Amanecimos en Saint Tropez un poco pronto para nuestras costumbres ya que teníamos que dejar Les Capuchines y encaminarnos hacia nuestra última parada en este viaje por la Costa Azul, iriamos a la gran ciudad de Marsella. Carlitos nos acompañó hasta el hotel donde Fosi y yo nos íbamos a alojar porque él ya nos dejaba para volverse a España. Durante el viaje desde Gassin a Marsella recuerdo que por la radio francesa escuchamos el nuevo single de Manu Chao 'Raining to the paradise' que el videoclip el encargado fue Emir Kusturica. Fue un viaje un poco más animado que el de Niza hasta Cannes.
La sensación al llegar a Marsella es muy rara porque llegas a una gran ciudad un domingo por la mediodía y te encuentras todo cerrado, lleno de árabes por la calle a casi 40 grados y no avistas por ningún sitio aire acondicionado y la limpieza de las calles deja bastante que desear. Nos dirigimos hacia nuestro hotel que era el Citadines Apartahotel Prado Castellane, en la Rue du Rouet, muy cerca del Paseo de la Castellana en Marsella y de la Basílica del Sacre Coeur. El hotel aún nos dejó más hechos polvo todavía porque para descansar era un sofá-cama para Fosi y para mi, no había aire acondicionado y el sitio daba una sensación de dejadez bastante grande, la sorpresita vendría al final de la estancia en el Citadines donde nos cobraban un impuesto de 4 euros para la limpieza de la ciudad de Marsella, pues menos mal, porque estaba el sitio que necesitaba bastante de esa limpieza.
Aún teníamos el coche hasta que fuésemos al aeropuerto para dejar a Carlitos en su vuelo a Madrid, así que fuimos por el centro de la ciudad pero donde pudimos dejar el coche fue cerca de la estación de tren Gare de Sant Charles, andando fuimos a una de las calles principales del centro que es Le Canebiere, cerca de la Iglesia de San Vicente de Paul comimos en donde pudimos que era un kebap de unos argelinos a la sombra en la calle con un calor sofocante, Carlitos se reía un montón de nosotros diciendo, vaya dos días buenos vais a pasar por aquí y yo me repetía una y otra vez en mi mente, algo tiene que haber aquí que Marsella es una ciudad importante de Francia y no puede ser todo tan desastroso.
Bajando por Le Canebiere vimos un montón de tiendas de árabes como los todo a 100 de España donde me fije y vendían bastantes camisetas de la selección de Argelia, está claro que Marsella es una ciudad de mucha inmigración sobre todo procedente de países árabes como Túnez, Argelia y Marruecos. Llegamos a la zona central de la ciudad que se ubica en el Vieux Port (Puerto Viejo), en esta zona básicamente transcurrieron las horas de nuestra excursión marsellesa porque es donde más sitios encuentras, es la parte más bonita de la ciudad y donde mejores restaurantes vimos.
Nuestra primera experiencia en el Vieux Port fue que una periodista de un medio local marsellés nos quería hacer unas preguntas como turistas que estábamos en la ciudad, que nos parecía el sitio, si habíamos tenido algún problema, etc... Fue muy amable con nosotros y con su inglés y lo poco que hablamos nosotros nos entendimos, de hecho nos tomamos algo en una terraza del puerto con ella mientras nos preguntaba cosas.
Tras la pequeña vuelta por el puerto con ese calor sofocante fuimos de nuevo a por el coche para ir todos al aeropuerto y dejar el coche de alquiler, a partir de ese momento nos moveriamos por Marsella en transporte público. Nos despedimos de Carlitos deseándole un buen viaje de vuelta y nosotros cogimos un autobús en el aeropuerto que nos dejaría en la Gare de Sant Charles, puedo recordar muy bien las interminables escaleras de esa estación a pleno sol del Agosto marsellés. Fuimos al apartamento en metro y ohhh sorpresa resulta que el metro durante los fines de semana está abierto hasta las 12 de la noche y durante los días laborales hasta las 9, así que ya podíamos ceñirnos un poco al horario porque sino a patita tendríamos que volver a casa.
Nos arreglamos un poco para salir a cenar, desde el metro de Castellane se llega fácilmente al Vieux Port y por allí tomamos algo una de las múltiples terrazas que tiene el sitio y donde más turismo hay. Para el copeo fuimos a lo que siempre digo yo que es la apuesta segura, un irlandés lleno además de la chavalería de la Gran Bretaña y enfrente teníamos la vista del puerto, estaba muy cerca de la Place Thiars en concreto en el Cours J.Ballard, como el escritor francés de ciencia ficción. La Place Thiars es de las plazas más bonitas que se pueden ver en Marsella.
La vuelta a casa fue un espectáculo digno de contar porque el irlandés sobre la 1:30 lo cerraron y ya estábamos cansados de tanto viaje y decidimos ir para casa. El metro estaba cerrado así que nos dijimos que íbamos andando y así descubriamos un poco más la ciudad. Que dulce inconsciencia la nuestra, cerca de los barquitos del puerto encontrabas todo tipo de animal nocturno, un negrillo con una melopea importante cantando con su guitarra, turistas desorientados sin saber que hacer, coches a mil por hora cruzando las calles y un montón de jóvenes árabes sin otra ocupación que dar vueltas. Subiendo por Le Canebiere creía que llegaría a casa pero como no llevaba nada estudiado de la ciudad y Fosi tampoco pues nos perdimos. Muchos de estos árabes que estaban dando vueltas sin decirles nada se presentaban preguntándonos donde íbamos y nosotros que de francés no sabemos casi nada pues les decíamos a todo que sí, que Oui que está todo perfecto. De hecho íbamos un poco acojonaos porque por la zona de la Ópera uno de esos árabes nos iba siguiendo y Fosi ya estaba temiendo por su GPS, de hecho no lo quería sacar para saber donde estábamos. A todo esto era una experiencia ver corriendo muy cerca de la Ópera unas ratas callejeras de un tamaño bastante considerable.
Tras una hora de desorientación por fin encontramos el camino hacia Le Castellane donde admiramos la basílica del Sacre Coeur no sin antes ver unas pocas más ratas y dar algún que otro cigarro a los borrachos que también había por esa zona. Una vez ya en el hotel nos tomamos otro copazo mientras mirábamos cosas en Internet gracias a la Wifi del hotel, que por lo menos eso bueno tenía. Nos quedaban por delante dos días para aprender lo contrario de lo que habíamos visto en Saint Tropez.
Iglesia de San Vicente de Paul.
Gare Sant Charles.
Vieux Port.
Cámara de comercio en Le Canebiere.
Vieux Port. Al fondo el Hotel de Ville (Ayuntamiento).
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