El martes 31 de Agosto era nuestro último día en Kobenhavn, por lo menos el día había amanecido más despejado pero incluso hacía frío, una despedida con luz pero fría, un poco a la manera de ser danesa, una gente amable, un poco loca pero también fríos con sus reglas tan cuadriculadas. Nuestro vuelo salía a las 15:40 horas con Iberia, así que nos daría tiempo de despedirnos de la ciudad con una última vuelta por el centro. Hicimos el check out en el Phoenix, un hotel que nos encantó y que sin duda lo recomiendo y no me importaría repetir en él. En recepción dejamos las maletas para que no nos molestasen en nuestro paseo matinal.
Fuimos al museo de correos que está en Kobmagergade, un palacete nobiliario muy chulo que tiene la peculiaridad de que puedes subir a su azotea y admirar las vistas de la ciudad, por ese motivo fue nuestra visita, en el Post og Tele Museum nos subimos en ascensor a ver por última vez la ciudad, esta vez desde un punto de vista diferente, desde las alturas, ya que no habíamos subido a Vor Frelsers Kirke en Christianshavn pues lo hacíamos desde esta bonita azotea al lado de la calle Stroget. Nos quedamos allí a desayunar, que teníamos tiempo de sobra e hicimos algunas fotos que luego más abajo veréis en la entrada. A mediodía la gente ya empezaba con su almuerzo y algunos oficinistas paraban para tomar algo ligero y reincorporarse rápido a su puesto para salir antes, eso no quiere decir que no estuviesen relajados y charlando tranquilamente en la azotea.
Volvimos al Phoenix a por las maletas para hacer nuestro viaje en metro hacía el aeropuerto de Kastrup. Fue nuestro paseo final hasta Kongens Nytorv para coger la M2 del metro sin conductores hasta Lufthavnen, un trayecto de unos 20-25 minutos muy cómodo, es imposible que en Copenhague pierdas un avión si vas en transporte público. Con Iberia facturamos y fuimos a comer donde el verano pasado pasamos en la escala del vuelo de Helsinki a Madrid, tenía una cuenta pendiente con ese restaurante porque la anterior vez no había estado a gusto allí. Esta vez fue diferente y con gran alegría por los buenos momentos pasados durante el viaje, embarcamos puntualmente a nuestra hora, es curioso que en un aeropuerto como el de Copenhague, un aeropuerto de gran tráfico aéreo, nunca haya retrasos, igual que el de Madrid-Barajas, menuda diferencia.
A las 19:00 estábamos de nuevo en Madrid, un agobio y sofoco te recorre el cuerpo cuando vuelves de nuevo a casa siendo Agosto, mucho calor y a guardar rápidamente la chaqueta de cuero en la maleta. Las vacaciones llegaban a su fin y el mes de Septiembre ahí estaba, un mes que ni a mi ni a Los Enemigos nos gusta nada. Fueron unas grandes vacaciones donde me dejó algo decepcionado la manera de ser de los daneses, se nota que son más continentales y muy parecidos a sus vecinos alemanes. De entre los países escandinavos, Dinamarca ha sido el que menos me ha marcado, Islandia tiene una naturaleza impresionante y son muy raros, Finlandia me encantó la manera de ser de sus gentes y su amor por la cultura, en Suecia con mi primera experiencia en Malmö fue muy divertida y en Copenhague lo pasamos muy bien, eran amables pero muy reacios al cambio, a la improvisación y sin duda los más ruidosos y busca problemas con el alcohol, todos los países nórdicos tienen problemas con el alcohol debido a la falta de luz en el invierno pero es en Dinamarca donde el problema se ve más, en Helsinki se emborrachaban pero no había gritos ni escándalos mayores. Aún así es un destino que repetiría y que recomiendo, un lugar de Dinamarca que hace años llevo pensando en ir es Skagen, al norte del país, son de los mejores atardeceres de Escandinavia. En mi lista de preferencia para viajar todavía me quedan bastante destinos por esas latitudes como Estocolmo, Oslo o Islas Feroe, así completaría mi periplo nórdico, una cultura que no dejará de sorprenderme favorablemente.
Una vez más y como siempre hago en mi última entrada del viaje y no va a ser una excepción, darle las gracias de nuevo a Olga por la gran compañía que me brindó durante esta semana juntos por Copenhague, espero que haya muchos más viajes con ella y sean por lo menos iguales o mejores que este. Ha sido este nuestro último gran viaje juntos por la crisis, pero esperemos que pronto haya muchos más y sean tan buenos como este de Copenhague o el anterior a Helsinki.
Por último quería brindar este destino a tres cineastas daneses que me han hecho pasar muy buenos ratos viendo sus películas, Lars Von Trier, Thomas Vinterberg y Susanne Bier, curiosamente los tres nacidos en Kobenhavn. Quiero hacer hincapie en el gran auge del cine danés y las magníficas películas que hacen. El más conocido es Lars Von Trier, especialmente me gustan sus películas 'Rompiendo las olas' y 'Bailar en la oscuridad', ha conseguido la Palma de Oro en Cannes y demás premios, personaje muy controvertido pero excelente cineasta. Thomas Vinterberg hace un cine incluso más social que su amigo Von Trier, recomiendo sus películas 'Celebración' y 'Submarino'. Por último para completar los vértices del triángulo, Susanne Bier, que es la ganadora del Óscar y Globo de Oro por su última producción 'En un mundo mejor' y la película 'Hermanos' fue una gran sorpresa cuando la vi, hace poco hicieron el remake, es que Hollywood es super original en este siglo. Gracias a ellos me he acercado mucho más a uno de los países que todas las encuestas dicen que es de los mejores del mundo para vivir, pero que también guarda y esconde sus miserias, el lujo de unos es la pobreza de otros.
Me ha encantado estar durante estos días de vacaciones escribiendo todo este periplo, aunque he de reconocer que me ha costado un poco más que otras veces, espero que no haya sido espeso y que la lectura de las entradas haya sido agradable y os haya aportado algo. Próximo destino en el blog: Bristol City.
Vista de Copenhague desde la azotea del museo postal.
Azotea del Post og Tele Museum.
Desayuno con vistas.
Post og Tele Museum.
Pepe saluda con Woody a los seguidores del blog.
Olga saluda desde la tienda de juguetes Lego en Stroget.
Trailer de la película 'Submarino' de Thomas Vinterberg.
Banda sonora de 'Rompiendo las olas' de Lars Von Trier, una tragedia dividida en 7 capítulos y epílogo con David Bowie.
Secuencia de 'En un mundo mejor' de Susanne Bier. Una de las mejores escenas rodadas en este siglo, se trata de quien demuestra que es una persona y quien es una bestia.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
domingo, 8 de enero de 2012
Tak Kobenhavn (Día 7)
El lunes 30 de Agosto era nuestro último día completo en nuestras vacaciones danesas. Como no nos habíamos acostado muy tarde el día anterior no nos costó mucho levantarnos, los peores días de la semana para una juerga en Kobenhavn son los domingos y los lunes por la noche, no hay apenas gente por la calle y no hay ambiente nocturno ninguno, se toman muy en serio cuando tienen que ir a trabajar. También nos habíamos dado cuenta en nuestros múltiples paseos por la calle Stroget que los comercios casi todo el rato estaban cerrados, con el horario comercial son muy estrictos y era un horario bastante raro, una tienda de ropa, por ejemplo, situada en pleno centro en Stroget tenía como horario abierto al público de 11 am a 6:00 pm, un horario bastante cómodo para los trabajadores, nada que ver con un Zara en la Gran Vía que está abierto a las 10 am y hasta las 9:30 pm lo tienes ahí para consumir. No tenían que madrugar y luego muy temprano tenían la tarde libre. Las tiendas que más tarde estaban abiertas en Copenhague eran los Seven Eleven, porque allí el concepto de chino debajo de tu casa no existe.
Así que este día lo íbamos a dedicar a las compras, no teníamos nada más que ver y por fin veríamos las tiendas abiertas, a ver si caía algo. Hicimos muy bien además porque si llegamos a hacer una excursión se hubiese fastidiado a causa de las tormentas que cayeron ese día. Nuevamente desfilamos por nuestra calle Bredgade para llegar a Kongens Nytorv, el día estaba muy nublado, como un día otoñal de Octubre en España, se nota que a finales de Agosto en Copenhague ya no es verano. La primera parada la hicimos en los famosos almacenes Magasin du Nord, una especie de Corte Inglés pero en nórdico y mucho más pijo, como si todo fuera un Club Gourmet. Situado al lado de la boca del metro, vimos en la puerta su horario y que ellos cerraban un poco más tarde, hasta las 7:00 pm podríamos pasar por allí, así que sólo fuimos al supermercado para ver que cosas vendían. El sitio merece la visita, ya sólo por ver el edificio y el supermercado que vendían todo tipo de delicias, nosotros no nos pudimos escapar sin comprar las típicas cajas de galletas danesas para regalos entre los familiares. También pasamos por la zona de juguetería y allí encontré lo que años andaba buscando, un cerdito volador, antes tenía uno pero unos ladrones que entraron a mi casa me lo rompieron porque creían que era una hucha. Después de salir de los almacenes Magasin, nos fuimos directamente a Stroget y al lado de la tienda del libro Guinness de los records hay bastantes tiendas de recuerdos de Copenhague. En estas tiendas aprovechamos bastante bien porque yo me agencié una bandera del país, un tiovivo de madera con música y alguna sirenita de Copenhague para regalar, Olga también aprovechó para comprar algún recuerdo.
