El miércoles fue sin duda el día más inolvidable que pasamos en la isla, nuestro día comenzó a las 7:30 de la mañana porque para este día teníamos contratada la excursión al Golden Circle, que es un circuito por toda la isla donde te enseñan todos los accidentes geográficos de este lugar volcánico. Los que nos conozcais sabeis que a nosotros como que madrugar no nos hace mucha gracia pero realmente merecia la pena el esfuerzo y a ello nos pusimos. Vino el autobús a recogernos al hotel y nos llevaron a la central de Iceland Excursions, preguntamos que si ese día se podría realizar la excursión por la noche a la aurora boreal y nos dijeron que si no pasaba nada raro que se haría. De paso como David se quedaba en Reikjavik un día más que Alfonso y que yo se pilló una sesión de masajes para el día que estuviese solo.
Partimos con el bús de la excursión y nuestra primera parada fue en la central geotermal de Nesjavellir que era un sitio de parada pues para tomarnos el primer café y así desperezarnos un poco, no había nada en especial que ver allí. Continuamos hacía Þingvellir que ese era el primer sitio impresionante que visitamos, es una gran pared donde está la división de las placas tectónicas de Europa y América, allí es donde se hace la típica broma de dar un saltito tipo Homer Simpson y dices, Europa, saltito, América. El desfiladero era impresionante, parecia que te habías metido en una película de Indiana Jones y allí fue la sede del primer parlamento democrático de Europa (el Alþingi) que se fundó en el 930. Los islandeses son muy nacionalistas y orgullosos de su tierra y el guía (que por cierto era el buen hombre simpático que nos llevó el domingo al Blue Lagoon) lo explicaba con mucho orgullo y alegría. Este sitio es donde alberga ahora la casa de verano del presidente del país, como decía el guía una especie de Camp David pero islandés. Estaba rodeado de Lagos super bonitos donde el agua era totalmente cristalina, veías el fondo del lago con toda nitidez. Eso sí, el frío que hacía allí a las 10 de la mañana era jorobado.
El autobús dio la vuelta para recogernos por la parte de atrás y así ir al siguiente destino que no iba a dejar de ser menos espectacular que el anterior, nos fuimos al resalto de agua de Gullfoss. En otro post subo unas fotos para que veais lo impresionante de este sitio, por un camino escarpado vas llegando a la cima del resalto y en mi vida he visto una pendiente de agua igual, había que ir con cuidado porque un mal paso y no lo cuentas, el agua te chapoteaba y eso te hacía pasar más frío pero no importaba porque lo que estaban viendo tus ojos es algo que pocas veces en la vida de una persona se puede observar. El guía nos indicó que en la colina arriba del todo había un restaurante y que tomáramos la sopa de allí, que además nos hacían descuento por ser de Iceland Excursions. Yo me quedé impresionado con el restaurante, era una casita de madera que decía yo, pero esto es el restaurante del fin del mundo, a partir de aquí ya no se puede llegar más lejos. Esto está perdido del mundo, te sentías como un personaje friki de una aventura gráfica. Tomamos la sopa y algo más porque ya era muy hora para comer y nos faltaban muchas cosas mas por ver.
La siguiente parada que esto parecía ya una etapa contrarreloj fue en uno de los sitios por los que se distingue Islandia de los demás países, fuimos a los geysers, aquí ya la cosa pasó a tomar un cariz más lúdico, eso sí, sin hacer el tonto que bien puestos están los carteles de no tocar que la temperatura del agua está en torno a la 100ºC, de hecho estaban ahí las fumarolas en plena actividad volcánica. Los geysers desde luego es una diversión para la infancia, te pones al lado del geyser mayor y esperas unos minutos, eso ves que va a reventar y tu ahí tan tonto esperándote, en cuanto crees que va a saltar sales corriendo como alma que te lleva el diablo. Como siempre y en toda excursión que se precie están los listos que en vez de ponerse por la cara delantera del geyser que sabías que nada te iba a pasar se ponían detrás y eso era apuesta segura de que el agua del geyser te iba a salpicar con el correspondiente quemazón por lo caliente que está. En fin, así son los crios.
