Como os comentaba en el anterior post,
debido a la extensión del país y a las características de nuestro
viaje, el viaje a Tailandia lo dividimos en 2 etapas. La primera nos
llevó desde el sur a Bangkok. De allí volamos a Camboya para pasar
una semana. A la vuelta disfrutamos de otros 10 días en Tailandia.
Esta estancia será la que comentaré en la presente entrada. Desde
Siem Reap intentamos volver a Bangkok para proseguir nuestra visita.
Y digo intentamos porque la fecha de vuelta era el 14 de Abril
¿sabéis lo que pasa ese día en Tailandia y Camboya? Pues que
empieza el año y las fiestas se extienden durante 3 días. Ese
momento es muy malo para moverse por esos países pues literalmente
se paraliza todo. La tragedia se mascaba y aunque el siguiente vuelo
lo teníamos dentro de 10 días, estar 3 días 'retenidos' en la
pequeña Siem Reap nos partía el viaje. De esto nos enteramos el día
13 por la mañana ¿que opciones había? Realmente muy pocas y todo
pasaba por coger un autobús nocturno de dudosa reputación que nos
dejaba en la frontera y luego prometía llevarnos a Bangkok. No había
otra opción y tuvimos que meternos en un destartalado autobús que
venía desde el norte de Camboya, con un conductor que apenas
descansó a su llegada. Esto es Camboya amigos. En la agencia de
viajes nos engañaron y nos cobraron por un servicio superior, cuando
el viaje lo hicimos en un autobús cochambroso y que nos dejó en la
frontera con Tailandia, en un pueblo literalmente sin ley llamado Poi
Pet. Aquí hay un área entre Camboya y Tailandia que no tiene
regulación y que esta repleta de casinos. No se como salimos de
allí, el caso es que siguiendo a la gente y nuestro instinto,
logramos aparecer en Tailandia, dónde, tras mucho discutir,
conseguimos que un autobús incomodísimo nos llevara a Bangkok (tal
como habíamos pagado) Tras el infernal viaje, alcanzamos la ciudad.
Una 'nueva ciudad' que celebraba el Songkran, el año nuevo 2557.
Cual Martin Mc Fly habíamos viajado al futuro en pleno periplo
asiático. Nada más y nada menos que la celebración del año nuevo
lunar budista o lo que es lo mismo al desfase en la ciudad de los
desfases. Tailandia daba el pistoletazo a su fiesta del agua anual.
Aunque realmente no íbamos buscando
esto, bien es cierto que disfrutar del Songkran tiene su encanto. A
día de hoy, y sobre todo entre los turistas, la celebración se
reduce a una batalla campal de agua y de una especie de yeso que es
lanzado y esparcido por la cara de los 'adversarios'. Esta es la
esencia del fin de año, que, como no podía ser de otra manera, se
adereza con litros de alcohol a todas horas. Sin embargo, la
ancestral tradición se remonta a tiempos de buda, donde el rociar la
cabeza de tu vecino con agua, era un símbolo de bendición y de
buenos augurios para el año entrante. Debido a esto, uno puede ir a
cualquier templo budista (donde las celebraciones son constantes) y
lanzar agua a los monjes (como podréis ver en la sección
fotográfica :-)) En estos lugares se presenciarán los eventos más
interesantes y por lo que más vale la pena visitar Bangkok en estas
fechas. Recordad que el resto de lugares estarán cerrados; esta
fiesta es la más importante del año para los Tailandeses. Pues
bien, una vez pasado el Songkran pudimos seguir visitando la ciudad,
ya que nos quedaba mucho por ver. En la parte de Khao San Road, lo
mejor es moverse andando (si visitamos por ejemplo el templo del buda
reclinado de Wat Pho, Dusit, El templo del Buda Esmeralda, el Gran
Palacio o el parque de Sanam Luang) ¡Hay montones de cosas que ver
en la zona de Khao San y alrededores! Pero por supuesto, en una
ciudad tan grande, hay otros lugares que requerirán de transporte.
