Se dice que cuando Inglaterra perdió
el control de Singapur en la Segunda Guerra Mundial, Churchill afirmó
que ese había sido el peor desastre en la historia del Imperio. Este
comentario suena un poco exagerado, sobre todo si nunca has pisado
esta Ciudad-Estado. Pero una vez que la visitas, te das cuenta de lo
valiosa que es desde un punto de vista comercial. Singapur, situada
estratégicamente entre Indonesia y Malasia, alberga todo tipo de
culturas y religiones. Si bien su población es eminentemente
Asiática, una gran comunidad India convive en la ciudad aportando
gran parte de los componentes Hinduistas que salpican Singapur. Por
supuesto, el otro gran grueso de la población lo componen
descendientes de la raza Malaya que se mezclan con Chinos, Indonesios
y por supuesto, Europeos. Esta amalgama de culturas se rige por el
lenguaje Inglés, cosa que le da al país un evidente toque
internacional que le beneficia en todos los sentidos. El contraste
con Indonesia es total, y se pasa de un país atrasado a nivel de
infraestructuras a uno de los más modernos que he visitado. También
se nota la diferencia de precio. Por 50 euros la noche, puedes
encontrar una habitación pequeña con baño compartido. Desde luego,
eso fue lo peor de la experiencia, pues en este viaje no podíamos
pasarnos del presupuesto bajo ningún concepto. Aunque salvando el
alojamiento, el resto de cosas no fue exageradamente caro. Se podía
comer muy bien por 10 euros y el transporte (aquí ya hay metro) era
bastante más barato que en Londres, por ejemplo. Aunque desde luego
no se puede decir que Singapur sea un país económico. Entrando en
detalles, allí estuvimos solamente 3 días. Yo considero que, dado
lo pequeño que es y que para disfrutarlo más ampliamente
necesitarías conocer oriundos, con ese tiempo es más que suficiente
para ver las cosas más interesantes de la ciudad. Recomendados por
una amiga que vivió allí, decidimos visitar los siguientes sitios.
En primer lugar fuimos al Templo donde ser guarda la reliquia más
importante de Buda: un diente. La religión predominante junto con la
Hinduista es la Budista. En este templo se puede hacer un recorrido a
lo largo de la historia de esta ancestral, digamos, manera de vivir.
Con documentos fascinantes, el colofón final lo encuentras en la
última planta donde en efecto se encuentra un diente de Buda,
protegido por excepcionales medidas de seguridad, que apenas te dejan
apreciar la reliquia. En definitiva un lugar de obligada visita
repleto de espiritualidad e historia. El siguiente destino fue
Chinatown, con sus innumerables puestos y sus curiosas calles,
principalmente Pagoda Street. Luego fuimos a un mercado de comida
(Maxwell Road Hawker Centre) dónde disfrutamos del pollo y el pato a
la soja con una enorme botella de cerveza Tiger. El sitio no tiene
desperdicio, pues es un mercado donde pequeños puestos de comida
ofrecen especialidades asiáticas a buen precio. Cada uno de ellos
tiene una calificación acorde con su limpieza y su calidad. En
general es lugar no es apto para escrupulosos, pero si se quiere
disfrutar de la verdadera comida en Singapur hay que hacer cola
religiosamente y degustar los platos del mercado. Alternativamente,
hicimos lo mismo en Little India, aunque el resultado fue diferente.
La comida no era muy allá y todo estaba un poco más sucio, aunque
en general es una experiencia recomendable. El segundo día fuimos a
visitar la Iglesia Armenia de Saint Gregory the Illuminator, un lugar
aparentemente desconocido pero con un sutil encanto que lo hace
único. Especialmente interesante las esculturas del
jardín-cementerio con imágenes bíblicas (ver fotos al final) De
aquí nos movimos al templo budista de Sri Mariamman. Simplemente
increíble. Es como si un fallero hubiera decorado una iglesia. El
edificio esta repleto de coloridas esculturas que representan a las
múltiples deidades de está religión. Un paseo por el templo es
obligado si visitas Singapur. Y por supuesto, de obligada visita
también es la zona más lujosa y moderna de la ciudad, Marina Bay
Sands. Yo recomiendo ir de noche y de día y subir al edificio
emblema de la ciudad: un barco construido entre dos rascacielos que
alberga la piscina más alta del mundo. Desde allí se pueden
disfrutar de las mejores vistas de Singapur incluyendo el Museo de
Arte con forma de Flor de Loto o el Campo de Fútbol flotante. De
noche, si tienes suerte, puedes presenciar el espectáculo de luces a
lo largo de toda la bahía. Sin palabras. Realmente el sitio tampoco
es una cosa del otro mundo. Tiendas de lujo, restaurantes caros y
hoteles de ensueño. Hombre dicho así suena hasta bien, pero
realmente no buscábamos esto en nuestra escapada por Asía. De
especial mención es el jardín que hay detrás de Marina Bay, dónde
se mezcla la tecnología y la naturaleza. Es absolutamente
impresionante ir de noche y subir a los árboles de acero iluminados
con luces de neón. Cada hora, el jardín ofrece una especie de
concierto con música meditativa que eleva a la condición de mágica
la experiencia de visitar Singapur. Finalmente, muy emocionados y
satisfechos con el país, hartos de visitar mercados con
falsificaciones (ahora los 'gadgets' tecnológicos han dado paso a
las replicas de marca) decidimos visitar Santosa, una isla artificial
dedicada al ocio. No fue gran cosa la verdad y a no ser que quieras
ir al parque de la Universal, todo lo que allí verás será eso, un
mundo artificial.
El templo de la reliquia de Buda
Dentro del templo puedes buscar 'tu buda' dependiendo de tu cumpleaños
Templo (fallero) de Sri Mariamman
Iglesia Armenia
Marina Bay Sands de noche
Santosa, para otro tipo de viajeros
Vistas del Museo de Arte y del Campo de fútbol flotante
Panorámica de la Bahía
La piscina más alta del mundo
El Jardín de Marina Bay
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