sábado, 22 de agosto de 2009

Saint Tropez Twist (Día 7)

Como dije en el anterior post en nuestro último día en Marsella nos íbamos a poner nuestro traje de turistas para dar una vuelta por la zona del Vieux Port más alejada y poder aprender un poco más de la ciudad marsellesa. Por la mañana nos dimos un paseo por la zona de la Prefectura y fuimos a comer algo, el calor era sofocante y por lo menos acertamos a ver por fuera el museo Cantini y el Palacio de Justicia que como siempre y odio repetirme eran muy bonitas las fachadas pero alrededor todo estaba bastante desastroso, Marsella fue una ciudad que me decepcionó profundamente porque es un sitio con historia, grandes edificios, una ciudad porturiaria que podría ser la exquisitez de la zona sur de Francia y sin embargo es una ciudad desastrosa, sucia y mal cuidada, cosa que me parece una pena. Lo comparaba un poco con la Barcelona pre-olímpica donde muchos barrios estaban muy descuidados y no había inversión en la ciudad y es una lástima porque son sitios con cultura, cuna de grandes artistas y se convierten en ciudades abandonadas a su suerte.

Ya con nuestros estómagos llenos al lado del Palacio de Justicia nos encaminamos a través de la archiconocida Place Thiars a la Quai de Rive en el también archiconocido Vieux Port y al fondo teníamos los monumentos más importantes de Marsella, además siguiendo ese camino se llega a las playas de la ciudad que nunca llegamos a pisarlas. Nos adentramos en el casco histórico de Marsella donde uno se siente como una película francesa de los años 30 ó 40 y que le persigue la mafia marsellesa, primero encuentras unos teatros sin subir cuesta alguna (Theatre Badaboum, Theatre Off y por último el Theatre National de Marseille, La Criee) y luego subiendo por las calles empedradas hay alguna galería de arte y una iglesia que luego descubrí que era la Abadía de San Víctor. Esta primera zona me gustó porque era un pequeño Niza como la zona de Cours Saleya pero un poquito más feo pero aún así encantador.

Siguiendo por la cuesta llegamos hasta el Fuerte de San Nicolás que era una fortaleza que construyó Luis XVI para defenderse de los propios habitantes de Marsella ya que desafiaban el poder real. Cuando estalló la Revolución el pueblo se encargo de que los cañones ya nunca más apuntaran hacia los propios marselleses. El sitio es muy interesante y vistoso porque ya observas los acantilados de la ciudad y estás como en otra ciudad mucho menos bulliciosa y con unas vistas naturales espectaculares. Eso si, te hartas a subir escalones y cuestas empedradas pero la visita al lugar merece la pena. Además después de salir del Fuerte de San Nicolás tienes relativamente cerca los jardines du Pharo donde se encuentra unos de los castillos más bonitos de Marsella, el Club Naútico y el Palacio de Congresos EuroMediterráneos. Cerca de los jardines están las mejores cadenas hoteleras del mundo, pudimos observar un Radisson donde en la azotea se bañaban unos clientes, una zona ya incluso alejada del Vieux Port donde el turismo era de otra calaña.

Con nuestro traje de turista era obvio que por la zona del Chateau (Castillo) nos encontráramos a muchos japoneses haciendo fotos y la verdad es que los jardines nos aliviaron mucho el calor que estaba haciendo ese 7 de Agosto en Marsella. Al otro lado del puerto se veía el fuerte de San Juan y la catedral de Marsella, que es un monumento grandioso y muy interesante pero para ir al otro lado teníamos que dar una vuelta impresionante y tras lo del Fuerte de San Nicolás, más la Abadía de San Víctor y los jardines du Pharo era suficiente por esa tarde. Tranquilamente nos sentamos a tomar una cerveza en los jardines y al fondo veíamos los barquitos del Vieux Port y la Catedral, una joya arquitectónica sin lugar a dudas.

Sin tener mucho respeto por nuestra vida bajamos de los jardines a una de las carreteras de entrada a Marsella cerca del Fuerte de San Nicolás para encaminar así nuestros pasos hacia el metro en Vieux Port y así poder llegar al metro Perier y poder arreglarnos en el hotel un poco antes de salir a cenar por última vez en la ciudad. Como era temprano aún para ir a Perier en el Vieux Port fuimos a dar una vuelta para encontrar algún sitio y tomar algo que la sed era tremenda. Allí encontramos el peor bar del mundo donde he estado jejejejeje. La camarera era una mujer mayor, delgada, rubia teñida que sino recuerdo mal llevaba pantalones de trigresa, en las mesas estaba una mujer anciana que supusimos que era su madre con una pinta que la España Cañí es poco para lo que era esta mujer, con moño incluido, otra mujer mayor fumando un porro. Había un ciego medio borracho con un perro y la decoración del bar era kitsch a más no poder, con posters de los 70's y las paredes rosas. Yo le decía a Fosi que era un bar surrealista y porque David Lynch no sabía de su existencia que sino lo ponía como escenario en alguna película suya. Me tomé mi martini rosso y con mi poco francés intenté comprender lo que nos decía nuestra amiga la camarera pero ni jota acerté a saber lo que nos quería contar. Antes de ir para el hotel como Fosi estaba muy pesaico con ir a un cabaret le metí por una calle donde digamos que se asustó con algunas mujeres de moral distraída, en una parte de la Rue Saint Saens no paraban de decir, monsieur y con la mano te querían atraer hacia ellas, claro, este no se lo esperaba y pegó un bote que no veas jejejeje.

Para la noche, como no, elegimos otro restaurante para cenar cerca de la Place Thiars, era un restaurante alemán que nos pusimos de carne hasta arriba pero lo que más recuerdo del sitio era el dueño y la que suponemos era su mujer o una amante. Otros dos personajes que podrían entablar una bonita amistad con la camarera del peor bar del mundo. Él gordo con gafas de sol y pelo engominado hacía atrás, camisa blanca de manga larga y una pinta de mafioso que tiraba para atrás con sus canas arregladas, enfrente la señora, de avanzada edad pero bastante cuidada, enjoyada y con un vestido largo. Se comieron una mariscada y mientras el dueño controlaba absolutamente todo, a los camareros les indicaba si alguien había pedido la cuenta o incluso alguna vez se levantaba a atender a alguien. Mientras tanto la mujer esperaba pacientemente. Nosotros comentábamos que la mafia en Marsella ha sido bastante célebre y que porque no ese tipo podía estar dentro del clan.

Tras nuestra copiosa cena pues tomamos una copichuela pero esta vez cerca del irlandés no en el propio irlandés y como tras la caminata que nos habíamos dado ese día el cansancio hacia mella pues nos fuimos al hotel que había que hacer las maletas que al día siguiente volvíamos a España. Por la Castellane vi de nuevo la Luna, no era tan bonita y clara como en Saint Tropez pero estaba alegre y con ganas de volver a Madrid ya que las vacaciones continuaban y tenía planes por delante. En unos horas dejaríamos Marsella y terminaría un viaje inolvidable.



Vieux Port cerca del Palacio de Justicia.



Palais de Justice.



Musee Cantini.



Fuerte de San Nicolás.



Abadía de San Víctor.



Palais du Pharo.



Fuerte de San Juan.



Catedral de Marsella.


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