Como yo llevaba bastantes bultos nada más salir del hotel, pensé en volver para dejarlos allí, total, estábamos cerca y era un poco molesto ir a cuestas con las compras durante la jornada dedicada al consumo. Así que le dije a Olga que me diese lo suyo, que ella fuese a mirar más cosas y yo volvía en 15 minutos. Fue una decisión acertada porque ya me quité las bolsas que llevaba y en el hotel cogí un paraguas porque me temía que el tiempo nos jugaría una mala pasada. En la tienda de H&M de Stroget recogí de nuevo a Olga para seguir la jornada, ya a la vuelta del hotel cayó el primer chaparrón y tuvimos que esperar un rato. Por la calle Kronprinsensgade vimos varias tiendas de ropa así un poco más alternativa a unos precios bastante altos.
Nuestra jornada iba a ser una contrarreloj porque no nos cerrasen los comercios, pero nos lo íbamos a tomar con filosofía y haríamos lo que nos diese tiempo, por supuesto paramos a comer aunque a esas horas no cierran los comercios, yendo por estas tiendas de ropa de Kronprinsensgade, encontramos un sitio que nos convenció bastante, tenía pinta de antiguo y hasta su propio nombre te daba alguna pista, era el Café Sommersko 1976, que luego no resultó ser tan especial, yo comí una hamburguesa y eran un poco tardones, en ningún sitio se ganaban la propina, estaba muy cerca de nuestro garito favorito de las noches, el The Moose.
Para nuestra siguiente parada consumista antes tengo que explicar una cosa. Una de las noches que íbamos buscando garitos para tomar algo, llegamos a la calle Kompagnistræde, una calle que está muy cerca del canal que hay enfrente de la calle Stroget, íbamos a ciegas a ver que encontrábamos y nos topamos con dos sorpresas, la primera fue una tienda muy friki, Planet Kobenhavn, donde vendían hasta tu propio bibliotecario en muñeco y sus estanterías para ordenar los libros, como era de noche y estaba cerrada pues dijimos que otro día volveríamos. Esa noche, que no recuerdo que noche fue de nuestro viaje, paramos en la segunda sorpresa, un garito que se llama La Fontaine, un bar de jazz donde lo pasamos muy bien tomando una pinta y viendo una actuación en directo, pero no recuerdo que noche exacta pasamos por allí. Eso sí, el día en que volveríamos a Planet Kobenhavn había llegado y la tienda fue todo un éxito para nuestras compras. Allí me compré un paraguas en forma de botella y un cartel metálico de estilo pop, como la publicidad de los años 60's, muy al estilo de Mad Men. Olga compró de hecho el mismo cartel para su hermano y me hubiese llevado más cosas, pero era un poco carita la tienda.
Al salir de la tienda tuvimos nuestro segundo chaparrón, así que pude enseguida estrenar mi nuevo paraguas, el que llevaba se lo dí a Olga y yo saqué mi botella 0% alcohol para resguardarnos del agua. Nos dirigimos hacía la plaza del Ayuntamiento Rådhuspladsen para pasar a la zona de Universidad de Copenhague, que ya había echado el ojo a alguna tienda de discos que había por allí. En la calle Vestergade pasé a una franquicia danesa de vinilos que se llama Accord, dos plantas dedicadas a la música que es una maravilla para los melómanos, sobre todo, si quieres encontrar alguna rareza, tenían música nórdica de sagas de las Islas Feroe, eso sí, de música actual andaban muy cortitos, a Olga le hice estar un buen rato allí en la primera planta con mi bolso, para ir a la segunda planta que es donde estaban los vinilos no podías pasar con nada.
Tras mi frikada con los discos que no compré nada porque no me convencía, volvimos a la calle Stroget y pasamos por diferentes tiendas viendo lo que había, tenemos algunas fotos en las tiendas de juguetes, con los Legos y muchos juegos, era otra cosa que nos pareció muy curiosa, había muchas tiendas de juguetes para los niños, en una de ellas, Olga me compró una figurita que aún guardo en el piso de un pitufo gruñón. Durante este paseo por la calle comercial nos cayó la tormenta más fuerte, ya ni siquiera valían los paraguas porque caía agua en abundancia y muy fuerte, las hordas de turistas, muchos procedentes del Tívoli se apiñaban en las tiendas de recuerdos para resguardarse de la lluvia, era muy fácil identificarlos, llevaban chubasquero, pantalones cortos y cámara de fotos, un monumento dedicado al horterismo.
Cuando cesó el gran chaparrón ya era un poco tarde y ya se iban cerrando tiendas, pero todavía nos quedaba abierta alguna franquicia y los grandes almacenes. En la zona de Amagertorv había abierta una franquicia parecida a Tiger donde vendían un montón de cosas para el hogar, Olga se compró alguna cosilla y yo compré los típicos vasos de colores que son de plástico, muy útiles cuando tienes los de cristal sucios y no los quieres fregar jejejee... Enfrente están los almacenes Illum, que tenía un espacio dedicado al diseño escandinavo, un pequeño mundo en miniatura al lado del Design District que vimos el año anterior en Helsinki, al igual que Magasin, merece la pena la visita, no para comprar que es bastante caro, sino por el edificio y por ver cosas diferentes. Yo ya estaba en poco cansado del día de compras, enseguida me harto cuando se trata de este tema, pero Olga quería pasar de nuevo por Magasin du Nord y aunque un poco fastidiado lo hice, tenía razón, ella había estado esperándome en la tienda de discos un buen rato. Hizo sus últimas compras, que vimos que una camisa o un jersey te sacaban la friolera de 150 euros sin despeinarse, el nivel de vida allí es muy alto.
Tras descansar un ratito en el hotel y dejar nuestras últimas compras pensamos el plan para por la noche y era ir a cenar a The Krogs, un restaurante de pescado cerca de Amagertorv bastante famosillo, pero al final cambiamos de sitio porque era muy caro y tampoco es que ofrecieran gran variedad de cosas, a lo mejor te sacaban por cenar 70 euros por cabeza y era un plato, bebida y postre. Recordamos de nuestros múltiples paseos para ver si el JazzHouse estaba abierto, que muy cerca había una bonita plaza con muchos restaurantes, allí podríamos probar algún sitio para cenar algo y hubo suerte, en la plaza de Gråbrødretorv cenamos en el bonito restaurante Peder Oxe, un sitio muy romántico con muchas velas, de hecho estaba demasiado oscuro.
Allí nos comimos una cacerola gigante de mejillones y una degustación de postres, recuerdo que en el sitio había parejas italianas, algo que nunca pensé de Dinamarca, me hacía pensar que porque se rodó la película Italiano para principiantes, una producción danesa donde los nórdicos aprendían italiano, un relato entretenido. Otro aspecto del restaurante que me gustó mucho es que las camareras eran muy guapas, yo decía, si esto no es el cielo, tiene que ser muy parecido, al igual que en Malmö en el café donde merendamos, tengo una debilidad por las chicas de piel clara, son muy guapas y estas camareras además eran muy amables, muy al contrario que en sitios anteriores que casi te hacían un favor porque fueras su cliente.
La noche iba a terminar en el famoso The Dubliner, cerrábamos el círculo en el garito donde habíamos estado nuestra primera noche en Kobenhavn, había bastante menos ambiente que el primer día y ni siquiera había actuación en directo. Brindamos por un gran viaje donde lo habíamos pasado muy bien, estábamos casi solos en el bar y ya nos fuimos, tampoco queríamos molestar porque ya tenían ganas de cerrar, para el hotel sin antes no dar una vuelta para despedirnos de nuestro famoso Nyhavn. En nuestra última noche no pudimos ver la luna danesa porque estaba muy nublado, como si nos indicase la ciudad que el viaje fue bonito mientras duró, pero que ahora era hora de partir de nuevo a casa. Mañana 31 de Agosto íbamos a cerrar el mes volviendo a Madrid para asarnos en el verano madrileño.
Almacenes Magasin du Nord.
Tienda Guinnes de los Records. Olga al lado del hombre más alto del mundo.
Cafe Sommersko.
Cartel metálico que me compré en Planet Kobenhavn.
Paraguas botella de Planet Kobenhavn.
