Fuimos de nuevo a la parada de bus y nos encaminamos hacia el pueblo de Dingli, una aldea maltesa conocida por sus acantilados, los Dingli Cliffs. Al principio íbamos muy confiados pero conforme iba avanzando el trayecto no quedaba casi nadie en el bus y ya nos dirigíamos por caminos con mucha curva y muy mal asfaltados. Le preguntamos al conductor del bus y nos dijo que nos avisaría en nuestra parada. Cuando llegamos cerca de los acantilados fuimos los únicos viajeros que nos bajamos y ya estábamos extrañados.
Los acantilados son muy bonitos y en las fotos los podréis ver, pero me entró un buen acojone cuando vi en la parada de bus que no pasaban más buses hacia La Valetta, así que nos hicimos unas fotos y vimos el Mediterráneo para luego encaminarnos de nuevo hacia Dingli pueblo por un camino de tierra donde lo único que se escuchaba era ladrar un perro que estaba encerrado en una casa. Una vez en Dingli buscábamos a alguien que nos dijese donde había una parada y si pasaban a esas horas más autobuses, el primer habitante que encontramos era un niño de unos 6 años que no tenía el pobre ni idea, él estaba tan feliz jugando a la pelota al lado del coche de sus padres, así que seguimos caminando y llegamos a una placeta donde estaba la comisaria de policía, allí una señora mayor nos dijo que la parada se encontraba ahí y que seguro que algún bus más pasaría y nada, pues allí nos sentamos a esperar. Se hizo eterno hasta que llegó el autobús amarillo y yo estaba de los nervios porque estábamos perdidos en la otra punta de la isla y sino llegaba a pasar este vehículo hubiésemos tenido que ir a la comisaria para que llamasen un taxi o algo. Además ya iba cayendo la noche y por la placeta aparecían pequeños bakalas montados en coches patatrastros quemando goma con las ruedas, yo decía que eran vampiros-bakalas que nos querían chupar la sangre y que estaban esperando a la caida del día jejejeje...
Una vez que llegó el conductor negro del bus respiré aliviado, volvíamos hacia La Valetta no sin antes hacer una parada por Mdina de nuevo, casi a las 10 de la noche cogimos al lado del Phoenicia el bus que nos llevaba a Sliema y dejarnos en el hotel. Tan tarde se nos hizo que al final tuvimos que ir a una pizzeria al lado del Fortizza a cenar porque en el dicho Fortizza ya no nos servían nada y el hombre de la pizzeria se apiadó de nosotros y nos hizo dos pizzas gigantes que nos sobró mogollón. Ahora sí que estábamos cansados y no teníamos ni ganas de ir al Surfside, lo dejaríamos para otro momento, volvimos al hotel viendo la luna llena sobre el paseo marítimo de Sliema y nos echamos un buen copazo de ron en la terraza de nuestra habitación, las vistas de La Valleta iluminada fue el bonito cierre de ese día de tanto ajetreo. Mañana estaríamos por la capital iluminada que estábamos viendo en ese momento, pero eso será en el siguiente capítulo.
La Valetta, terminal de buses.
Luzzus en el Puerto de Marsaxlokk.
Iglesia Marsaxlokk.
Paseo marítimo Marsaxlokk. Desde el restaurante Il-Phukket.
Aperitivo maltés en el Il-Phukket.
Mariscada en Marsaxlokk.
Mdina. El Halcón Maltés.
Mdina. Tea Garden Fontanella.
Catedral Mdina. Dos relojes, uno para engañar al diablo.
Dingli Cliffs.
Il-Fortizza. Sliema.
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