Nuestra despedida de Niza se iba a alargar un poco más el viernes 3 de Agosto porque fuimos a cambiar las zapatillas de Fosi por la mañana antes de sacar el coche del parking y partir hacia Cannes y finalmente pasar la noche en Saint Tropez. Recuerdo que como el tio de la tienda no abria fuimos a la place Rossetti, una bonita plaza del casco antiguo de Niza y desayuné un milk shake de fresa que me sentó divinamente. Tras esperarlo casi 2 horas al pavo de la tienda para abrir al final desistimos y nos fuimos a por el coche para irnos de camino a Cannes, Fosi por desgracia no pudo cambiar sus zapatillas playeras.
No tardamos mucho en llegar a Cannes, una hora y pico, fue un viaje un poco anodino y el caso era llegar lo antes posible a la ciudad para dejar el coche y ver un poco la ciudad. A mi me interesaba especialmente Cannes porque es una de las mecas del cine y además su festival es muy prestigioso en cuanto a que elige películas diferentes para su palmarés, para mi era muy ilusionante dar un paseo en la Croisette, donde tantas estrellas han pisado la alfombra roja del festival de cine de Cannes. A causa de nuestro retraso llegamos un poco tarde a la ciudad y para ir a comer nos fuimos a la parte antigua de Cannes, en concreto a la cuesta de Le Suquet, un camino empinado donde había varios restaurantes de kebaps y comida rápida que nos solucionó la papeleta, un poco frustante ir a Cannes y comer en un sitio de esos pero no había otra alternativa si queriamos dar una vuelta por la ciudad antes de ir a Saint Tropez.
Después con el día de calor que teníamos como unos valientes fuimos por la playa de Cannes y el puerto antes de llegar a la Croisette donde está el Palacio de Cine del Festival, donde se otorga la Palma de Oro. Tras nuestras pertinentes fotos en una sala de exposiciones y hacer un poco el friki el calor nos mataba y paramos a tomar algo en la Farfalla, cuya terraza está enfrente del Palacio del cine, me tomé un martini rosso pero eso sí, con mucho glamour jejejeje.
Continuamos nuestra excursión donde el lujo rebosada atravesando lo que nos faltaba de la Croisette, recuerdo que hablábamos de lo grotesco que íbamos viendo en cuento al lujo de la zona. Queríamos entrar en el casino de Cannes pero no hubo tanta suerte como en Niza y no cumplíamos la etiqueta para acceder al lugar. En la parte que nos faltaba de la Croisette te encontrabas con el gran Hotel Martinez, el Carlton, la playa de Gray d'Albion y un montón de marcas de esas que precisamente no se distinguen por lo económico en sus precios, Yves Saint Laurent, Gucci, Prada, Armani, Carolina Herrera, Calvin Klein. Era como ver la calle Montenapoleone de Milán pero con una playa enfrente, el lujo por el lujo, en nuestras vidas de proletariado nunca podremos permitirnos comprar en estos establecimientos pero me encantaba el ambiente del lugar, era como todo muy perfecto, señoras enjoyadas hasta para ir a la playa, musculitos con polos de Ralph Lauren y gafas de sol Armani y a lo lejos una pantalla te proyectaba a grandes actores, directores y actrices de cine. A mi no me gusta la playa pero me encantaría vivir en Cannes.
De nuevo cogimos el coche para dirigir nuestros pasos hacia Saint Tropez, en concreto esa noche dormiríamos en el Hotel Les Capuchines, en Gassin que es una zona a las afueras de Saint Tropez (a unos 3 km) donde en un bosque rodeados de pinos estaba la urbanización donde se encontraba nuestro apartamento. Si lo que habíamos visto en Cannes era lujo lo de Saint Tropez ya no sabría como definirlo. El hotel era caro pero teníamos nuestra piscina y jacuzzi, la puesta de sol viendo el Mediterráneo desde la terraza del apartamento era impresionante y nos faltaba probar nuestra primera noche en esta pequeña villa de apenas 6500 habitantes durante el año que luego se llenaba de gente rica y famosa durante el verano.