Stroget. Juguetes Lego.
Almacenes Illum.
Gråbrødretorv. No hay casi iluminación eléctrica en las calles de Copenhague.
Restaurante Peder Oxe.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Así que este día lo íbamos a dedicar a las compras, no teníamos nada más que ver y por fin veríamos las tiendas abiertas, a ver si caía algo. Hicimos muy bien además porque si llegamos a hacer una excursión se hubiese fastidiado a causa de las tormentas que cayeron ese día. Nuevamente desfilamos por nuestra calle Bredgade para llegar a Kongens Nytorv, el día estaba muy nublado, como un día otoñal de Octubre en España, se nota que a finales de Agosto en Copenhague ya no es verano. La primera parada la hicimos en los famosos almacenes Magasin du Nord, una especie de Corte Inglés pero en nórdico y mucho más pijo, como si todo fuera un Club Gourmet. Situado al lado de la boca del metro, vimos en la puerta su horario y que ellos cerraban un poco más tarde, hasta las 7:00 pm podríamos pasar por allí, así que sólo fuimos al supermercado para ver que cosas vendían. El sitio merece la visita, ya sólo por ver el edificio y el supermercado que vendían todo tipo de delicias, nosotros no nos pudimos escapar sin comprar las típicas cajas de galletas danesas para regalos entre los familiares. También pasamos por la zona de juguetería y allí encontré lo que años andaba buscando, un cerdito volador, antes tenía uno pero unos ladrones que entraron a mi casa me lo rompieron porque creían que era una hucha. Después de salir de los almacenes Magasin, nos fuimos directamente a Stroget y al lado de la tienda del libro Guinness de los records hay bastantes tiendas de recuerdos de Copenhague. En estas tiendas aprovechamos bastante bien porque yo me agencié una bandera del país, un tiovivo de madera con música y alguna sirenita de Copenhague para regalar, Olga también aprovechó para comprar algún recuerdo.
Como yo llevaba bastantes bultos nada más salir del hotel, pensé en volver para dejarlos allí, total, estábamos cerca y era un poco molesto ir a cuestas con las compras durante la jornada dedicada al consumo. Así que le dije a Olga que me diese lo suyo, que ella fuese a mirar más cosas y yo volvía en 15 minutos. Fue una decisión acertada porque ya me quité las bolsas que llevaba y en el hotel cogí un paraguas porque me temía que el tiempo nos jugaría una mala pasada. En la tienda de H&M de Stroget recogí de nuevo a Olga para seguir la jornada, ya a la vuelta del hotel cayó el primer chaparrón y tuvimos que esperar un rato. Por la calle Kronprinsensgade vimos varias tiendas de ropa así un poco más alternativa a unos precios bastante altos.
Nuestra jornada iba a ser una contrarreloj porque no nos cerrasen los comercios, pero nos lo íbamos a tomar con filosofía y haríamos lo que nos diese tiempo, por supuesto paramos a comer aunque a esas horas no cierran los comercios, yendo por estas tiendas de ropa de Kronprinsensgade, encontramos un sitio que nos convenció bastante, tenía pinta de antiguo y hasta su propio nombre te daba alguna pista, era el Café Sommersko 1976, que luego no resultó ser tan especial, yo comí una hamburguesa y eran un poco tardones, en ningún sitio se ganaban la propina, estaba muy cerca de nuestro garito favorito de las noches, el The Moose.
Para nuestra siguiente parada consumista antes tengo que explicar una cosa. Una de las noches que íbamos buscando garitos para tomar algo, llegamos a la calle Kompagnistræde, una calle que está muy cerca del canal que hay enfrente de la calle Stroget, íbamos a ciegas a ver que encontrábamos y nos topamos con dos sorpresas, la primera fue una tienda muy friki, Planet Kobenhavn, donde vendían hasta tu propio bibliotecario en muñeco y sus estanterías para ordenar los libros, como era de noche y estaba cerrada pues dijimos que otro día volveríamos. Esa noche, que no recuerdo que noche fue de nuestro viaje, paramos en la segunda sorpresa, un garito que se llama La Fontaine, un bar de jazz donde lo pasamos muy bien tomando una pinta y viendo una actuación en directo, pero no recuerdo que noche exacta pasamos por allí. Eso sí, el día en que volveríamos a Planet Kobenhavn había llegado y la tienda fue todo un éxito para nuestras compras. Allí me compré un paraguas en forma de botella y un cartel metálico de estilo pop, como la publicidad de los años 60's, muy al estilo de Mad Men. Olga compró de hecho el mismo cartel para su hermano y me hubiese llevado más cosas, pero era un poco carita la tienda.
Al salir de la tienda tuvimos nuestro segundo chaparrón, así que pude enseguida estrenar mi nuevo paraguas, el que llevaba se lo dí a Olga y yo saqué mi botella 0% alcohol para resguardarnos del agua. Nos dirigimos hacía la plaza del Ayuntamiento Rådhuspladsen para pasar a la zona de Universidad de Copenhague, que ya había echado el ojo a alguna tienda de discos que había por allí. En la calle Vestergade pasé a una franquicia danesa de vinilos que se llama Accord, dos plantas dedicadas a la música que es una maravilla para los melómanos, sobre todo, si quieres encontrar alguna rareza, tenían música nórdica de sagas de las Islas Feroe, eso sí, de música actual andaban muy cortitos, a Olga le hice estar un buen rato allí en la primera planta con mi bolso, para ir a la segunda planta que es donde estaban los vinilos no podías pasar con nada.
Tras mi frikada con los discos que no compré nada porque no me convencía, volvimos a la calle Stroget y pasamos por diferentes tiendas viendo lo que había, tenemos algunas fotos en las tiendas de juguetes, con los Legos y muchos juegos, era otra cosa que nos pareció muy curiosa, había muchas tiendas de juguetes para los niños, en una de ellas, Olga me compró una figurita que aún guardo en el piso de un pitufo gruñón. Durante este paseo por la calle comercial nos cayó la tormenta más fuerte, ya ni siquiera valían los paraguas porque caía agua en abundancia y muy fuerte, las hordas de turistas, muchos procedentes del Tívoli se apiñaban en las tiendas de recuerdos para resguardarse de la lluvia, era muy fácil identificarlos, llevaban chubasquero, pantalones cortos y cámara de fotos, un monumento dedicado al horterismo.
Cuando cesó el gran chaparrón ya era un poco tarde y ya se iban cerrando tiendas, pero todavía nos quedaba abierta alguna franquicia y los grandes almacenes. En la zona de Amagertorv había abierta una franquicia parecida a Tiger donde vendían un montón de cosas para el hogar, Olga se compró alguna cosilla y yo compré los típicos vasos de colores que son de plástico, muy útiles cuando tienes los de cristal sucios y no los quieres fregar jejejee... Enfrente están los almacenes Illum, que tenía un espacio dedicado al diseño escandinavo, un pequeño mundo en miniatura al lado del Design District que vimos el año anterior en Helsinki, al igual que Magasin, merece la pena la visita, no para comprar que es bastante caro, sino por el edificio y por ver cosas diferentes. Yo ya estaba en poco cansado del día de compras, enseguida me harto cuando se trata de este tema, pero Olga quería pasar de nuevo por Magasin du Nord y aunque un poco fastidiado lo hice, tenía razón, ella había estado esperándome en la tienda de discos un buen rato. Hizo sus últimas compras, que vimos que una camisa o un jersey te sacaban la friolera de 150 euros sin despeinarse, el nivel de vida allí es muy alto.
Tras descansar un ratito en el hotel y dejar nuestras últimas compras pensamos el plan para por la noche y era ir a cenar a The Krogs, un restaurante de pescado cerca de Amagertorv bastante famosillo, pero al final cambiamos de sitio porque era muy caro y tampoco es que ofrecieran gran variedad de cosas, a lo mejor te sacaban por cenar 70 euros por cabeza y era un plato, bebida y postre. Recordamos de nuestros múltiples paseos para ver si el JazzHouse estaba abierto, que muy cerca había una bonita plaza con muchos restaurantes, allí podríamos probar algún sitio para cenar algo y hubo suerte, en la plaza de Gråbrødretorv cenamos en el bonito restaurante Peder Oxe, un sitio muy romántico con muchas velas, de hecho estaba demasiado oscuro.
Allí nos comimos una cacerola gigante de mejillones y una degustación de postres, recuerdo que en el sitio había parejas italianas, algo que nunca pensé de Dinamarca, me hacía pensar que porque se rodó la película Italiano para principiantes, una producción danesa donde los nórdicos aprendían italiano, un relato entretenido. Otro aspecto del restaurante que me gustó mucho es que las camareras eran muy guapas, yo decía, si esto no es el cielo, tiene que ser muy parecido, al igual que en Malmö en el café donde merendamos, tengo una debilidad por las chicas de piel clara, son muy guapas y estas camareras además eran muy amables, muy al contrario que en sitios anteriores que casi te hacían un favor porque fueras su cliente.
