El lunes 30 de Agosto era nuestro último día completo en nuestras vacaciones danesas. Como no nos habíamos acostado muy tarde el día anterior no nos costó mucho levantarnos, los peores días de la semana para una juerga en Kobenhavn son los domingos y los lunes por la noche, no hay apenas gente por la calle y no hay ambiente nocturno ninguno, se toman muy en serio cuando tienen que ir a trabajar. También nos habíamos dado cuenta en nuestros múltiples paseos por la calle Stroget que los comercios casi todo el rato estaban cerrados, con el horario comercial son muy estrictos y era un horario bastante raro, una tienda de ropa, por ejemplo, situada en pleno centro en Stroget tenía como horario abierto al público de 11 am a 6:00 pm, un horario bastante cómodo para los trabajadores, nada que ver con un Zara en la Gran Vía que está abierto a las 10 am y hasta las 9:30 pm lo tienes ahí para consumir. No tenían que madrugar y luego muy temprano tenían la tarde libre. Las tiendas que más tarde estaban abiertas en Copenhague eran los Seven Eleven, porque allí el concepto de chino debajo de tu casa no existe.
Así que este día lo íbamos a dedicar a las compras, no teníamos nada más que ver y por fin veríamos las tiendas abiertas, a ver si caía algo. Hicimos muy bien además porque si llegamos a hacer una excursión se hubiese fastidiado a causa de las tormentas que cayeron ese día. Nuevamente desfilamos por nuestra calle Bredgade para llegar a Kongens Nytorv, el día estaba muy nublado, como un día otoñal de Octubre en España, se nota que a finales de Agosto en Copenhague ya no es verano. La primera parada la hicimos en los famosos almacenes Magasin du Nord, una especie de Corte Inglés pero en nórdico y mucho más pijo, como si todo fuera un Club Gourmet. Situado al lado de la boca del metro, vimos en la puerta su horario y que ellos cerraban un poco más tarde, hasta las 7:00 pm podríamos pasar por allí, así que sólo fuimos al supermercado para ver que cosas vendían. El sitio merece la visita, ya sólo por ver el edificio y el supermercado que vendían todo tipo de delicias, nosotros no nos pudimos escapar sin comprar las típicas cajas de galletas danesas para regalos entre los familiares. También pasamos por la zona de juguetería y allí encontré lo que años andaba buscando, un cerdito volador, antes tenía uno pero unos ladrones que entraron a mi casa me lo rompieron porque creían que era una hucha. Después de salir de los almacenes Magasin, nos fuimos directamente a Stroget y al lado de la tienda del libro Guinness de los records hay bastantes tiendas de recuerdos de Copenhague. En estas tiendas aprovechamos bastante bien porque yo me agencié una bandera del país, un tiovivo de madera con música y alguna sirenita de Copenhague para regalar, Olga también aprovechó para comprar algún recuerdo.
Como yo llevaba bastantes bultos nada más salir del hotel, pensé en volver para dejarlos allí, total, estábamos cerca y era un poco molesto ir a cuestas con las compras durante la jornada dedicada al consumo. Así que le dije a Olga que me diese lo suyo, que ella fuese a mirar más cosas y yo volvía en 15 minutos. Fue una decisión acertada porque ya me quité las bolsas que llevaba y en el hotel cogí un paraguas porque me temía que el tiempo nos jugaría una mala pasada. En la tienda de H&M de Stroget recogí de nuevo a Olga para seguir la jornada, ya a la vuelta del hotel cayó el primer chaparrón y tuvimos que esperar un rato. Por la calle Kronprinsensgade vimos varias tiendas de ropa así un poco más alternativa a unos precios bastante altos.
Nuestra jornada iba a ser una contrarreloj porque no nos cerrasen los comercios, pero nos lo íbamos a tomar con filosofía y haríamos lo que nos diese tiempo, por supuesto paramos a comer aunque a esas horas no cierran los comercios, yendo por estas tiendas de ropa de Kronprinsensgade, encontramos un sitio que nos convenció bastante, tenía pinta de antiguo y hasta su propio nombre te daba alguna pista, era el Café Sommersko 1976, que luego no resultó ser tan especial, yo comí una hamburguesa y eran un poco tardones, en ningún sitio se ganaban la propina, estaba muy cerca de nuestro garito favorito de las noches, el The Moose.
Para nuestra siguiente parada consumista antes tengo que explicar una cosa. Una de las noches que íbamos buscando garitos para tomar algo, llegamos a la calle Kompagnistræde, una calle que está muy cerca del canal que hay enfrente de la calle Stroget, íbamos a ciegas a ver que encontrábamos y nos topamos con dos sorpresas, la primera fue una tienda muy friki, Planet Kobenhavn, donde vendían hasta tu propio bibliotecario en muñeco y sus estanterías para ordenar los libros, como era de noche y estaba cerrada pues dijimos que otro día volveríamos. Esa noche, que no recuerdo que noche fue de nuestro viaje, paramos en la segunda sorpresa, un garito que se llama La Fontaine, un bar de jazz donde lo pasamos muy bien tomando una pinta y viendo una actuación en directo, pero no recuerdo que noche exacta pasamos por allí. Eso sí, el día en que volveríamos a Planet Kobenhavn había llegado y la tienda fue todo un éxito para nuestras compras. Allí me compré un paraguas en forma de botella y un cartel metálico de estilo pop, como la publicidad de los años 60's, muy al estilo de Mad Men. Olga compró de hecho el mismo cartel para su hermano y me hubiese llevado más cosas, pero era un poco carita la tienda.