Para allá nos encaminamos con el coche, una más vez quiero agradecerle a Carlitos su conducción esos días porque al ser la villa tan pequeña el tráfico era complicado y recuerdo que incluso para llegar al hotel nos comimos un atasco bastante desagradable que por la pericia conductora del chaval fue más agradable. Tuvimos suerte y pudimos dejar el coche cerca del centro de Saint Tropez, en concreto muy cerquita del famoso hotel Byblos que ahora más adelante hablaremos de él.
Dando nuestra primera vuelta por el pueblo encontramos una plaza muy animada donde la gente cenaba en diferentes restaurantes y todo estaba perfectamente planificado, lugares super cómodos con un servicio muy atento y elegante, una decoración digna de admiración, podías comer sentado, tumbado o como te diese la real gana y a la hora que te apetezca que para eso uno está en Saint Tropez. Eso sí, el coste a pagar por todas aquellas comodidades son 30 euros el menú más la bebida, como cogieses la carta para pedir te podía temblar la cartera a base de bien. Tras nuestra cena en plan turistas y unas fotos muy chulas que sacamos en esa plaza (mira que me fastidia no acordarme del nombre jejejee) Fosi quería que nos acercásemos a ver Les Caves du Roy, una discoteca donde iba gente muy rica e incluso famosos en el verano de la Costa Azul. Para allá nos encaminamos y nos hicimos un pequeño lio porque la discoteca en cuestión está dentro del hotel Byblos y en principio fuimos a la puerta del hotel pero no había manera de pasar a la discoteca ya que no éramos huéspedes de allí. Bajando una calle encontramos la otra entrada a Les Caves du Roy y había una cola infinita para entrar en el sitio en cuestión.
Les Caves du Roy merece una mención aparte porque la entrada es un empedrado lleno de enredaderas muy bonito, en el pasillo central para entrar a un lado hay expositores donde vendían zapatos a modestas cantidades que rondaban los 500 euros y recuerdo ante la insistencia de Fosi, a pesar de la cola, para pasar que me fui a la delantera donde estaba el cordón de seguridad donde te dejaban pasar o no. A mi lado dos mujeres de raza negra, altas, muy parecidas a Naomi Campbell también intentaban entrar y no las dejaban. Ahí me di cuenta de que era prácticamente imposible pasar, dimos media vuelta y nos fuimos para el puerto de Saint Tropez.
El puerto de Saint Tropez fue uno de los puertos más importantes durante los 60 y 70's en cuanto al turismo francés, la presencia de Brigette Bardot durante varios años por allí dieron al lugar un caché muy elevado y hasta allí atracan yates muy lujosos de gente podrida de dinero, hasta jeques árabes atracan allí sus grandes yates. Ahora en el siglo XXI esta villa ya ha pasado la etapa hippie de Brigette Bardot y se hacen fiestas no tan divertidas como las de antaño pero donde no se escatima de nada. De la etapa anterior en el puerto todavía se conserva el mítico Café Senequier, un cafe situado justo enfrente de los yates donde ahora los jóvenes y no tan jóvenes ricos aparcan sus Ferraris y Lamborghinis para subirse a alguna fiesta y bailar los Scissor Sisters. En cualquier guía o incluso poster pop sobre la Costa Azul hay alguna referencia a este Café Senequier.
Podría contar toda la controversia y conversación que originó tal despliegue de opulencia y lujo que teníamos ante nuestros ojos, que si esa gente no tiene amigos de verdad, la injusticia del ser humano, que esas mujeres espectaculares que paseaban eran artificiales, etc... pero desde luego a mí me quedó una cosa clara, hay que ver las dos caras de la moneda, tanto pasear por ese puerto de Saint Tropez como pasar un día por los arrabales de Delhi. La conversación incluso se trasladó hasta Les Capuchines, donde en nuestra terraza nos tomamos un buen copazo a costa de las coca colas del hotel que luego bien nos las colarían. Un buen día como diría J el de Los Planetas donde seguíamos descubriendo muchas cosas de la lujosa Costa Azul. Al día siguiente veríamos como es de día Saint Tropez, no nos decepcionó desde luego.
Discoteca Les Caves du Roy
Palacio de cine del Festival de Cannes.
La prestigiosa Palma de Oro.
Le Suquet.
Homenaje de Cannes al cine.
Puerto de Cannes.
La Croisette.
Cerca del Byblos en Saint Tropez.
Sur le Port. Saint Tropez.
Café Senequier. Saint Tropez.
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