La noche iba a terminar en el famoso The Dubliner, cerrábamos el círculo en el garito donde habíamos estado nuestra primera noche en Kobenhavn, había bastante menos ambiente que el primer día y ni siquiera había actuación en directo. Brindamos por un gran viaje donde lo habíamos pasado muy bien, estábamos casi solos en el bar y ya nos fuimos, tampoco queríamos molestar porque ya tenían ganas de cerrar, para el hotel sin antes no dar una vuelta para despedirnos de nuestro famoso Nyhavn. En nuestra última noche no pudimos ver la luna danesa porque estaba muy nublado, como si nos indicase la ciudad que el viaje fue bonito mientras duró, pero que ahora era hora de partir de nuevo a casa. Mañana 31 de Agosto íbamos a cerrar el mes volviendo a Madrid para asarnos en el verano madrileño.
Almacenes Magasin du Nord.
Tienda Guinnes de los Records. Olga al lado del hombre más alto del mundo.
Cafe Sommersko.
Cartel metálico que me compré en Planet Kobenhavn.
Paraguas botella de Planet Kobenhavn.
Stroget. Juguetes Lego.
Almacenes Illum.
Gråbrødretorv. No hay casi iluminación eléctrica en las calles de Copenhague.
Restaurante Peder Oxe.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
sábado, 7 de enero de 2012
Tak Kobenhavn (Día 6)
El domingo 29 de Agosto se nos hizo un poco tarde a la hora de despertarse, la juerga del sábado noche, a pesar del desastre, nos hizo que nos acostáramos tarde, pero habíamos prometido que ese día nos íbamos a tomar un brunch como muchos daneses hacen en fin de semana. Recuerdo que el día comenzó muy nublado y desde la ventana veía a gente ir hacía el Palacio de Amalienborg, supongo que habría algún evento, además mucha gente iba con banderas danesas. Parecía un típico día de otoño, muy apagado y con bastante fresquito. Olga y yo hicimos el camino contrario que los daneses y nos dirigimos a Kongens Nytorv, allí tomaríamos el brunch que habíamos prometido, esta vez no nos podrían poner pegas porque llegamos con el horario ajustado a sus costumbres.
El sitio elegido fue el Cafe Quote, podríamos habernos marcado la pijada de haber hecho el brunch en el Hotel Anglaterre pero este sitio tenía muy buena pinta y era más o menos económico, mucho más adaptado a un bolsillo europeo que a un bolsillo danés. El sitio era muy blanco y así daba algo más de claridad al día y el brunch no era de buffet, ya era algo cerrado con pan, frutas, verduras, un poco de carne, queso y huevo, todo muy completo y muy bueno. Por fin habíamos conseguido ir a un sitio a comer sin tener discusiones jejeje... Salimos muy contentos del sitio y la pereza se apoderaba de los dos, así que fuimos para el Phoenix a hacer una costumbre que es muy española, una merecida siesta.
Pero tampoco quería perder todo el día y en el hotel me puse a leer los apuntes que llevaba para ver si podíamos hacer algún plan que fuese chulo y no fuese de reventarse a caminar como el día anterior para llegar a la Carlsberg. Por fin encontré algo en mis notas que podíamos hacer en domingo. Podríamos coger el tren en Norreport e inspeccionar la zona norte de Copenhague. Allí está el castillo de Frederiksborg en la localidad de Hillerod, pensé en hacer un plan más en la naturaleza y salir en un poco de la ciudad. En Frederiksborg Slot se encuentra el museo de historia nacional y os dejo un enlace para más información Frederiksborg Slot. Así que fuimos a Norreport y allí cogeríamos el tren para sobre marcha ver donde íbamos.
En Norreport vimos que al ser domingo algunas líneas de tren pasaban con más intervalo de tiempo y otras líneas estaban en obras, por ejemplo, para llegar a Hillerod había que primero tomar un tren y luego llegar hasta la población de Lyngby para tomar un autobús. Mucho lío para un día de descanso, así que fuimos en tren hasta Lyngby y allí nos bajamos para darnos una vuelta. Al principio era como un pueblo fantasma, no había casi nadie y yo empezaba a pensar que de nuevo había metido la pata. En mis apuntes llevaba apuntado que en este pueblo había una zona de lagos muy chulas, así que preguntamos a un viejo que iba paseando por el pueblo, la única persona que había por la calle y el hombre nos decía que no sabía nada de lagos, yo creo que no entendía nuestro inglés. Yo pensé que nos diésemos una vuelta y tomáramos algo, luego pues volvíamos a Copenhague.
Pero durante nuestro paseo por las calles desiertas de Lyngby nuestra suerte cambió. Vimos un riachuelo en una zona residencial y pensamos, si seguimos el camino del riachuelo a lo mejor llegamos a la zona de los lagos que venían en mis apuntes. Efectivamente siguiendo el camino del agua, llegamos a la zona de los lagos. Me alegré que la línea de tren estuviera en obras y no haber llegado a Hillerod, era un plan mucho más turístico que el de Lyngby. Nuestra sorpresa fue mayúscula, una zona preciosa de lagos, con casitas de madera, cisnes nadando y había una fiesta montada, en el bar del lago tocaba un grupo de rockabillies y la gente del pueblo bailaba al son de la música, sobre todo, las personas mayores. Un plan perfecto de domingo, naturaleza, buena música y unas cervecitas por la tarde. Estas pequeñas cosas son las que me encantan al viajar, una fiesta donde no había turistas ni cámaras de fotos, los únicos éramos nosotros, de hecho, al ir a pedir las cervezas, recuerdo que el hombre me habló en danés, era la primera vez que me pasaba eso, le tuve que pedir que me hablará en inglés porque no lo entendía, no me vio como un guiri. Nos quedamos por allí un buen rato, primero sentados escuchando al grupo, que tocaban muy bien, y después viendo la zona del lago con los animales y haciéndonos unas fotos, los chavales muy amablamente se prestaban a hacernos fotos a Olga y a mi. El parque que rodeaba al lago al otro lado era precioso, con su caseta de música incluida.
Pero ya estaba oscureciendo en Lyngby, así que fuimos de regreso a Kobenhavn hasta Norreport. De ahí pensamos que podíamos ir a cenar cerca del hotel en un restaurante de guía michelín, con su estrella y todo, el famoso Koefoed Restaurant, un sitio muy romántico con especialidades escandinavas y de las Islas Feroe, pero nos llevamos el chasco de que hay que hacer reserva y no tenían libre hasta una fecha que ya ni íbamos a estar en la ciudad. Así que cogimos el metro y fuimos a la zona de Christianshavn que por la noche no la habíamos visto y podríamos visitar la sala Loppen en Christiania. Cenamos al final en el Letz Sushi que se encuentra situado en Ovengaden Neden Vandet 41, pegando con los canales de este bonito barrio. Como podréis imaginar por el nombre, es un restaurante japonés donde aquí sí, de nuevo, tuvimos nuestra discusión acerca de los horarios, no puedo comprender que un restaurante cierre a las 22:00 y te digan a las 21:15 que no te sirven, al final convencimos al camarero y le dijimos que íbamos a cenar sushi y que más allá de las 22:00 no íbamos a estar. Por los pelos como siempre. Luego el sushi estaba muy bien pero es un poco frustante tener que estar todo el rato como disculpándote para obtener un servicio.
Después de nuestra cena japonesa, nos dirigimos a Christiania, en la sala Loppen ese día tocaba un grupo de reggae y subimos a echar un vistazo. En un edificio lleno de graffitis por todas las paredes fuimos por las escaleras a la entrada de la sala, el vendedor de entradas nos dijo que 170 coronas (23 euros) por cabeza, a mi me pareció un precio excesivo por un grupo de reggae, así que pasamos del tema, no íbamos a pagar ese precio solo por ver la sala, si luego vuelvo algún día por Copenhague y hay un concierto chulo pues paso a la sala. De hecho me hice amigo de Loppen por facebook y me mandan todos los eventos. Así que nos dijimos, vamos a pasar por Christiania a ver que tal está el ambiente. Yo no las tenía todas conmigo porque a lo mejor Olga se asustaba un poco debido a la oscuridad y el raro ambiente. Pero me sorprendió gratamente que al ver la hoguera que había en Pusher Street no le asustó, más bien sonrió. Le dije que no se preocupase porque no nos iba a pasar nada.
Al pasar la hoguera de Pusher Street donde algunos hippies se calentaban, había más iluminación artificial y encontramos que en el Numeland Café te podías sentar tranquilamente a tomar algo al fresco porque tenían radiadores y ver hasta el fútbol por satélite, lo que habían cambiado estos hippies. Además lo recuerdo muy bien porque estaban poniendo el partido Mallorca-Real Madrid y estuve viendo la segunda parte del partido con una cerveza christianita, era la primera jornada de Liga y a los daneses les interesaba mucho lo que hacía el Mallorca en Liga porque el entrenador por aquel entonces era Michael Laudrup, toda una celebrity danesa. Por el bar pasaban muchos españoles jóvenes que estaban de turismo porrero por allí, se oía más castellano que danés.