En mi opinión lo mejor es el taxi o el autobús. Los tuktuk son
incómodos y no excesivamente baratos. Intentad negociar y preguntad
al taxista los que os cobraría por el mismo trayecto. Quizás os
ahorráis 1 euro y la diferencia con respecto a la comodidad es
enorme. Si os aventuráis en el mundo del bus, id con cuidado e
intentad que os expliquen en el hotel como funciona la ruta que
necesitáis. A nosotros una vez nos dejaron en medio de un campo de
refugiados a las 2 de la mañana. Esto no es nada recomendable.
Afortunadamente nuestro GPS (que de tantos apuros nos sacó durante
el viaje) nos guió por la oscura y siniestra noche Tailandesa. Y una
tercera opción es el barco-taxi a través del rio. Es lo más barato
y suele estar petado. Informaros bien. Por defecto os intentan vender
el bono que en la mayoría de los casos no amortizareis. Pero desde
luego merece la pena hacerse una ruta completa por la noche. Las
vistas son preciosas. Las lineas se diferencian por banderas y los
precios también. Hay que ser muy rápido pues apenas paran y a veces
hay que saltar literalmente dentro del bote. Repito, informarse bien
de horarios y trayectos, porque, de nuevo, la información al
respecto es bastante confusa (al menos en inglés). Más actividades
a parte de la visita a templos y viajes en barco-taxi, son los
mercados. Aquí si te gusta ir de mercados te vas a aburrir. Hay
mercados en todos lados. Cualquier calle es buena para poner puestos.
Especialmente interesantes son el mercado de Chinatown (es increíble
como todo el barrio se convierte en un inmenso mercado donde se puede
comprar la comida más bizarra), el de Chatuchak (el más grande y
completo que he visto en mi vida. Inmenso. Solo abre los fines de
semana, pero se si vas un viernes hay cosas abiertas. Puedes
encontrar de todo. Desde falsificaciones de las mejores marcas,
pasando por comida de todo tipo, antigüedades, arte, documentos
falsos como el carnet de conducir y hasta animales ilegales. Todo lo
que se pueda comprar con dinero esta aquí) y el mercado de los
amuletos (cerca de la Universidad de Mahachulalongkornrajavidyalaya.
Los Tailandeses son muy supersticiosos. Aquí podrás encontrar todo
tipo de piedras y figuras bendecidas por los monjes budistas. La
mayoría de las cosas que se venden son para adorno, pero puedes
encontrar cosas bastante 'inquietantes') Bueno pues cansados de tanto
mercado y tras comprar unas zapatillas que aguantasen tanto trasiego
y tanto calor, seguimos pateando la ciudad con un pequeño percance.
Rebeca cogió una infección en el oído y gracias a nuestro seguro
pudimos costearnos el carisimo hospital tailandés. Aquí se
vanaglorian de tener uno de los mejores sistemas médicos privados de
Asia. Afortunadamente no he estado en muchos pero puedo decir que las
instalaciones son impresionantes. Más parecía un hotel de lujo que
un hospital. Desde el piano en el Hall, pasando por el café gratis y
las tiendas dentro del recinto. Todo para el bolsillo más pudiente.
Ningún ciudadano de a pie se podría permitir eso, pero claro al
gobierno esto no le importa. Cuando estuvimos nosotros había
revueltas sociales a diario, sin problemas ni violencia. Tengo que
decir que los tailandeses son encantadores y en general bastante
educados. Sobre todo cuando uno piensa lo puteados que están en su
propio país, mientras los turistas tienen todo tipo de lujos y
privilegios. Cuando visitamos el hospital, recorrimos la zona más
moderna de la ciudad, con grandes hoteles, metro y grandes avenidas.
Nada que no se pueda ver en cualquier otro sitio, así que no lo
recomiendo. Bueno, pues tras nuestro alto obligado en el Hospital,
seguimos disfrutando con esta maravillosa ciudad donde se mezcla
tradición y modernidad a partes iguales. Cerca de la populosa plaza
del Monumento a la Victoria, pudimos degustar uno de los menús
tradicionales de la ciudad. En una inmensa carpa, repleta de gente,
conseguimos una mesa libre para degustar la parrillada bufe típica
de la ciudad. Vegetales, pescado, carne y postres pintorescos, que se
cocían en una curiosa olla que freía el alimento y guardaba el
caldo para tomarlo como sopa. Por poco más de 6 euros comías hasta
reventar y tomabas 2 o 3 cervezas 'tamaño familiar' (una Singha es
la mejor opción) Cansados, excitados y flipados con esa ciudad, el
día antes de nuestra partida pudimos presenciar en el parque de
Sanam Luang un festival de folclore tailandes con bailes, comidas,
ropas y curiosidades de multitud de zonas del norte de Tailandia. Un
colofón increíble para terminar nuestros días en una de las
mejores ciudades que he visitado. El siguiente destino sería Chiang
Mai, la joya del norte. La manera de llegar, la más peregrina
posible: en un tren con literas, sin aire acondicionado, en un
trayecto de más de 12 horas. Sencillamente, mortal.
