Antes de dejar atrás este maravilloso
país, quisimos exprimir al máximo las riquezas visuales que sus
ciudades nos regalaban. Dado que la conexión con Londres es muy
buena, decidimos visitar Verona como destino final de nuestra luna de
miel. No puedo decir que fuera el mejor acierto de nuestro
itinerario, pero para un par de días de transición no fue mala
decisión. Cierto es que Verona se sobrevolara a sí misma y se
muestra arrogante ante la belleza de sus vecinas del sur. La primera
decepción fue al comprobar los precios de los alojamientos. Mientras
en Venecia puede tener cierto sentido, en el caso de Verona es una
auténtica locura (o timo). Muy complicado encontrar algo céntrico
por menos de 60 euros la noche y para algo 'decente' id preparando
100. Nuestra opción fue un hotel normalito (hotel Piccolo) a escasos
20 minutos andando del centro histórico. Nuestro primer destino fue
el rio, concretamente el Puente de Castelvecchio. Desde aquí
tendréis unas impresionantes vistas de las dos orillas de la ciudad
en un entorno medieval en el que apetece ser el protagonista de un
viaje en el tiempo. Sitio obligado para tomar instantáneas y para
visitar el museo si se va con tiempo. Como no era nuestro caso, nos
encaminamos hacia la Arena de Verona, otro increíble coliseo, mucho
peor conservado que el de Roma aunque más 'autentico'. Un pequeño
capricho debe ser presenciar alguna ópera del ciclo que preparan en
verano. No es fácil encontrar localidades y hay que hacerlo por
adelantado. Como no teníamos ni idea de esto cuando planeamos la
escapada, nos quedamos sin opera aunque decidimos pagar por ver el
interior. Gran error porque en este caso no hay mucho que ver nada
mas que tribunas y algún vestigio del anfiteatro original. Además
gran parte del monumento estaba acondicionado para la opera nocturna
y esto le hacia perder mucho glamour.
La plaza que rodea la arena es
un centro neurálgico para la 'nobleza' veronesa y bien puede valer
la pena tomarse un Aperol en las terrazas que abarrotan los aledaños.
De nuevo no penséis que aquí será nada barato.Tras el reposo y la
copa, nos desplazamos más hacia el norte para encontrarnos con la
turística Piaza delle Erbe. Muy bulliciosa y con actividades en
directo nos encantó y decidimos comer en los restaurantes de la
plaza. Todos tienen cartas parecidas, pero nos decantamos por una
recomendación, la Osteria al Canton. Pasta y pizza, menú correcto y
buen servicio. En frente hay otro establecimiento también
recomendado por una amiga local, el restaurante Maffei. Tenía muy
buena pinta y se veía lujoso. Ya era tarde para cambiar de opinión
así que no os puedo dar más pistas. Tras comer un helado en la
heladería Pretto, nos perdimos en los callejones del casco viejo
para, como no, ver la casa de los veroneses más internacionales:
Romeo y Julieta. Sitios turísticos sin más encanto que la típica
foto en el balcón de Julieta. Más dinero para una cosa que no nos
aportaba nada, así que lo obviamos.
Todo el glamour de los
callejones ancestrales se pierde en esta zona, repleta de tiendas
globales, tipo Benetton, Zara, HM y demás basura. Muy evitable,
aunque siempre cae alguna visita a estos lugares (lamentablemente).
Continuando con lo importante, llegamos a la iglesia de Santa Maria
Antica donde se pueden admirar hermosas esculturas funerarias en
honor a la noble familia Scaligere que regento la ciudad en el siglo
XIV. Continuando hacia el norte, se puede visitar la impresionante
catedral de Santa Maria Matricolare. En este caso solo recorrimos el
exterior, sorprendidos por su solemne fachada. Sinceramente ya
andábamos un poco cansados de tanto monumento religioso. Para
culminar el paseo por la ciudad, salimos un par de horas por el otro
lado del rio Adigio cruzando el Ponte Novo hasta la iglesia de Santa
Maria in Organo. Esta zona es menos monumental y viene un poco a
representar lo que es hoy en día Verona: una ciudad rica de Italia
con una historia relevante, pero que ni se acerca en cuanto a encanto
a otras villas del país. Emocionados, exhaustos, encantados y muy
agradecidos, dimos por cerrada esta nueva aventura en el país
etrusco, del que tanto conocemos los españoles pero que no deja de
sorprendernos una vez estamos allí. Ciao Italia!
La arena de Verona
Preparando el escenario para la opera
La calle de las tiendas. Nada de especial
El exterior de anta Maria
Antica
El Puente de Castelvecchio
Viastas desde el puente
La colina de Verona
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