Cogimos el metro en Christianshavn hasta Norreport y andando dimos una vuelta por Kultorvet y miramos si el Jazz House estaba abierto, en la plaza cerca de Norreport montamos un rato en bici para sentirnos por un rato daneses dando vueltas alrededor de la plaza. Olga y yo estábamos muy contentos por el día tan bueno que habíamos pasado y decidimos cerrarlo yendo de nuevo a nuestro garito fetiche, The Moose, en el bar había cambiado mucho el ambiente en apenas 24 horas, ya no era un paraíso de borrachos de sábado noche. Estaba a mitad del aforo y brindamos por nuestra bonita excursión a Lyngby, fue toda una sorpresa y acierto. Recuerdo que en The Moose acabamos hablando con un grupo de danesas que querían ligar con un chico que estaba al otro lado de la barra y nos pasaban papelitos para que se los diésemos, el chico no hizo apenas caso, es curioso que en estos países que quien toma la iniciativa normalmente es la mujer, las mujeres en Escandinavia tienen un instinto de independencia y disfrute de su sexualidad como en ningún sitio en el mundo. Las chicas al final se hicieron amigas de Olga y de mí y una de ellas hasta sabía español, había estado en Granada estudiando, les encantaba España, otra chica del grupo, había estado de viaje por nuestro país. Terminamos nuestra copa y nos despedimos de nuestras amigas y el camarero danés loco del The Moose.
Nos volvimos andando al hotel viendo que estaba muy nublado el cielo, había bastantes indicios de tormenta. Yo iba recordando el día de Finlandia que Tuomas nos llevó a su casa del lago con sauna, algo parecido fue el rollo en Lyngby, un día inolvidable. Nos quedaban apenas 36 horas para terminar nuestro viaje, pero todavía nos faltaba nuestro día de compras, que será en la siguiente entrada.
Brunch en el Café Quote.
Frederiksborg Slot. Hillerod, donde nunca llegamos.
Lyngby. El pueblo fantasma.
El riachuelo en Lyngby que nos dio la pista.
Lyngby. Lagos.
Rockabillies en el lago.
Lyngby. Embarcadero.
Lyngby. Bar del lago donde se celebró el concierto de rockabillies.
Olga con los cisnes del lago de Lyngby.
Atardecer en el parque de Lyngby.
Con los patos en el parque.
Restaurante Letz Sushi.
Fachada Loppen.
Escaleras del Loppen.
En Kultorvet dando vueltas con la bici.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
El sitio elegido fue el Cafe Quote, podríamos habernos marcado la pijada de haber hecho el brunch en el Hotel Anglaterre pero este sitio tenía muy buena pinta y era más o menos económico, mucho más adaptado a un bolsillo europeo que a un bolsillo danés. El sitio era muy blanco y así daba algo más de claridad al día y el brunch no era de buffet, ya era algo cerrado con pan, frutas, verduras, un poco de carne, queso y huevo, todo muy completo y muy bueno. Por fin habíamos conseguido ir a un sitio a comer sin tener discusiones jejeje... Salimos muy contentos del sitio y la pereza se apoderaba de los dos, así que fuimos para el Phoenix a hacer una costumbre que es muy española, una merecida siesta.
Pero tampoco quería perder todo el día y en el hotel me puse a leer los apuntes que llevaba para ver si podíamos hacer algún plan que fuese chulo y no fuese de reventarse a caminar como el día anterior para llegar a la Carlsberg. Por fin encontré algo en mis notas que podíamos hacer en domingo. Podríamos coger el tren en Norreport e inspeccionar la zona norte de Copenhague. Allí está el castillo de Frederiksborg en la localidad de Hillerod, pensé en hacer un plan más en la naturaleza y salir en un poco de la ciudad. En Frederiksborg Slot se encuentra el museo de historia nacional y os dejo un enlace para más información Frederiksborg Slot. Así que fuimos a Norreport y allí cogeríamos el tren para sobre marcha ver donde íbamos.
En Norreport vimos que al ser domingo algunas líneas de tren pasaban con más intervalo de tiempo y otras líneas estaban en obras, por ejemplo, para llegar a Hillerod había que primero tomar un tren y luego llegar hasta la población de Lyngby para tomar un autobús. Mucho lío para un día de descanso, así que fuimos en tren hasta Lyngby y allí nos bajamos para darnos una vuelta. Al principio era como un pueblo fantasma, no había casi nadie y yo empezaba a pensar que de nuevo había metido la pata. En mis apuntes llevaba apuntado que en este pueblo había una zona de lagos muy chulas, así que preguntamos a un viejo que iba paseando por el pueblo, la única persona que había por la calle y el hombre nos decía que no sabía nada de lagos, yo creo que no entendía nuestro inglés. Yo pensé que nos diésemos una vuelta y tomáramos algo, luego pues volvíamos a Copenhague.
Pero durante nuestro paseo por las calles desiertas de Lyngby nuestra suerte cambió. Vimos un riachuelo en una zona residencial y pensamos, si seguimos el camino del riachuelo a lo mejor llegamos a la zona de los lagos que venían en mis apuntes. Efectivamente siguiendo el camino del agua, llegamos a la zona de los lagos. Me alegré que la línea de tren estuviera en obras y no haber llegado a Hillerod, era un plan mucho más turístico que el de Lyngby. Nuestra sorpresa fue mayúscula, una zona preciosa de lagos, con casitas de madera, cisnes nadando y había una fiesta montada, en el bar del lago tocaba un grupo de rockabillies y la gente del pueblo bailaba al son de la música, sobre todo, las personas mayores. Un plan perfecto de domingo, naturaleza, buena música y unas cervecitas por la tarde. Estas pequeñas cosas son las que me encantan al viajar, una fiesta donde no había turistas ni cámaras de fotos, los únicos éramos nosotros, de hecho, al ir a pedir las cervezas, recuerdo que el hombre me habló en danés, era la primera vez que me pasaba eso, le tuve que pedir que me hablará en inglés porque no lo entendía, no me vio como un guiri. Nos quedamos por allí un buen rato, primero sentados escuchando al grupo, que tocaban muy bien, y después viendo la zona del lago con los animales y haciéndonos unas fotos, los chavales muy amablamente se prestaban a hacernos fotos a Olga y a mi. El parque que rodeaba al lago al otro lado era precioso, con su caseta de música incluida.
Pero ya estaba oscureciendo en Lyngby, así que fuimos de regreso a Kobenhavn hasta Norreport. De ahí pensamos que podíamos ir a cenar cerca del hotel en un restaurante de guía michelín, con su estrella y todo, el famoso Koefoed Restaurant, un sitio muy romántico con especialidades escandinavas y de las Islas Feroe, pero nos llevamos el chasco de que hay que hacer reserva y no tenían libre hasta una fecha que ya ni íbamos a estar en la ciudad. Así que cogimos el metro y fuimos a la zona de Christianshavn que por la noche no la habíamos visto y podríamos visitar la sala Loppen en Christiania. Cenamos al final en el Letz Sushi que se encuentra situado en Ovengaden Neden Vandet 41, pegando con los canales de este bonito barrio. Como podréis imaginar por el nombre, es un restaurante japonés donde aquí sí, de nuevo, tuvimos nuestra discusión acerca de los horarios, no puedo comprender que un restaurante cierre a las 22:00 y te digan a las 21:15 que no te sirven, al final convencimos al camarero y le dijimos que íbamos a cenar sushi y que más allá de las 22:00 no íbamos a estar. Por los pelos como siempre. Luego el sushi estaba muy bien pero es un poco frustante tener que estar todo el rato como disculpándote para obtener un servicio.
Después de nuestra cena japonesa, nos dirigimos a Christiania, en la sala Loppen ese día tocaba un grupo de reggae y subimos a echar un vistazo. En un edificio lleno de graffitis por todas las paredes fuimos por las escaleras a la entrada de la sala, el vendedor de entradas nos dijo que 170 coronas (23 euros) por cabeza, a mi me pareció un precio excesivo por un grupo de reggae, así que pasamos del tema, no íbamos a pagar ese precio solo por ver la sala, si luego vuelvo algún día por Copenhague y hay un concierto chulo pues paso a la sala. De hecho me hice amigo de Loppen por facebook y me mandan todos los eventos. Así que nos dijimos, vamos a pasar por Christiania a ver que tal está el ambiente. Yo no las tenía todas conmigo porque a lo mejor Olga se asustaba un poco debido a la oscuridad y el raro ambiente. Pero me sorprendió gratamente que al ver la hoguera que había en Pusher Street no le asustó, más bien sonrió. Le dije que no se preocupase porque no nos iba a pasar nada.
