El sábado 28 de Agosto nos levantamos más tarde a consecuencia de nuestra juerga nocturna de la noche anterior por Norreport. Hacía otro día con frío pero despejado y con sol, así que podríamos pasear tranquilamente por uno de los barrios de Kobenhavn que los turistas nunca van a visitar, es Frederiksberg. Tenía muchas expectativas de que este sería el gran día de la juerga en Copenhague, luego resultó ser el día más decepcionante del viaje, aunque hicimos muchas cosas y lo pasamos bien.
De nuevo nos dirigimos a la parada de metro de Kongens Nytorv y daba igual coger la línea M1 o M2 porque eran comunes para la parada de Frederiksberg. Este es un barrio residencial de Copenhague que como he dicho anteriormente no recibe apenas turistas, los habitantes del lugar viven su tranquila vida escandinava en el barrio, alrededor de las dos calles principales de este, Falkoner Alle y Pile Alle. En Falkoner Alle lo único turístico que te encuentras es un hotel Radisson, típico hotel económico a las afueras de la ciudad. El barrio estaba compuesto principalmente por casas, con sus jardines, la gente iba paseando en caballo y se veía que era un sitio de gente con dinero.
Los restaurantes eran muy pichis y con unas grandes terrazas que si hacía buen tiempo casi que podías organizar una boda en la terraza. En un de ellos nos quedamos y como siempre tuvimos la discusión de la hora de las comidas, esta vez fue por el brunch, quedaba aún media hora para que se acabase, pero como son tan cuadriculados, la camarera nos dijo que no nos daba tiempo y que pidiésemos de carta, al igual que son super eficientes con los horarios, por ejemplo en el transporte, en la hostelería era una desventaja, no se adaptaban a nada. Olga y yo hicimos la promesa de que el domingo no se nos iba a escapar el brunch. El sitio donde almorzamos fue el Frokosttallerken. De estilo italiano y regentado por una familia, se encuentra en Pile Alle 12.
La idea de ir por este barrio era ir andando dando un paseo para luego llegar hasta la fábrica de la famosa cerveza Carlsberg, ubicaba en Valby, pero por el camino nos íbamos a ir encontrando muchas sorpresas. La primera fue visitar los bonitos jardines de Frederiksberg Have, antes de entrar había mucho garito tipo alemán donde los daneses se estaban ya llenando los bollos con más cerveza como de sobremesa, en vez de café. Dentro del parque buscábamos un castillo que venía en la guía. Nos costó un rato encontrarlo porque sólo veíamos un edificio así con una cúpula pero pequeñito, le preguntamos a una mujer que donde estaba el castillo y nos dijo que era ese, vaya decepción de Frederiksberg SlotKirke, resulta que es un mini castillo-iglesia que era super cutre, el de Belmonte es un castillo y no eso. Pero al lado del Frederiksberg Slot se encuentra el Zoo de Copenhague, el Zoologisk Have. En la entrada hay una gran torre y a Olga le hubiese gustado pasar, pero al final no lo hicimos, la entrada eran como 23 euros y para 2 horas no merecía la pena, seguiríamos el camino hacía Carlsberg.
Enfrente del Zoológico hay otro parque muy chulo, el Sondermarken donde hay una fuente muy bonita y un museo con una cúpula de cristal dedicado al vidrio, allí nos sentamos un rato a descansar, a hacer unas fotos y a fumarnos un cigarro, se respiraba mucha tranquilidad en el ambiente. Tras el merecido descanso, desfilando por Ny Carlsberg Vej se accede al barrio de Valby, que es como he dicho antes el barrio donde está la industria más famosa de Copenhague, la Carlsberg. Es una paseo grande y está bastante lejos, si nos vas adrede a esto no se llega nunca allí. Por fin llegamos a la obra del señor J.C. Jacobsen, que se llama Carlsberg porque significa Colina de Carl en homenaje a su hijo Carl Jacobsen y la colina de Valby. Este es el centro de investigación y también está la marca de cervezas danesas Tuborg. Es una obra tan grande que además de la producción de cerveza se dedica parte de los beneficios al mecenazgo, como así lo atestigua su museo en la ciudad, la fuente que donó en el Kastellet y el patrocinio de equipos de fútbol de élite como el Liverpool y el Copenhague FC. Su biografía en la wikipedia la pongo en el siguiente enlace J.C. Jacobsen.
