miércoles, 7 de enero de 2015

60 días por Asia. Singapur.


Se dice que cuando Inglaterra perdió el control de Singapur en la Segunda Guerra Mundial, Churchill afirmó que ese había sido el peor desastre en la historia del Imperio. Este comentario suena un poco exagerado, sobre todo si nunca has pisado esta Ciudad-Estado. Pero una vez que la visitas, te das cuenta de lo valiosa que es desde un punto de vista comercial. Singapur, situada estratégicamente entre Indonesia y Malasia, alberga todo tipo de culturas y religiones. Si bien su población es eminentemente Asiática, una gran comunidad India convive en la ciudad aportando gran parte de los componentes Hinduistas que salpican Singapur. Por supuesto, el otro gran grueso de la población lo componen descendientes de la raza Malaya que se mezclan con Chinos, Indonesios y por supuesto, Europeos. Esta amalgama de culturas se rige por el lenguaje Inglés, cosa que le da al país un evidente toque internacional que le beneficia en todos los sentidos. El contraste con Indonesia es total, y se pasa de un país atrasado a nivel de infraestructuras a uno de los más modernos que he visitado. También se nota la diferencia de precio. Por 50 euros la noche, puedes encontrar una habitación pequeña con baño compartido. Desde luego, eso fue lo peor de la experiencia, pues en este viaje no podíamos pasarnos del presupuesto bajo ningún concepto. Aunque salvando el alojamiento, el resto de cosas no fue exageradamente caro. Se podía comer muy bien por 10 euros y el transporte (aquí ya hay metro) era bastante más barato que en Londres, por ejemplo. Aunque desde luego no se puede decir que Singapur sea un país económico. Entrando en detalles, allí estuvimos solamente 3 días. Yo considero que, dado lo pequeño que es y que para disfrutarlo más ampliamente necesitarías conocer oriundos, con ese tiempo es más que suficiente para ver las cosas más interesantes de la ciudad. Recomendados por una amiga que vivió allí, decidimos visitar los siguientes sitios. En primer lugar fuimos al Templo donde ser guarda la reliquia más importante de Buda: un diente. La religión predominante junto con la Hinduista es la Budista. En este templo se puede hacer un recorrido a lo largo de la historia de esta ancestral, digamos, manera de vivir. Con documentos fascinantes, el colofón final lo encuentras en la última planta donde en efecto se encuentra un diente de Buda, protegido por excepcionales medidas de seguridad, que apenas te dejan apreciar la reliquia. En definitiva un lugar de obligada visita repleto de espiritualidad e historia. El siguiente destino fue Chinatown, con sus innumerables puestos y sus curiosas calles, principalmente Pagoda Street. Luego fuimos a un mercado de comida (Maxwell Road Hawker Centre) dónde disfrutamos del pollo y el pato a la soja con una enorme botella de cerveza Tiger. El sitio no tiene desperdicio, pues es un mercado donde pequeños puestos de comida ofrecen especialidades asiáticas a buen precio. Cada uno de ellos tiene una calificación acorde con su limpieza y su calidad. En general es lugar no es apto para escrupulosos, pero si se quiere disfrutar de la verdadera comida en Singapur hay que hacer cola religiosamente y degustar los platos del mercado. Alternativamente, hicimos lo mismo en Little India, aunque el resultado fue diferente. La comida no era muy allá y todo estaba un poco más sucio, aunque en general es una experiencia recomendable. El segundo día fuimos a visitar la Iglesia Armenia de Saint Gregory the Illuminator, un lugar aparentemente desconocido pero con un sutil encanto que lo hace único. Especialmente interesante las esculturas del jardín-cementerio con imágenes bíblicas (ver fotos al final) De aquí nos movimos al templo budista de Sri Mariamman. Simplemente increíble. Es como si un fallero hubiera decorado una iglesia. El edificio esta repleto de coloridas esculturas que representan a las múltiples deidades de está religión. Un paseo por el templo es obligado si visitas Singapur. Y por supuesto, de obligada visita también es la zona más lujosa y moderna de la ciudad, Marina Bay Sands. Yo recomiendo ir de noche y de día y subir al edificio emblema de la ciudad: un barco construido entre dos rascacielos que alberga la piscina más alta del mundo. Desde allí se pueden disfrutar de las mejores vistas de Singapur incluyendo el Museo de Arte con forma de Flor de Loto o el Campo de Fútbol flotante. De noche, si tienes suerte, puedes presenciar el espectáculo de luces a lo largo de toda la bahía. Sin palabras. Realmente el sitio tampoco es una cosa del otro mundo. Tiendas de lujo, restaurantes caros y hoteles de ensueño. Hombre dicho así suena hasta bien, pero realmente no buscábamos esto en nuestra escapada por Asía. De especial mención es el jardín que hay detrás de Marina Bay, dónde se mezcla la tecnología y la naturaleza. Es absolutamente impresionante ir de noche y subir a los árboles de acero iluminados con luces de neón. Cada hora, el jardín ofrece una especie de concierto con música meditativa que eleva a la condición de mágica la experiencia de visitar Singapur. Finalmente, muy emocionados y satisfechos con el país, hartos de visitar mercados con falsificaciones (ahora los 'gadgets' tecnológicos han dado paso a las replicas de marca) decidimos visitar Santosa, una isla artificial dedicada al ocio. No fue gran cosa la verdad y a no ser que quieras ir al parque de la Universal, todo lo que allí verás será eso, un mundo artificial.


El templo de la reliquia de Buda


Dentro del templo puedes buscar 'tu buda' dependiendo de tu cumpleaños

Templo (fallero) de Sri Mariamman





Iglesia Armenia


Marina Bay Sands de noche





 Santosa, para otro tipo de viajeros


Vistas del Museo de Arte y del Campo de fútbol flotante

Panorámica de la Bahía

La piscina más alta del mundo

El Jardín de Marina Bay



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