Al pasar la hoguera de Pusher Street donde algunos hippies se calentaban, había más iluminación artificial y encontramos que en el Numeland Café te podías sentar tranquilamente a tomar algo al fresco porque tenían radiadores y ver hasta el fútbol por satélite, lo que habían cambiado estos hippies. Además lo recuerdo muy bien porque estaban poniendo el partido Mallorca-Real Madrid y estuve viendo la segunda parte del partido con una cerveza christianita, era la primera jornada de Liga y a los daneses les interesaba mucho lo que hacía el Mallorca en Liga porque el entrenador por aquel entonces era Michael Laudrup, toda una celebrity danesa. Por el bar pasaban muchos españoles jóvenes que estaban de turismo porrero por allí, se oía más castellano que danés.
Cogimos el metro en Christianshavn hasta Norreport y andando dimos una vuelta por Kultorvet y miramos si el Jazz House estaba abierto, en la plaza cerca de Norreport montamos un rato en bici para sentirnos por un rato daneses dando vueltas alrededor de la plaza. Olga y yo estábamos muy contentos por el día tan bueno que habíamos pasado y decidimos cerrarlo yendo de nuevo a nuestro garito fetiche, The Moose, en el bar había cambiado mucho el ambiente en apenas 24 horas, ya no era un paraíso de borrachos de sábado noche. Estaba a mitad del aforo y brindamos por nuestra bonita excursión a Lyngby, fue toda una sorpresa y acierto. Recuerdo que en The Moose acabamos hablando con un grupo de danesas que querían ligar con un chico que estaba al otro lado de la barra y nos pasaban papelitos para que se los diésemos, el chico no hizo apenas caso, es curioso que en estos países que quien toma la iniciativa normalmente es la mujer, las mujeres en Escandinavia tienen un instinto de independencia y disfrute de su sexualidad como en ningún sitio en el mundo. Las chicas al final se hicieron amigas de Olga y de mí y una de ellas hasta sabía español, había estado en Granada estudiando, les encantaba España, otra chica del grupo, había estado de viaje por nuestro país. Terminamos nuestra copa y nos despedimos de nuestras amigas y el camarero danés loco del The Moose.
Nos volvimos andando al hotel viendo que estaba muy nublado el cielo, había bastantes indicios de tormenta. Yo iba recordando el día de Finlandia que Tuomas nos llevó a su casa del lago con sauna, algo parecido fue el rollo en Lyngby, un día inolvidable. Nos quedaban apenas 36 horas para terminar nuestro viaje, pero todavía nos faltaba nuestro día de compras, que será en la siguiente entrada.
Brunch en el Café Quote.
Frederiksborg Slot. Hillerod, donde nunca llegamos.
Lyngby. El pueblo fantasma.
El riachuelo en Lyngby que nos dio la pista.
Lyngby. Lagos.
Rockabillies en el lago.
Lyngby. Embarcadero.
Lyngby. Bar del lago donde se celebró el concierto de rockabillies.
Olga con los cisnes del lago de Lyngby.
Atardecer en el parque de Lyngby.
Con los patos en el parque.
Restaurante Letz Sushi.
Fachada Loppen.
Escaleras del Loppen.
En Kultorvet dando vueltas con la bici.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
jueves, 5 de enero de 2012
Tak Kobenhavn (Día 5)
El sábado 28 de Agosto nos levantamos más tarde a consecuencia de nuestra juerga nocturna de la noche anterior por Norreport. Hacía otro día con frío pero despejado y con sol, así que podríamos pasear tranquilamente por uno de los barrios de Kobenhavn que los turistas nunca van a visitar, es Frederiksberg. Tenía muchas expectativas de que este sería el gran día de la juerga en Copenhague, luego resultó ser el día más decepcionante del viaje, aunque hicimos muchas cosas y lo pasamos bien.
De nuevo nos dirigimos a la parada de metro de Kongens Nytorv y daba igual coger la línea M1 o M2 porque eran comunes para la parada de Frederiksberg. Este es un barrio residencial de Copenhague que como he dicho anteriormente no recibe apenas turistas, los habitantes del lugar viven su tranquila vida escandinava en el barrio, alrededor de las dos calles principales de este, Falkoner Alle y Pile Alle. En Falkoner Alle lo único turístico que te encuentras es un hotel Radisson, típico hotel económico a las afueras de la ciudad. El barrio estaba compuesto principalmente por casas, con sus jardines, la gente iba paseando en caballo y se veía que era un sitio de gente con dinero.
Los restaurantes eran muy pichis y con unas grandes terrazas que si hacía buen tiempo casi que podías organizar una boda en la terraza. En un de ellos nos quedamos y como siempre tuvimos la discusión de la hora de las comidas, esta vez fue por el brunch, quedaba aún media hora para que se acabase, pero como son tan cuadriculados, la camarera nos dijo que no nos daba tiempo y que pidiésemos de carta, al igual que son super eficientes con los horarios, por ejemplo en el transporte, en la hostelería era una desventaja, no se adaptaban a nada. Olga y yo hicimos la promesa de que el domingo no se nos iba a escapar el brunch. El sitio donde almorzamos fue el Frokosttallerken. De estilo italiano y regentado por una familia, se encuentra en Pile Alle 12.
La idea de ir por este barrio era ir andando dando un paseo para luego llegar hasta la fábrica de la famosa cerveza Carlsberg, ubicaba en Valby, pero por el camino nos íbamos a ir encontrando muchas sorpresas. La primera fue visitar los bonitos jardines de Frederiksberg Have, antes de entrar había mucho garito tipo alemán donde los daneses se estaban ya llenando los bollos con más cerveza como de sobremesa, en vez de café. Dentro del parque buscábamos un castillo que venía en la guía. Nos costó un rato encontrarlo porque sólo veíamos un edificio así con una cúpula pero pequeñito, le preguntamos a una mujer que donde estaba el castillo y nos dijo que era ese, vaya decepción de Frederiksberg SlotKirke, resulta que es un mini castillo-iglesia que era super cutre, el de Belmonte es un castillo y no eso. Pero al lado del Frederiksberg Slot se encuentra el Zoo de Copenhague, el Zoologisk Have. En la entrada hay una gran torre y a Olga le hubiese gustado pasar, pero al final no lo hicimos, la entrada eran como 23 euros y para 2 horas no merecía la pena, seguiríamos el camino hacía Carlsberg.
Enfrente del Zoológico hay otro parque muy chulo, el Sondermarken donde hay una fuente muy bonita y un museo con una cúpula de cristal dedicado al vidrio, allí nos sentamos un rato a descansar, a hacer unas fotos y a fumarnos un cigarro, se respiraba mucha tranquilidad en el ambiente. Tras el merecido descanso, desfilando por Ny Carlsberg Vej se accede al barrio de Valby, que es como he dicho antes el barrio donde está la industria más famosa de Copenhague, la Carlsberg. Es una paseo grande y está bastante lejos, si nos vas adrede a esto no se llega nunca allí. Por fin llegamos a la obra del señor J.C. Jacobsen, que se llama Carlsberg porque significa Colina de Carl en homenaje a su hijo Carl Jacobsen y la colina de Valby. Este es el centro de investigación y también está la marca de cervezas danesas Tuborg. Es una obra tan grande que además de la producción de cerveza se dedica parte de los beneficios al mecenazgo, como así lo atestigua su museo en la ciudad, la fuente que donó en el Kastellet y el patrocinio de equipos de fútbol de élite como el Liverpool y el Copenhague FC. Su biografía en la wikipedia la pongo en el siguiente enlace J.C. Jacobsen.
Llegamos al filo de que cerraran el museo, que como siempre y como son tan cuadrículas pues lo cerraron y no lo vimos, pero eso nos daba un poco igual, queríamos beber cerveza y para eso sí que nos dejaron el patio al exterior y una vez que se cerraba nos dejaban subir a la primera planta a tomar más cervezas. En la planta se ubicaban grandes cubas de cerveza con sus experimentos en busca de nuevos sabores. Pudimos hacer la prueba de los olores a partir de distintos fermentos, había diferentes olores de melocotón, tabaco, fresa, cenizas, etc... Todo un mundo de sensaciones. Mientras te bebías tus cervezas podías jugar gratis al futbolín, eso sí que era una buena idea. Merece la pena la visita al sitio, pero está muy lejos, tienes que tener mucho tiempo en Copenhague para hacer esa excursión.
Como ya nos echaban del todo pues nos fuimos a dar una vuelta por el barrio de Valby, con nuestro mapa del hotel, el objetivo era llegar a la estación de Enghave para ir de nuevo al centro. En Valby no había nada destacable, muchos edificios de pisos de gente de clase media-baja y andábamos un poco perdidos, tuvimos que preguntar y ya nos indicaron el camino a la estación, cerca de Enghave sí que hay un sitio muy interesante, la sala Store Vega donde la noche pasada habían tocado los Hot Chips con el correspondiente sold out en el cartel, es increíble los llenazos en los conciertos de Copenhague. Desde Enghave, que no era el metro sino el tren, fuimos a Vesterport para dar otra vuelta por el centro.