Llegamos al filo de que cerraran el museo, que como siempre y como son tan cuadrículas pues lo cerraron y no lo vimos, pero eso nos daba un poco igual, queríamos beber cerveza y para eso sí que nos dejaron el patio al exterior y una vez que se cerraba nos dejaban subir a la primera planta a tomar más cervezas. En la planta se ubicaban grandes cubas de cerveza con sus experimentos en busca de nuevos sabores. Pudimos hacer la prueba de los olores a partir de distintos fermentos, había diferentes olores de melocotón, tabaco, fresa, cenizas, etc... Todo un mundo de sensaciones. Mientras te bebías tus cervezas podías jugar gratis al futbolín, eso sí que era una buena idea. Merece la pena la visita al sitio, pero está muy lejos, tienes que tener mucho tiempo en Copenhague para hacer esa excursión.
Como ya nos echaban del todo pues nos fuimos a dar una vuelta por el barrio de Valby, con nuestro mapa del hotel, el objetivo era llegar a la estación de Enghave para ir de nuevo al centro. En Valby no había nada destacable, muchos edificios de pisos de gente de clase media-baja y andábamos un poco perdidos, tuvimos que preguntar y ya nos indicaron el camino a la estación, cerca de Enghave sí que hay un sitio muy interesante, la sala Store Vega donde la noche pasada habían tocado los Hot Chips con el correspondiente sold out en el cartel, es increíble los llenazos en los conciertos de Copenhague. Desde Enghave, que no era el metro sino el tren, fuimos a Vesterport para dar otra vuelta por el centro.
Al lado de la estación de Vesterport se ubica el Planetario de Kobenhavn, que allí se llama el Tycho Brahe Planetarium que también es un cine, pasamos un ratillo porque andábamos un poco aburridos y dijimos pues vamos a ver un rato el edificio y el barrio que está alrededor de la calle Vesterbrogade. Seguro que hay alguna cosa interesante y vaya que sí encontramos algo. Muy cerca está uno de los teatros más bonitos de la ciudad en una calle que el propio edificio del teatro la cierra, el Det Ny Teater donde estaban representando Mary Poppins, te quedas un poco alucinado con el edificio que cierra la calle, ahora en las fotos más abajo lo veréis. Y luego detrás del Tívoli, que Olga miraba embobada a la gente subida en las atracciones más altas, está el museo que fundó el hijo de J.C. Jacobsen, el Ny Carlsberg Glyptoteket, una gran pinacoteca de las mejores de Europa, pero ya sabéis mi alergia a los museos clásicos. Eso sí, la arquitectura del edificio es impresionante. Al menos merece darse una vuelta.
Ya estábamos muy cansados de dar vueltas ese día, se nos hizo bastante largo, así que desde Kobenhavn Central que había mucha animación ese día por ser sábado nos sentamos a tomar algo y después cogimos el tren hasta Norreport y desde ahí el metro a Kongens Nytorv porque no queríamos andar más. Teníamos que descansar un poco para la juerga del sábado noche. Para ir a cenar aprovechamos la idea de los patios interiores que habíamos visto dos días antes y fuimos a un italiano que tenía buena pinta, la La Vecchia Signora, el nombre con que se denomina al equipo italiano de la Juventus de Turín y se encuentra en Grønnegade 12. Este fue el sitio donde mejor nos atendieron, un sitio pequeñito, con los camareros muy atentos, yo creo que estaban tan al loro porque en la mesa de al lado había un italiano con pinta de mafioso que para mí era el dueño del local, todo un personaje. Otra cosa que me sorprendió de Copenhague es la cantidad de italianos que la visitan o viven allí, todavía no he encontrado la explicación a eso.