Al salir de la tienda tuvimos nuestro segundo chaparrón, así que pude enseguida estrenar mi nuevo paraguas, el que llevaba se lo dí a Olga y yo saqué mi botella 0% alcohol para resguardarnos del agua. Nos dirigimos hacía la plaza del Ayuntamiento Rådhuspladsen para pasar a la zona de Universidad de Copenhague, que ya había echado el ojo a alguna tienda de discos que había por allí. En la calle Vestergade pasé a una franquicia danesa de vinilos que se llama Accord, dos plantas dedicadas a la música que es una maravilla para los melómanos, sobre todo, si quieres encontrar alguna rareza, tenían música nórdica de sagas de las Islas Feroe, eso sí, de música actual andaban muy cortitos, a Olga le hice estar un buen rato allí en la primera planta con mi bolso, para ir a la segunda planta que es donde estaban los vinilos no podías pasar con nada.
Tras mi frikada con los discos que no compré nada porque no me convencía, volvimos a la calle Stroget y pasamos por diferentes tiendas viendo lo que había, tenemos algunas fotos en las tiendas de juguetes, con los Legos y muchos juegos, era otra cosa que nos pareció muy curiosa, había muchas tiendas de juguetes para los niños, en una de ellas, Olga me compró una figurita que aún guardo en el piso de un pitufo gruñón. Durante este paseo por la calle comercial nos cayó la tormenta más fuerte, ya ni siquiera valían los paraguas porque caía agua en abundancia y muy fuerte, las hordas de turistas, muchos procedentes del Tívoli se apiñaban en las tiendas de recuerdos para resguardarse de la lluvia, era muy fácil identificarlos, llevaban chubasquero, pantalones cortos y cámara de fotos, un monumento dedicado al horterismo.
Cuando cesó el gran chaparrón ya era un poco tarde y ya se iban cerrando tiendas, pero todavía nos quedaba abierta alguna franquicia y los grandes almacenes. En la zona de Amagertorv había abierta una franquicia parecida a Tiger donde vendían un montón de cosas para el hogar, Olga se compró alguna cosilla y yo compré los típicos vasos de colores que son de plástico, muy útiles cuando tienes los de cristal sucios y no los quieres fregar jejejee... Enfrente están los almacenes Illum, que tenía un espacio dedicado al diseño escandinavo, un pequeño mundo en miniatura al lado del Design District que vimos el año anterior en Helsinki, al igual que Magasin, merece la pena la visita, no para comprar que es bastante caro, sino por el edificio y por ver cosas diferentes. Yo ya estaba en poco cansado del día de compras, enseguida me harto cuando se trata de este tema, pero Olga quería pasar de nuevo por Magasin du Nord y aunque un poco fastidiado lo hice, tenía razón, ella había estado esperándome en la tienda de discos un buen rato. Hizo sus últimas compras, que vimos que una camisa o un jersey te sacaban la friolera de 150 euros sin despeinarse, el nivel de vida allí es muy alto.
Tras descansar un ratito en el hotel y dejar nuestras últimas compras pensamos el plan para por la noche y era ir a cenar a The Krogs, un restaurante de pescado cerca de Amagertorv bastante famosillo, pero al final cambiamos de sitio porque era muy caro y tampoco es que ofrecieran gran variedad de cosas, a lo mejor te sacaban por cenar 70 euros por cabeza y era un plato, bebida y postre. Recordamos de nuestros múltiples paseos para ver si el JazzHouse estaba abierto, que muy cerca había una bonita plaza con muchos restaurantes, allí podríamos probar algún sitio para cenar algo y hubo suerte, en la plaza de Gråbrødretorv cenamos en el bonito restaurante Peder Oxe, un sitio muy romántico con muchas velas, de hecho estaba demasiado oscuro.
Allí nos comimos una cacerola gigante de mejillones y una degustación de postres, recuerdo que en el sitio había parejas italianas, algo que nunca pensé de Dinamarca, me hacía pensar que porque se rodó la película Italiano para principiantes, una producción danesa donde los nórdicos aprendían italiano, un relato entretenido. Otro aspecto del restaurante que me gustó mucho es que las camareras eran muy guapas, yo decía, si esto no es el cielo, tiene que ser muy parecido, al igual que en Malmö en el café donde merendamos, tengo una debilidad por las chicas de piel clara, son muy guapas y estas camareras además eran muy amables, muy al contrario que en sitios anteriores que casi te hacían un favor porque fueras su cliente.
La noche iba a terminar en el famoso The Dubliner, cerrábamos el círculo en el garito donde habíamos estado nuestra primera noche en Kobenhavn, había bastante menos ambiente que el primer día y ni siquiera había actuación en directo. Brindamos por un gran viaje donde lo habíamos pasado muy bien, estábamos casi solos en el bar y ya nos fuimos, tampoco queríamos molestar porque ya tenían ganas de cerrar, para el hotel sin antes no dar una vuelta para despedirnos de nuestro famoso Nyhavn. En nuestra última noche no pudimos ver la luna danesa porque estaba muy nublado, como si nos indicase la ciudad que el viaje fue bonito mientras duró, pero que ahora era hora de partir de nuevo a casa. Mañana 31 de Agosto íbamos a cerrar el mes volviendo a Madrid para asarnos en el verano madrileño.
Almacenes Magasin du Nord.
Tienda Guinnes de los Records. Olga al lado del hombre más alto del mundo.
Cafe Sommersko.
Cartel metálico que me compré en Planet Kobenhavn.
Paraguas botella de Planet Kobenhavn.
Stroget. Juguetes Lego.
Almacenes Illum.
Gråbrødretorv. No hay casi iluminación eléctrica en las calles de Copenhague.
Restaurante Peder Oxe.
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