Al lado de la estación de Vesterport se ubica el Planetario de Kobenhavn, que allí se llama el Tycho Brahe Planetarium que también es un cine, pasamos un ratillo porque andábamos un poco aburridos y dijimos pues vamos a ver un rato el edificio y el barrio que está alrededor de la calle Vesterbrogade. Seguro que hay alguna cosa interesante y vaya que sí encontramos algo. Muy cerca está uno de los teatros más bonitos de la ciudad en una calle que el propio edificio del teatro la cierra, el Det Ny Teater donde estaban representando Mary Poppins, te quedas un poco alucinado con el edificio que cierra la calle, ahora en las fotos más abajo lo veréis. Y luego detrás del Tívoli, que Olga miraba embobada a la gente subida en las atracciones más altas, está el museo que fundó el hijo de J.C. Jacobsen, el Ny Carlsberg Glyptoteket, una gran pinacoteca de las mejores de Europa, pero ya sabéis mi alergia a los museos clásicos. Eso sí, la arquitectura del edificio es impresionante. Al menos merece darse una vuelta.
Ya estábamos muy cansados de dar vueltas ese día, se nos hizo bastante largo, así que desde Kobenhavn Central que había mucha animación ese día por ser sábado nos sentamos a tomar algo y después cogimos el tren hasta Norreport y desde ahí el metro a Kongens Nytorv porque no queríamos andar más. Teníamos que descansar un poco para la juerga del sábado noche. Para ir a cenar aprovechamos la idea de los patios interiores que habíamos visto dos días antes y fuimos a un italiano que tenía buena pinta, la La Vecchia Signora, el nombre con que se denomina al equipo italiano de la Juventus de Turín y se encuentra en Grønnegade 12. Este fue el sitio donde mejor nos atendieron, un sitio pequeñito, con los camareros muy atentos, yo creo que estaban tan al loro porque en la mesa de al lado había un italiano con pinta de mafioso que para mí era el dueño del local, todo un personaje. Otra cosa que me sorprendió de Copenhague es la cantidad de italianos que la visitan o viven allí, todavía no he encontrado la explicación a eso.
Después de nuestra cena italiana a la luz de las velas pues íbamos de nuevo a por los copazos de la noche, aquí es cuando vino el desastre. Esta vez salimos por la zona central de Stroget y la zona universitaria. Cerca de Gammeltorv en Stroget pasamos a un bar con música en directo, la media de edad era mayor que la nuestra pero el sitio estaba animado, así que inocentemente por nuestra parte ahí nos quedamos. Pero yo no se que pasa los sábados en esta ciudad que la gente está muy loca, un inmigrante que yo creo que era albanés lo echaron a empujones del bar por borracho, no hacía más que liarla, no contento con ello, volvía al bar. Al lado de Olga había un viejo sólo, con una chuza de las buenas, yo me di cuenta y le cambié de lado a Olga pero el tío no contento con eso se cambió de tal manera que luego le tocó el culo a Olga, como no la quería tener pues nos apartamos del sitio y al terminar nuestra copa nos fuimos. Al salir del bar había un jaleo y unas borracheras que no te puedes imaginar un lunes. No era el rollo Reykjavik, aquí la gente no se comportaba y los sitios donde nos asomábamos eran de tecno basura, lo que es en España la pachanga y el horterismo, allí lo sustituyen por música electrónica malísima, pero ves las mismas pintas de malotes daneses y jennis un pelín más refinadas que las españolas.
Tuve que sacar mi guía de garitos para mirar donde meternos y vi que había uno cerca que se llama The Rock. Mi intuición con el nombre aquí me falló, quien se iba a imaginar que tras pagar las 60 coronas por la entrada y bajar las escaleras al sótano te ibas a encontrar una pleyade de seguidoras de las hijas de Zapatero y a unos heavies arcaicos que hacía tiempo no veía. El sitio era muy grande y estaba bien montado, con un escenario donde yo decía, que no salga un grupo ahora a tocar que fijo que me la lían. Pues mis rezos no valieron para nada, salió un grupo de metal a tocar bien fuerte, Olga lo flipaba y me preguntaba, pero donde me has traído. Le dije, mira, nos tomamos algo y después nos vamos, ya que hemos pagado la entrada. El concierto resultó un tostón, ni yo aguanto esa música, pero luego había una terraza que no estaba mal para fumar y estabas rodeado de unas pintas muy raras, que molaban, mucho más que las de los malotes daneses y las jennies refinadas.
Tras nuestro paso por el Averno seguía buscando garitos de la guía que llevaba pero al final después de tanto fracaso me dí por vencido. Lo mejor era acudir a la zona donde está nuestro mítico The Moose a rascar a ver si por allí había algo. Hubo suerte, porque al lado está el Charlie's, una cervecería algo más tranquila donde por lo menos la gente ni vomitaba y estaba algo más civilizada. Allí hicimos nuestro último brindis de la jornada. Mi decepción fue bastante con la movida danesa ese sábado, porque una cosa es salir a disfrutar y pasarlo bien como el día anterior en Norrebrogade y otra era buscarte problemas. En eso los daneses son muy diferentes a sus vecinos nórdicos de Islandia y Finlandia. Lo mejor era irse a dormir, nos habíamos dado una gran paliza, era tarde y al día siguiente habíamos prometido ir al brunch y sobre la marcha inventamos ir a Lyngby, un pueblo al lado de Copenhague que resultó ser una agradable sorpresa.
Pille Alle. Restaurante Frokosttallerken donde comimos.
Falkoner Alle.
Frederiksberg Have.
Frederiksberg Slotkirke.
Zoologisk Have.
Sondermarken.
Museo Carlsberg.
Entrada a la fábrica de Carlsberg.
Museo Carlsberg. Centro de visitantes.
Planetario de Copenhague.
Det Ny Teater.
Vesterbrogade. Café Obelix.
Kobenhavn Central Station.
Ny Carlsberg Glyptoteket.
The Rock. Concierto de Snakebite (Bocado de Serpiente).
Charlie's Bar.
Un brindis final con Olga desde el museo Carlsberg.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
De nuevo nos dirigimos a la parada de metro de Kongens Nytorv y daba igual coger la línea M1 o M2 porque eran comunes para la parada de Frederiksberg. Este es un barrio residencial de Copenhague que como he dicho anteriormente no recibe apenas turistas, los habitantes del lugar viven su tranquila vida escandinava en el barrio, alrededor de las dos calles principales de este, Falkoner Alle y Pile Alle. En Falkoner Alle lo único turístico que te encuentras es un hotel Radisson, típico hotel económico a las afueras de la ciudad. El barrio estaba compuesto principalmente por casas, con sus jardines, la gente iba paseando en caballo y se veía que era un sitio de gente con dinero.
Los restaurantes eran muy pichis y con unas grandes terrazas que si hacía buen tiempo casi que podías organizar una boda en la terraza. En un de ellos nos quedamos y como siempre tuvimos la discusión de la hora de las comidas, esta vez fue por el brunch, quedaba aún media hora para que se acabase, pero como son tan cuadriculados, la camarera nos dijo que no nos daba tiempo y que pidiésemos de carta, al igual que son super eficientes con los horarios, por ejemplo en el transporte, en la hostelería era una desventaja, no se adaptaban a nada. Olga y yo hicimos la promesa de que el domingo no se nos iba a escapar el brunch. El sitio donde almorzamos fue el Frokosttallerken. De estilo italiano y regentado por una familia, se encuentra en Pile Alle 12.
La idea de ir por este barrio era ir andando dando un paseo para luego llegar hasta la fábrica de la famosa cerveza Carlsberg, ubicaba en Valby, pero por el camino nos íbamos a ir encontrando muchas sorpresas. La primera fue visitar los bonitos jardines de Frederiksberg Have, antes de entrar había mucho garito tipo alemán donde los daneses se estaban ya llenando los bollos con más cerveza como de sobremesa, en vez de café. Dentro del parque buscábamos un castillo que venía en la guía. Nos costó un rato encontrarlo porque sólo veíamos un edificio así con una cúpula pero pequeñito, le preguntamos a una mujer que donde estaba el castillo y nos dijo que era ese, vaya decepción de Frederiksberg SlotKirke, resulta que es un mini castillo-iglesia que era super cutre, el de Belmonte es un castillo y no eso. Pero al lado del Frederiksberg Slot se encuentra el Zoo de Copenhague, el Zoologisk Have. En la entrada hay una gran torre y a Olga le hubiese gustado pasar, pero al final no lo hicimos, la entrada eran como 23 euros y para 2 horas no merecía la pena, seguiríamos el camino hacía Carlsberg.