Tras un palizón bastante notorio
llegamos a la provincia de Chiang Mai, una espectacular área al
norte de Tailandia repleta de naturaleza y de montaña. La capital
del mismo nombre, es un sitio muy turístico y accesible, donde se
pueden encontrar lugares para comer y dormir dentro de un amplio
rango de precios. El ocio esta dirigido a todo tipo de personas,
desde los mas aventureros, a parejas que viajan solas, familias y
grupos de amigos. Desde mi punto de vista, Chiang Mai se disfruta mas
explorando su lado mas salvaje. Nosotros planteamos un par de
excursiones (puedes contratarlas en cualquier sitio, los precios
varían mucho dependiendo de la agencia y de la actividad) que
incluían una ruta de senderismo por el bosque, un viaje en elefante
y un rafting por el rio Ping. Fue impresionante y uno de los momentos
mas intensos del viaje. Si vas con tiempo, es buena idea visitar el
rio durante el fin de semana y compartir con la gente de Chiang Mai
un picnic en la orilla, con comida Tai, cerveza y un fuerte licor
local nada recomendable. Se bañan, cantan, ríen y disfrutan de lo
lindo con la multitud que allí se da cita. Con respecto a la ciudad,
los templos y los mercados callejeros son lo mas reseñable. Un
masaje en la prisión femenina (recibido por reclusas que van a
terminar su condena), en el mercado central (fines de semana) o en
cualquiera de los puestos callejeros, te da fuerzas para patear la
ciudad. Una ciudad menos enigmática que Bankgog, pero mucho más
ordenada y tranquila. Quitando las ratas que campan a sus anchas, en
general Chiang Mai esta limpia y tiene grandes restaurantes donde
degustar otro tipo de cocina Tailandesa (para mi la mejor del país
con diferencia). Os puedo recomendar uno llamado Hot Chili. Cocina
Tai en general (no solo picante), muy bonito y con una presentación
exquisita. Y hablando de cocina, otra de las actividades que no
podéis dejar pasar es la de ir a una granja a aprender como preparar
platos Tailandeses. Se trata de una experiencia de un día, donde
compras en un mercado local, aprendes a hacer algunos de los platos
típicos, recolectas en la granja la materia prima y haces amigos de
otras partes del mundo. Este fue el colofón a un impresionante viaje
repleto de acción que nos dejo con una imagen de Tailandia
diametralmente opuesta a lo que se vende en muchos medios. Aquí
puedes disfrutar de una cultura ancestral, integrarte con la gente
local )es muy abierta y muchos hablan inglés) y olvidarte de los
personajes que vienen a Tailandia reproducir las andanzas de Resacón
en Las Vegas.
Curiosa historia del buda gordete. Era un tipo guapetón que cambio su imagén para seguir a Buda.
Viaje en barco por Bankgog
Las formas 'imposibles' de los dragones Tailandeses
Un buda raro...
¿Dos monjes amigos?
Pececillos que te dejan el pie como nuevo
Un autobus en Bankgok
El mercado de Chatuchak
La plaza de la Victoria. El Bankgok mas moderno
Tomando una popular barbacoa
El aire acondicionado de los autobuses nocturnos
El Sonkgran. Batalla sin concesiones
El viejo y el nuevo Bankgok
Cosas que comprar en los mercados
El festival del folclore
¿Quieres un carné falso? Solo tienes que pedirlo...
El tren hotel version Tai
Chiang Mai y sus budas en 'pijama'
En el mercado de Chiang Mai. Comprando para nuestro curso de cocina.
La granja del Chef
El WC era para verlo
De aventura en la selva
El rio Ping y sus barcas que se hunden
El buda reclinado mas largo del mundo...
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