Ya era por la tarde y pasamos a cosas mas relajaditas que llevabamos 4 horas dando vueltas, fuimos a una iglesia que era muy importante en la historia del país (muy antigua además), la historia que nos contó ni me enteré pero detrás de la iglesia había un bonito cementerio donde nos hicimos unas fotos, se llamaba Skálholt. Pasamos por el cráter volcánico más importante del país que se llama Kerið y por allí bajamos bastante lo que nos hizo que todo el autobús nos tuvieran que esperar porque nos gusta a nosotros mucho dar vueltas. Pero no se lo tomaron a mal, fueron 5 minutos, somos rápidos. Para terminar la excursión nuestro amable guía nos enseñó algo de la agricultura del país y un pueblecito donde las casa tenían sus pequeñas fumarolas y de donde sacaban el agua caliente directamente, sobre las 5 de la tarde ya estábamos de vuelta en nuestro hotel de Reikjavik.
Teníamos un par de horas para arreglarnos si nos pasaban a buscar para ver la aurora boreal, fuimos a la recepción del hotel y llamaron a Iceland Excursions para ver si la excursión de las nothern lights se realizaba y confirmaron que sí que se hacía. Con un alegrón impresionante a pesar del cansancio del día fuimos a comprar al 24 horas algunos bocadillos para llevarnos a la excursión y de paso compré tabaco y el único souvenir que me trajé de allí, una banderita del país que aquí la tengo enfrente de mi ordenador de mi casa y la veo siempre. El martes también compré souvenirs alcohólicos propios del país, El Topas que se llama en español la muerte negra, que es un líquido negro que te emborracha que no veas y que se bebe bastante allí y el Brennivin que es un líquido anisado blanco que también te pone a tono rapidito.
A las 7:30 vinieron a por nosotros el bús para ir a ver la ansiada aurora boreal. Como mucha gente se apunta a esa excursión antes pasamos de nuevo por la central de Iceland Excursions y en un gran autobús nos metieron a todos los que íbamos a la excursión, había latinoamericanos y sobre todo muchos ingleses. Esta vez nos tocó un guía escocés que el hombre era un espectáculo, te contaba de historias y un cachondeo, decíamos nosotros, este es un tío que han echado de Escocia por borracho que ya es duro que te echen de allí por eso y ha acabado desterrado en Islandia a enseñar la aurora boreal. Pero mira, mejor así porque fuimos todos en un tono distendido y se hace la excursión más amena. Para ver las northern lights es obvio que con el autobús teníamos que ir a la parte norte de Islandia y para ello hay que pasar por el impresionante túnel subterráneo que te lleva a la segunda ciudad de Islandia después de Reikjavik, es Akranes, ese túnel es el orgullo de la ingeniería islandesa y otra vez lo dijeron muy alegres y eso que el tío era escocés pero de llevar tantos años allí se sentía islandés.
A medio camino entre Akranes y nuestro destino se observaba un atardecer precioso en unas montañas que nos contó el guía algo sobre que se inspiró Julio Verne en su Viaje al centro de la tierra. Realmente ya el atardecer era muy bonito y te hacía sentir en paz contigo mismo (puede parecer una chorrada pero es para vivirlo). En un pueblo muy perdido paramos a tomar algo porque el viaje desde Reikjavik hasta la aurora dura unas dos horas y media, estábamos ya en pleno Ártico. El frío ya comenzaba a ser no soportable y tomamos algo caliente y comimos. La recomendación que te hacen para esta excursión es que lleves ropa muy abrigada, pues no es una recomendación gratuita en absoluto.