Enfrente del Zoológico hay otro parque muy chulo, el Sondermarken donde hay una fuente muy bonita y un museo con una cúpula de cristal dedicado al vidrio, allí nos sentamos un rato a descansar, a hacer unas fotos y a fumarnos un cigarro, se respiraba mucha tranquilidad en el ambiente. Tras el merecido descanso, desfilando por Ny Carlsberg Vej se accede al barrio de Valby, que es como he dicho antes el barrio donde está la industria más famosa de Copenhague, la Carlsberg. Es una paseo grande y está bastante lejos, si nos vas adrede a esto no se llega nunca allí. Por fin llegamos a la obra del señor J.C. Jacobsen, que se llama Carlsberg porque significa Colina de Carl en homenaje a su hijo Carl Jacobsen y la colina de Valby. Este es el centro de investigación y también está la marca de cervezas danesas Tuborg. Es una obra tan grande que además de la producción de cerveza se dedica parte de los beneficios al mecenazgo, como así lo atestigua su museo en la ciudad, la fuente que donó en el Kastellet y el patrocinio de equipos de fútbol de élite como el Liverpool y el Copenhague FC. Su biografía en la wikipedia la pongo en el siguiente enlace J.C. Jacobsen.
Llegamos al filo de que cerraran el museo, que como siempre y como son tan cuadrículas pues lo cerraron y no lo vimos, pero eso nos daba un poco igual, queríamos beber cerveza y para eso sí que nos dejaron el patio al exterior y una vez que se cerraba nos dejaban subir a la primera planta a tomar más cervezas. En la planta se ubicaban grandes cubas de cerveza con sus experimentos en busca de nuevos sabores. Pudimos hacer la prueba de los olores a partir de distintos fermentos, había diferentes olores de melocotón, tabaco, fresa, cenizas, etc... Todo un mundo de sensaciones. Mientras te bebías tus cervezas podías jugar gratis al futbolín, eso sí que era una buena idea. Merece la pena la visita al sitio, pero está muy lejos, tienes que tener mucho tiempo en Copenhague para hacer esa excursión.
Como ya nos echaban del todo pues nos fuimos a dar una vuelta por el barrio de Valby, con nuestro mapa del hotel, el objetivo era llegar a la estación de Enghave para ir de nuevo al centro. En Valby no había nada destacable, muchos edificios de pisos de gente de clase media-baja y andábamos un poco perdidos, tuvimos que preguntar y ya nos indicaron el camino a la estación, cerca de Enghave sí que hay un sitio muy interesante, la sala Store Vega donde la noche pasada habían tocado los Hot Chips con el correspondiente sold out en el cartel, es increíble los llenazos en los conciertos de Copenhague. Desde Enghave, que no era el metro sino el tren, fuimos a Vesterport para dar otra vuelta por el centro.
Al lado de la estación de Vesterport se ubica el Planetario de Kobenhavn, que allí se llama el Tycho Brahe Planetarium que también es un cine, pasamos un ratillo porque andábamos un poco aburridos y dijimos pues vamos a ver un rato el edificio y el barrio que está alrededor de la calle Vesterbrogade. Seguro que hay alguna cosa interesante y vaya que sí encontramos algo. Muy cerca está uno de los teatros más bonitos de la ciudad en una calle que el propio edificio del teatro la cierra, el Det Ny Teater donde estaban representando Mary Poppins, te quedas un poco alucinado con el edificio que cierra la calle, ahora en las fotos más abajo lo veréis. Y luego detrás del Tívoli, que Olga miraba embobada a la gente subida en las atracciones más altas, está el museo que fundó el hijo de J.C. Jacobsen, el Ny Carlsberg Glyptoteket, una gran pinacoteca de las mejores de Europa, pero ya sabéis mi alergia a los museos clásicos. Eso sí, la arquitectura del edificio es impresionante. Al menos merece darse una vuelta.
Ya estábamos muy cansados de dar vueltas ese día, se nos hizo bastante largo, así que desde Kobenhavn Central que había mucha animación ese día por ser sábado nos sentamos a tomar algo y después cogimos el tren hasta Norreport y desde ahí el metro a Kongens Nytorv porque no queríamos andar más. Teníamos que descansar un poco para la juerga del sábado noche. Para ir a cenar aprovechamos la idea de los patios interiores que habíamos visto dos días antes y fuimos a un italiano que tenía buena pinta, la La Vecchia Signora, el nombre con que se denomina al equipo italiano de la Juventus de Turín y se encuentra en Grønnegade 12. Este fue el sitio donde mejor nos atendieron, un sitio pequeñito, con los camareros muy atentos, yo creo que estaban tan al loro porque en la mesa de al lado había un italiano con pinta de mafioso que para mí era el dueño del local, todo un personaje. Otra cosa que me sorprendió de Copenhague es la cantidad de italianos que la visitan o viven allí, todavía no he encontrado la explicación a eso.
Después de nuestra cena italiana a la luz de las velas pues íbamos de nuevo a por los copazos de la noche, aquí es cuando vino el desastre. Esta vez salimos por la zona central de Stroget y la zona universitaria. Cerca de Gammeltorv en Stroget pasamos a un bar con música en directo, la media de edad era mayor que la nuestra pero el sitio estaba animado, así que inocentemente por nuestra parte ahí nos quedamos. Pero yo no se que pasa los sábados en esta ciudad que la gente está muy loca, un inmigrante que yo creo que era albanés lo echaron a empujones del bar por borracho, no hacía más que liarla, no contento con ello, volvía al bar. Al lado de Olga había un viejo sólo, con una chuza de las buenas, yo me di cuenta y le cambié de lado a Olga pero el tío no contento con eso se cambió de tal manera que luego le tocó el culo a Olga, como no la quería tener pues nos apartamos del sitio y al terminar nuestra copa nos fuimos. Al salir del bar había un jaleo y unas borracheras que no te puedes imaginar un lunes. No era el rollo Reykjavik, aquí la gente no se comportaba y los sitios donde nos asomábamos eran de tecno basura, lo que es en España la pachanga y el horterismo, allí lo sustituyen por música electrónica malísima, pero ves las mismas pintas de malotes daneses y jennis un pelín más refinadas que las españolas.
Tuve que sacar mi guía de garitos para mirar donde meternos y vi que había uno cerca que se llama The Rock. Mi intuición con el nombre aquí me falló, quien se iba a imaginar que tras pagar las 60 coronas por la entrada y bajar las escaleras al sótano te ibas a encontrar una pleyade de seguidoras de las hijas de Zapatero y a unos heavies arcaicos que hacía tiempo no veía. El sitio era muy grande y estaba bien montado, con un escenario donde yo decía, que no salga un grupo ahora a tocar que fijo que me la lían. Pues mis rezos no valieron para nada, salió un grupo de metal a tocar bien fuerte, Olga lo flipaba y me preguntaba, pero donde me has traído. Le dije, mira, nos tomamos algo y después nos vamos, ya que hemos pagado la entrada. El concierto resultó un tostón, ni yo aguanto esa música, pero luego había una terraza que no estaba mal para fumar y estabas rodeado de unas pintas muy raras, que molaban, mucho más que las de los malotes daneses y las jennies refinadas.
Tras nuestro paso por el Averno seguía buscando garitos de la guía que llevaba pero al final después de tanto fracaso me dí por vencido. Lo mejor era acudir a la zona donde está nuestro mítico The Moose a rascar a ver si por allí había algo. Hubo suerte, porque al lado está el Charlie's, una cervecería algo más tranquila donde por lo menos la gente ni vomitaba y estaba algo más civilizada. Allí hicimos nuestro último brindis de la jornada. Mi decepción fue bastante con la movida danesa ese sábado, porque una cosa es salir a disfrutar y pasarlo bien como el día anterior en Norrebrogade y otra era buscarte problemas. En eso los daneses son muy diferentes a sus vecinos nórdicos de Islandia y Finlandia. Lo mejor era irse a dormir, nos habíamos dado una gran paliza, era tarde y al día siguiente habíamos prometido ir al brunch y sobre la marcha inventamos ir a Lyngby, un pueblo al lado de Copenhague que resultó ser una agradable sorpresa.
Pille Alle. Restaurante Frokosttallerken donde comimos.
Falkoner Alle.
Frederiksberg Have.
Frederiksberg Slotkirke.
Zoologisk Have.
Sondermarken.
Museo Carlsberg.
Entrada a la fábrica de Carlsberg.
Museo Carlsberg. Centro de visitantes.
Planetario de Copenhague.
Det Ny Teater.
Vesterbrogade. Café Obelix.
Kobenhavn Central Station.
Ny Carlsberg Glyptoteket.
The Rock. Concierto de Snakebite (Bocado de Serpiente).
Charlie's Bar.
Un brindis final con Olga desde el museo Carlsberg.
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