Después de nuestra cena italiana a la luz de las velas pues íbamos de nuevo a por los copazos de la noche, aquí es cuando vino el desastre. Esta vez salimos por la zona central de Stroget y la zona universitaria. Cerca de Gammeltorv en Stroget pasamos a un bar con música en directo, la media de edad era mayor que la nuestra pero el sitio estaba animado, así que inocentemente por nuestra parte ahí nos quedamos. Pero yo no se que pasa los sábados en esta ciudad que la gente está muy loca, un inmigrante que yo creo que era albanés lo echaron a empujones del bar por borracho, no hacía más que liarla, no contento con ello, volvía al bar. Al lado de Olga había un viejo sólo, con una chuza de las buenas, yo me di cuenta y le cambié de lado a Olga pero el tío no contento con eso se cambió de tal manera que luego le tocó el culo a Olga, como no la quería tener pues nos apartamos del sitio y al terminar nuestra copa nos fuimos. Al salir del bar había un jaleo y unas borracheras que no te puedes imaginar un lunes. No era el rollo Reykjavik, aquí la gente no se comportaba y los sitios donde nos asomábamos eran de tecno basura, lo que es en España la pachanga y el horterismo, allí lo sustituyen por música electrónica malísima, pero ves las mismas pintas de malotes daneses y jennis un pelín más refinadas que las españolas.
Tuve que sacar mi guía de garitos para mirar donde meternos y vi que había uno cerca que se llama The Rock. Mi intuición con el nombre aquí me falló, quien se iba a imaginar que tras pagar las 60 coronas por la entrada y bajar las escaleras al sótano te ibas a encontrar una pleyade de seguidoras de las hijas de Zapatero y a unos heavies arcaicos que hacía tiempo no veía. El sitio era muy grande y estaba bien montado, con un escenario donde yo decía, que no salga un grupo ahora a tocar que fijo que me la lían. Pues mis rezos no valieron para nada, salió un grupo de metal a tocar bien fuerte, Olga lo flipaba y me preguntaba, pero donde me has traído. Le dije, mira, nos tomamos algo y después nos vamos, ya que hemos pagado la entrada. El concierto resultó un tostón, ni yo aguanto esa música, pero luego había una terraza que no estaba mal para fumar y estabas rodeado de unas pintas muy raras, que molaban, mucho más que las de los malotes daneses y las jennies refinadas.
Tras nuestro paso por el Averno seguía buscando garitos de la guía que llevaba pero al final después de tanto fracaso me dí por vencido. Lo mejor era acudir a la zona donde está nuestro mítico The Moose a rascar a ver si por allí había algo. Hubo suerte, porque al lado está el Charlie's, una cervecería algo más tranquila donde por lo menos la gente ni vomitaba y estaba algo más civilizada. Allí hicimos nuestro último brindis de la jornada. Mi decepción fue bastante con la movida danesa ese sábado, porque una cosa es salir a disfrutar y pasarlo bien como el día anterior en Norrebrogade y otra era buscarte problemas. En eso los daneses son muy diferentes a sus vecinos nórdicos de Islandia y Finlandia. Lo mejor era irse a dormir, nos habíamos dado una gran paliza, era tarde y al día siguiente habíamos prometido ir al brunch y sobre la marcha inventamos ir a Lyngby, un pueblo al lado de Copenhague que resultó ser una agradable sorpresa.
Pille Alle. Restaurante Frokosttallerken donde comimos.
Falkoner Alle.
Frederiksberg Have.
Frederiksberg Slotkirke.
Zoologisk Have.
Sondermarken.
Museo Carlsberg.
Entrada a la fábrica de Carlsberg.
Museo Carlsberg. Centro de visitantes.
Planetario de Copenhague.
Det Ny Teater.
Vesterbrogade. Café Obelix.
Kobenhavn Central Station.
Ny Carlsberg Glyptoteket.
The Rock. Concierto de Snakebite (Bocado de Serpiente).
Charlie's Bar.
Un brindis final con Olga desde el museo Carlsberg.
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