Ya era de noche cerrada y por allí tres chicos de Alcázar andaban en un bús perdido por las montañas del Ártico, con los faros del vehículo veías las cabañas de los ganaderos islandeses y te preguntabas como podían vivir ahí, desde luego viven en uno de los sitios más tranquilos y aislados del mundo. Sobre las 11 p.m. y sin previo aviso mirando la luna del bus aparecen en el cielo unas luces que caen como por arte de magia, mirabas las caras a tu alrededor y veías emoción en los ojillos de la gente, tanto si eran mayores como si eran niños, porque también había niños. Mientras el escocés se puso en plan bohemio diciendo como que la aurora boreal es algo mágico y que trae prosperidad a los que la observan. Yo estaba muy feliz porque por fin pude ver la luna de Islandia y además observaba las luces del norte, algo que desde pequeño anhelaba ver y pude hacerlo realidad. A medio camino de la montaña a las que nos dirigiamos paramos para observar un rato las luces. Ya se veian bastante bien y el conductor del bús (que este sí que era islandés) me preguntó que si era la primera vez que las veía, obviamente viendo mi cara no hizo falta ni respuesta, se reía el hombre.
Por fin llegamos a nuestro destino y al igual que el restaurante de Gullfoss estabas otra vez en el fin del mundo, esta gente de Iceland Excursions lo tenían todo perfectamente controlado porque con cualquier mínima cosa te quedas tirado por allí y lo hicieron todo francamente bien. Paró el autobús y en la cima de esa montaña a unos -15ºC veíamos en todo su esplendor la aurora boreal, que cosa más bonita, realmente si que era algo mágico porque era como un espectro fantasmal que salía de la montaña y que incluso te creías que lo podías tocar. Hacía mucho frío pero te daba igual, aunque estuvieses congelado te quedas embobado mirando esas luces. Nosotros nos reíamos y decíamos, joder, lo conseguimos, mira que hemos tenido que pasar cosas porque antes de hacer el viaje hubo mogollón de problemas pero allí estábamos. Sí que mereció la pena el gran esfuerzo y lo repetiría las veces que hiciera falta. Es una de las maravillas del mundo que todos deberían ver.
La vuelta se hizo larga pero con la alegría de ver las nothern lights pues te da todo igual, mira que nos habíamos levantado a las 7:30 de la mañana y llegamos a nuestro hotel a la 1:30 de la madrugada pero no nos importaba. Al llegar a casa observamos que había mucha gente por la calle y nos extrañó que siendo miércoles todo el mundo estuviese por ahí. Resulta que como era el miércoles santo pues el jueves era fiesta nacional islandesa, el viernes santo no era fiesta pero el jueves sí y por eso había tanta gente por allí. Estabas cansado pero no ibas a desaprovechar la oportunidad de salir que había mogollón de fiesta y Fosi y yo pensamos que había que salir. Nos quedamos por Laugavegur y solo nos hizo falta ir a un sitio, al Dylan, estaba lleno hasta la bandera y las tarjetas de crédito volaban para pagar las consumiciones, el sitio nos encantó porque pusieron música muy buena, que si Tool, Primal Scream, Led Zeppelin, The Who, The Strokes, eso era la tercera juerga mundial, las chicas subidas por las mesas, el DJ puso a Molotov y nos saludaba diciendo, esos son españoles, una chica se tiro al suelo y se llevaba con ella a un chaval. También había cada islandesa que te quitaba el hipo y además fueron en todo momento muy simpáticas, tanto ellas como ellos.
A las 4:30 de la madrugada yo ya no podía más, llevábamos 21 horas despiertos con dos excursiones a las espaldas mas unas copas y unos cuantos cigarros, Fosi lo veía todavía con fuerzas pero ya dijo que por ese día ya estaba bien, que si quería nos íbamos al hotel. Nos fuimos a dormir con la sensación de que ese miércoles santo no se nos iba a olvidar nunca, además en Reikjavik sí que vi la luna ese día también.
Donde se juntaba el primer parlamento islandés.
Indy podría venir aquí.
Residencia de verano del presidente.
Salto de agua.
Gullfoss.
Gullfoss.
Gullfoss.
Geyser.
Geyser.
Geyser en errupción.
Lago Kerio.
Casa con su pequeño volcán.
Hacía la aurora boreal, Akranes.
Prácticamente ya la teníamos encima nuestro.
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